Desconfianza y violencia minan esfuerzos de EE.UU. por tregua en el Líbano
Aunque EE.UU. busca asegurar una tregua entre Israel y Hezbollah en Líbano, los ataques de Tel Aviv ensombrecen las posibilidades. Este sábado, el ejército israelí bombardeó Beirut con misiles.
El Gobierno del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha intensificado sus esfuerzos para asegurar un alto el fuego entre Israel y el grupo Hezbollah en Líbano. Una apuesta del saliente mandatario que terminará su período en enero de 2025, cuando le entregue el poder al presidente electo, el republicano Donald Trump.
En esa línea, el mediador estadounidense Amos Hochstein mantuvo conversaciones recientes con Nabih Berri, presidente del parlamento libanés, sobre una propuesta de alto el fuego redactada por Washington que busca poner fin a las hostilidades. Tanto Hezbollah como el Gobierno de Líbano dieron su aprobación condicional a la tregua. Ahora Hochstein se encuentra en Israel para tratar de lograr un acuerdo.
Sin embargo, las reiteradas y continuas escaladas plantean un gran desafío para los esfuerzos de mediación de Estados Unidos. Israel sigue atacando el este y el sur del Líbano en medio de las negociaciones y exige la "libertad de actuar" contra Hezbollah en cualquier posible acuerdo.
Este sábado, Israel disparó al menos cuatro misiles contra el centro de Beirut, capital del Líbano, en un bombardeo que mató al menos a 11 personas e hirió a decenas, según reportaron medios locales. Los informes advierten que la cifra de víctimas puede aumentar. El ataque impactó el barrio de Basta de Beirut, según dijeron los residentes locales, añadiendo que muchos edificios quedaron destruidos.
La Agencia Nacional de Noticias del Líbano, que es estatal, reportó que los aviones de combate israelíes "destruyeron completamente un edificio residencial de ocho pisos con cinco misiles". Estos ataques, registrados alrededor de las 4 a.m. hora local, se lanzaron después de un día de intensos bombardeos contra los suburbios del sur de Beirut y la ciudad costera de Tiro, en el sur. La cifra de personas muertas bajo las operaciones militares de Tel Aviv en el Líbano ya superó la sombría marca de las 3.500 desde octubre del año pasado, y con las escaladas sigue aumentando.
Por su parte, Hezbollah, respaldado por Irán, se atribuyó un ataque con misiles que dijo ha sido el más profundo que ha logrado en Israel en más de un año. También dejó en el campo del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, la responsabilidad de sentar las bases para la desescalada.
Entonces, en medio de estas complejidades, ¿podrán realmente dar frutos los últimos esfuerzos de Washington por asegurar un alto el fuego? Esto es lo que se interpone en el camino.
Intereses opuestos
El Gobierno de Biden parece abrumadoramente centrado en proteger los intereses de Israel en lugar de promover una auténtica desescalada en Oriente Medio. Lo cual pone en entredicho la credibilidad de las negociaciones actuales.
Como un ejemplo está la iniciativa de Estados Unidos de volver a aplicar la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, que exige el desarme de Hezbollah y rechaza la presencia armada no autorizada cerca de la frontera entre Israel y el Líbano.
Aunque esta resolución ayudó a terminar el conflicto entre Israel y el Líbano de 2006, Washington está mostrando pocas señales de intentar priorizar otras condiciones clave, como el fin de todas las operaciones militares ofensivas israelíes en su frontera norte.
El hecho de que Estados Unidos juegue a favor de alguien, e incline la balanza, ayuda a explicar la reiterada actitud desafiante de Tel Aviv ante los acuerdos de tregua. Netanyahu ha prometido atacar el Líbano a pesar de que se pacte un alto el fuego, y los recientes bombardeos mortales en el país sugieren que la agresión continúa.
Para que Washington pueda evitar hostilidades futuras, debe tener en cuenta el propósito del Líbano de frenar los ataques israelíes contra su territorio. Después de todo, Tel Aviv tiene un largo historial de utilizar la legítima defensa para justificar agresiones contra el Líbano.
Esto incluye los ataques que Israel comenzó a intensificar en agosto contra Líbano y que generaron alarma internacional por la posibilidad de arrastrar a toda la región a una guerra amplia. También hay temores en el Líbano de que Tel Alviv pueda utilizar algunas disposiciones de la tregua para organizar futuros ataques contra el país.
Y, en lugar de disipar esos temores, Washington sigue dándole prioridad al "derecho de legítima defensa" de Israel en su propuesta preliminar. Si no se modifica, esto podría interpretarse como un respaldo implícito a la exigencia de Israel de atacar a Hezbollah a su voluntad, lo que plantearía interrogantes sobre la neutralidad de Estados Unidos en los actuales esfuerzos de mediación.
Desarmar a Hezbollah
En segundo lugar, los intentos por desarmar a Hezbollah tienen una utilidad limitada para la paz. La aplicación de la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas exige que todos los actores armados, incluido el grupo libanés, renuncien a sus armas en un intento por promover un cese total de las hostilidades.
Sin embargo, en los años que han transcurrido desde que la resolución se aplicó inicialmente, Hezbollah no se ha desarmado. De hecho, surgió como una fuerza bien equipada con un arsenal considerable, financiada y suministrada principalmente por Irán. Estados Unidos debe aceptar la realidad de que Hezbollah está aquí para quedarse y que su aprobación es fundamental para que cualquier alto el fuego se realice.
Pero las realidades sobre el terreno sugieren que Estados Unidos está trazando su propio rumbo. Por ejemplo, Washington quiere que el ejército libanés se enfrente a Hezbollah tras una tregua. Se trata de una medida que carece de tracción en el Líbano, pero que se alinea con las demandas israelíes de impedir que el grupo se fortalezca.
Si se materializa un cese del fuego, el ejército libanés podría tener que desplegar miles de tropas en el sur, pero trataría de evitar la confrontación con Hezbollah, cuya presencia militar y política le otorga una influencia considerable en el estado.
Por lo tanto, la verdadera prueba para la mediación estadounidense es mirar más allá del desarme y la confrontación. ¿Puede obtener garantías tangibles de tregua por parte de Israel, incluida una retirada acelerada de tropas y el reconocimiento del derecho del Líbano a defenderse?
Un hombre lleva a su hija a su escuela mientras pasa junto a un edificio destruido tras un ataque israelí en la calle Mar Elias de Beirut, Líbano, el 18 de noviembre de 2024 (REUTERS/Adnan Abidi).
Los desafíos de Washington son profundos: incluso si Israel proporcionara estas garantías, hay buenas razones para que el Líbano siga siendo escéptico respecto a un alto el fuego.
También está el daño físico y psicológico sustancial que Israel ha infligido al Líbano en los últimos meses. Al menos 3.500 personas han muerto en ataques aéreos israelíes y más de un millón han sido desplazadas.
La explosión de localizadores electrónicos en septiembre ha aumentado el trauma psicológico de la población, que ya lidiaba con trastornos mentales.
Israel ha causado más daños a los edificios libaneses en dos semanas que en los doce meses de enfrentamientos transfronterizos con Hezbollah. La ira y el dolor resultantes han pesado mucho sobre las personas, que probablemente se negarán a aceptar tales atrocidades.
Factores políticos
Otro obstáculo para la paz tiene que ver con las motivaciones políticas. Los funcionarios israelíes se apresuran a conseguir un alto el fuego porque desean obtener el favor del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.
Desde su punto de vista, un posible acuerdo reforzaría la promesa de Trump de poner fin a la ofensiva en el Líbano. A cambio, ayudaría a Israel a conseguir el apoyo de Estados Unidos para más acuerdos de normalización con los estados árabes.
Las recientes conversaciones entre Trump y Ron Dermer, el ministro de Asuntos Estratégicos de Netanyahu, dejan claro que la principal motivación de Tel Aviv es apaciguar al gobierno entrante, en lugar de cesar las hostilidades con Hezbollah.
Los ataques israelíes a la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (FPNUL) son otro factor limitante. El ejército de Netanyahu ha seguido atacando sus coordenadas y se le acusa de "destrucción deliberada y directa de bienes claramente identificables de la FPNUL" en el sur del Líbano.
Esto es importante porque Estados Unidos está ansioso por alcanzar un acuerdo de alto el fuego que incluya una ampliación del papel de la FPNUL en la vigilancia de la tregua y la prevención de violaciones por todas las partes.
Pero esos esfuerzos pueden obstaculizarse si Israel sigue socavando la presencia de la FPNUL cerca de la "Línea Azul", un límite de retirada designada por la ONU entre el Líbano e Israel.
También obliga a las fuerzas de paz a evacuar sus posiciones en las zonas fronterizas. Para que se mantenga una tregua, Washington necesita garantizar la retirada militar completa de Israel del sur del Líbano. Ese resultado sigue siendo lejano si la FPNUL, encargada de confirmar la retirada israelí, sigue bajo amenaza constante.
Así entendido, los desafíos superan las oportunidades en los esfuerzos desesperados de Washington por alcanzar un alto el fuego. La esencia de una tregua es asegurar que ambas partes cumplan y se correspondan de buena fe. Pero los intensos ataques aéreos de Tel Aviv en el Líbano y sus demandas maximalistas debilitan los argumentos a favor del optimismo.