Propaganda israelí expuesta: falsos relatos de violaciones del 7 de octubre
La agencia de noticias AP reportó que varios relatos de socorristas son falsos o sin fundamento. Fueron utilizados por Israel para distorsionar los hechos y justificar su ofensiva en Gaza.
Antes de entrar a la casa que lo pondría en el centro de un enfrentamiento global y de la propaganda israelí, Chaim Otmazgin se tuvo que hacer cargo de docenas de cuerpos disparados, quemados o mutilados.
Otmazgin, voluntario de la organización israelí de búsqueda y rescate ZAKA, trabajaba en un asentamiento que, junto con las instalaciones militares israelíes, fue atacado por miembros de Hamás el 7 de octubre.
En esa casa, vio el cuerpo de una adolescente, asesinada a tiros y separada de su familia en una habitación diferente. Él “pensó” que esto era evidencia de violencia sexual.
Alertó a los periodistas sobre lo que había visto. Contó los detalles frente al Parlamento israelí y su testimonio se transmitió por televisión a nivel nacional. En las horas, días y semanas que siguieron a la incursión de Hamás, su testimonio fue difundido en todo el mundo por medios de comunicación israelíes y medios occidentales afines a ese país.
Sin embargo, lo que Otmazgin pensó que había ocurrido en esa casa, no había sucedido. El relato de Otmazgin resultó ser falso: algo que ocurrió con muchos otros relatos de ese día.
"No es que haya inventado una historia", afirmó Otmazgin en diálogo con la agencia de noticias Associated Press (AP). Explicó que, en ese momento, "no podía pensar en ninguna otra opción", sino que solo podía pensar que la adolescente había sido agredida sexualmente.
"Al final, resultó ser diferente, así que me corregí a mí mismo", afirmó el voluntario. Este fue uno de los dos testimonios de miembros de ZAKA que habían denunciado violencia sexual y que luego fueron desacreditados.
Pero era demasiado tarde. Los relatos sin fundamentos como el de Otmazgin han fomentado el escepticismo y han alimentado un debate muy cargado sobre el alcance de lo que ocurrió el 7 de octubre, una discusión que todavía continúa en las redes sociales y en las protestas de los campus universitarios.
Algunos alegan que los relatos de agresión sexual fueron exagerados a propósito, mientras que otros lo niegan, entre ellos, los responsables de ZAKA.
El estudio de la agencia AP sobre el manejo de estas historias, es un claro ejemplo de cómo la información puede ser manipulada y distorsionada en medio del caos del conflicto.
Los primeros relatos
Los voluntarios de la organización israelí estuvieron entre las primeras personas que se hicieron presentes en el escenario de los hechos. Sus testimonios sirvieron como argumento para que periodistas, legisladores israelíes e investigadores de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pintaran una imagen de lo que ocurrió el 7 de octubre.
ZAKA, un grupo formado por voluntarios, no lleva a cabo trabajo forense. Su tarea específica es recoger los cuerpos de acuerdo con la ley judía. La organización ha estado presente de forma regular en las ubicaciones de tragedias israelíes y en los lugares en los que se han registrado ataques, desde su fundación en 1995.
Esta organización tardó meses en reconocer que los relatos sobre el 7 de octubre estaban equivocados y, durante ese tiempo, permitió que se difundieran ampliamente. Y las consecuencias de los relatos -ahora desacreditados- muestran cómo el asunto de la violencia sexual se ha utilizado para promover las agendas políticas.
Israel señala la "violencia sexual" acontecida el 7 de octubre para justificar su objetivo en tiempos de guerra de neutralizar cualquier amenaza procedente de Gaza. Ha acusado a la comunidad internacional de ignorar o aminorar la importancia de las pruebas de las denuncias de violencia sexual, alegando un sesgo antiisraelí.
Ahora, muchas personas han llegado a la conclusión de que los relatos de ZAKA, además de otros que se probaron falsos, fueron utilizados por el Gobierno israelí para distorsionar los hechos y justificar una guerra en la que más de 35.700 palestinos han sido asesinados, la mayoría de ellos mujeres y niños.
Los relatos no eran “mentira”: fueron “errores”
Israel fue sorprendido por la incursión de Hamás, la más letal de la historia de esta nación. Alrededor de 1.200 personas murieron durante el ataque, así como durante la reacción militar aleatoria de Israel -pues las acusaciones sugieren que no distinguieron entre los combatientes de Hamás y los israelíes-. Ese día, 250 israelíes fueron tomados como rehenes.
Fuentes del ejército israelí declararon a la agencia AP que no hicieron ningún trabajo forense a raíz del 7 de octubre.
Otmazgin aseguró que los trabajadores forenses estuvieron presentes en el asentamiento, pero se separaron debido a la magnitud del ataque y no pudieron seguir los protocolos. Luego, los equipos forenses instruyeron a los miembros de ZAKA sobre cómo ayudar a identificar los cuerpos.
"La gente parecía esperar que las secuelas del ataque fueran como una película, que inmediatamente vendría la policía, que todo sería muy aséptico y limpio. Las personas que no viven en una zona de guerra no entienden el horrible caos que tuvo lugar ese día", sostuvo Orit Sulitzeanu, directora Ejecutiva de la Asociación de Centros de Crisis de Violaciones en Israel.
El grupo ha pasado meses tratando de reunir pruebas de la violencia sexual que ocurrió ese día, revisando muchos relatos que surgieron de los caóticos primeros días justo después del ataque. "Algunas de esas historias que resultaron no ser ciertas, no eran mentiras", sino que fueron "errores", aseguró Sulitzeanu.
Interpretación incorrecta
Otmazgin reconoce que él mismo fue el origen de una de las dos historias que circularon sobre las presuntas agresiones sexuales.
En su relato, detalla que entró en un hogar en Kibbutz Be'eri, uno de los asentamientos más afectados, donde murieron casi mil personas, y encontró el cuerpo de una adolescente separada de sus parientes. Él "asumió" que eso significaba que había sido agredida sexualmente.
En una declaración que dio a un periodista de AP, dijo: "La mataron. Le dispararon en la cabeza y le bajaron los pantalones hasta aquí. Haz que alguien me dé una interpretación diferente". Además, le mostró una foto que tomó de la escena, que había alterado él mismo al subir los pantalones de la adolescente.
Actualmente, él sostiene que nunca aseguró directamente que la joven había sido agredida sexualmente. Sin embargo, en ese momento su testimonio sugirió firmemente que ese era el caso. Otmazgin recuerda que les contó a periodistas y legisladores detalles de lo que había visto y les preguntó si podrían tener alguna otra interpretación.
Casi tres meses después, ZAKA descubrió que su interpretación era incorrecta. Después de verificar con los contactos militares, la organización supo que un grupo de soldados había arrastrado el cuerpo de la chica a través de la habitación para asegurarse de que no habían implantado una bomba o una trampa allí. Durante este procedimiento, se le bajaron los pantalones.
Otmazgin dijo que llevó tiempo conocer la verdad del hecho, ya que los soldados que movieron el cuerpo habían sido enviados a Gaza, por lo que él no podía comunicarse con ellos. Añadió que reconocía que tales relatos podrían causar daños, pero cree que rectificó su error corrigiéndolos meses después.
Un portavoz militar declaró que no tenía forma de saber lo que le había sucedido a cada cuerpo en las secuelas inmediatas del asalto. Habló bajo condición de anonimato, de acuerdo con las regulaciones militares.
Otro relato con detalles similares a los de Otmazgin, pero atribuido a un médico militar anónimo, también ha sido objeto de escrutinio después de difundirse en los medios internacionales, incluso en una historia de AP. Pero el médico no reveló dónde vio la escena.
El ejército no permitió que el médico estuviera disponible para más entrevistas, por lo que no fue posible comparar los dos relatos o verificar el del médico.
Segundo relato: “Todo estaba carbonizado”
Yossi Landau, un voluntario de ZAKA desde hace mucho tiempo, también estaba trabajando en Be'eri cuando entró en otra casa, escenario que produciría la segunda historia desmentida. Landau relataría a los medios de comunicación globales lo que pensó que había visto: una mujer embarazada acostada en el suelo, con su feto todavía unido al cordón umbilical, arrancado de su cuerpo.
Otmazgin estaba supervisando a los otros trabajadores de ZAKA cuando dijo que Landau lo llamó nerviosamente, a él y a otros, para que acudiera a la casa. Pero Otmazgin no vio lo que Landau describió. En cambio, vio el cuerpo de una mujer obesa y un objeto no identificable conectado a un cable eléctrico. Todo estaba carbonizado.
Otmazgin le dijo a Landau que su interpretación era incorrecta, que no era una mujer embarazada. Aún así, Landau creyó en su propia versión, contó la historia a los periodistas y fue citado en medios de todo el mundo.
Landau, junto con otros voluntarios, también dijo a los periodistas que había visto a niños y bebés decapitados. No se hizo pública ninguna evidencia convincente que respaldara esa afirmación, y fue posteriormente desacreditada por Haaretz y otros de los principales medios de comunicación internacionales.
A ZAKA le llevó algún tiempo entender que la historia no era cierta. Otmazgin también le dijo a Landau que dejara de contar la historia, pero eso no sucedió hasta unos tres meses después del ataque, cuando ZAKA estaba terminando su trabajo en el campo. Las Naciones Unidas dijeron que la afirmación de Landau era infundada.
Otmazgin declaró que le había resultado difícil frenar a Landau, tanto porque éste creía con vehemencia en su versión como porque no había forma de evitar que los periodistas interactuaran con él directamente.
Los periodistas de AP intentaron contactar con Landau varias veces. Aunque respondió a las primeras consultas, luego no fue posible contactarlo.
"No somos expertos forenses"
Casi inmediatamente después del 7 de octubre, Israel comenzó a permitir que grupos de periodistas visitaran el asentamiento devastado. Allí los periodistas identificaron a los voluntarios de ZAKA como una de las fuentes de información más accesibles, y algunos de ellos compartieron lo que pensaron que vieron, a pesar de que, como señala Moti Bukjin, portavoz de ZAKA, "no somos trabajadores forenses".
"Intentan averiguar, a veces de forma ingenua, qué pasó con los cuerpos con los que están tratando", dijo Gideon Aran, un sociólogo de la Universidad Hebrea que escribió un libro reciente sobre la organización.
Bukjin dijo que los protocolos habituales de comunicación del grupo fallaron y que los voluntarios, que normalmente eran filtrados por él antes de ser entrevistados, hablaron directamente con los periodistas.
"La información es salvaje, no se controla correctamente", dijo Peretz, uno de los voluntarios en el lugar. Peretz tomó fotos y videos de lo que vio a pesar de que se le indicó que no lo hiciera y fue entrevistado reiteradas veces sobre lo que presenció.
Otros voluntarios también ofrecieron relatos de bebés decapitados, o colgados de un tendedero, o asesinados juntos en una guardería, o colocados en un horno, testimonios que más tarde fueron desacreditados por reporteros israelíes.
ZAKA es un organismo civil privado formado por 3.000 trabajadores voluntarios, en su mayoría judíos ortodoxos. Como parte de su papel de garantizar el entierro de acuerdo con la ley judía, sus voluntarios recorren los escenarios de crímenes en busca de restos para enterrar cada cuerpo lo más completo posible.
Relatos desacreditados frente a pruebas
Después de que los relatos falsos de agresión sexual se filtraran en los medios internacionales, el proceso de desmontarlos pareció, a veces, ser el centro de atención en la disputa global sobre los hechos del 7 de octubre.
Ningún material digital mostró la supuesta violencia sexual en tiempo real, según un informe de la ONU.
Los investigadores describieron los relatos facilitados por Otmazgin y Landau como "infundados". Con respecto al relato original de Otmazgin, dijeron que la "escena del crimen había sido alterada por un comando de desactivación de bombas y los cuerpos se habían movido, lo que explicaba la separación del cuerpo de la niña del resto de su familia".
Otmazgin afirmó que se corrigió públicamente después de descubrir lo que había sucedido, incluyendo a los investigadores de la ONU con los que se reunió.
El informe de la ONU arroja luz sobre los problemas que han contribuido al escepticismo sobre la violencia sexual. Afirmó que había un "procesamiento limitado de la escena del crimen" y que algunas pruebas de agresión sexual podían haberse perdido debido a "la intervención de algunos voluntarios de primeros auxilios capacitados inadecuadamente".
Corriendo el foco de las víctimas
En el tenso discurso global que rodea el 7 de octubre y la guerra que ha desencadenado, la violencia sexual ha sido un punto particular de tensión.
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, así como figuras prominentes como la ex secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton, y la alta ejecutiva de tecnología Sheryl Sandberg, han denunciado lo que interpretaron como indiferencia global hacia las mujeres israelíes que fueron agredidas sexualmente en el ataque.
Algunos críticos de la guerra iniciada por Israel, mientras tanto, han planteado cuestiones sobre el peso de la evidencia utilizando testimonios desacreditados, incluyendo el de los voluntarios de ZAKA. El sitio oct7factcheck.com, que declara como objetivo combatir la "propaganda de la atrocidad" que podría "justificar acciones militares o políticas", ha desafiado repetidamente las investigaciones de los principales medios de comunicación sobre la violencia sexual.
Tariq Kenney-Shawa, experto en política estadounidense en Al-Shabaka, un centro de estudios palestino, dijo que una larga historia de lo que él llama desinformación y propaganda israelíes ha alimentado el escepticismo mundial sobre tales afirmaciones.
Y subrayó que las historias desmentidas de ZAKA llevan a pensar que Israel exageró los relatos de atrocidades cometidas por Hamás para deshumanizar a los palestinos, mientras su ejército continúa su genocidio en Gaza.