¿Por qué Haití es tan importante en las elecciones de República Dominicana?
Dos países que comparten frontera, diáspora, historia y comercio están unidos por su territorio pero distanciados por la política. ¿Cómo influye Haití en el voto de los dominicanos este domingo?
República Dominicana está viviendo una de las campañas presidenciales más reñidas de su historia democrática. Nueve candidatos compiten por llegar al Palacio Nacional en la capital, Santo Domingo. En paralelo, se renovará la Cámara de Diputados.
La probabilidad de que el actual mandatario, Luis Abinader, sea reelegido es la más alta entre todos los contendores. Sin excepción, las encuestas publicadas esta semana, a pocas horas de abrir las urnas, lo ubican con una favorabilidad superior al 47% y cercana al 60%. Esto sugiere que retendrá la Presidencia, sin necesidad de un balotaje.
Luis Abinader es un mandatario popular con una favorabilidad superior al 70%. Su discurso se centra en la seguridad nacional, la inversión privada y los mensajes contra la migración haitiana; todas políticas que ha implementado desde el año 2020.
Este empresario de 56 años ha estado cerca del poder económico y político, siguiendo los pasos de su padre, quien fue senador y tres veces candidato a la presidencia. Su llegada a la política electoral fue exitosa, presentándose como una opción anticorrupción y una alternativa al continuismo del entonces mandatario Danilo Medina, cuyo gobierno cuenta con 19 ex altos funcionarios detenidos por acusaciones de corrupción y lavado de activos.
Luis Abinader, presidente de República Dominicana, busca la reelección. (GETTY IMAGES)
La popularidad de Abinader se sustenta, según una encuesta de Gallup y RCC Media de octubre de 2023, en la estabilización de la economía, especialmente tras la pandemia de COVID-19, y su dura postura hacia Haití. Sus políticas duras contra los migrantes haitianos, que se centran en aumentar las expulsiones colectivas y limitar las vías legales para regularizar a esta población, han resonado en buena parte de la sociedad dominicana, aunque también ha recibido críticas de organizaciones internacionales de derechos humanos, como Amnistía Internacional.
La campaña presidencial ha estado marcada por temas de seguridad y economía. En ambos, Haití ha sido central en las discusiones electorales y marginal en las prioridades de gobierno. Abinader ha insistido en que “no hay una solución dominicana a los problemas de Haití” y que estas deben venir de la comunidad internacional.
El enfoque de su política de seguridad también ha sido la migración: endurecer y aumentar las redadas migratorias en todas las provincias del país; avanzar en la construcción de un muro que prevé ocupar 164 de los 340 km que dividen a los dos países y profundizar en la lucha contra el crimen organizado que ha encontrado en la crisis constante de Haití un espacio de reorganización y oxígeno. Además, la isla es clave en el tráfico global de cocaína, principalmente por su posición geográfica y sus puertos comerciales, que conectan a los países productores sudamericanos, con los lucrativos mercados de Estados Unidos y Europa.
Esta carrera electoral ha puesto al discurso “anti Haití” como una bandera electoral -e histórica- que atrae votantes, compartida también por los dos candidatos que siguen en las encuestas.
En segundo lugar, y lejos de Abinader en las encuestas por al menos 20 puntos, Leonel Fernández ya ha estado en la silla presidencial en tres periodos diferentes, y pasó del histórico Partido de Liberación Dominicana (PLD) a fundar en el 2020 la Fuerza del Pueblo (FP), con ideas que describe como progresistas.
No obstante, sus posiciones frente a la migración no difieren de las de Abinader, no quiere que República Dominicana se convierta en lo que él describe como un “campo de refugiados” y defiende las expulsiones masivas. Además, asegura, al igual que el Presidente, que la seguridad es lo que debe primar frente al flujo migratorio procedente de Haití.
Leonel Fernandez, candidato a presidente de República Dominicana. (GETTY IMAGES)
La apuesta de Fernández, que cuenta con cerca del 25% de la intención de voto, es proponer un modelo “más social” y un crecimiento económico “real”. Crítico de las mediciones económicas, sus posiciones frente a otras libertades civiles también es cercana al actual mandatario. Por ejemplo, comparte la visión sobre la prohibición total de la interrupción voluntaria del embarazo en todos los casos. Este candidato, que en 1996 se presentó como el más joven en la contienda, es en esta ocasión el de mayor edad, con 70 años.
Con la tercera intención de voto se encuentra Abel Martínez, candidato presidencial por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), quien ha propuesto un “fortalecimiento” de las relaciones bilaterales con Puerto Príncipe, pero siempre “en defensa de la soberanía y la seguridad”.
Martínez cuestionó la efectividad del cierre de las fronteras que buscaba detener un proyecto que desviaba el río Dajabón, o Masacre, del lado haitiano, “no ha sido efectivo” y por el contrario “ha afectado el comercio” entre estas dos naciones.
Abel Martínez, candidato a presidente de República Dominicana. (AFP/Federico Parra)
La cuestión Haití, entre la exclusión histórica y los réditos electorales
En República Dominicana hay más de 500.000 haitianos irregulares (5% de la población total), de acuerdo con estimaciones poblacionales; otras estimaciones consideran que la cifra podría ser el doble. Nunca se ha realizado un censo que los caracterice, pero la tendencia de los haitianos a migrar al país vecino se explica, entre otras razones, por la calidad de vida que pueden obtener dentro de las limitaciones sociales, la economía informal y la falta de oportunidades para integrarse en la sociedad. Un factor significativo, que limita la integración de los migrantes haitianos, es la sentencia del Tribunal Constitucional que en 2013 retiró la nacionalidad a hijos de extranjeros que no cuenten con una situación regular en el país, dejando a miles en un limbo legal.
Haití enfrenta profundas crisis caracterizadas por la inestabilidad política crónica, una economía en caída libre, y una grave inseguridad. Desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021, el país ha sido gobernado por un liderazgo interino sin legitimidad clara, lo que ha exacerbado el caos político. Además, las pandillas controlan gran parte del territorio urbano, lo que agrava la inseguridad y el desplazamiento interno de la población.
La economía, ya debilitada por la corrupción y la falta de infraestructura, ha sido devastada aún más por desastres naturales recurrentes, como los terremotos de 2010 y 2021, y la pandemia de COVID-19 que agudizó los problemas del país. Esta combinación de factores ha llevado a una crisis humanitaria severa, con millones de haitianos sufriendo de inseguridad alimentaria y acceso limitado a servicios básicos.
Otras razones, históricas y geográficas, explican la tendencia constante a migrar desde Haití, entre ellas, la frontera terrestre que ambos países comparten en la isla de La Española y que no fue delimitada estrictamente desde la época de la colonización en el siglo XVII. Esta división creó las diferencias culturales, lingüísticas y religiosas significativas, con Haití adoptando el francés y el vudú, bajo influencia francesa, y República Dominicana manteniendo el español y el catolicismo, bajo influencia española.
Haitianos cruzan por la frontera con República Domincana en Ouanaminthe. (REUTERS/Octavio Jones)
Sin embargo, la historia también se ha utilizado para profundizar las divisiones e instalar el ‘anti haitianismo’ como parte central de la identidad nacional dominicana. En parte, porque la independencia del país no se libró contra España, sino contra Puerto Príncipe.
Uno de estos hechos ocurrió en 1822, cuando los haitianos, los primeros en independizarse en el continente, tomaron el este de la isla y fundaron la República de Haití en La Española durante 22 años, un periodo que ha sido muy controvertido para el pueblo dominicano, pues el recuento histórico oficial lo ha representado como una época de gran opresión. A pesar de las dudas razonables planteadas por varios historiadores debido a la falta de fuentes documentales que respalden este relato oficial, el hecho sigue siendo objeto de debate historiográfico.
La historia también registra otro acontecimiento en el siglo XX: en 1937, la Matanza del Perejil, denominada así porque los soldados dominicanos llevaban una rama de perejil y pedían a quienes creían que eran haitianos pronunciar esa palabra. Para quienes tenían el criollo haitiano como lengua materna les resultaba particularmente difícil, un error que le costó la vida a una cifra estimada entre 9.000 y 20.000 haitianos, quienes fueron asesinados en República Dominicana bajo las órdenes del líder militar Rafael Trujillo. Los asesinatos tensaron aún más las relaciones, con consecuencias que, según algunos historiadores, aún se ven en la sociedad dominicana.
El peso económico de los haitianos en República Dominicana
Más allá de las tensiones históricas, la economía dominicana ha desarrollado varios sectores gracias al aporte de la mano de obra haitiana. Entre ellos la agricultura, la construcción y el servicio doméstico. Particularmente, los trabajadores haitianos son esenciales en la cosecha de productos como el café, el banano, el cacao y el azúcar, industrias cruciales para la economía dominicana.
Un miembro del Cuerpo Especializado de Seguridad Fronteriza dirige a los peatones que llegan desde Haití a la puerta de entrada del puente fronterizo de Dajabón y Juana Méndez en Dajabón, República Dominicana. (GETTY IMAGES)
En la construcción, el aporte haitiano ha mantenido a flote este sector que pierde fuerza por la creciente migración dominicana hacia Estados Unidos. Además, muchas haitianas se desempeñan en trabajos domésticos. Aunque a menudo enfrentan condiciones laborales adversas y bajos salarios, su trabajo es fundamental para el funcionamiento de esos sectores.
El aporte de la migración haitiana que reside en República Dominicana se ha venido ampliando en los últimos años. La mano de obra haitiana impacta en 9 de los 11 sectores económicos que tiene el país. Además, uno de cada tres pesos del Producto Interno Bruto (PIB) nacional proviene de las áreas de construcción, agricultura y ganadería, sectores en los que la fuerza laboral haitiana ocupa hasta el 30% del total de la participación. Así, a pesar de la falta de políticas de integración, y los discursos contra la migración haitiana, la dependencia de la economía dominicana de la mano de obra del país vecino, es cada vez mayor.
Los retos para quien resulte presidente o pase a balotaje el próximo domingo 19 de mayo, con respecto a Haití, son varios: gestionar la migración haitiana mientras atiende las preocupaciones de la población local con respecto al empleo, la seguridad y la corrupción; mejorar la seguridad fronteriza sin afectar el flujo comercial y humano legítimo entre ambos países; y fortalecer la cooperación bilateral con Haití para colaborar con la comunidad internacional en la búsqueda de una salida democrática a la crisis política endémica del país insular, que impacta directamente a República Dominicana.