Las Fuerzas Armadas en los procesos políticos y sociales de América Latina

Las Fuerzas Armadas influyeron profundamente en la política y la sociedad de América Latina, moldeando proyectos de soberanía, enfrentando amenazas internas y participando en dictaduras.

Instructores estadounidenses durante un entrenamiento. / Foto: Getty Images
Others

Instructores estadounidenses durante un entrenamiento. / Foto: Getty Images

A lo largo de su historia, las Fuerzas Armadas han jugado un papel fundamental en la configuración de los procesos políticos y sociales en América Latina y el Caribe. Desde las guerras de independencia en el siglo XIX hasta las dictaduras militares del siglo XX, su influencia ha sido notable y, muchas veces, controversial.

Los ejércitos libertadores fueron quienes encabezaron los procesos independentistas de la región en las primeras décadas del siglo XIX, destacándose figuras como Simón Bolívar (1783-1830), José de San Martín (1778-1850), Gervasio Artigas (1764-1850) o Bernardo O'Higgins (1778-1842). Estos ejércitos no solo libraron batallas contra las fuerzas realistas españolas, sino que también fueron los vehículos de una nueva identidad nacional.

Las doctrinas sanmartinianas y bolivarianas de los ejércitos latinoamericanos tuvieron una clara perspectiva soberanista, industrialista y popular. La liberación del yugo colonial y el autogobierno eran, en dichas perspectivas, condiciones indispensables para el desarrollo nacional.

A su vez, el ejército sanmartiniano tuvo un fuerte componente popular, al incluir en sus filas a una importante cantidad de pobladores originarios, exesclavos, gauchos y mestizos, quienes batallaron en una causa común contra el ejército español.

Soberanía e industria

Entrado el siglo XXI, el general argentino Enrique Mosconi (1887-1957) fue quien lideró la creación y desarrollo de la industria petrolera argentina. En 1922, Mosconi fue designado director de la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), y a partir de ella promovió una visión nacionalista y desarrollista que incluía la industrialización del país y la independencia económica. Bajo su liderazgo, YPF se convirtió en una empresa clave para el desarrollo económico de Argentina, con un fuerte enfoque en la autosuficiencia energética.

En esta época también debemos mencionar al general Juan Domingo Perón (1895-1974), una de las figuras más influyentes en la historia política de Argentina. Durante sus presidencias, entre 1946-1955 y 1973-1974, Perón impulsó un proyecto político basado en la independencia económica, la soberanía política y la justicia social, conocidas como las “tres banderas” del justicialismo argentino, las cuales, junto con la integración latinoamericana, constituyeron las bases de una propuesta política que transformó este país.

Las Fuerzas Armadas como academias geopolíticas

Al enfocar su preocupación en la defensa de la integridad territorial y la soberanía nacional, las academias militares latinoamericanas se convirtieron en un espacio propicio para el desarrollo de la geopolítica, disciplina expulsada de las universidades luego de la década del ’50.

La geopolítica militar tomó muchos de los postulados de las teorías clásicas, con el énfasis puesto mayoritariamente en los factores geográficos para explicar el poder de los estados.

En este marco, el general Perón desarrolló una de las doctrinas geopolíticas más importantes del mundo, proponiendo en la década del ‘40 el concepto de “tercera posición” –precursora del movimiento de los “no alineados”–, el continentalismo como nuevo umbral de poder de los estados –es decir, que las unidades nacionales debían alcanzar una proporción continental para convertirse en un actor de relevancia internacional–, el ambientalismo, entre otros.

Previamente, el almirante argentino Segundo Storni (1876-1954) había desarrollado en 1916 la Doctrina del Atlántico Sur en la cual, retomando las visiones talasocráticas de Alfred Mahan, argumentaba que la soberanía marítima era crucial para el desarrollo económico y la seguridad nacional, por lo que era estratégico que el país defendiera sus intereses marítimos en el Atlántico Sur.

Respecto a Brasil no podemos dejar de mencionar al General Golbery do Couto e Silva (1911-1987), quien desde una perspectiva clásica sostuvo una visión estratégica del Brasil como una potencia regional con la misión de liderar y estabilizar América del Sur. También, el general Carlos de Meira Mattos (1913-2007), impulsor de la Teoría del Continente-Isla, la cual sostenía que América del Sur debería considerarse una especie de "continente-isla", con Brasil como su centro de poder natural, capaz de unificar y liderar la región en la defensa contra influencias externas.

Estos desarrollos teóricos retomaban la visión de los ejércitos independentistas sobre la necesidad de impulsar la producción industrial para la defensa como una necesidad de ampliar grados de soberanía, reducir la dependencia de proveedores extranjeros, generar empleo, impulsar el desarrollo económico y la innovación tecnológica, entre otros.

Others

Soldados argentinos frente a la Casa Rosada durante un golpe militar en Buenos Aires, Argentina, el 24 de marzo de 1976. (GETTY IMAGES)

El impacto de la Doctrina de Seguridad Nacional de los Estados Unidos

El impulso de la Doctrina de Seguridad Nacional de los EE.UU. en la etapa posterior a la Segunda Guerra Mundial significó un cambio sustancial de las misiones y funciones de las Fuerzas Armadas en América Latina y el Caribe.

Promovida durante la llamada Guerra Fría, esta doctrina identificaba al comunismo como la principal amenaza a la seguridad hemisférica, y mediante ella, el país norteamericano justificó intervenciones directas e indirectas en países de todo el mundo, basándose en la premisa de que cualquier avance comunista –en general, se utilizaba el mote de “comunismo” para englobar a cualquier proceso de insubordinación– representaba una amenaza para la seguridad nacional.

Adoptada a la fuerza por muchos ejércitos latinoamericanos, este enfoque implicó la modificación de sus prioridades, desde la disuasión de enemigos externos y búsqueda de la soberanía nacional a la contención de “amenazas internas” como el comunismo y el llamado “populismo”.

Esta doctrina llevó a la militarización de la seguridad interior y a la represión de movimientos sociales y políticos que impulsaran proyectos de soberanía, industrialización y justicia social.

A su vez, mediante ella se justificaron golpes de Estado y la instauración de dictaduras militares que se autoproclamaron guardianes de la seguridad nacional.

En este marco, América Latina y el Caribe en la década de los ’60 y los ‘70 estuvo marcada por la proliferación de dictaduras militares, los cuales se caracterizaron por la violación masiva y sistemática de los derechos humanos, el impulso de proyectos económicos que desarticularon la industria nacional, la toma masiva de deuda externa y el alineamiento incondicional a los Estados Unidos.

Podemos mencionar las dictaduras militares en Argentina –1966-1973 y 1976-1983, esta última, la dictadura más sangrienta en la historia del país–, Brasil (1964-1985), Chile (1973-1990), Uruguay (1973-1985), Paraguay (1954-1989), Bolivia (1964-1982), Perú (1968-1980), Ecuador (1972-1979), entre otras.

Estas dictaduras, impulsadas por las Fuerzas Armadas en coordinación con grandes grupos económicos concentrados, se dieron bajo la coordinación del llamado “Plan Cóndor”, una estrategia impulsada desde EE.UU. para subordinar a los países de la región y eliminar cualquier posibilidad de proyectos soberanos.

Guerra contra el terrorismo y el populismo

A partir de la década del ’90, con la caída de la Unión Soviética, el fin de la “amenaza comunista” y el auge de la globalización, y más adelante con el impulso de George W. Bush de la “guerra contra el terrorismo”, las Fuerzas Armadas latinoamericanas redirigieron sus esfuerzos a la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo, el crimen organizado y cualquier forma de “populismo”.

Con la palabra “populismo” se englobó a cualquier tipo de proyecto político que iniciara procesos de insubordinación en el sistema internacional, inclusión social, industrialización endógena, integración regional autónoma, etc.

Others

El vuelo del Cuerpo de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos a Buenos Aires, 1938. (GETTY IMAGES)

En este marco, en la actualidad, una de las principales controversias en la región es la propuesta de policialización de las Fuerzas Armadas, justificada a partir de la supuesta existencia de "nuevas amenazas" internas, como el narcotráfico y el terrorismo, que requieren una respuesta militarizada.

Sin embargo, dicha estrategia esconde la intención de aumentar el disciplinamiento de organizaciones políticas, sociales y sindicales que protesten contra las políticas de ajuste impulsadas por los gobiernos nacionales de sesgo convervador.

El Consejo de Defensa de UNASUR En el siglo XXI, con la llegada de gobiernos progresistas y populares a la región, el papel de las Fuerzas Armadas en la región fue profundamente reevaluado y puesto en el contexto de los esfuerzos por impulsar estrategias de integración regional autónoma.

En 2008 la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) creó el Consejo de Defensa de con el objetivo de fortalecer la cooperación en defensa y seguridad entre los países miembros. Este consejo se estableció con el fin de promover la paz, la estabilidad y la resolución pacífica de conflictos en la región, evitando la injerencia de potencias extranjeras en los asuntos internos.

Este consejo representó un intento de redefinir el rol de las Fuerzas Armadas en la defensa regional, alejándose de las doctrinas intervencionistas y fortaleciendo una postura de defensa conjunta. De este modo, se recuperaron las visiones independentistas que subrayaban la importancia de la cooperación entre naciones vecinas para enfrentar amenazas comunes, desde desastres naturales hasta el narcotráfico, en lugar de recurrir a la intervención militar externa unilateral.

Sin embargo, con el retorno de gobiernos conservadores alineados con los Estados Unidos, la UNASUR fue una de las primeras instituciones en ser desactivadas. En 2019, distintos países miembros como Brasil, Argentina, Chile, Colombia y Perú decidieron suspender su participación en la organización, lo que llevó a la paralización de muchas de sus actividades, incluido el Consejo de Defensa.

De este modo, podríamos afirmar que rediscutir la doctrina, las misiones y las funciones de las Fuerzas Armadas todavía es una cuenta pendiente para los países de América Latina y el Caribe, en un contexto internacional signado por la inestabilidad, la permanencia del unilateralismo y el injerencismo, y la proliferación de guerras de cuarta generación.

Route 6