Nuestro olivo, el oro verde de Palestina

En medio de la ocupación israelí, el olivo simboliza la identidad y la resistencia palestinas. A pesar de la devastación, sigue siendo un símbolo de esperanza, resiliencia y conexión con la tierra.

Un olivo muy antiguo crece en las afueras de un pueblo palestino en el norte de Cisjordania.Foto: Getty Images.
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Un olivo muy antiguo crece en las afueras de un pueblo palestino en el norte de Cisjordania.Foto: Getty Images.

Gaza, Palestina Ocupada - “Si los olivos supieran las manos que los plantaron, su aceite se convertiría en lágrimas”, escribía el poeta palestino Mahmoud Darwish, cuya obra aborda, como pocas, el pesar de los palestinos.

Desde la Nakba de 1948 y tras la continua expulsión de sus hogares y el robo de sus tierras, la ocupación israelí ha atacado, además, una piedra angular de la identidad palestina para borrar cualquier forma de patrimonio: el olivo.

Mucho antes de documentar como reportero el genocidio de Israel y la agresión sionista que no deja escapar ninguna expresión de la identidad palestina, fui criado en esta costumbre cultural, profundamente arraigada, de cuidar nuestros olivos.

Crecí en Gaza, hogar de más de 2 millones de personas y nunca pude salir de aquí. En medio del apartheid asfixiante, jamás me permitieron ir más allá del enclave para visitar Jerusalén ocupada, la capital de Palestina, para ver la mezquita de Al-Aqsa, ni la iglesia del Santo Sepulcro, ni las playas de Jaffa o las montañas ventosas de Hebrón o cualquiera de los lugares de los que leía en la escuela. En su lugar, plantar olivos se convirtió en una fuerza unificadora, en un vínculo compartido con aquellos palestinos que aún no han sido desplazados por la fuerza en Cisjordania ocupada.

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"El aceite de oliva no solo alimenta, también une a las familias palestinas en torno a su herencia". Foto: Abdallah Al-Naami.

El olivo, la unión de las raíces

La ubicación geográfica única de Palestina en el mar Mediterráneo y su clima templado proporcionan un ambiente ideal para que crezca el olivo. Constituye más de la mitad de la tierra agrícola de Palestina.

Se estima que el más antiguo, que crece en la histórica ciudad palestina de Belén, tiene más de 5.000 años y recibe varios nombres: la fortaleza, la madre de los olivos y también la novia de Palestina.

El aceite de oliva, ingrediente esencial en la cocina palestina, es el componente clave en muchos platos tradicionales como el Musakhan, pollo asado horneado con aceite de oliva, cebollas, zumaque y piñones fritos servidos sobre pan de tabún (pan tradicional palestino). A los palestinos también nos encantan las aceitunas en vinagre, servidas junto a todas las comidas.

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Foto de Abdallah Al-Naami.

Pieza clave de la medicina tradicional

El aceite de oliva además tiene muchos beneficios para la salud y se utiliza ampliamente en la medicina tradicional palestina. Se cree que fortalece el cabello, alivia el dolor en las articulaciones, los problemas respiratorios y las enfermedades del sistema digestivo. El polvo de sus hojas se usa para tratar heridas y psoriasis, y su decocción se emplea para reducir la presión arterial alta, controlar la diabetes, tratar problemas de próstata y enfermedades del sistema urinario.

El aceite de oliva también se usa para hacer el famoso jabón de Nablus, se cree, el primer jabón para baño del mundo. Su antigüedad data de unos 4.500 años. Y es conocido por sus cualidades de limpieza puras y no dañinas.

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Una niña palestina vestida con un traje tradicional palestino lleva una canasta de aceitunas mientras participa en la temporada de cosecha de aceitunas en una finca en Deir al-Balah, en el centro de Gaza. Foto: Yousef Masoud. Getty Images.

Hace diez años, cuando tenía 15, plantamos con mi padre 40 olivos en nuestra tierra, en el centro de Gaza, en el campo de refugiados de Al-Maghazi. Mientras los sembrábamos, papá recordaba su juventud recogiendo aceitunas. Al terminar, me confío la responsabilidad de cuidar de nuestros olivos.

Cuando era adolescente, siempre fui reacio a hacer tareas domésticas, pero nunca con mis olivos. Durante nueve años, una vez a la semana los regaba durante tres horas. Los podaba, fertilizaba y controlaba que no tuviera plagas. A medida que florecían, mi amor por ellos crecía. Y eso, de algún modo, reafirmaba mi conexión a esta tierra. Mi identidad como palestino.

Cuidar los olivos no era solo una responsabilidad, era una oportunidad para relajarme, beber té bajo su sombra y sentirme parte del mundo. Los olivos me daban felicidad.

Normalmente, la temporada de cosecha de aceitunas va de octubre a enero: mi época favorita del año. Las familias y los amigos se reúnen cada año para recoger las aceitunas en Palestina. Es como una celebración colectiva. En 2022, el año antes del genocidio israelí, tuvimos nuestra primera producción de aceitunas. Fue hermoso recogerlas en familia.

Como les decía, es un evento familiar: se recitan canciones tradicionales mientras colocan sábanas de plástico bajo los árboles. Las mujeres y los niños recogen las ramas de aceitunas que caen al suelo. Los hombres trepan a las ramas más altas. Luego, se prensan las aceitunas para hacer aceite de oliva fresco.

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Los palestinos recogen aceitunas al comienzo de la temporada anual de cosecha en la Ciudad de Gaza el 30 de septiembre de 2023. Foto: Majdi Fathi. Getty Images.

Una satisfacción pasajera

Me sentía orgulloso de que todos esos años de esfuerzo estaban empezando a dar frutos. Lamentablemente, no duró mucho.

Con el comienzo de la ofensiva genocida israelí en Gaza, en medio del constante y brutal bombardeo que hasta la fecha ha matado a más de 43.900 personas, en su mayoría mujeres y niños, desde el 7 de octubre de 2023, no pude visitar nuestra tierra ni nuestros olivos.

Para diciembre de 2023, el ejército de ocupación israelí comenzó una ofensiva terrestre en el campo de Al-Maghazi, en el centro de Gaza, y nos vimos obligados a abandonar nuestra casa y nuestra tierra. Nos desplazamos a cinco kilómetros de Deir al-Balah.

Volver a casa tras las bombas

En enero de 2024, el ejército de ocupación israelí se retiró de Maghazi. Recuerdo que caminé desde Deir al-Balah hasta Maghazi para visitar nuestra casa y nuestros árboles. Entre la devastación generalizada, parecía un páramo y pensé que había confundido el camino.

Vecindarios enteros destruidos. Casas que conocía muy bien, arrasadas junto a sus cultivos. Los tanques y bulldozers israelíes dejaron huellas en todas las direcciones. Al principio, no pude reconocer nuestra tierra ni siquiera la calle. Más tarde, uno de nuestros vecinos sobrevivientes, me ayudó a localizar lo que había sido nuestro hogar.

Desgraciadamente, nuestra tierra y nuestros olivos habían sido destrozados. Los bulldozers israelíes arrancaron todos los árboles y destruyeron la cabaña. Parecía que nunca hubiera estado allí.

No hay palabras para describir ese momento. Estaba en shock. Mi corazón, abrumado por la pena. No podía creer que mis olivos, en los que había invertido nueve años de trabajo, hubieran sido destruidos.

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Amal Abu Awad, de 59 años, cosecha aceitunas a mano en los olivares familiares de Turmus Ayya, Cisjordania Ocupada. Foto: Getty Images.

Un símbolo de paz indestructible

Ahora bien, si la ocupación israelí piensa que atacar los olivos borrará la cultura y la identidad palestina o sacudirá el apego de los palestinos a su tierra, se equivocan.

En nuestra cultura, el olivo también ha simbolizado la paz y la resistencia pacífica. El líder palestino Yasser Arafat lo usó para referirse a la paz en un discurso icónico en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1974. "Vengo hoy ante ustedes con una rama de olivo en una mano y el rifle de un rebelde de la libertad en la otra”, anunció. “No dejen que la rama de olivo caiga de mi mano".

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Vista de un campo devastado en Gaza, donde los bulldozers arrasaron olivos centenarios, dejando cicatrices imborrables en el paisaje y en los corazones de sus cuidadores.Foto: Abdallah Al-Naami.

Una vez que las ramas de olivo son arrancadas, las empleamos como leña para cocinar, hornear y calentar, ya que el combustible y el gas son muy escasos bajo el estricto bloqueo israelí. Y el olivo, aún así, sigue dando sin fin.

“Mientras queden tomillo y olivos”, dice un conmovedor proverbio palestino, “seguiremos aquí”.

Si sobrevivo al genocidio sionista, plantaré más olivos en nuestra misma tierra. Y aunque yo no sobreviva, nuestros vecinos y familiares sé que, también ellos, van a plantar.

Nadie sabe si vivirá o no en Gaza, pero lo que es seguro es que el olivo no morirá.

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"Cada aceituna cosechada es un acto de esperanza en medio de la adversidad". Foto: Abdallah Al-Naami.

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