En las ruinas de Jan Yunis: la historia de Raed Al-Raqab

Entre los escombros de Jan Yunis, un joven abogado palestino busca justicia en un mundo que parece haberlo olvidado. Esta es la historia de Raed Al-Raqab y la de una generación cuyo futuro se desvanece bajo el peso de los ataques israelíes.

Este joven abogado palestino había construido un apartamento con la ilusión de comenzar allí su vida matrimonial. Hoy vive en una tienda de campaña junto a los escombros de ese sueño destruido. / Foto: Raed Al-Raqab
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Este joven abogado palestino había construido un apartamento con la ilusión de comenzar allí su vida matrimonial. Hoy vive en una tienda de campaña junto a los escombros de ese sueño destruido. / Foto: Raed Al-Raqab

Desde el 7 de octubre, según el Ministerio de Salud de Gaza, los ataques israelíes han matado a más de 38.700 palestinos, en su mayoría mujeres y niños. Mientras los medios occidentales hablan de cifras, hay historias humanas que no siempre salen a la luz, como la de Raed.

Entre los restos de lo que alguna vez fue su hogar en Jan Yunis, Raed Tayseer Muhamad Al-Raqab, de 27 años, enfrenta una nueva realidad. Este joven abogado palestino había construido un apartamento sobre la casa familiar, con la ilusión de comenzar allí su vida matrimonial. Hoy vive en una tienda de campaña junto a los escombros de ese sueño destruido.

"Nuestra casa entera fue completamente demolida tras ser bombardeada por el ejército israelí", relata Raed en diálogo TRT Español. Sus palabras transmiten una mezcla de aflicción y aceptación del destino.

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Antes del comienzo de la ofensiva israelí, la vida de Raed tenía un ritmo similar a la de muchos jóvenes profesionales: despertarse temprano, ir al gimnasio, ponerse el traje y dirigirse a su despacho. "Pasaba de una sala a otra en los juzgados, atendiendo mis casos hasta las 6 de la tarde", recuerda.

Después del trabajo, solía descansar con su familia, leer algunas páginas de un libro o novela, o recitar el Corán. Por las noches, se reunía con amigos o visitaba a su hermana o su tía, y regresaba a su casa alrededor de las 11.

Esas rutinas cotidianas ahora parecen un lujo inalcanzable. Para Raed y otros miles de palestinos, la vida normal se desvaneció con el estallido del conflicto con Israel.

La familia de Raed, compuesta por ocho miembros, ha sido desplazada múltiples veces. "Nos quedamos en nuestra casa hasta el 4 de diciembre de 2023", cuenta. Y explica: “Después, tuvimos que huir; fuimos a una escuela en el oeste de Jan Yunis, en el barrio de Al-Amal". Sin embargo, incluso este refugio resultó ser temporal.

La destrucción en Gaza ha alcanzado proporciones catastróficas, afectando incluso a las instituciones más fundamentales. Las fuerzas israelíes han bombardeado casi todas las escuelas en Gaza, reduciéndolas a escombros. Las pocas que quedan en pie sirven ahora como refugios para los desplazados, dejando a unos 625.000 niños en edad escolar sin un lugar donde continuar su educación.

La familia se vio obligada a trasladarse nuevamente a Rafah, donde permanecieron hasta el 1 de mayo de 2024. Después volvieron a Jan Yunis, donde encontraron su casa en ruinas.

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La familia se vio obligada a trasladarse nuevamente a Rafah, donde permanecieron hasta el 1 de mayo de 2024. (Foto: Raed Al-Raqab)

"Recientemente, el ejército israelí nos contactó a mí, a mi familia y a nuestros vecinos; nos ordenaron abandonar la zona este de Jan Yunis y trasladarnos al área de Al-Mawasi", relata Raed.

"Nos dijeron que nuestras vidas corrían peligro si nos quedábamos", añadió.

Esta es solo una muestra de cómo no queda ningún lugar seguro en Gaza, obligando a la población a un éxodo constante.

Hoy, la vida de Raed gira en torno a la supervivencia básica. Las mañanas comienzan encendiendo un fuego en un pequeño horno de arcilla para preparar el desayuno. Su hermano menor vende bebidas frías de un refrigerador, mientras otro hermano, herido en el pie desde 2018, apenas puede moverse. Las tardes transcurren entre visitas a los vecinos y la preparación del pan fresco por parte de su madre en un gran horno de barro.

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Raed compartió una foto de una de sus comidas -pan, papas fritas y pollo-, un menú que se ha convertido en un lujo que raramente pueden permitirse. (Foto: Raed Al-Raqab)

Raed compartió una foto de una de sus comidas -pan, papas fritas y pollo-, un menú que, aunque pueda parecer común en otras circunstancias, se ha convertido en un lujo que raramente pueden permitirse.

"La última buena comida que comí fue hace dos semanas", revela. "Costó unos 70 dólares, un precio exorbitante en nuestra situación actual".

Sin embargo, la realidad diaria es mucho más precaria, ya que dependen principalmente de alimentos enlatados y harina proporcionada por la UNRWA, aunque Raed señala que en Jan Yunis no reciben otra ayuda más allá de la harina.

La guerra no solo ha destruido hogares, sino que ha arrebatado vidas. "He perdido a más de 20 mártires de mi familia y primos", indica Raed a TRT Español.

La magnitud de su pérdida se hace aún más evidente cuando relata el bombardeo que mató a trece miembros de una familia vecina, incluidos seis niños. "Vi los dos misiles directamente, y piedras y polvo que volaban hacia mi cara", escribe, transmitiendo el horror de ese momento a través de sus palabras.

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En medio de tanta devastación, la vida encuentra formas de abrirse paso. La hermana mayor de Raed dio a luz a una niña hace dos meses, en plena guerra. "Nació en nuestra tienda durante nuestro desplazamiento en Rafah", cuenta Raed. Es su única hija, después de diez años de matrimonio y una terapia génica exitosa.

Este milagro de vida en medio del caos inspiró a Raed a buscar formas de ayudar a su comunidad. En Rafah, dirigió un campamento de voluntarios jóvenes, asistiendo a ancianos, mujeres embarazadas y familias en circunstancias difíciles. "Estaba ayudando a las personas y satisfaciendo sus necesidades tanto como podía. Estos fueron momentos hermosos", recuerda.

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La situación en Gaza, según Raed, es "muy, muy difícil". "La gente está sufriendo muchísimo aquí, como si Gaza hubiera regresado a la Edad de Piedra", afirma Raed Al-Raqab. (Foto: Raed Al-Raqab)

La situación en Gaza, según Raed, es "muy, muy difícil". "La gente está sufriendo muchísimo aquí, como si Gaza hubiera regresado a la Edad de Piedra", afirma. Enfatiza que la realidad es aún más dura de lo que se muestra en los medios. "Lo que Occidente no sabe es que los crímenes aquí son terribles. La sangre, los mártires y la destrucción, y todo lo que aparece en los medios, es poca cosa", asegura.

Expertos en derechos humanos de las Naciones Unidas han acusado a Israel de llevar a cabo una "campaña de hambruna dirigida" que ha provocado la muerte de niños en Gaza. En los últimos meses, la invasión terrestre de Israel también se ha extendido al sur de Gaza, reduciendo el flujo de ayuda al enclave en medio de las restricciones impuestas por Israel.

"Fayez Ataya, de apenas seis meses de edad, falleció el 30 de mayo de 2024, y Abdulqader Al-Serhi, de 13 años, murió el 1 de junio de 2024 en el Hospital Al-Aqsa en Deir Al-Balah. Ahmad Abu Reida, de 9 años, falleció el 3 de junio de 2024 en la tienda de campaña que albergaba a su familia desplazada en Al-Mawasi, Jan Younis. Los tres niños murieron a causa de la desnutrición y la falta de acceso a atención médica adecuada", afirmaron autoridades de la ONU.

Ante la hambruna inminente y los bombardeos incesantes, muchos palestinos se ven obligados a considerar la evacuación como única opción de supervivencia. "Mi familia y yo estamos pensando en dejar Gaza", indica Raed, "pero el costo para coordinar y cruzar al lado egipcio del paso de Rafah es de 5.000 dólares, una suma que desgraciadamente no tenemos". Muchos recurren a plataformas como GoFundMe para recaudar fondos y escapar de una situación que empeora día a día.

A pesar de la adversidad, Raed intenta mantener un atisbo de normalidad. Recientemente se unió a un gimnasio y a veces juega fútbol con sus amigos. Esta pequeña rutina se asemeja a un acto de resistencia frente a la destrucción circundante. Sin embargo, la realidad de la agresión israelí nunca está lejos. "Por la noche no salimos excepto por emergencias, porque la oscuridad da miedo aquí, ya que no hay luces afuera", explica.

Mirando hacia el futuro, Raed lucha por imaginar cómo será la vida después de la guerra. "No sé si volveré a trabajar como abogado o no", señala. Los desafíos que se avecinan son enormes, desde remover los escombros hasta reconstruir su hogar, que costó 150.000 dólares y aún tiene deudas pendientes.

La historia de Raed es un recordatorio punzante de los costos humanos de los brutales ataques de Israel, más allá de las estadísticas y los titulares. En cada refugio temporal, en cada plato a medio llenar, en cada mirada perdida entre las ruinas, se esconde una historia de resiliencia y pérdida que el mundo no puede ignorar.

Para aquellos fuera de Gaza, Raed tiene un mensaje claro y contundente: "La gente puede ayudarnos solidarizándose con nosotros. Alcen la voz en nombre de Palestina y su libertad en todos los lugares y en todo momento". Raed hace un llamado a la acción global, instando a las personas a proporcionar asistencia en la medida de sus posibilidades y a denunciar los crímenes de la ocupación. Enfatiza la importancia de exponer la situación en Gaza a través de las redes sociales, en las calles y en espacios públicos.

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