“Si Ana Frank estuviera viva, escribiría sobre el horror en Gaza”

Emma Lo Re es una de las fundadoras de PALI think hub, una ONG que denuncia la “doble moral” de Occidente. Organiza muestras para visibilizar Palestina donde, aún en el infierno, la gente sonríe.

“Fomentar la conexión: esto es exactamente lo que buscamos con nuestra exposición de fotos en Gaza”, explica Emma Lo Re, cofundadora de de PALI think hub, una organización sin fines de lucro que emergió entre Suiza y Alemania.
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“Fomentar la conexión: esto es exactamente lo que buscamos con nuestra exposición de fotos en Gaza”, explica Emma Lo Re, cofundadora de de PALI think hub, una organización sin fines de lucro que emergió entre Suiza y Alemania.

Aún cuando los medios reproducen cómo Alemania reprime cualquier expresión de solidaridad con Palestina —desde la promesa del alcalde de Frankfurt de prohibir las conmemoraciones hasta el enfrentamiento en Berlín entre la Policía y manifestantes propalestinos que acabó con gases lacrimógenos y un hombre en silla de ruedas detenido— la resistencia y, sobre todo, la resistencia creativa, no desaparece. A decir verdad, no para de crecer.

Esta es una sala de exposiciones en Frankfurt. Sus paredes exhiben una muestra fotográfica de reporteros palestinos, un prisma desolador del desastre humanitario en Gaza y un reflejo del espíritu de resiliencia de sus habitantes: su capacidad de florecer aún en el barro de la guerra. Las imágenes son abrumadoras. Una, tomada en el campo de refugiados de Nuseirat en Gaza, muestra a una niña que amasa pan en medio de un apocalipsis de bombas y humo. A pesar del desastre, la chica sonríe.

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Una de las imágenes en la exposición de PALI think hub sobre Palestina. Foto: Mahmoud Abu Hamda

Aquí, en Frankfurt, un niño se conmueve tanto con esa chica y su sonrisa de acero que busca en sus bolsillos y dona todas las monedas que tiene. Es su forma de decir “también esto puede pasarme a mí”.

La muestra, que circuló por Londres, Lecce (Italia) y Lugano (Suiza), se llama "A través de mis ojos". Es uno de los eventos generadores de conciencia más recientes de PALI think hub, una organización sin fines de lucro que emergió entre Suiza y Alemania. Fue fundada por Emma Lo Re, una italo-estadounidense experta en derecho internacional, y Lise, una franco-palestina nacida en Alemania, graduada en Relaciones Internacionales. Dos defensoras sociales que apuestan a visibilizar el atropello humanitario en Gaza, al poner rostros y calor humano allí donde los medios sólo hablan de cifras y operaciones militares.

Ambas tienen experiencia en estar del lado de los más débiles: Emma ha escrito sobre derechos humanos y participado en proyectos de voluntariado, incluída la flotilla de la libertad Handala en solidaridad con Palestina. Lise ha realizado trabajo voluntario para Acción contra el Hambre.

“Fomentar la conexión: esto es exactamente lo que buscamos con nuestra exposición de fotos en Gaza”, explica Emma. “Buscamos inspirar la acción humanizando las experiencias de los palestinos que viven bajo la ocupación. La forma más eficaz de traducir realidades complejas es anclarlas en experiencias humanas con las que podamos identificarnos", añade.

Pero ¿cómo Emma se convirtió en Europa en un emblema de la lucha por recuperar y mostrarle al mundo las voces de los oprimidos? Esta historia comienza con una niña y un libro.

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La lección de Ana Frank que nunca muere

A los 10 años, Emma leyó el clásico diario de Ana Frank, la niña que relató el horror del nazismo hasta que, ella misma y su familia, fueron tragados por la larga sombra del Holocausto.

"¿Por qué me llamaba la atención Ana Frank?”, se pregunta Emma. “Me asombraba que todo eso le sucediera a una chica de mi edad. Una niña inocente y cercana".

Emma siente que, a pesar del tiempo, el ejemplo de esa niña sigue presente en el genocidio en Gaza. "Ana Frank soñaba con convertirse en periodista después de la guerra. Si Ana Frank estuviera viva, sería una periodista políticamente comprometida, escribiendo sobre el genocidio en Gaza", añade.

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Asistentes a la exposición en Frankfurt de PALI think hub.

Así como de niña admiraba a Frank, hoy Emma admira a mujeres palestinas que visibilizan los atropellos y el aluvión del desastre en Gaza. "Mujeres como Bisan Owda, Plestia Alaqad, Lama Jamous y Hind Khoudary dan voz a la causa palestina y documentan los horrores que presencian día a día. Su trabajo es poderoso e impactante y, si bien existen paralelismos con la historia de Ana Frank, estas mujeres tienen sus propias voces, sus propios legados", señala.

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“Buscamos inspirar la acción humanizando las experiencias de los palestinos que viven bajo la ocupación. La forma más eficaz de traducir realidades complejas es anclarlas en experiencias humanas con las que podamos identificarnos", dice Emma Lo Re.Foto: Darya Malets.

A los 12 años, Emma conoció a tres sobrevivientes del Holocausto que visitaron su escuela. Aquel día, algo penetró en su corazón para siempre y nunca salió de allí. "Escucharlos relatar los horrores que soportaron me dio una comprensión profunda de lo que es sufrir las violaciones de los derechos humanos", reflexiona. Pero el verdadero descubrimiento estaba por venir.

“¿Mamá, dónde está Palestina?”

A pesar de que Emma creció rodeada de diversas culturas y perspectivas –familia italiana, criada en la ciudad de Washington–, a los 15, descubrió que algo no estaba bien. Un eslabón faltaba en la explicación que sus padres y la escuela le daban del mundo: ese eslabón roto se llamaba Palestina.

"Recuerdo claramente el momento en que pregunté a mis padres europeos dónde estaba Palestina y ellos estaban sorprendidos", relata Emma. "Fue entonces cuando empecé a cuestionar cómo, a pesar de haber sido criada con valores de igualdad y justicia, estos principios no parecían aplicarse de manera universal", añadió.

Los pilares de la democracia que le habían enseñado en las escuelas estadounidenses —libertad, igualdad, justicia—, eran jaqueados ante la realidad ineludible de Palestina.

"Este descubrimiento no fue sólo intelectual, sino profundamente emocional", recuerda. Emma tomó el asombro de sus padres y la laguna educativa como una causa personal: leyó y leyó sobre Palestina. Y al poco tiempo, se sintió defraudada por la doble moral de Occidente.

“Me sentía decepcionada y traicionada. Había una desconexión entre esos valores que me enseñaban de niña y lo que sucedía en Palestina. Llegó un momento donde se volvió imposible pasar esto por alto”, reflexiona.

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Asistentes a la exposición en Frankfurt de PALI think hub. Foto: Darya Malets.

Descubriendo la hipocresía occidental

“Los líderes occidentales deberían sentirse avergonzados", dispara Emma. "Deben reconocer que su aplicación selectiva de los derechos humanos erosiona su credibilidad".

Emma ya no es una niña. Y lo que ella sospechaba en su infancia, ahora ya es un hecho incontestable. Una muestra de ello es el apoyo militar de Estados Unidos a Israel, a pesar de sus violaciones del derecho internacional, es el mayor receptor de ayuda estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial.

"Es simple", explica Emma. "Que los gobiernos dejen de asignar fondos a la violencia. En lugar de perpetuar ciclos de daño, que dirijan estos recursos a inversiones positivas".

Para Emma desafiar estas narrativas no es solo necesario, sino una responsabilidad ineludible. Cuando uno pone el corazón en una causa, la vuelve algo personal.

“Siento el deber de exigir cuentas a mis gobiernos, especialmente cuando están involucrados en acciones que contradicen los ideales que promueven. Si no hiciera mi parte, no sería capaz de vivir de acuerdo con los valores que me inculcaron”.

A través de PALI think hub, Emma busca desmontar la noción de que el genocidio de Israel en Palestina es un problema distante y aislado. "Nuestro trabajo se centra en mostrar que la negación de estos derechos en una parte del mundo los disminuye en todas partes”, advierte.

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Asistentes a la exposición en Frankfurt de PALI think hub. Foto: Darya Malets.

Empoderar a los jóvenes, la llave para un mundo más justo

Emma, a pesar de todo, es optimista. Y confía en que el cambio surgirá de las próximas generaciones. Hacia ellos fundamentalmente apuntan con PALI think hub: empoderar a la mayor cantidad de jóvenes. ¿De qué manera? Generando conciencia a través de muestras fotográficas –niños que sonríen aún con el mundo desplomándose a sus pies– para, básicamente, hacerlos despertar a la hipocresía que lo impregna todo en Occidente.

“Cuanto más involucremos a los jóvenes”, concluye Emma, “más exigirán a los gobiernos una verdadera justicia global”. Una justicia donde los niños y niñas en cualquier lugar del mundo amasen pan en casa, en familia. Y no sean acechados por un cielo rojo plagado de bombas fabricadas en países que, dicen, defienden la paz y la justicia.

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