¿Por qué quieren convertir a los violentos hooligans israelíes en víctimas?
Los hinchas del Maccabi de Tel Aviv tienen un largo historial de racismo. La violencia iniciada en Ámsterdam es el último eslabón de una cadena de encubrimiento y complicidad con el genocidio en Gaza.
En la víspera del partido entre Ajax y Maccabi Tel Aviv, en Ámsterdam ocurrió un acto de salvajismo que dio la vuelta al mundo, pero no precisamente tal como han informado los medios. Por ejemplo, el periódico The Guardian tituló: “La Policía de Ámsterdam ha realizado más de 60 arrestos después de lo que las autoridades llamaron ‘violencia antisemita’ contra los hinchas israelíes”.
“Este es un estallido de antisemitismo que espero no volver a ver nunca más”, se sumó Femke Halsema, alcaldesa de Ámsterdam.
En verdad, los llamados “aficionados” del Maccabi arrasaron las calles de Ámsterdam gritando y cantando consignas racistas, arrancaron banderas palestinas de edificios, agredieron ciudadanos y destruyeron propiedades privadas mientras aterrorizaban el centro de la ciudad. Y aún así, a ojos del mundo, fueron las “víctimas” de una respuesta antisemita.
¿Quién empezó los disturbios?
En la última jornada de la UEFA Europa League, el Ajax de la Eredivisie goleó al Maccabi Tel Aviv 5-0. Pero, ante la magnitud de los disturbios, el resultado pasó desapercibido.
La Red Judía Antisionista en Ámsterdam había advertido que los simpatizantes del Maccabi estaban lejos de ser hinchas tradicionales: “Sabíamos que iban a ser violentos, y que entre los seguidores, muchos son soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel que tienen en su Facebook imágenes de ellos alistados en el mismo ejército que está cometiendo genocidio”.
Incluso, días antes del partido, el periódico holandés De Telegraaf informó que agentes del Mossad se unirían al equipo en Ámsterdam.
Los incidentes, antes y después del partido, provocaron una indignación generalizada: fans del Maccabi agredieron a taxistas, se enfrentaron a agentes de la ley con total impunidad, y en el estadio ignoraron un minuto de silencio por las víctimas de las inundaciones en España.
Decenas de vídeos en redes sociales muestran a fans del Maccabi encapuchados y vestidos completamente de negro cantando “que te j*dan Palestina”.
A su vuelta a Tel Aviv fueron filmados en el aeropuerto cantando: “¿Por qué no hay colegios en Gaza? No quedan niños allí”.
Más salvajismo e inhumanidad, imposible.
¿Protegió la policía a los violentos?
En Ámsterdam, a pesar de que la policía local arrestó a más de 60 personas, ninguna de ellas, según informó New Arab, eran israelíes. “Además”, afirmaba el periódico, “la policía les brindó (a los hinchas del Maccabi) una fuerte protección”.
El concejal Jazie Veldhuyzen fue una de las pocas voces que salió a contar la trastienda de ese supuesto acto “antisemita”: los hinchas del Maccabi, dijo, “comenzaron a atacar casas de personas en Ámsterdam con banderas palestinas y ahí comenzó la violencia.
Como reacción, los habitantes de Ámsterdam se movilizaron y contrarrestaron los ataques”. Y luego el concejal concluyó: “La alcaldesa dice que la policía actuó, pero lo hicieron sólo para proteger a los hooligans del Maccabi, cuando los habitantes de Ámsterdam se levantaron para defender sus propias casas”.
Maccabi Tel Aviv: un club racista hasta la médula
La violencia exhibida en Ámsterdam no es nada nuevo para los hinchas del Maccabi, con un largo historial de racismo. Cánticos racistas en las gradas, desborde de banderas israelíes cuando juegan contra el club palestino Bnei Sakhnin, acoso a jugadores árabes, y la aceptación cómplice de los directivos.
La Fundación Maccabi Tel Aviv, de hecho, establece como una de sus misiones institucionales “apoyar a los soldados solitarios de Israel”, y publican en sus redes sociales los regalos que les hacen llegar a los soldados en Gaza. Y, como forma de agradecimiento, los soldados Israelíes posan con pañuelos del Maccabi entre las ruinas del enclave.
El racismo ha sido endémico en el club Maccabi durante años. En marzo pasado, por ejemplo, en Atenas, los matones del Maccabi agredieron a un hombre por llevar una bandera palestina. En 2014 invadieron el campo de juego e insultaron y escupieron al jugador palestino Maharan Radi. Y un año atrás, gritaron insultos antimusulmanes durante un partido con el Hapoel Tel Aviv, a pesar de que Radi marcó el segundo gol que aseguró la victoria del Maccabi.
En una visita previa a los Países Bajos, los fanáticos del Maccabi cantaron “The Rape Song”, que dice: “Ustedes son las p*tas de los árabes. Nos avergonzamos de ustedes…Los jod*remos. Y luego beberemos su sangre”.
Los fanáticos israelíes causan revuelo al atacar y provocar a los seguidores palestinos antes y durante el partido Ajax-Maccabi Tel Aviv de la UEFA Europa League en Ámsterdam, Países Bajos. Foto: AA.
No se trata solo de fútbol
Quienes dicen que esto es solo una cuestión de fútbol no entienden cómo una ideología genocida puede apoderarse de toda una cultura. El Estadio Yarmouk en Gaza ha llegado a ser usado como campo de concentración.
Tras los disturbios de Ámsterdam, los soldados israelíes hicieron estallar viviendas en Gaza y publicaron la siguiente declaración: “Dedicamos esta explosión a todos los hinchas del Maccabi Tel Aviv”.
La mentalidad de los hooligans se alinea con la cultura genocida que ha permeado la sociedad israelí desde el 7 de octubre de 2023, permitiendo a los israelíes imaginarse que están por encima de la ley y la moral, no sólo allí, sino en todo el mundo.
Se ha convertido en una rutina en los estadios, con cánticos de “muerte a los árabes” o “que arda tu aldea” que se escuchan a menudo en Israel mucho antes del 7 de octubre de 2023.
El hecho de que fanáticos israelíes se amotinen en el centro de Ámsterdam es parte de la condición israelí en este momento: un total desapego entre acciones y consecuencias.
¿Doble raseros occidentales?
La Asociación Palestina de Fútbol señaló: “La FIFA no puede garantizar actualmente la seguridad de los aficionados en los partidos, incluidos los de los equipos israelíes… La ausencia de rendición de cuentas contra una violencia tan arraigada y un racismo normalizado solo ha llevado a más incidentes desafortunados, como los de Ámsterdam”.
En 2022, solo cuatro días después del comienzo de la guerra en Ucrania, la FIFA y la UEFA prohibieron a todos los equipos rusos competir en sus torneos. Siguiendo esa misma línea, el partido entre Ajax y Maccabi no debió celebrarse. Lo mínimo que deberíamos esperar de las autoridades del fútbol es la eliminación Israel de todas las competencias internacionales, no solo por la violencia mostrada recientemente, sino por su complicidad en el genocidio. Pues estos no son incidentes aislados. Y todo el abanico del fútbol israelí, en mayor o menor medida, adhiere al horror abusivo en Palestina.
En agosto, seguidores del Maccabi Haifa desplegaron una pancarta que decía: “Un niño israelí vale más que un niño palestino”. Y durante un duelo entre el equipo israelí Hapoel Beersheba y el árabe Bnei Sakhnin, hinchas del Beersheba irrumpieron en el campo agitando palos y futbolistas árabes del Sakhnin terminaron heridos.
Es poco probable que se suspenda a la asociación de fútbol Israelí (IFA) sin presión desde abajo, como sucedió en el controvertido partido de la Liga de Naciones de la UEFA entre Francia e Israel celebrado el pasado jueves en París.
Debido al boicot y a medidas de seguridad solo se vendieron 13.000 entradas: la asistencia más baja para cualquier partido en casa en la historia de la selección nacional francesa. Además, cientos de manifestantes se congregaron en París el jueves por la noche, a dos kilómetros del Stade de France, donde expresaron su enfado por la asistencia del presidente Emmanuel Macron y otros miembros del Gobierno francés al encuentro. Algunos aficionados franceses abuchearon y silbaron durante el himno nacional de Israel.
La protección de los hinchas racistas israelíes está vinculada al apoyo de gobiernos y medios de comunicación occidentales al genocidio. Cualquier llamado a aplacar la impunidad de estos hooligans racistas y violentos es sólo una parte de la solución.
De fondo, es necesario construir un movimiento internacional que cuestione el apoyo occidental al apartheid asesino, que permita que Palestina sea finalmente libre. Y así acabar de una vez por todas con la brutal ideología de donde han surgido.