Un reloj histórico que simboliza la amistad entre Türkiye y México

Los lazos de Türkiye y México se remontan al Imperio Otomano en 1864. Casi cinco décadas después, un símbolo de esta amistad pasó a hacer parte del panorama de Ciudad de México: el Reloj Otomano.

El Reloj Otomano, un regalo para celebrar el primer centenario de la Independencia de México, está ubicado en el centro de la capital. Foto: Getty Images
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El Reloj Otomano, un regalo para celebrar el primer centenario de la Independencia de México, está ubicado en el centro de la capital. Foto: Getty Images

Las relaciones entre Türkiye y México se extienden actualmente a varios campos, como la política, la economía y la seguridad. Además existe una cooperación técnica, científica, académica y cultural mutua mientras ambos países colaboran de manera multidimensional.

Türkiye y México han mantenido lazos fuertes que comenzaron con el primer contacto oficial entre ambos en 1864, cuando el entonces emperador de México, Maximiliano I, mandó emisarios al entonces Imperio Otomano.

Casi cinco décadas después, en 1910, un símbolo tangible de esta amistad se estableció en la Ciudad de México: el Reloj Otomano, que fue un regalo para el país latino. Restaurado en 2010 por la Agencia Turca de Cooperación y Coordinación (TIKA), el reloj permanece como un referente histórico y un signo duradero de la cooperación y el respeto mutuo que caracteriza las relaciones bilaterales.

Actualmente, México y Türkiye participan de una fructífera cooperación en plataformas internacionales como las Naciones Unidas, el MIKTA, el G20 y la OCDE. Esta asociación estratégica se profundiza en el marco de la confianza y el respeto mutuos, que impulsa los intereses y objetivos comunes de ambos países.

A pesar de la aceleración en los últimos años, la cercanía entre estos dos países data de hace más de 100 años, conservando el orgullo de ciertos momentos históricos que siguen siendo muy significativos.

La historia del reloj

El nombre del Reloj Otomano lo inspiraron los sujetos de ese imperio que alentaron el proyecto e impulsaron su construcción: maronitas emigrados del Líbano y judíos con origines en Alepo y Damasco.

En septiembre de 1910, México celebró los primeros 100 años de su independencia. Para tal acontecimiento, se empezaron a preparar un sinfín de actividades dos años antes. Así, explicó el historiador mexicano Carlos Martínez Assad, surgió una iniciativa por migrantes que desde distintos puntos del entonces Imperio Otomano habían llegado a México en los años anteriores. La idea fue regalarle al país un reloj público que fuera testimonio de gratitud por su hospitalidad.

De modo paralelo, durante los años anteriores, el Imperio Otomano concluía su época. Al mismo tiempo que Europa se industrializaba, el imperio se abrió a influencias externas militares, políticas, económicas y sociales.

Esta realidad se reflejaba también en la vida social.

Así, algunos sectores de los otomanos, étnica y religiosamente diversos, empezaron a emigrar, sobre todo grupos no musulmanes y minoritarios. Las necesidades de mano de obra de los países latinoamericanos a finales del siglo XIX impulsaron la llegada de personas otomanas a la región.

La política de puertas abiertas de México hizo que el país se convirtiera en un destino para aquellos que procedían de distintos puntos del Imperio Otomano, formando nuevos hogares principalmente en la Ciudad de México, Puebla y Mérida.

Para destacar la importancia que el grupo tenía en varios ámbitos, la Alcaldía de la Ciudad de México se abocó con rapidez a buscar un sitio público y apto donde ubicar el reloj obsequiado. El lugar elegido estaba apenas a unos metros de la residencia familiar del presidente Porfirio Díaz.

La ciudad construiría un jardín enfrente del entonces Colegio de Niñas para que allí se ubicara el regalo. La base del reloj fue encargada al ingeniero civil Gabriel Oropeza. Por su parte, Said Adib recibió la tarea de diseñar la carátula del reloj que debía llevar números árabes. La ceremonia de inauguración se llevó a cabo el 22 de septiembre de 1910, en el marco de los sucesos más importantes para celebrar el centenario del país.

Por parte del gobierno el acto estuvo encabezado por el ministro de Relaciones Exteriores y el gobernador de la Ciudad. A nombre de los migrantes promotores del reloj habló el señor Antonio Letayf, quien se había encargado de animar y supervisar los trabajos de construcción del reloj desde 1908. En su discurso, Letayf subrayó que en México tenían cabida “todas las libertades humanas”, también aseguró que quienes procedían de distintos puntos del Imperio Otomano “amaban de corazón a esta bendita tierra mexicana”.

El diseño del Reloj Otomano

El reloj tiene una bella campana dorada en la parte superior que suena cada 15 minutos. Posee cuatro caras. De ellas, dos marcan la hora con números arábigos y dos lo hacen con números romanos. La base está construida a partir de cuatro arcos de estilo mudéjar y sobresalen, vistosos, cientos de mosaicos de colores pintados con la técnica de talavera. En la parte superior se encuentran tres campanas y tres escudos nacionales: la media luna que alude a Türkiye, un cedro por Líbano, y un águila devorando una serpiente para México.

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El reloj tiene cuatro caras: dos marcan la hora con números arábigos y dos lo hacen con números romanos. Foto: Getty Images

El 29 de octubre de 1923 se fundó la República de Türkiye bajo el liderazgo de Mustafa Kemal Atatürk. México, junto con Chile, Argentina y Brasil, fueron los primeros países latinoamericanos en reconocerla. Cuatro años después, se firmó el tratado de amistad que dio pie al establecimiento de relaciones diplomáticas formales.

Desde su fundación, Türkiye ha mantenido el principio de "Paz en casa, paz en el mundo". Durante el proceso, ha impulsado relaciones diplomáticas, políticas, económicas, culturales y militares con numerosos países vecinos y distantes, respetando fronteras y soberanía, firmando tratados y uniéndose a organizaciones internacionales para mantener la paz.

La restauración y el significado del reloj

La Agencia Turca de Cooperación y Coordinación (TIKA) restauró en 2010, tras 100 años, la histórica torre del reloj conocida como “Reloj Otomano”. A la ceremonia asistieron funcionarios mexicanos, así como los embajadores de Líbano y Türkiye.

Con ello se unieron, además, a las celebraciones del Bicentenario de la Independencia de México, al tiempo que refrendaron esta amistad de tan larga historia.

La amistad entre México y Türkiye

Cien años después de que aquellos migrantes le regalaran a México este reloj magnífico, este se mantiene y las comunidades turca, siria y libanesa tienen un peso importante en la vida económica, política y cultural de México.

Por su parte, en el ámbito de su política exterior multilateral, Türkiye ha venido apoyando en los últimos años a numerosos países de América Latina con importantes proyectos, especialmente en los campos de la educación y la salud.

Al paso de los años, una parte importante de la Ciudad de México, incluyendo su corazón histórico ha cambiado. Pero el querido Reloj Otomano continúa ahí. Su localización es un referente para los habitantes de la capital y sitio donde los turistas se toman fotografías y símbolo de una amistad larga entre dos pueblos.

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