Cómo Israel fracasó en su intento por robar una victoria que nunca existió

A pesar del abrumador poderío militar del régimen sionista, Tel Aviv no logró aplastar a Hamás ni quebrantar el indomable espíritu de resistencia palestino.

Desde el 7 de octubre de 2023, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, promocionó con frecuencia sus objetivos bélicos en Gaza y prometió continuar la matanza de palestinos hasta que se lograran. / Foto: AFP
AFP

Desde el 7 de octubre de 2023, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, promocionó con frecuencia sus objetivos bélicos en Gaza y prometió continuar la matanza de palestinos hasta que se lograran. / Foto: AFP

Los conflictos militares son complejos por naturaleza. Los expertos pueden tener opiniones divididas acerca de los objetivos, estrategias o tácticas de estas luchas armadas.

Sin embargo, muchos probablemente coincidirían con la famosa observación del general prusiano del siglo XIX Carl von Clausewitz: “La guerra es política por otros medios”. Al final, la victoria es una cuestión política.

Hace más de dos milenios, el estratega militar chino Sun Tzu declaró: “La victoria es el objetivo principal en la guerra”. Esta victoria puede manifestarse en niveles tácticos, operativos o estratégicos.

Sin embargo, el triunfo que realmente importa es el estratégica.

Ahora, finalmente con un acuerdo de alto el fuego en Gaza tras más de 15 meses de la brutal ofensiva israelí, surge la pregunta: ¿qué significa realmente la victoria en este contexto?

Históricamente, una guerra se gana cuando los vencedores obligan a los vencidos a capitular, a rendirse, o cuando logran sus objetivos políticos.

La victoria suele implicar un acuerdo formal en el que los derrotados son humillados al verse obligados a deponer las armas, ceder territorio o cambiar su sistema político.

En esencia, se declara la victoria cuando la parte vencedora impone su voluntad al enemigo.

Desde la incursión de Hamás el 7 de octubre de 2023, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, proclamó con frecuencia sus objetivos bélicos, y prometió continuar la masacre de palestinos hasta alcanzarlo.

Los objetivos de su campaña genocida incluían la eliminación de Hamás y otras facciones de resistencia, o al menos su desarme; la expulsión de Hamás del poder en Gaza; y la liberación de todos los rehenes israelíes tomados el 7 de octubre mediante presión militar, en lugar de un intercambio de prisioneros que incluiría a miles de palestinos encarcelados en Israel.

La campaña fallida de Israel

Durante 470 días desde ese día, Israel ejecutó una campaña genocida incesante que ha causado un sufrimiento inmenso al pueblo de Gaza.

El saldo ha sido devastador: casi 60.000 muertos, el 60% de ellos mujeres y niños; miles más desaparecidos; más de 130.000 heridos; más de dos millones de desplazados; y la destrucción generalizada de infraestructura y de la vida civil, no solo en Gaza, sino también en el sur del Líbano.

A lo largo de esta brutal ofensiva, hubo varios intentos por lograr un alto el fuego de parte de los mediadores: Qatar, Egipto y Estados Unidos.

En mayo y julio, estos mediadores propusieron un acuerdo que pondría fin a la ofensiva a cambio de la liberación de todos los rehenes israelíes.

En ambas ocasiones, Hamás aceptó los términos, pero Netanyahu los frustró, prometiendo continuar hasta lograr lo que llamó una “victoria total”, y cumplir su promesa de “liberar a todos los rehenes” mediante “presión militar”.

A pesar de la brutal ofensiva que resultó en un sufrimiento humano inmenso en Gaza, Israel no logró alcanzar ninguno de sus objetivos políticos.

Desde el inicio, la resistencia palestina continuó desafiando la presencia militar de Israel en Gaza mediante una lucha de desgaste que se intensificó en las últimas semanas, causando la muerte de cientos de soldados israelíes y lesiones a miles más hasta que se declaró el alto el fuego el 19 de enero.

En resumen, Israel no pudo desmantelar ni expulsar a Hamás de Gaza.

Trump presiona a Netanyahu

Durante su campaña presidencial, Donald Trump instó al primer ministro de Israel, acusado de crímenes de guerra ante la Corte Penal Internacional, a “terminar el trabajo” o eliminar a Hamás y poner fin a la ofensiva.

El llamado de Trump estuvo motivado por su deseo de concentrarse en sus propias agendas domésticas e internacionales, especialmente en relación con la guerra de Rusia en Ucrania y la creciente rivalidad con China, sin distracciones por la ofensiva en Gaza.

Al darse cuenta de que Netanyahu nunca lograría erradicar la resistencia en el enclave, Trump intervino en las negociaciones de alto el fuego en Doha una semana antes de su invetsidura.

Trump presionó a Netanyahu para aceptar un acuerdo, a pesar de que Israel no cumplió ninguno de sus objetivos.

Según la prensa hebrea, varios ministros del gabinete israelí se mostraron consternados al darse cuenta de que el tiempo para continuar su campaña militar genocida había terminado.

De hecho, el último alto el fuego es sorprendentemente similar, tanto en estructura como en sustancia, a los acuerdos anteriores que Hamás había aceptado públicamente en mayo y julio.

Desde el principio, Hamás estableció cinco líneas rojas clave que insistió en incluir en cualquier acuerdo negociado:

1- Un fin permanente a la ofensiva en Gaza.

2- La retirada completa de Israel de Gaza, incluyendo el desmantelamiento del cruce de Netzarim, la retirada del corredor de Filadelfia, permitir el regreso de los palestinos desplazados al norte de Gaza y reabrir el paso fronterizo de Rafah con Egipto.

3- El intercambio de rehenes israelíes por miles de prisioneros palestinos, incluidos aquellos condenados a cadena perpetua y sentencias a largo plazo.

4- La entrega de ayuda masiva a los palestinos, incluyendo alimentos, combustible, refugio y suministros médicos.

5- El inicio de esfuerzos de reconstrucción y rehabilitación en toda Gaza.

Todas estas condiciones –que el régimen sionista rechazaba pero sobre las que Hamás y otras facciones de resistencia se mantuvieron– ahora no solo se han incluido en el acuerdo de alto el fuego, sino que también han sido garantizadas por los mediadores, incluido Estados Unidos, el principal benefactor y aliado de Israel.

Este resultado, que demuestra el fracaso del régimen sionista para alcanzar cualquiera de sus objetivos políticos o imponer los términos del alto el fuego, es un claro indicador de la derrota estratégica de la campaña militar de Israel.

Desde la entrada en vigor del alto el fuego, celebraciones, alegría y un sentido de orgullo y logro, todas señales de victoria, se han visto ampliamente entre los palestinos en Gaza, Cisjordania ocupada y más allá.

Por otro lado, un ambiente de pesimismo ha dominado la sociedad israelí, mientras muchos políticos allí han reaccionado con conmoción y vergüenza, un reflejo profundo de la derrota del régimen sionista a pesar de su abrumador poderío militar.

Esta derrota israelí fue, de hecho, anticipada por Sun Tzu en su obra “El arte de la guerra, donde afirmó”: “Los guerreros victoriosos ganan primero y luego van a la guerra, mientras que los guerreros derrotados van a la guerra primero y luego buscan ganar”.

Esto es precisamente en lo que la campaña genocida de Israel fracasó espectacularmente.

Route 6