Cómo los colonos judíos robaron nuestros burros en Cisjordania ocupada
"El robo de ganado a los palestinos es una parte clave de la estrategia de los colonos israelíes para expulsarnos de nuestra tierra".
La tarde del 5 de octubre mi primo me llamó por teléfono y, con mucha urgencia, me dijo: “Los colonos se están robando tus burros. Ven aquí, rápido”.
Mi padre es un agricultor que tiene varias hectáreas de tierra en las colinas del sur de Hebrón, en Cisjordania ocupada por Israel. Los colonos judíos instalaron un puesto de avanzada ilegal a unos 300 metros de nuestro barrio y permanecen allí, completamente armados y amenazantes. A menudo irrumpen en nuestro pueblo. A veces queman nuestros árboles, a veces destrozan nuestros coches y, los días que no están de humor para atacarnos, nos roban el ganado.
Cuando salí corriendo de mi casa tras la llamada telefónica, descubrí que los cuatro burros que teníamos habían desaparecido. No estaban en los árboles a los que estaban atados.
Mi primo señaló a tres hombres, uno de ellos con kipá, que caminaban a lo lejos por un camino polvoriento que atraviesa una vasta extensión de colinas bajas, donde los agricultores palestinos cultivaban cebada, trigo, higos, almendras, aceitunas y verduras. Nuestros burros, arrastrados por cuerdas, caminaban fatigosamente detrás de ellos. Aquella imagen me partió el corazón.
Saqué mi teléfono y corrí hacia un montículo. Sin aliento, comencé a grabar el robo a plena luz del día. Eso era todo lo que podía hacer. Enfrentarse a un colono puede significar invitar a la violencia contra uno mismo. En marzo de 2018, una pandilla de colonos en una camioneta me atropelló y me partió la pierna izquierda en dos. Después de dos cirugías y más de un año de fisioterapia finalmente pude mantenerme en pie.
Las bandas de colonos judíos aterrorizan a los agricultores palestinos, destrozando sus coches, prendiendo fuego a sus árboles y empleando una violencia descarada para impedirles que cosechen las aceitunas. [Saliha Eren/AI]
Mi padre presentó una denuncia contra el conductor ante la Policía, pero sus esfuerzos fueron en vano. Los policías israelíes dejaron libre al conductor. Un año después, otro colono disparó e hirió a mi primo. Denunciamos el crimen nuevamente, pero el atacante no fue arrestado. En cambio, a mi primo lo citaron en la comisaría durante varios meses y se le pidió que pagara una “multa” por provocar al colono a disparar en “defensa propia”.
Entre nosotros, los palestinos, se sabe que involucrar a la policía no tiene sentido en la Cisjordania ocupada. A menos de que seas parte de una banda de colonos judíos que busca atacar a palestinos y sepas que la policía no solo te protegerá, sino que posiblemente también reprenderá a tus víctimas.
Aún así, mi padre acudió a la comisaría el día en que robaron a los burros. Pese a que estaba decidido a denunciar el robo, también se odiaba a sí mismo por haber ido allí, sabiendo que sería una experiencia humillante. Lo hicieron esperar fuera durante varias horas, lo que es habitual para los palestinos. Cuando por fin le dieron a mi padre la oportunidad de explicar lo ocurrido, el agente de policía lo escuchó durante unos segundos y luego le dijo secamente: “Vuelve a tu pueblo”.
Más tarde, las fuerzas israelíes pasaron por nuestras tierras de cultivo. Señalé en la dirección de un sendero de árboles densos, junto al puesto de avanzada de los colonos ilegales donde habían dejado a nuestros burros después de que nos los robaran y les expliqué lo que había sucedido. Los soldados me gritaron las mismas palabras: “Vuelve a tu pueblo”.
Los colonos judíos están totalmente protegidos por el Ejército de Israel. La semana pasada mataron a una mujer palestina de 59 años que recogía aceitunas en Faqqua, cerca de Yenín. [Saliha Eren/AI]
La historia se repite
Hace un año, teníamos seis burros. En septiembre de 2023, colonos israelíes robaron uno de nuestra granja. Pocos días después volvieron y se llevaron dos burros más. De los tres burros que nos robaron, dos lograron liberarse y regresar a casa, por lo que al final nos quedamos con cuatro burros.
Casi todos los agricultores palestinos de Cisjordania ocupada dependen de los burros, especialmente durante la temporada de recolección de aceitunas en otoño. Esto se debe en parte al hecho de que conducir es arriesgado para los palestinos: el Ejército de Israel y los colonos ilegales han demarcado la tierra, prohibiendo a los coches palestinos entrar en numerosos barrios.
Los límites son tan arbitrarios y las demarcaciones tan espontáneas que ciertas áreas pueden convertirse en zonas prohibidas para los palestinos de la noche a la mañana. Si te acercas lo suficiente a estas zonas “prohibidas”, corres el riesgo de que los colonos te ataquen, o incluso de que te disparen.
Los colonos ilegales armados suelen atacar aldeas palestinas y destrozar sus coches y propiedades. Incluso abren fuego contra cualquiera que intente detenerlos. [Saliha Eren/AI]
Teniendo en cuenta la red de puestos de control y carreteras separadas reservadas exclusivamente para judíos, tener un auto como palestino en la Cisjordania ocupada es casi inútil. Incluso puede ser un lastre.
En el verano de 2022, las fuerzas israelíes me detuvieron en la cercana aldea de Al Fakheet. Comprobaron mi documento de identidad y mi carné de conducir y, aunque todo parecía estar bien, el agente acabó confiscándome el vehículo durante 40 días.
El auto era bastante nuevo, apenas tenía unos meses. Lo había comprado principalmente para transportar la cosecha de temporada de trigo y cebada desde nuestro campo hasta los almacenes. Me obligaron a pagar todo tipo de multas, que ascendieron a unos 6.000 shekels (unos 1.560 dólares).
Por eso los burros resultan tan útiles. Los colonos ilegales y sus protectores, las fuerzas israelíes, disfrutan cuando ven a los palestinos utilizar burros en la actualidad. Sin embargo, no soportan vernos en vehículos 4x4.
Desde que Israel comenzó a bombardear Gaza sin cesar el 7 de octubre de 2023, los ataques de los colonos en la Cisjordania ocupada se han multiplicado por diez. Todos los días, sin exagerar, todos los días, llegan a nuestras tierras de cultivo empuñando armas y amenazándonos. Nos atacan y destruyen nuestros cultivos y huertos.
Cuando intentamos defendernos, abren fuego mientras las fuerzas israelíes, que permanecen cerca, permiten su terror. Su objetivo es simplemente asegurarse de que ningún agricultor palestino are su campo o haga pastar a su ganado. Y lo están logrando. Se ha vuelto imposible sacar a nuestros animales a pastar. Ahora tenemos que comprarles comida durante todo el año. Antes, este gasto solía producirse sólo durante los meses de invierno.
Mi padre dice que todo esto lo hacen para matar de hambre primero a nuestros animales y después a nosotros. El objetivo final: obligarnos a abandonar nuestros hogares y nuestras tierras.
Pero no nos iremos a ninguna parte. Nos quedaremos; esta es la naturaleza del Sumud (la resiliencia palestina). Protegeremos nuestra tierra mientras sigamos respirando.
[Nota: este relato en primera persona es de Sami Hureini, contado a Mehboob Jeelani, productora ejecutiva de TRT World].