La maestra que ilumina el camino de los niños en Gaza con sus clases
La brutal ofensiva de Israel en Gaza ha destruido el sistema educativo, dejando a miles de niños desamparados. Duaa, una maestra, lucha por cumplir su deber a pesar de la devastación.
Duaa Qudaih siempre tuvo una pasión por enseñar. Mientras crecía en Al-Shojaiya, un ruidoso barrio de la Ciudad de Gaza, el impulso docente de esta palestina de 24 años nació del deseo por enfrentar la incapacidad que sufren los palestinos para difundir su historia en inglés al mundo exterior.
Después de terminar la secundaria, Duaa comenzó a estudiar literatura inglesa en la Universidad Islámica. Un periodo que, recuerda, estuvo lleno de alegría y éxito, y que eventualmente la llevó a combinar sus pasiones por la literatura y los estudios en inglés.
Tras obtener su diploma de maestra, empezó a realizar prácticas y a enseñar inglés en una escuela primaria.
"Fue uno de los mejores momentos de mi vida. Disfrutaba pasar tiempo con mis alumnos y gané mucha experiencia. Aprendí que enseñar no es solo un trabajo, es un deber que se debe cumplir con dedicación y honestidad", explica Duaa en conversación con TRT Español.
Durante ese tiempo, la educadora palestina tomó conciencia de la enseñanza y el impacto que podía tener en los estudiantes.
"Me di cuenta de que la clave para una enseñanza productiva es la buena relación entre el profesor y los estudiantes. El camino hacia la mente de los estudiantes pasa primero por sus corazones", afirma Duaa.
Durante ese tiempo, la educadora palestina tomó conciencia de la enseñanza y el impacto que podía tener en los estudiantes. (Abduallah Al Naami)
En 2023, Duaa obtuvo formalmente el título de maestra de escuela.
Sin embargo, la difícil realidad económica bajo el asedio de Israel la obligó a trabajar además en la tienda de ropa de su familia para obtener ingresos extra.
A medida que avanzaba en su carrera docente, Duaa comenzó un ambicioso programa de maestría en traducción en la Universidad Al-Azhar de Gaza en 2023.
Estaba muy feliz y emocionada por este nuevo camino, pero el entusiasmo no duró mucho.
Aproximadamente dos meses después de empezar sus estudios, estalló la ofensiva de Israel en Gaza.
Y la vida se detuvo en el enclave.
Una vida en medio del desplazamiento
La brutal ofensiva de Israel ha matado a más de 40.000 palestinos, en su mayoría mujeres y niños. Además ha paralizado la educación durante más de 11 meses y destruido la mayoría de las instituciones educativas.
Duaa, como miles de palestinos, ha vivido este desarraigo en carne propia.
Cuando el Ejército de Israel lanzó una operación masiva de bombardeos al principio de la ofensiva, Duaa y su familia —su padre, madre, hermanos y hermana— fueron forzados a evacuar su hogar en el barrio de Al-Shojaiya, al este de la Ciudad de Gaza.
Huyeron a la casa de unos familiares en el campo de refugiados de Nuseirat, un viaje que normalmente tomaría 45 minutos, pero que, en medio del éxodo masivo de miles de palestinos, les llevó mucho más tiempo.
Duaa ha luchado por mantener vivo su sueño, lidiando con sus propias experiencias oscuras. (Abduallah Al Naami)
Al fin, toda la familia llegó a compartir una sola habitación sin ropa ni colchones.
"No nos llevamos nada de nuestra casa. Pensamos que regresaríamos en una semana. Nadie pensó que la ofensiva duraría tanto", señala Duaa.
Después de un mes en Nuseirat, y mientras los bombardeos se intensificaban, su familia se trasladó a Deir al-Balah.
Quedaron impactados por la nueva realidad.
"Aún recuerdo la primera noche en la carpa. Nuestra carpa estaba en ruinas. No teníamos mantas ni colchones", relata Duaa. "Ninguno de nosotros podía dormir. Miré a mi familia, exhausta y perdida. Era como si sus ojos dijeran: '¿Dónde estamos?' Éramos una familia feliz que vivía en una casa de cinco pisos. Ahora, ni siquiera tenemos una tienda para protegernos del frío o algo para dormir", añade.
La difícil situación afectó duramente a la familia, recuerda Duaa: "Nuestros rostros estuvieron cubiertos de dolor y lágrimas durante toda la noche".
Además de los bombardeos, las condiciones, como el invierno, complicaron la situación.
Duaa también relata cómo la lluvia se filtraba dentro de la carpa y cómo el frío enfermaba a la familia.
"No hay palabras para describir el sufrimiento que tuvimos que vivir cada día. Nadie puede soportar las miserables condiciones de vida en los campos de desplazados", sostieneDuaa.
En medio de la barbarie israelí contra los palestinos, Duaa comenzó a reflexionar sobre lo que realmente valoraba.
Duaa se sintió obligada a hacer algo y decidió crear un aula improvisada en el campo de refugiados. (Abduallah Al Naami)
"Me preguntaba que, si sobrevivíamos a la guerra, ¿tendría yo alguna vez la oportunidad de cumplir mi sueño de convertirme en profesora? ¿Cuántos años llevaría reconstruir las escuelas e instituciones educativas destruidas? ¿Perdería los mejores años de mi vida por culpa de la guerra y sus efectos? Siempre he creído que la energía de la juventud es muy importante para la educación", afirma.
Duaa ha luchado por mantener vivo su sueño, lidiando con sus propias experiencias oscuras.
"Cuando pienso o escucho la palabra 'desplazamiento', vienen a mi mente un montón de recuerdos dolorosos y miserables de las duras experiencias que viví. Son 10 meses de guerra y todavía sigue hoy", admite.
Reviviendo la educación
Sin embargo, su resiliencia terminó por cosechar frutos para su comunidad.
Durante una caminata por el campamento observó a numerosos niños desplazados. Estaban sentados, con caras tristes y aburridas, incapaces de regresar a casa o estudiar.
Duaa se sintió obligada a hacer algo y decidió crear un aula improvisada en el campo de refugiados.
Con el respaldo de su familia, sus hermanos proporcionaron los suministros necesarios, que incluían una pizarra, bolígrafos y cuadernos.
Durante meses, Duaa trabajó intensamente de acuerdo a las necesidades de cada niño, ayudándolos a recuperar la esperanza, la confianza en sí mismos y la vida como estudiantes. (Abduallah Al Naami)
Así, poco a poco, Duaa empezó a regresar a una vida de enseñanza, organizando la clase y planeandolas lecciones.
Informó a las familias del campamento sobre la iniciativa, a la que llamó "Clase de Paz y Libertad".
"Se refiere al derecho de los niños a vivir en paz y libertad, derechos que la guerra les ha arrebatado", explica Duaa.
Después de trabajar arduamente para prepararlo todo, llegó el primer día de clases. Al menos 25 niños, de entre 5 y 15 años, asistieron acompañados por sus padres.
"Estaba muy emocionada. No esperaba una respuesta tan positiva de los padres para registrar a sus hijos en mi clase y su disposición a seguir el progreso de sus hijos", comenta Duaa.
Al comenzar la clase, Duaa notó los efectos psicológicos y físicos que los ataques israelíes han dejado en los niños.
"Al principio, la tarea fue muy difícil, sobre todo porque estaba tratando con niños que habían sufrido distintos tipos de violencia, miedo, ansiedad, pérdida e incluso hambre, lo cual tenía un impacto negativo en su comportamiento y estado psicológico", explica Duaa.
Esto llevó a un cambio en el enfoque de la clase y volviéndolo más personal.
"Mi prioridad fue ayudar a los niños a recuperar la confianza en sí mismos, superar los sentimientos negativos e integrarlos en un entorno educativo saludable", relata.
Con la ayuda de su hermano mayor, que tiene una maestría en administración educativa, Duaa elaboró planes para asistir a los niños a expresar y superar sus sentimientos negativos. También preparó actividades lúdicas para fomentar la alegría y la armonía entre la maestra y los alumnos.
Sin embargo, la tarea requería un gran esfuerzo.
Durante meses, Duaa trabajó intensamente de acuerdo a las necesidades de cada niño, ayudándolos a recuperar la esperanza, la confianza en sí mismos y la vida como estudiantes.
"El proceso fue agotador y demandante, pero ver los resultados positivos en los niños y sus sonrisas me motivó a seguir adelante", afirma Duaa.
En las lecciones, Duaa ha enseñado principalmente inglés, con el objetivo de permitir que los palestinos cuenten su historia. Sin embargo, también incluye diversas actividades educativas y recreativas a diario, como recitales del Corán, clases de canto, lecciones de dabke (un baile tradicional del Medio Oriente) y juegos.
Un éxito gratificante
Durante más de cinco meses, Duaa ha dedicado todo su tiempo y esfuerzo a sus alumnos en la Clase de Paz y Libertad.
A nivel personal, se consuela con el impacto positivo que ha tenido en los estudiantes.
"Utilicé métodos de enseñanza modernos en mi clase, y parte de ello fue crear un vínculo amistoso entre la maestra y los estudiantes, aumentar su confianza en sí mismos y animarlos a participar y expresar sus opiniones y pensamientos. Me encantó ver la felicidad en los rostros de mis alumnos cuando participábamos en juegos, dabke y otras actividades", afirma Duaa.
Durante las clases, Duaa ha presenciado de primera mano cómo la devastación ha afectado a los niños. (Abduallah Al Naami)
Ese vínculo de amistad ahora se extiende más allá del aula.
"Incluso después de clase, mis alumnos me siguen hasta mi carpa, donde hablamos, reímos y compartimos historias y recuerdos, como si fuéramos amigos de toda la vida", dice Duaa. "Me llena el corazón de alegría ver a mis alumnos felices de verme cuando camino por el campamento".
Durante las clases, Duaa ha presenciado de primera mano cómo la devastación ha afectado a los niños.
En una ocasión, encontró a un niño durmiendo en clase. Cuando finalmente despertó, le preguntó por qué dormía, y él respondió que su madre seguía en el norte de Gaza y no se sentía seguro ni cómodo tras haberse separado de ella. Su estado de ánimo cambió después de conocer a Duaa, asistir a clases y comenzar a formar lazos con otros niños.
En otro caso, una de sus estudiantes se preparaba para abandonar el campamento con su familia y regresar al campo de refugiados de Al-Buraij. La niña se despidió de Duaa con lágrimas en los ojos.
"Fue muy conmovedor ver la sinceridad de los sentimientos de los niños. Lloré mucho ese día y le di mi número, con la esperanza de que nos reencontráramos cuando terminara la guerra", recuerda Duaa.
En otra ocasión, corrió el rumor en el campamento de que Israel había permitido a los desplazados regresar a sus hogares en la Ciudad de Gaza y el norte del enclave. Duaa se sorprendió al ver a más de 30 niños de su clase frente a su carpa: muchos lucían tristes, algunos lloraban y le pedían que no abandonara el campamento.
"Me conmovió mucho ver el impacto que tuve en los estudiantes y el amor que me tenían como maestra", comenta Duaa.
Tras el éxito de la "Clase de Paz y Libertad", Duaa decidió expandir la iniciativa para convertirla en la "Escuela de Paz y Libertad".
Ahora cuenta con seis aulas, incluyendo material educativo, juegos y dibujos. La escuela ha acogido a 500 estudiantes en distintos turnos, y Duaa ahora cuenta con un equipo de siete empleados, cada uno con un plan preestablecido.
Duaa también publica todos sus métodos y planes educativos para que otros profesores puedan aplicarlos, permitiendo que los niños de toda Gaza se beneficien.
Como otros palestinos que han sentido una inmensa frustración, desesperación y pérdida, Duaa ha logrado unir a los más jóvenes, afectados por el conflicto, y brindarles esperanza.
"He dedicado todo mi tiempo y capacidades a cumplir mi deber como maestra hacia mi pueblo y mi país, Palestina. Continuaré mi trabajo, y algún día Gaza volverá a ser como era antes de la guerra, e incluso mejor", concluye Duaa.