Para palestinos, la tregua es sólo una pausa agridulce en su supervivencia

Un alto el fuego ofrece a Gaza un frágil respiro, pero reconstruir vidas, comunidades y esperanzas destrozadas requerirá una inmensa resiliencia y apoyo mundial.

La alegría de los palestinos al escuchar sobre el alto el fuego fue efímera, ya que muchos comenzaron a recordar la realidad de lo que han perdido en esta brutal ofensiva. / Foto: Mohammed Salem. Reuters.
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La alegría de los palestinos al escuchar sobre el alto el fuego fue efímera, ya que muchos comenzaron a recordar la realidad de lo que han perdido en esta brutal ofensiva. / Foto: Mohammed Salem. Reuters.

Cuando se anunció el alto el fuego en Gaza el miércoles, no fue recibido con los vítores jubilosos que uno podría imaginar. En su lugar, se encontró con silencio e introspección, como si solo un vidente pudiera adivinar lo que deparaba el futuro.

Para muchos, el anuncio trajo emociones encontradas. Para algunos, representó un respiro momentáneo de una ofensiva que ha devastado la región durante más de un año; para otros, fue un recordatorio sobrio de que el fin de esta agresión no implica necesariamente el comienzo de la paz, sino el retorno a una existencia dolorosa y fracturada.

Quienes primero saltaron de alegría se encontraron llorando momentos después, las memorias de la ofensiva irrumpiendo como una marea que los arrastraba hacia la desesperación. Otros permanecieron insensibles, incapaces de llorar o de celebrar, incapaces de confiar en que la agresión realmente había terminado. El horror implacable había dejado su huella, una marca que ningún alto el fuego podría borrar.

Dejando a un lado los temores, el alto el fuego era una necesidad absoluta para detener la aniquilación de personas que han soportado un sufrimiento inimaginable en su lucha por la libertad.

Sin embargo, el camino para devolverle la vida a Gaza está plagado de desafíos. La agresión no solo ha dejado destrucción física, sino que también ha quebrantado los lazos sociales y fracturado el espíritu colectivo de su gente.

El desplazamiento forzado ha convertido barrios que antes eran vibrantes en vacíos fantasmales. Las escuelas que antes resonaban con las risas de los niños ahora sirven como refugios temporales para los desplazados.

Los hospitales, que han agotado sus recursos , son un triste testimonio de la lucha por salvar a los heridos. El hospital Al-Shifa, el más grande de Gaza, yace en ruinas junto con los hospitales Kamal Adwan y Al-Awda en el norte, dejando al sistema de salud pública en escombros y poniendo en peligro la vida de miles de personas.

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Palestinos desplazados regresan al campamento de Yabalia en Gaza poco antes de que se implemente el alto al fuego entre Israel y Hamás, mediado por Qatar. / Foto: AFP.

La fragilidad de la paz

Según los términos del alto el fuego, los bombardeos en Gaza deberían cesar hoy.

Sin embargo, las heridas psicológicas permanecen abiertas. Niños que han visto cómo sus hogares y recuerdos eran reducidos a cenizas frente a sus ojos, mujeres que han perdido a sus esposos y jóvenes cuyas aspiraciones han sido arrebatadas, deambulan entre los escombros, desorientados y perdidos.

¿Cómo reconstruir una sociedad en medio de tanto dolor?

En Gaza, la mera supervivencia es un acto de resistencia. No hay tiempo para descansar. Los residentes deben comenzar a rescatar lo que queda y reconstruir sus vidas. El horizonte está vacío de casas, fábricas, tiendas y escuelas, pero las personas se aferran a la esperanza de que la vida puede continuar, incluso en las circunstancias más sombrías.

Grandes preguntas se ciernen: ¿Cómo se reconstruirá la ciudad? ¿De dónde provendrán los fondos? ¿Llegará la ayuda internacional a quienes más la necesitan, o se perderá en la burocracia de la mala gestión? La experiencia pasada ha enseñado a los palestinos en Gaza que la reconstrucción es un camino largo y arduo, a menudo plagado de retrasos e ineficiencias.

Desastres pospuestos

Para quienes han perdido a sus seres queridos, el alto el fuego no ofrece ningún consuelo. Por el contrario, les da más tiempo para reflexionar sobre su dolor. Más de 46.000 vidas se han perdido en esta ofensiva, y más de 100.000 personas han resultado heridas.

Miles de personas aún permanecen sepultadas bajo los escombros. En los campamentos improvisados, las mujeres se reúnen en círculos, compartiendo recuerdos de quienes nunca volverán. Los niños hacen preguntas desgarradoras: “¿Dónde está mi papá?” o “¿Volveremos a casa?”. Son preguntas que flotan en el aire. Un peso que ningún padre puede soportar.

Sin embargo, en medio del luto, surgen destellos de resiliencia. Algunos se atreven a soñar, buscando formas creativas de reconstruir y apoyar a quienes lo han perdido todo. Agricultores que han visto sus cultivos devastados y dueños de fábricas que han perdido sus medios de subsistencia buscan maneras de empezar de nuevo.

No obstante, el camino hacia adelante es empinado e incierto, y exige el apoyo inquebrantable de la comunidad internacional.

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Un niño está junto a los cuerpos de cuatro miembros de la familia palestina al-Qadra, muertos en un ataque israelí en el norte de Jan Yunis, al sur de Gaza, el 18 de enero de 2025, un día antes del esperado alto el fuego entre Israel y Hamás. / Foto: Bashar Taleb. AFP.

Necesidades urgentes

La prioridad inmediata es proporcionar refugio a los desplazados, en particular a quienes regresan al norte de Gaza. Se necesitan con urgencia refugios móviles y tiendas de campaña. La ayuda médica es crucial, con decenas de miles de heridos aún esperando tratamiento.

La destrucción de la infraestructura de agua y alcantarillado en Gaza amenaza con desatar una crisis sanitaria de gran magnitud, especialmente ahora que más de un millón de desplazados regresan al norte. Rehabilitar esta infraestructura es crucial para prevenir un sufrimiento aún mayor y garantizar la supervivencia a largo plazo.

La educación es otra preocupación urgente.

Las escuelas han permanecido cerradas durante dos años consecutivos, y las pocas que aún se mantienen en pie están dañadas o sirven de refugio para familias desplazadas. Es imprescindible implementar soluciones temporales, como aulas móviles, para devolver un mínimo de normalidad a los niños de Gaza, quienes han soportado un trauma inimaginable.

Cada niño en Gaza lleva las cicatrices de esta brutal masacre.

Abordar sus heridas psicológicas requerirá esfuerzos dedicados de organizaciones internacionales, incluyendo terapias a través del arte, la música, la narración y otros medios creativos. Sin este apoyo, muchos niños podrían enfrentar dificultades para reintegrarse tanto en la educación formal como en la sociedad.

AA

Niños en Gaza, Palestina.

El largo camino por delante

Restaurar la vida en Gaza no se trata únicamente de reconstrucción. Requiere una visión integral que aborde las heridas psicológicas, sociales y económicas que ha dejado la ofensiva.

La comunidad internacional debe ofrecer un apoyo realista y sostenible para garantizar que el pueblo de Gaza pueda hacer más que solo sobrevivir. Necesitan la oportunidad de vivir. Una y otra vez, el pueblo de Gaza ha demostrado ser resiliente. Pero la resiliencia por sí sola no basta. Es necesario reconstruir hogares, escuelas y comunidades.

El alto el fuego puede marcar el fin de los bombardeos, pero el camino hacia la sanación y la reconstrucción de Gaza sigue siendo largo y arduo.

Incluso en medio de la devastación, los habitantes de Gaza están tratando de crear algo nuevo: un lugar al que puedan volver a llamar hogar, un lugar donde los niños puedan reír y aprender, un lugar donde la vida pueda comenzar de nuevo. Gaza, como su gente, encontrará una manera de sobrevivir. Pero el mundo debe apoyarlos, no sólo con palabras sino con hechos, para garantizar que su lucha no sea en vano.

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