Por aferrarse al poder, Netanyahu rechaza cualquier posibilidad de paz

A pesar de que ha perdido apoyo, tanto en su país como a nivel internacional, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, sigue tomando sus decisiones impulsado más por su supervivencia política que por terminar la brutal ofensiva contra Gaza.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, habla mientras asiste a una ceremonia para la 70ª cohorte de oficiales de combate militares, en una base del ejército cerca de Mitzpe Ramon, Israel, el 31 de octubre de 2024. / Foto: Reuters
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El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, habla mientras asiste a una ceremonia para la 70ª cohorte de oficiales de combate militares, en una base del ejército cerca de Mitzpe Ramon, Israel, el 31 de octubre de 2024. / Foto: Reuters

En un intento desesperado por aferrarse al poder y evitar su propia caída política, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, emprendió un camino del cual no hay retorno y hace que la posibilidad de paz en Oriente Medio sea más lejana que nunca.

Para muchos, el líder es poco menos que un paria, debido a las órdenes de arresto que ha solicitado en su contra el fiscal de la Corte Penal Internacional, así como el rechazo mundial por su masacre incesante en Gaza, donde ha supervisado activamente crímenes contra la humanidad.

Netanyahu también ha mostrado una inclinación a la imprudencia en sus decisiones políticas internas y una aceptación descarada de su responsabilidad en crímenes de guerra, lo que lo convierte en un líder solitario, un demagogo y una figura autoritaria tanto en la política israelí como en los asuntos internacionales.

Entonces, ¿qué ha hecho el Gobierno de Netanyahu en términos de políticas internas y regionales?

Intento de genocidio

Incluso en medio de una ofensiva o un conflicto, los líderes deben asumir la responsabilidad de actuar de manera racional y moral. Sin embargo, las pruebas sugieren que Netanyahu ha ignorado por completo este principio.

Con su inflexible determinación de continuar con las masacres en Gaza y Líbano ha fracturado aún más Oriente Medio durante los últimos meses.

La pobreza ha aumentado, se ha producido un desplazamiento masivo de palestinos, libaneses y sirios, y las posibilidades de un alto el fuego se han desvanecido, a pesar de que la Cumbre Árabe-Islámica de 2024 condenó de manera rotunda la agresión israelí.

La crisis de seguridad en Oriente Medio se ha agravado debido al desprecio de Netanyahu por la vida humana y la negativa de los países de Occidente a frenar sus acciones. Esto ha fortalecido a los grupos terroristas, que ahora consideran que pueden atacar a civiles en otros países con impunidad.

Las intenciones genocidas de Netanyahu son comparables con las de Adolf Hitler en la Alemania nazi. El bombardeo implacable de Gaza bajo su liderazgo, los recientes ataques a Siria y Líbano que han provocado la muerte de civiles inocentes y su rechazo a cualquier acuerdo de alto el fuego en el enclave son pruebas claras de su impulso hacia la eliminación de palestinos y árabes.

La insensibilidad de Netanyahu ante la pérdida de vidas humanas es aún más alarmante dada su postura de defender "la civilización occidental contra la barbarie".

Tomemos como ejemplo su reacción a los ataques con localizadores electrónicos en Líbano durante septiembre pasado. A pesar del consenso entre expertos de derechos humanos y de las Naciones Unidas sobre que la explosión de miles de dispositivos electrónicos portátiles en el Líbano fue una "aterradora violación del derecho internacional", la oficina de Netanyahu confirmó descaradamente que él personalmente aprobó los ataques.

De hecho, según los medios de comunicación israelíes, Netanyahu autorizó con los ataques a pesar de la oposición de los altos funcionarios de defensa. Esta despreocupación y apatía ante la muerte de civiles en Líbano y el amordazamiento de las críticas sugieren tendencias sádicas e inhumanas.

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Personas durante una protesta en Jerusalén contra el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y su gobierno el 28 de octubre de 2024. Foto: REUTERS/Violeta Santos Moura

El desprecio del primer ministro por la opinión colectiva dentro de Israel, así como su insistencia de que matar a ciudadanos inocentes es un imperativo moral, también hacen de Netanyahu un fascista que no cree en la construcción de consensos ni en la aceptación de diferentes escuelas de pensamiento a la hora de formular políticas.

Esas opiniones y políticas no sólo lo convierten en un caso aparte en las relaciones internacionales, sino que demuestran su desprecio por el bienestar de su propio pueblo.

Crisis interna en Israel

Con Netanyahu, la economía israelí enfrenta a una mayor incertidumbre. Economistas como el exjefe del Banco Central de Israel, Karnit Flug, lo atribuyen a las ofensivas en curso contra Gaza y Líbano. En esa línea advierten que los daños internos a largo plazo son inminentes.

Idealmente, los líderes soberanos comprometidos con el bienestar público y la prosperidad localizada aprobarían presupuestos con provisiones para los ciudadanos, además de medidas como la ampliación de las redes de seguridad social y el aumento de la financiación del desarrollo educativo, para evitar el descontento juvenil.

El Gobierno de Netanyahu, sin embargo, se ha aventurado en la dirección opuesta.

Este mes, el gabinete israelí aprobó un presupuesto estatal para 2025, que aumenta significativamente el gasto en defensa a expensas de los servicios sociales, la salud y la educación para el ciudadano israelí promedio. El presupuesto de Netanyahu también plantea recortes en sectores de la economía no relacionados con la seguridad, incrementos de impuestos, una congelación de las prestaciones sociales y un descenso de los salarios del sector público para los ciudadanos israelíes.

El nuevo presupuesto también obligaría a los israelíes con salarios promedio a pagar impuestos más altos en medio de la congelación de los pagos gubernamentales a los ancianos, los discapacitados y los supervivientes del Holocausto.

Los múltiples desafíos en materia de seguridad no han hecho más que empeorar para el público israelí a medida que Hezbollah intenta tomar represalias con sus propios ataques en el norte.

Ahora, Netanyahu ha puesto en peligro la seguridad personal del ciudadano israelí medio. A ello se suma el fracaso a la hora de conseguir la liberación de los rehenes restantes, lo que no ha hecho sino aumentar la ira y la inseguridad entre los israelíes.

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Netanyahu despide al ministro de Defensa israelí Gallant y desata protestas

Campaña de desinformación

En medio de un apoyo cada vez menor dentro y fuera del país, a Netanyahu sólo le quedan sus palabras. Y estas han estado plagadas de inexactitudes durante toda su carrera política.

Tomemos como ejemplo su discurso ante el Congreso de Estados Unidos en julio. Elogió a Israel por permitir la entrada de más de 40.000 camiones de ayuda humanitaria a Gaza durante la ofensiva y negó que se estuviera aplicando cualquier política de hambruna.

Sin embargo, esto distaba mucho de la realidad. Según las Naciones Unidas, Israel ha implementado un bloqueo total, que incluye prohibiciones de alimentos, agua y medicinas. Aunque el suministro de ayuda se suavizó un poco debido a la presión internacional, las afirmaciones de Netanyahu son una distorsión de la realidad y forman parte de sus hostilidades propagandísticas.

Esto incluye declaraciones en las que cuestiona las afirmaciones del fiscal de la CPI de que Israel está matando deliberadamente a civiles en Gaza y niega el número de víctimas comunicado internacionalmente en Rafah. Esta difusión de desinformación tiene como objetivo influir en la opinión pública nacional e internacional a favor de Netanyahu mientras este sigue cometiendo crímenes contra la humanidad.

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Miles de israelíes se reúnen frente al edificio del Ministerio de Defensa de Israel, sosteniendo pancartas y banderas israelíes para protestar contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. / Foto: AA

En última instancia, el propio pueblo de Netanyahu no cree en su campaña de desinformación. A medida que aumentan las críticas internacionales y nacionales, el primer ministro ha optado por salvaguardar su propio puesto amordazando a la oposición israelí.

Recientemente, destituyó al ministro de Defensa, Yoav Gallant. Esto ocurrió el mismo día en que se celebraron las elecciones en Estados Unidos, lo que sugiere que el primer ministro estaba actuando para obligar a la nueva administración a tratar únicamente con él (Estados Unidos mantenía excelentes lazos con Gallant).

El despido de Gallant coincidió también con la publicación de reportes según los cuales Netanyahu había sido informado con antelación de la incursión de Hamás del 7 de octubre y había intentado encubrirlas. Esto llevó a algunos analistas a especular que Netanyahu despidió a Gallant para desviar la atención pública de su último escándalo.

Si ese es el caso, este es sólo otro ejemplo de que el primer ministro israelí es un maestro del engaño en su lucha por aferrarse al poder.

Sin embargo, la triste verdad es ,mientras Netanyahu siga en el cargo, la seguridad en Oriente Medio seguirá estando comprometida, los israelíes seguirán sintiendo una crisis económica interna y la seguridad de todos estará en peligro. Esto tiene amplias implicaciones para la paz internacional, dado el efecto dominó de la inestabilidad regional sobre la economía mundial.

Otra mala noticia es que quienquiera que le sustituya probablemente no mejorará la difícil situación de los palestinos, sobre todo cuando Donald Trump vuelva al poder en Washington. Así pues, se prevé que la ocupación se fortalezca aún más, junto con la continua normalización del sufrimiento palestino y nuevas amenazas a la estabilidad estratégica en Oriente Próximo.

En este sentido, Netanyahu ha puesto la mesa y es en gran parte responsable de este desastre.

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