¿Qué significa para el futuro de Hezbollah la frágil tregua en Líbano?

En medio de las condiciones cambiantes en el Líbano, el grupo Hezbollah tendrá que recalibrar sus objetivos y acciones para mantenerse relevante en la región.

El creciente interés de Hezbollah por la política interna en el futuro cercano parece inevitable en medio del contexto de reconstrucción del Líbano tras la ofensiva de Israel. / Foto: AP.
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El creciente interés de Hezbollah por la política interna en el futuro cercano parece inevitable en medio del contexto de reconstrucción del Líbano tras la ofensiva de Israel. / Foto: AP.

Luego de librar intensos combates transfronterizos en Líbano, Israel y Hezbollah acordaron un alto el fuego en la última semana de noviembre.

Los informes indican que los ataques de Tel Aviv durante los últimos dos meses mataron a casi 4.000 personas e hirieron a otras 16.000, además de desarraigar a más de un millón de ciudadanos libaneses.

Según reportes de medios israelíes, el acuerdo de alto el fuego exige que Hezbollah y otros grupos de resistencia se abstengan de realizar cualquier acción militar contra Israel desde territorio libanés.

Simultáneamente, Israel se compromete a no lanzar ofensivas terrestres, aéreas o marítimas contra Líbano, para así poner fin a los enfrentamientos militares directos entre ambas partes.

Sin embargo, reportes de medios de comunicación indican que Israel ha violado el alto el fuego más de 100 veces, lo que evidencia la incertidumbre de la tregua.

A pesar de la fragilidad de este cese del fuego, muchos albergan la esperanza de una paz permanente, pues el acuerdo hace referencia a la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que obliga al Líbano e Israel a adherirse plenamente a este marco internacional.

Otra disposición clave para el Líbano establece que solo las fuerzas de seguridad y militares oficiales están autorizadas a portar armas y llevar a cabo operaciones militares en el sur del país.

Justamente, este punto representa un avance significativo para contener las actividades de grupos armados en la región.

Además, el Estado del Líbano supervisará la importación de armas y equipos militares para reforzar la soberanía del país.

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Se espera que el Líbano despliegue sus fuerzas de seguridad y unidades militares a lo largo de sus fronteras en el sur, así como en puntos estratégicos designados, mientras que Israel retirará sus tropas hasta la Línea Azul del Sur en un plazo de 60 días.

Aún así, las interpretaciones del acuerdo están divididas. Algunos analistas lo presentan como un triunfo para Israel, mientras que otros lo enmarcan como una victoria para el Hezbollah libanés.

Quedan grandes preguntas: ¿quién emergerá realmente como vencedor y cuál será la trayectoria futura de Hezbollah?

¿Es una victoria de Hezbollah?

Funcionarios y medios de comunicación iraníes fueron de los primeros en aplaudir el alto el fuego y en calificarlo como una victoria significativa para Hezbollah. El comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán, el general Hossein Salami, felicitó a Naim Qassem, el secretario general de Hezbollah.

En su mensaje, Salami describió el alto el fuego como una derrota estratégica y humillante para Israel. De hecho, sugirió que la tregua podría significar la conclusión de la ofensiva en Gaza y el inicio de un cese del fuego más amplio.

En una publicación de X, el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Seyed Abbas Araghchi, comentó que “Hezbollah ha destrozado una vez más el mito de la invencibilidad de Israel”. Y añadió que el primer ministro Benjamín Netanyahu se había visto obligado a aceptar el alto el fuego.

Quienes defienden que el alto el fuego representa una victoria para Hezbollah señalan que, al comienzo de las hostilidades, Israel aseguró que su objetivo principal era asegurar sus fronteras en el norte y facilitar el regreso de los colonos a la región.

Sin embargo, durante 56 días de intensas ofensivas, Tel Aviv no pudo eliminar la influencia de Hezbollah en las áreas fronterizas, por lo que no logró alcanzar esta meta declarada.

La necesidad del Ejército de Israel de mantener una presencia militar concentrada en el norte disminuyó su capacidad operativa en el frente de Gaza, lo que obligó a aproximadamente 60.000 colonos a permanecer desplazados durante períodos prolongados.

Esta situación subraya la incapacidad de Israel para establecer una seguridad a largo plazo en la frontera libanesa y pone en evidencia la desviación de sus objetivos militares principales.

Por otro lado, a pesar de sufrir pérdidas en su estructura de mando, Hezbollah reconstruyó con éxito y rapidez su marco organizativo, lo que le permitió sostener sus ataques.

Los lanzamientos de misiles contra Tel Aviv y Haifa, en particular, expusieron vulnerabilidades significativas en los sistemas de seguridad de Israel.

Cabe destacar que Israel no pudo neutralizar totalmente las capacidades de misiles y drones de Hezbollah, a pesar de la intensidad de sus ofensivas durante las primeras etapas del conflicto.

Los ataques a gran escala, en especial en los últimos días, obligaron a una parte importante de la población israelí a buscar refugio en albergues. En consecuencia, el régimen de Tel Aviv no logró asegurar sus objetivos militares previstos sobre el terreno , lo que lo impulsó a buscar una solución política mediante negociaciones.

Para quienes consideran que Hezbollah se apuntó una victoria, el poder militar superior de Israel y su dominio aéreo se vieron eclipsados ​​por sus fracasos estratégicos en las operaciones terrestres en el Líbano, alterando significativamente la dinámica sobre el terreno.

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Este escenario pone de relieve que las fuerzas israelíes enfrentaron desafíos sustanciales, no sólo a nivel operativo sino también a nivel político y psicológico.

El creciente número de pérdidas entre las tropas en el sur del Líbano, la incapacidad de establecer condiciones para el regreso seguro de los colonos en el norte y la sostenida resistencia de Hezbollah han desviado a la administración de Tel Aviv de sus objetivos estratégicos.

En este contexto, la decisión de Netanyahu de aceptar el alto el fuego refleja no sólo los fracasos en el campo de batalla sino también los costos económicos y políticos derivados del desgaste del ejército israelí y la continua movilización de reservistas.

El alto el fuego destaca el hecho de que Israel se ha visto obligado a recalibrar su postura a la luz de las realidades del campo de batalla, lo que indica un cambio profundo en el equilibrio de poder regional.

¿Pudo ser también una victoria de Israel?

Los comentaristas que interpretan el alto el fuego como una victoria para Israel apuntan principalmente a las pérdidas de Hezbollah y su acuerdo de retirarse de la frontera.

En esa línea, consideran que los ataques israelíes infligieron los golpes más significativos en la historia de Hezbollah, resultando en la pérdida de una porción sustancial de su liderazgo.

Las muertes del líder Hassan Nasrallah y su adjunto, Hashim Safiyeddin, figuras clave que dirigieron la organización durante muchos años, junto con estrategas políticos y militares como Nabil Kavouk, han dejado un vacío irreparable en las capacidades militares y políticas de Hezbollah.

Además, la pérdida de altos comandantes, incluidos Fuad Shukour, Ibrahim Aqil y Ali Kirki, que supervisaban el ala militar de la organización, ha minado significativamente la fuerza operativa de Hezbollah.

Según los términos del acuerdo de alto el fuego, Hezbollah se vio obligado a retirarse de la frontera entre Israel y el Líbano hacia zonas al norte del río Litani, una medida que se considera ampliamente que reduce sustancialmente la amenaza de la organización al norte de Israel.

Se argumenta que estos desarrollos han afectado profundamente no sólo a Hezbollah sino también a la alianza regional respaldada por Irán.

El panorama posterior al conflicto se percibe como un debilitamiento significativo de la posición regional de Hezbollah y de sus aliados, mientras que se considera que Israel ha obtenido ventajas estratégicas de este proceso.

¿Cuál será el futuro de Hezbollah?

El análisis de los comentarios sobre el alto el fuego en el Líbano revela una validez parcial desde todos los puntos de vista. Sin embargo, algunos aspectos se pasan por alto o se descuidan debido a una tendencia a interpretar los hechos a través de lentes ideológicos.

Entre estos descuidos, el más importante es la dimensión humanitaria, en especial la alegría de los miles de libaneses desplazados que regresan a sus hogares.

Las mayores víctimas de los ataques que se extendieron por dos meses en el Líbano fueron civiles inocentes, que ahora se han convertido en los principales beneficiarios del alto el fuego.

Entonces, ¿qué impacto podría tener este alto el fuego en el futuro de Hezbollah?

La tregua marca el comienzo de un período difícil para Hezbollah, no sólo en términos militares sino también en el contexto de la intrincada dinámica política interna del Líbano.

De hecho, las acciones de Hezbollah contra Israel, realizadas en apoyo a Hamás inmediatamente después de que comenzara la ofensiva contra Gaza el 7 de octubre, fueron interpretadas por el público libanés a través de diversos motivos, lo que desató intensos debates.

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Algunos defendían un destino histórico compartido entre Palestina y el Líbano, por lo que consideraban que esta intervención era una forma legítima de solidaridad. Otros criticaban vehementemente el conflicto por su incompatibilidad con los intereses nacionales del Líbano.

En este contexto, resulta particularmente destacable el enfoque de Gebran Bassil, líder del Movimiento Patriótico Libre y aliado cristiano clave de Hezbollah.

Aunque Bassil apoyó las capacidades armadas de Hezbollah, argumentó que este poder debería asignarse exclusivamente a las necesidades de defensa del Líbano, y criticó la participación de la organización en los conflictos centrados en Gaza.

Las críticas a Hezbollah no se limitaron a las divisiones ideológicas o sectarias, sino que también resonaron dentro de sus alianzas tradicionales.

A medida que la ofensiva se convirtió en un conflicto a gran escala, Hezbollah sufrió pérdidas significativas y al mismo tiempo enfrentó un proceso que puso en tela de juicio su apoyo social entre la población libanesa.

Se espera que la estricta aplicación de la resolución 1701 de la ONU restrinja la movilidad operativa de Hezbollah, mientras que las pérdidas críticas dentro de su liderazgo han obligado a la organización a emprender una reestructuración institucional.

Sin embargo, la legitimidad sociopolítica de la organización dentro de la comunidad chiíta, junto con sus capacidades militares, continúan manteniendo su posición como actor central en la política libanesa.

La creciente atención de Hezbollah en la política interna en el futuro cercano parece inevitable bajo el contexto de reconstrucción del Líbano después de las hostilidades.

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El hecho de que las zonas más afectadas por el conflicto con Israel sean los asentamientos de mayoría chiíta –que constituyen la base tradicional de la organización– podría llevar a Hezbollah a redefinir sus relaciones con estas comunidades.

Por otra parte, los esfuerzos de las facciones anti-Hezbollah por aprovechar este proceso como una oportunidad estratégica para limitar la influencia de la organización complicarán aún más el panorama político libanés.

Tras el conflicto, el sistema político del Líbano busca establecer un nuevo equilibrio. Para Hezbollah es fundamental reevaluar sus relaciones con otros actores políticos, en particular en el proceso de elección de un nuevo líder.

La posible transición de la organización de un movimiento de resistencia armada a un actor político marca una transformación que merece mucha atención, no sólo para la dinámica interna del Líbano sino también para la estabilidad regional.

Sin embargo, dadas las arraigadas fragilidades políticas del Líbano, es probable que este proceso enfrente desafíos importantes.

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