Serpientes y escorpiones aparecen en Gaza por el calor y la guerra

Reptiles y escorpiones invaden los campamentos de desplazados por los bombardeos israelíes debido al calor, aunque para los palestinos “el verdadero peligro viene del cielo”.

Durante los nueve meses que lleva la guerra de Israel contra Gaza, las familias palestinas han sido desarraigadas repetidamente y obligadas a atravesar el territorio de un lado a otro para escapar de los combates. / Foto: AP
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Durante los nueve meses que lleva la guerra de Israel contra Gaza, las familias palestinas han sido desarraigadas repetidamente y obligadas a atravesar el territorio de un lado a otro para escapar de los combates. / Foto: AP

El 27 de junio, a primera hora de la mañana, Mahmoud al Masry publicó en su cuenta de Instagram la foto de una serpiente descabezada. “Encontramos esta serpiente en la tienda de campaña pasada la medianoche. Si no fuera por la bondad y la ayuda de Dios, nos habría pasado algo malo”, escribió desde su refugio en el campo de refugiados de Jan Younis, en Gaza.

Su familia estaba sentada comiendo pan y queso cuando su hermano menor se dio cuenta de que la serpiente había entrado en la tienda. Entraron en pánico y salieron corriendo. Unos minutos después, Mahmoud regresó con un hacha y mató a la serpiente. “Pensé que era venenosa, pasamos mucho miedo”, dijo a TRT World.

Era la tercera que veía esa semana: una serpiente de aproximadamente un metro y medio de largo, con una hilera dorsal de manchas marrones.

Otras serpientes se habían cruzado con él antes, en los campos agrícolas de Beit Hanoun, en el norte de Gaza, donde vivió toda su vida, pero nunca una tan de cerca ni tan grande.

Sin embargo, en los últimos nueve meses, tras haber vivido en cinco campos de desplazados (Yabalia, Al Faluya, Deir al-Balah, Rafah y Jan Younis), Mahmoud y otras personas desplazadas en Gaza se han acostumbrado a ver todo tipo de “reptiles e insectos de aspecto extraño” en los campamentos y sus alrededores.

En el campamento de Nuseirat, en Deir al-Balah, por ejemplo, Abdulrahman Alkahlout se encontró con una serpiente mientras cavaba un hoyo en el suelo para bañarse. “Medía aproximadamente medio metro de largo y no creo que fuera agresiva”, dijo. Luego, unos días después, encontró un pequeño escorpión negro escondido en uno de los paquetes de ayuda humanitaria. “Antes de la guerra, nunca habíamos visto criaturas tan extrañas, pero ahora su presencia es habitual en las tiendas”, dijo Alkahlout.

Entre abril y junio, cuando las temperaturas superaron los 37ºC en Gaza, los avistamientos de serpientes y escorpiones se hicieron cada vez más comunes.

“Por supuesto, estos animales están activos todo el año en Palestina”, explicó Imad Atrash, director ejecutivo de la Sociedad Palestina de Vida Silvestre en Cisjordania. “Solo tenemos unos diez días de clima fresco al año, que es cuando hibernan. Pero cuando las temperaturas suben, a las serpientes les gusta ir a fuentes de agua para refrescarse, ya sea alcantarillado o agua dulce”.

Los escorpiones no necesitan agua, pero sí sombra. “Son pequeños y se esconden en las rocas, así que ahora deben estar escondidos entre los escombros”, dijo Atrash.

“Las bombas han contaminado el suelo. Se puede ver en las fotos, la tierra está quemada y negra. No es un hábitat cómodo para los escorpiones ni las serpientes. La guerra ha afectado a todas las criaturas y seres vivos, a la mayor parte de la tierra, a las piedras...”.

De las diez a doce especies de serpientes que se han visto en Gaza, se sabe que solo dos son venenosas: la víbora palestina (Deborah palestinae) y la víbora de escamas de sierra pintada (Echis coloratus).

“La mayoría de la gente no lo sabe”, afirma Atrash. “Ven una serpiente y creen que es venenosa, pero estoy seguro de que éstas son las únicas dos especies de este tipo que hay en Gaza, aunque no puedo hablar de las regiones desérticas del Sinaí y el Néguev”.

La víbora de escamas de sierra pintada rara vez se ve en Gaza. Los colegas de Atrash la han visto en dos ocasiones sobre el terreno. Pero la víbora palestina es más común, dijo, y agregó que "no hay registros de personas que hayan muerto por mordedura de serpiente".

“¿Conoces la historia de la víbora palestina? Los israelíes no pudieron cambiarle el nombre porque es el mismo en árabe, latín e inglés. Pero la Autoridad de Parques y Naturaleza de Israel lo cambió en hebreo a 'Víbora de la Tierra de Israel' ”, dijo con una sonrisa.

Invocando un dicho en árabe, “duerme cerca de la serpiente, pero ten cuidado con el escorpión”, dijo que las serpientes tienden a moverse en busca de alimento, pero es poco probable que dañen a alguien, a menos que se sientan amenazadas. “Los escorpiones, sin embargo, son más propensos a atacar”, añadió.

“Hay más escorpiones que serpientes”, afirma Abdel Rahman Rizqa, que vive en Deir al-Balah. Durante el día, visita a sus amigos en el campamento, que tienen que buscar asientos en el exterior, ya que las tiendas se calientan con el sol. “Normalmente, nos sentamos en una silla o un colchón sobre la arena con algo encima para protegernos de la luz del sol”, explica Rizqa. “En dos ocasiones vimos escorpiones de cerca. Matamos a uno, pero el otro se escapó”.

Según Atrash, en Gaza habitan tres tipos de escorpiones: “Los amarillos son muy peligrosos, los marrones son semivenenosos y los negros no son venenosos en absoluto, salvo los grandes, que también son raros de encontrar”.

En caso de una picadura o mordedura de serpiente no venenosa, la mayoría de los adultos sobreviven, pero los niños pueden ser vulnerables.

“Depende de la persona y de su sistema inmunológico”, explica Atrash. “Si me muerden, puedo poner la herida bajo el agua corriente y estaré bien. Pero los niños pequeños necesitan recibir antibióticos de inmediato porque las bacterias de la saliva de la serpiente pueden entrar en su torrente sanguíneo”.

Sin embargo, para los residentes desplazados de Gaza, las serpientes y los escorpiones son “la menor de sus preocupaciones”, mientras las bombas caen a intervalos frecuentes.

Rizqa se vio obligada a huir después de que su casa fuera destruida en un ataque aéreo israelí en la ciudad de Gaza en diciembre. Luego, en junio, su segunda casa en Deir al-Balah fue bombardeada.

“La principal amenaza sigue viniendo del cielo. Puede acabar con una vida construida durante años en un par de segundos”, afirmó.

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