Silwan sitiada: Israel ataca espacios comunitarios para expandir ocupación

En medio de su brutal agresión contra Gaza, Israel continúa expandiendo su ocupación en Jerusalén Este al revivir viejos casos legales con acusaciones sin fundamento.

Foto: Durante 2023, 102 edificios palestinos han sido demolidos en Jerusalén Este ocupada, según datos de la ONU. Foto: AA
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Foto: Durante 2023, 102 edificios palestinos han sido demolidos en Jerusalén Este ocupada, según datos de la ONU. Foto: AA

En 1948, Hilweh Siyam, una mujer de aproximadamente 40 años, fue asesinada por un francotirador sionista en la ciudad de Silwan, en Jerusalén Este ocupada. Desde entonces, el área se conoce como Wadi Hilweh, que traduce "valle de Hilweh".

Durante las décadas que han pasado desde ese momento, Israel ha expandido los asentamientos judíos ilegales en Silwan, sobre todo en los últimos años, atacando específicamente a determinadas familias, espacios y líderes comunitarios.

Actualmente, los residentes de Wadi Hilweh, incluidos los nietos de Hilweh Siyam, todavía continúan resistiendo la brutal ocupación.

Jawad Siyam, uno de sus nietos, fundó el Centro de Información de Wadi Hilweh en 2009 para fomentar el sentido de pertenencia entre la comunidad local. Y en especial para que los jóvenes se aferren a su historia.

Él cree que la ocupación sólo empezará a dar frutos si los jóvenes palestinos se olvidan de su tierra y de su herencia.

El Centro de Información de Wadi Hilweh enfrenta ahora una amenaza de demolición por parte de la ocupación israelí, que lo acusa de construir su edificio sin licencia. Sin embargo, este señalamiento carece de fundamento, ya que el edificio se construyó antes de 1967, cuando Israel se anexionó Jerusalén Este.

Esta no es la primera vez que Jawad, el director del centro, y la comunidad de Silwan enfrentan amenazas de demolición con razones infundadas. Él, por su parte, sigue comprometido a no abandonar el lugar.

"Pueden destruir el lugar, pero no pueden destruir la idea. La idea sigue conmigo y seguiré trabajando mientras exista", expresó a TRT World.

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El mismo día en que Jawad Siyam estableció el centro en 2009, las autoridades israelíes emitieron una orden de demolición del edificio. / Foto: Centro de información de Wadi Hilweh

'Deportación silencios

La mayoría de los palestinos que viven en Jerusalén Este ocupada no han obtenido la ciudadanía israelí y son forzados a convertirse en "residentes permanentes" desde la anexión unilateral de la ciudad por parte de Israel.

Sin embargo, incluso esta condición de “residente permanente” puede expirar si no tienen cómo pagar impuestos caros como el "Arnona", una tarifa municipal que se cobra a los palestinos que residen en áreas bajo control israelí, y que las autoridades de ese país definen como esencial para "mantener una conexión con la ciudad".

Entre 1967 y 2022, Israel revocó el estatus de residencia a 14.808 palestinos de Jerusalén Este ocupada, según cifras del Ministerio del Interior publicadas por la organización de derechos humanos Hamoked, que calificó esta práctica como una política "deportación silenciosa".

Si los estatus de residencia no se revocan, las autoridades israelíes suelen declarar ilegales ciertas casas determinadas y obligan a los propietarios palestinos a demolerlas ellos mismos en plazos establecidos o a pagar para que las excavadoras israelíes las aplasten.

Esta situación es especialmente frecuente en la zona de Silwan, en Jerusalén Este ocupada, situada junto al muro sur del recinto de Al Aqsa.

A pesar de tener uno de los impuestos “Arnona” más altos, los contribuyentes palestinos en Silwan dicen que no reciben casi ningún servicio básico como estacionamientos adecuados o fuentes de agua potable.

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El centro ofrece servicios de apoyo, como representación legal para menores palestinos detenidos en cárceles israelíes, y apoyo financiero a miles de residentes locales necesitados. / Foto: Centro de Información Wadi Hilweh

Comunidades en el punto de mira

El mismo día en que Jawad Siyam inauguró el Centro de Información de Wadi Hilweh en 2009, las autoridades israelíes emitieron una orden de demolición del edificio. La orden permaneció congelada durante una década hasta que en 2019 volvieron a renovarla.

“Durante esos 10 años, el centro fue objeto de frecuentes redadas, miembros del equipo fueron arrestados, incluido yo mismo en múltiples ocasiones, y me enfrenté a una presión constante y a impuestos exorbitantes”, explicó Jawad.

Anualmente paga aproximadamente 25.000 shekels israelíes por concepto de impuestos, lo que equivale a más de 6.700 dólares.

A principios de este año, el municipio presentó cargos contra Jawad, acusándolo de “utilizar un edificio sin licencia en una zona donde está prohibida la construcción”. La semana pasada se celebró la audiencia final y se emitió la orden de demolición.

"Durante las audiencias, las discusiones no se centraron en la estructura en sí ni en el permiso de construcción, sino que se debatió sobre las actividades que se llevan a cabo dentro del edificio", dice Jawad. Y destaca que la orden apunta principalmente a la unidad comunitaria local y no solo al edificio.

"Me dieron un año para demolerlo yo mismo. Sin embargo, les he informado que no lo haré, que lo hagan ellos cuando quieran. En tal caso, yo tendría que cubrir los costos totales de demolición, que podrían oscilar entre 60.000 shekels (16.400 dólares) y 200.000 shekels (54.600 dólares), dependiendo de la magnitud de la destrucción".

Desde el 13 de septiembre de 1993, cuando se firmaron los Acuerdos de Oslo, hasta finales de 2022, Israel demolió 2.787 edificios en Jerusalén Este ocupada, incluidos 213 financiados por donantes internacionales, según informó la organización de derechos humanos Consejo Mundial de Iglesias (CMI).

Las demoliciones en Jerusalén Este ocupada alcanzaron un pico el año pasado con 229 edificios, la cifra más alta desde 2009.

En lo que va de este año, 102 edificios palestinos ya han sido demolidos, según datos de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).

Registrando la ocupación

El centro comunitario que dirige Jawad funciona en una única sala de aproximadamente 35 metros cuadrados.

Aquí se ofrecen diversos servicios de apoyo, como representación legal para menores palestinos detenidos en cárceles israelíes, programas educativos para niños y jóvenes para crear conciencia sobre la historia de la ciudad, los pueblos destruidos y las tierras palestinas, así como la historia de la ocupación, entre otros. También se ofrece apoyo financiero a miles de vecinos necesitados.

Una de sus funciones más importantes consiste, en realidad, en documentar las violaciones cotidianas de los derechos básicos en su área local.

El sitio web del centro tiene un diario que documenta los acontecimientos en Jerusalén Este ocupada desde el 7 de octubre. Ahí se detallan los incidentes diarios de violencia perpetrados por fuerzas israelíes y colonos en toda la ciudad.

Jawad explica que lo hacen debido a la insuficiente cobertura mediática de la vida cotidiana en Jerusalén Este, y añade que se enfrentan a violaciones en todos los aspectos de su vida diaria, que deben documentarse meticulosamente y denunciarse a nivel mundial.

Jawad también dice que los palestinos tienen que pagar cuatro veces más por un litro de agua que los israelíes.

Y añade que a pesar de la poca cobertura que los grandes medios de comunicación han dado a estos hechos, existe una fuerte solidaridad internacional con el centro, ya que es el único lugar que ofrece información detallada sobre Jerusalén Este ocupada.

Un plan encubierto

Bayan Abbasi, quien trabaja como gerente de proyectos en Madaa Creative Centre, una organización dependiente del Centro de Información Wadi Hilweh, dice que la orden de demolición del centro no es la primera que afecta directamente a los espacios comunitarios en Silwan.

En 2012, establecieron el Café Cultural de Mujeres, un proyecto diseñado para que las mujeres del barrio se reúnan, creen artesanías, cocinen y vendan sus productos.

Sin embargo, apenas dos días después de su inauguración, llegaron excavadoras israelíes y lo demolieron.

Bayan cree que el ataque deliberado a los espacios comunitarios de la zona es una política de disuasión destinada a presionar a los palestinos para que vendan sus propiedades por enormes sumas de dinero y abandonen la tierra.

"Cualquiera en Silwan puede convertirse en millonario", afirma Jawad. "Incluso por una sola habitación o un metro cuadrado, te pueden ofrecer millones, como los 18 millones de dólares que ofrecieron por mi casa", añade.

“Pero todos somos conscientes del plan encubierto”.

La principal responsable de la ocupación de Silwan es la organización de colonos privada Elad, que en hebreo significa “A la Ciudad de David”. Fundada en 1986, Elad ha intentado comprar propiedades en Jerusalén Este a través de grupos en la sombra, expandiendo así la ocupación.

En 2019, el mismo grupo de colonos desalojó por la fuerza a la familia del hermano de Jawad de sus hogares en Silwan. Apenas dos días después de que los colonos expulsaran a la familia, el Tribunal de Distrito de Jerusalén se puso del lado de Elad y les otorgó la propiedad de la mayor parte de las propiedades de la familia Siyam, incluido el apartamento, una tienda y un patio.

La apelación de la familia contra el desalojo fue rápidamente desestimada por el tribunal israelí, y el propio Jawad fue arrestado durante el desalojo de la casa de su hermano.

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Los habitantes locales creen que el ataque deliberado a los espacios comunitarios de la zona es una política de disuasión. / Foto: Centro de información de Wadi Hilweh

Regalo de Dios

"Cuando era una niña pequeña, pasaba mucho tiempo jugando en la calle. Solíamos tener todas estas alegrías simples de la vida y lamentablemente ya no las tenemos. Si tuviera un hijo no lo dejaría jugar en la calle. No podría experimentar eso", le dice Bayan, de 32 años, a TRT World.

“Tratamos de ofrecer a los habitantes un rayo de esperanza, pero se niegan a dejarnos siquiera disfrutar de ella. Los colonos están en todas partes y esto se ha convertido en nuestra realidad cotidiana”, afirma.

A pesar de todo, se niega a abandonar su hogar por ello, trabaja en proyectos para enseñar a los niños a amar el barrio.

Tanto Bayan como Jawad creen que recibieron un regalo de Dios por nacer en el barrio en el que viven, a pesar de todas las dificultades.

"Debemos valorar este regalo y esforzarnos por preservarlo", afirma Bayan.

“Aunque es muy doloroso y terrible,estoy agradecido de que Dios me haya puesto aquí”, añade Jawad.

“Es nuestro deber luchar y estar en primera línea hasta el día de mi muerte al igual que mi hijo y mi hija, quienes seguirán luchando después de mí. Este es nuestro ciclo”.


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