El ecuatoriano que lo dejó todo para transformarse en sembrador de la selva

En Ecuador, el contador Omar Tello convirtió siete hectáreas devastadas por la tala de árboles en un área protegida con jardines. Hoy la visitan osos, monos y la sobrevuelan 120 especies de aves.

Omar Tello restauró y reforestó en su tiempo libre más de siete hectáreas de bosque en Ecuador junto a su familia.Foto: cortesía Omar Tello
Others

Omar Tello restauró y reforestó en su tiempo libre más de siete hectáreas de bosque en Ecuador junto a su familia.Foto: cortesía Omar Tello

Omar Tello se detiene con sus manos entrelazadas y mira al piso, buscando especies para mostrar en su jardín en el Puyo, en la provincia de Pastaza, al este de Ecuador, entre los Andes y la cabecera de la selva amazónica. Mientras camina y explica sobre las plantas, los turistas notan fácilmente su vasto conocimiento.

Es de esperarse. Omar restauró y reforestó en su tiempo libre más de siete hectáreas de bosque junto a su familia para, finalmente, dedicarse a tiempo completo a su sueño.

En 1980, Tello dejó su trabajo como contador. Una decisión que muchos juzgaron como una locura, pero para él era una visión: reforestar el bosque que vio perderse por la tala de árboles y la ganadería.

La deforestación en la Amazonía ecuatoriana

La expansión de la ganadería, el desarrollo de infraestructura, la extracción de recursos madereros, y la explotación de hidrocarburos son algunas de las amenazas que enfrenta la amazonía.

Según la ONG Ecociencia, en la Amazonía ecuatoriana se destinaron más de 486 hectáreas a la minería, tala y agricultura entre 1985 y 2022. En ese mismo periodo, el área perdió 500.000 hectáreas de cobertura natural. Es decir, el 6,6% de sus suelos.

Ángela Tello, hija de Omar, recuerda el amor por la naturaleza de su papá, y cómo ahorraba dinero para comprar tierra. “Esto era solo barro”, rememora ella sobre la tierra que, antes de que Tello la comprara, se había convertido en un lugar para que el ganado pastara en la zona o para el monocultivo de caña de azúcar.

Todas las mañanas entre semana, de 5 a 7, Omar solía trabajar la tierra antes de empezar su jornada laboral. Pero los fines de semana y días festivos, la restauración se convertía en una actividad familiar. “Él quería tener su bosque”, recuerda su hija Ángela.

Para fines de la década de 1980, Tello dejó su trabajo con la meta de concentrarse en el jardín. Y hoy contribuye con semillas para la reforestación.

Hasta el fin de los años 90, las actividades consistían en rehabilitar el suelo, fertilizar con serrín y caña de azúcar. Cuando el suelo volvió a ser fértil, empezaron a vender orquídeas, lo que hizo el jardín conocido a sus alrededores.

La naturaleza, un paraíso

Cuando recuerda sus inicios y qué lo motivó a dedicarse a la reforestación, Tello hace un pausa: “Nace de una remembranza que tengo desde niño cuando tenía unos cuatro años. Una remembranza de lo que era la naturaleza del paraíso. Porque entonces se podía ver libremente aves tucanes, los gallos de la peña y mariposas.”

Others

Tello tiene 68 años y sus siete hectáreas de bosque a 950 metros al nivel del mar pasaron de ser un pastizal a un bosque. Foto: cortesía Omar Tello

Tello transmite tranquilidad. Es paciente, de hablar lento, con una vocalización clara, y determinado en lo que hace. Son más de cuatro décadas desde que empezó a comprar tierra para su “Jardín de las Orquídeas”, como lo llaman los vecinos en la comunidad del Puyo.

“Empezamos a ver las posibilidades de construir algo y tener estas especies y fue simplemente nuestra imaginación. Quisiera que vengan acá los leones y todo lo que lo que había antes y era un sueño lejano”, añora Tello.

Pese a que parecía un sueño y demandó décadas, logró convertirlo en realidad. En 2003 apareció en su jardín un oso perezoso y luego monos. En un estudio, junto a voluntarios, registraron en el jardín 120 aves.

Una instalación de homenaje

Tello tiene 68 años y estas siete hectáreas de bosque a 950 metros al nivel del mar pasaron de ser un pastizal a un bosque. Ha sido una prueba y error de décadas, por donde han pasado desde voluntarios estadounidenses hasta botánicos alemanes.

En el 2015, la artista francesa Alice Bossut expuso una instalación sobre Tello y su labor, en Quito, llamada “El sembrador de la selva”, en la que mezclaba ilustraciones e imágenes de Tello con sonidos de la Amazonía.

Para 2017, el proyecto había recibido suficientes donaciones privadas para un pequeño museo y aula. Actualmente, toda la familia está involucrada, y el jardín recibe estudiantes del Ecuador en tours, al igual que turistas que pagan la entrada por un paseo guiado por Tello y su familia.

Su hija Ángela se enfocó en el aprendizaje de orquídeas, y es quien da la visita de esta parte del jardín.

Tello menciona que las autoridades locales no han brindado apoyo. Al contrario, advierte que en ocasiones pueden ser “un obstáculo”. Además del trabajo de su familia, ha mantenido el jardín gracias a donaciones de instituciones privadas e internacionales.

Others

El esfuerzo de Tello no ha sido en vano. Desde hace dos años lleva su conocimiento para reforestar comunidades cercanas, con el apoyo de una ONG. Foto: cortesía Omar Tello

El milagro de la naturaleza virgen

El esfuerzo de Tello no ha sido en vano. Desde hace dos años lleva su conocimiento para reforestar comunidades cercanas, con el apoyo de una ONG. Cuando piensa en las décadas de trabajo, de ser considerado loco a encontrarse compartiendo su conocimiento empírico con otras comunidades, Tello sonríe: “Realmente los resultados fueron alentadores. Es hermoso ver paulatinamente un acercamiento de miles de insectos y especies. Porque cuando se entra a una naturaleza virgen, todo es perfecto. Todo está en equilibrio”.

Pese a que existe conciencia sobre el cuidado de la naturaleza, Tello es reservado sobre el futuro: “Esto no es normal, desde hace 20 años viene con un cambio climático fuerte y esta vez volvió la sequía”, explica refiriéndose a los cambios climáticos que observa en el jardín, en su comunidad y la sequía de este año en Ecuador, la peor en 60 años. Un factor que disparó la actual crisis energética.

Pese a esto, Tello se entusiasma: “Poco a poco”, dice “vamos cumpliendo las metas”.

“Papá solía decir que este lugar, algún día, iba a ser muy importante", recuerda Ángela, su hija y levanta la vista para que las lágrimas no corran por su rostro.

Route 6