Los Juegos Olímpicos, un negocio multimillonario con trasfondo político
Las Olimpiadas son mucho más que deporte y diversión. Están rodeadas por un negocio de miles de millones de dólares con tintes políticos y marcadas por diversos escándalos.
Más de 10.500 atletas se están preparando para participar de los Juegos Olímpicos 2024, que se celebrarán en París desde el 26 de julio. Pero más allá de fomentar el deporte, la histórica competición también es un negocio multimillonario que posee tintes políticos y acumula varios escándalos.
Las Olimpiadas generan miles de millones de dólares en ingresos para el Comité Olímpico Internacional (COI) y reflejan la influencia geopolítica, visible en la presencia de líderes mundiales en la ceremonia de apertura y en las banderas que figuran junto al medallero.
Un negocio multimillonario
El COI es un organismo no gubernamental y sin fines de lucro con sede en Lausana, Suiza. El 91% de sus ingresos provienen de la venta de derechos de transmisión (61%) y patrocinios (30%).
Durante el último ciclo de cuatro años, que concluyó con las Olimpiadas de Tokio en 2021, los ingresos ascendieron a 7.600 millones de dólares. Aunque el COI asegura que el 90% de sus ingresos se reinvierten en el deporte, los atletas reciben solo una pequeña parte.
Las naciones anfitrionas asumen la mayoría de los costos de organizar las Olimpiadas. En los Juegos de Tokio 2020, el costo oficial fue de 13.000 millones de dólares y más de la mitad fue cubierto por entidades gubernamentales japonesas, aunque una auditoría sugirió que el costo real podría haber sido el doble.
Membresía y beneficios
El COI cuenta con aproximadamente cien miembros, quienes eligen a sus propios colegas. Al menos seis miembros son de la realeza, entre ellos la Princesa Nora de Liechtenstein, quien es actualmente el miembro de mayor antigüedad.
Sin embargo, el poder reside principalmente en el presidente, Thomas Bach, y su junta ejecutiva.
Técnicamente, los miembros del COI son voluntarios, aunque el COI cubre todos los gastos de Bach, que en 2022 ascendieron a 370.000 dólares, incluyendo una "indemnización" anual de 295.000 y sus obligaciones fiscales en Suiza.
El abogado alemán y presidente del COI, Thomas Bach. (AP)
Mientras tanto, el resto de los miembros del comité reciben viáticos de entre 450 y 900 dólares para asistir a las reuniones, obtener viajes en primera clase y alojamiento de cinco estrellas.
Voluntarios no remunerados
Miles de voluntarios no remunerados ayudan a gestionar los Juegos. Reciben uniformes, comida y transporte, pero no alojamiento.
París buscó 45.000 voluntarios, mientras que Tokio inicialmente necesitó 80.000. Sin embargo, no todos pueden solventar los costos de ser voluntario. Por ejemplo, en 2016, Brasil tuvo problemas para conseguir suficientes voluntarios para sus Juegos en Río de Janeiro, ya que muchas personas de la ciudad, en situación de pobreza, simplemente no podían trabajar gratis.
Expertos señalan que estos voluntariados son en realidad un sistema de explotación y que, si se les pagara un salario mínimo de 10 por hora dólares, el costo adicional sería de 100 millones de dólares.
Cuando se mezclan los deportes y la política
Aunque el COI afirma que las Olimpiadas trascienden la política, en realidad están profundamente entrelazadas.
Por un lado, el Comité tiene estatus de observador en la ONU, lo que refleja su rol en el orden global.
Asimismo, el politólogo Jules Boykoff, en su artículo “Para qué son las Olimpiadas”, señala que en la ceremonia de apertura los atletas no desfilan por deporte, sino por países, con el objetivo de mantener el elemento nacionalista, crucial para la popularidad de los Juegos. Añade que Adolf Hitler utilizó las Olimpiadas de Berlín 1936 para promover su agenda.
Cambios en sistema de candidaturas
Hasta hace poco tiempo, el comité solía anunciar las sedes con siete años de antelación. En 2015, solamente dos ciudades competían para los Juegos de Invierno 2022: Beijing y Almaty. Muchos países europeos se retiraron debido a los altos costos, entre ellos Suiza, Alemania y Suecia. En una votación ajustada, la capital de China le ganó a la de Kazajistán.
Desde entonces, el comité ha cambiado su sistema de candidaturas.
En 2017, al momento de decidir dónde se llevarían a cabo los Juegos de 2024, sólo se presentaron dos candidatos: París y Los Ángeles. Entonces, se anunció que la capital francesa sería la anfitriona en ese año y que la ciudad estadounidense haría lo propio en 2028.
Más de 10.500 atletas participarán de la cita deportiva en París. (AP)
Luego, en 2021, se anunció que la competición de 2032 se llevaría a cabo en Brisbane, Australia. Esta decisión se conoció con 11 años de anticipación, en gran parte gracias a la influencia de John Coates, miembro del comité.
Un estudio concluyó que en la mayoría de los casos, las Olimpiadas son una propuesta perdedora para las ciudades anfitrionas, desplazando prioridades como escuelas y hospitales.
Un estudio realizado por Victor Matheson y Robert Baade, profesores universitarios estadounidenses, concluyó que “en la mayoría de los casos, los Juegos Olímpicos son una propuesta que genera pérdidas de dinero para las ciudades anfitrionas”. Un argumento clave es que la organización es muy cara y puede hacer que los gobiernos dejen de lado prioridades como escuelas y hospitales.
Escándalos y corrupción
Las Olimpiadas han estado envueltas en escándalos y corrupción, en principio, debido al gran dinero público involucrado y los plazos apresurados para nombrar a las ciudades anfitrionas.
Por ejemplo, los Juegos de Tokio enfrentaron un escándalo de soborno, mientras que las Olimpiadas de Río 2016 se quedaron sin dinero al iniciar y el responsable, Carlos Nuzman, fue arrestado por corrupción poco después.
Asimismo, los Juegos de Invierno de Sochi 2014 estuvieron marcados por un escándalo de dopaje, la corrupción en la candidatura de los Juegos de Invierno de Salt Lake 2002 forzó reformas éticas, y en los Juegos de Invierno de Nagano 1998, se destruyeron registros financieros que mostraban gastos millonarios en entretenimiento para miembros del COI.
Es así que, en el contexto de los Juegos Olímpicos, a menudo el enfoque se aleja del deporte para convertirse en un evento complejo con profundas implicaciones políticas y económicas.