El legado de Biden: guerras en el extranjero, intervenciones y líos en casa

Ahora que la carrera política del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se dirige hacia un final humillante, este es el recuento de su larga trayectoria política que se ha extendido por décadas.

Uno de los legados duraderos que dejará Biden será la masacre en Gaza, que él apoyó y facilitó al entregarle armas  continuamente a Israel. Foto: AFP
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Uno de los legados duraderos que dejará Biden será la masacre en Gaza, que él apoyó y facilitó al entregarle armas continuamente a Israel. Foto: AFP

Con el retiro de Joe Biden de la contienda presidencial en Estados Unidos, que pone fin a los cuestionamientos y preocupaciones de sus compañeros demócratas, el partido enfrenta ahora un desafío significativo para unir fuerzas detrás de la vicepresidenta Kamala Harris, a quien el mandatario respaldó como su reemplazo en la candidatura presidencial.

Biden, una figura central en la política tradicional estadounidense y conocido defensor de guerras e intervenciones militares, deja atrás un legado problemático y sangriento en varias partes del mundo.

Una corte federal de Estados Unidos desestimó recientemente un caso que acusaba a Biden y a altos funcionarios de su Gobierno de complicidad en la ofensiva genocida de Israel contra Gaza.

Aunque el tribunal enfatizó en los límites procesales de su jurisdicción, el juez Jeffrey White instó a Biden y a sus funcionarios a considerar las consecuencias para los derechos humanos del apoyo inquebrantable a Israel. Además, señaló la sugerencia de la Corte Internacional de Justicia de que las acciones de Israel podrían constituir un genocidio.

Esto destaca una parte significativa del legado de Biden: una trayectoria marcada por el respaldo a intervenciones extranjeras y la ampliación de los poderes de seguridad nacional.

Un defensor de la guerra

La carrera de Biden se ha visto opacada por su respaldo reiterado a las intervenciones en el extranjero y la ampliación de los poderes en materia de seguridad nacional. A diferencia de sus predecesores, que en ocasiones optaron por posturas antiguerra, Biden defendió sistemáticamente las intervenciones militares desde el comienzo de su trayectoria política.

El historial de Biden en política exterior incluye el apoyo a intervenciones militares en Iraq y Afganistán, así como la expansión de la OTAN hacia el este, lo que generó tensiones con Rusia.

También respaldó una intervención militar en Darfur en 2007. Sin embargo, en algunas pocas ocasiones se opuso a la alternativa de guerra, como por ejemplo su rechazo a la primera Guerra del Golfo.

Los fuertes vínculos de Biden con Israel se remontan décadas. Conocido como uno de los aliados más firmes de Tel Aviv en el Congreso, defendió constantemente los intereses israelíes e incluso se ha descrito a sí mismo como sionista.

De hecho, su apoyo inquebrantable a Israel aseguró respaldo financiero y militar para Tel Aviv, incluso a costa de disparar las tensiones en las relaciones de Estados Unidos con Oriente Medio.

El Gobierno de Biden reflejó su arraigada postura a favor de Israel, al mantener el patrón de proteger a Tel Aviv de las críticas internacionales pese del creciente descontento entre los votantes demócratas y los líderes progresistas.

Biden fue también un defensor de la ampliación del estado de seguridad nacional. Como vicepresidente de Barack Obama contribuyó a extender los poderes del gobierno bajo este argumento.

Incluso antes de eso, la posición de Biden de “mano dura contra el crimen” había sido polémica a la luz de las libertades civiles. Se le recuerda por su papel en la aprobación de legislaciones que socavaron las protecciones legales fundamentales, como el proyecto de ley contra el crimen en el que trabajó en 1993 que redujo los derechos de los presos a presentar peticiones de hábeas corpus.

En 1991, Biden presentó proyectos de ley que permitían a las empresas tecnológicas dar acceso a las autoridades a través de las llamadas "puertas traseras", lo que implicaba debilitar la encriptación. Preocupados, los programadores destacaron rápidamente defectos en el enfoque de Biden, lo que los impulsó a desarrollar la encriptación de correo electrónico.

Después del atentado de Oklahoma City, Biden presentó una ley antiterrorista, que amplió los poderes del gobierno para vigilar y detener sospechosos, medidas que se replicaron en la Ley Patriota posterior al 11 de septiembre.

Biden desempeñó un papel importante en la elaboración de esta ley, que dio extensos poderes de vigilancia a las fuerzas del orden. De hecho, lamentó que la ley no fuera más allá al expresar su arrepentimiento por la eliminación de disposiciones que permitían a la Policía realizar vigilancia de emergencia sin una orden judicial.

El apoyo de Biden a la militarización de las fuerzas de seguridad nacionales incluyó la defensa de programas que armaron a las autoridades policiales locales y ampliaron su papel en la lucha contra las drogas.

Por otro lado, Biden también se opuso ocasionalmente a la expansión de la vigilancia, como cuando votó contra las enmiendas de la Ley de Vigilancia de Inteligencia Exterior en 2007 y 2008.

Sus antecedentes, en general, lo muestran como un defensor poco confiable de las libertades civiles. Sus calificaciones por parte de la organización Unión Americana de Libertades Civiles reflejan esta ambivalencia. La organización calificó con alta puntuación en momentos políticamente ventajosos y con puntuaciones bajas en otros casos.

“Joe Biden demócrata”

Tras derrotar a Trump en 2020, su llegada a la presidencia se consideró un respiro para una nación agotada de la administración anterior y de la pandemia, explicó Douglas Brinkley, historiador de la Universidad de Rice, a la agencia de noticias Associated Press.

“Era la persona perfecta para ese momento”, dijo Brinkley. Y añadió que Biden demostró que el bipartidismo era posible en una era polarizada.

Sin embargo, los votantes lo veían como un suplente, y nunca pudo trascender el texto de sus discursos para expresar visualmente “el espíritu de la nación con un sentido de dinamismo, energía y optimismo”.

Mientras su campaña de reelección entraba en sus días finales, Biden aún trataba de demostrar su valor y de unir a los votantes en torno a los temores de que Trump condenaría la democracia estadounidense.

Nunca hubo un “Joe Biden demócrata” como sí hubo un “Reagan republicano”. Biden no tuvo seguidores que lo adoraran, como a Barack Obama o John F. Kennedy, ni fue un candidato generacional como Bill Clinton.

El único factor histórico de su elección fue el ser la persona de mayor edad que ha llegado a la Casa Blanca en la historia de Estados Unidos. Aunque Biden intentó ocupar repetidamente el Despacho Oval desde que era senador por Delaware, los votantes lo rechazaron una y otra vez.

Su primera candidatura a la presidencia, en 1988, terminó con heridas autoinfligidas derivadas del plagio, y ni llegó a las primarias. Cuando se presentó en 2008, se retiró después de las asambleas partidistas de Iowa, donde obtuvo menos del 1% de los votos.

En 2016, Obama le aconsejó que no se lanzara a las elecciones, a pesar de que era su vicepresidente. De hecho, una victoria de Biden en 2020 parecía improbable cuando terminó cuarto en Iowa y quinto en Nueva Hampshire antes de una espectacular recuperación en Carolina del Sur.

Luego tuvo que soportar los disturbios del 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Estados Unidos por parte de partidarios de Trump que afirmaban que las elecciones de 2020 fueron fraudulentas.

David Axelrod, exasesor principal de Obama, dijo a la agencia Associated Press que la historia trataría a Biden con más amabilidad que los votantes, no solo por sus logros legislativos sino porque derrotó a Trump.

“Su legado es significativo más allá de todos sus logros”, afirmó Axelrod. “Siempre será el hombre que dio un paso al frente y derrotó a un presidente que se puso por encima de nuestra democracia. Eso, por sí solo, es un logro histórico”.

Pero le resultará difícil limpiar las manchas causadas por la violencia en el exterior y las cuales permitió a lo largo de su carrera política a instancias de servir al "interés nacional" de Estados Unidos.

Sus logros como presidente

El economista de la Universidad de Harvard y uno de los principales asesores de la administración Obama, Jason Furman, describió el mandato de Biden de manera positiva.

“Biden asumió el cargo cuando la economía estaba en medio de la crisis del COVID-19 y ayudó a supervisar la transición hacia una economía que ahora está creciendo más rápido que cualquier otra de sus economías pares, con menos inflación que ellas”, explicó a Associated Press.

Furman destacó que Biden aumentó el gasto para realizar inversiones a más largo plazo en la economía mientras mantuvo a Jerome Powell como presidente de la Reserva Federal, lo que le dió a esta entidad la credibilidad para aumentar las tasas y reducir la inflación sin perjudicar el mercado laboral.

En marzo de 2021, Biden lanzó 1,9 billones de dólares en ayudas por la pandemia, creando nuevos programas que redujeron temporalmente a la mitad la pobreza infantil, paralizaron los desahucios y contribuyeron a la creación de 15,7 millones de empleos.

Pero la inflación comenzó a aumentar poco después. El índice de aprobación de Biden, medido por el Centro de Investigación de Asuntos Públicos AP-NORC, cayó del 61% al 39% en junio. A continuación, implementó una serie de medidas para desenredar las cadenas de suministro globales y un paquete de infraestructura de un billón de dólares que no solo reemplazó la infraestructura obsoleta, sino que mejoró el acceso a Internet y preparó a las comunidades para resistir el cambio climático.

Pero el proyecto de ley de infraestructura también mostró el desafío que enfrentó Biden para lograr que el público reconociera su logro, ya que muchos de los proyectos tardarán décadas en completarse.

En 2022, Biden y sus compañeros demócratas lanzaron dos medidas que revitalizaron el futuro de la industria manufacturera estadounidense. La Ley de CHIPS y de Ciencia proporcionó 52.000 millones de dólares para construir fábricas y crear instituciones para fabricar chips informáticos en el país, garantizando así que Estados Unidos tuviera acceso a los semiconductores más avanzados necesarios para impulsar el crecimiento económico y mantener la seguridad nacional.

También se aprobó la Ley de Reducción de la Inflación, que ofrecía incentivos para reducir el uso de los combustibles fósiles y permitía a Medicare, el programa federal de seguros de salud para ancianos, negociar los precios de los medicamentos. Biden también buscó competir más agresivamente con China y reconstruir alianzas como la OTAN.

Completó la retirada estadounidense de Afganistán, que resultó en la muerte de 13 militares, una iniciativa que fue ampliamente criticada. El presidente también enfrentó cuestionamientos por el manejo que le dio a la frontera sur con México, ya que los cruces fronterizos ilegales generaron inquietudes sobre su gestión de inmigración.

Mientras Biden muestra fragilidad en sus pasos y en su discurso, se encamina hacia un final humillante.

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