Puerto Rico intensifica lucha por su autonomía tras elecciones de EE.UU.

El apoyo a la independencia de la isla aumenta en medio de las crecientes dificultades económicas y el resentimiento de décadas bajo la supervisión estadounidense.

Puerto Rico es conocido por algunos como la colonia más antigua del mundo. Sus habitantes quieren acabar con eso / Foto: TRT World/AP
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Puerto Rico es conocido por algunos como la colonia más antigua del mundo. Sus habitantes quieren acabar con eso / Foto: TRT World/AP

La temporada de elecciones en Estados Unidos siempre es un momento difícil para muchas personas en Puerto Rico, una isla caribeña y territorio no incorporado de EE.UU. Aunque los puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses, no se les permite votar en las elecciones presidenciales a menos que residan en el territorio continental.

Cada cuatro años, el primer martes de noviembre suele recordarles a los puertorriqueños la desoladora pérdida de su voz y su voto en medio de la lucha por su autodeterminación.

Pero en las elecciones de este 2024, algunos ciudadanos de lo que es, probablemente, la colonia más antigua del mundo tomaron una postura histórica en la búsqueda de su independencia.

Así quedó plasmado en los resultados de las elecciones a gobernador. Muchos consideraron que el candidato “independentista” puertorriqueño, Juan Dalmau, mostró una promesa excepcional.

Aunque el tradicional Partido Nuevo Progresista (PNP), que está a favor de la estadidad, terminó ganando las elecciones con el 39% de los votos en la isla y logró la gobernación por pluralidad, Dalmau obtuvo casi el 33% en la votación, lo que representa un logro sin precedentes para el movimiento independentista de Puerto Rico.

El Partido Independentista Puertorriqueño se alió con el Movimiento Victoria Ciudadana, otro partido minoritario que obtuvo un porcentaje considerable de votos en las elecciones generales de 2020.

Ahora, unidos como Alianza de País, demuestran que pueden ser una figura clave en el escenario político de la isla, quizás por primera vez en las muchas décadas desde la fundación del partido independentista.

Falta de control

Los puertorriqueños han sobrevivido a una austeridad prolongada desde principios de la década de 2000. Para los jóvenes en la isla, las dificultades económicas y la degradación de la seguridad social son todo lo que conocen de su país.

Muchos, que se sienten profundamente conectados a su tierra natal, han abandonado la isla con reticencia en busca de oportunidades educativas y laborales en el territorio continental de EE.UU., pues estas alertantivas resultan escasas en la isla.

“El exilio es un castigo terrible cuando amas a tu país”, señaló la senadora de Puerto Rico de larga data, María de Lourdes Santiago, a TRT World.

Según Santiago, vicepresidenta del Partido Independentista Puertorriqueño y la primera mujer en llegar al Senado de la isla en 2004, las condiciones políticas y sociales allí no son menos que coloniales.

En sus palabras, el país ha estado durante los últimos ocho años bajo una “dictadura virtual”. En 2016, el Congreso aprobó la Ley de Supervisión, Administración y Estabilidad Económica de Puerto Rico (PROMESA, por sus siglas en inglés), que llevó a que el entonces presidente de EE.UU., Barack Obama, instalara la Junta de Supervisión y Administración Financiera para Puerto Rico, conocida coloquialmente como la Junta de Control.

Se estableció supuestamente para respaldar la respuesta de la isla a su creciente deuda y desde entonces se ha convertido en el máximo órgano de decisión en Puerto Rico. “Esta junta de funcionarios no electos, todos nombrados por el gobierno de Estados Unidos… en realidad tiene poder de veto sobre las decisiones que toma aquí la legislatura puertorriqueña”, lamentó Santiago.

Sin embargo, la junta ha hecho muy poco para detener, y quizás ha exacerbado, la complicidad del Gobierno de Estados Unidos en el desmantelamiento y la devaluación de muchas de las infraestructuras sociales de Puerto Rico.

“Realmente hemos sufrido mucho”

Puerto Rico enfrenta una crisis presupuestaria desde 2006, y uno de los primeros objetivos de los recortes fue el sistema educativo.

Según un informe de investigación de 2020 de la Universidad de California, Berkeley, el 44% de las escuelas de Puerto Rico se han cerrado desde 2007, lo que equivale aproximadamente a 673 escuelas públicas.

Más de la mitad de estos cierres han sido en zonas rurales de Puerto Rico, lo que ha afectado desproporcionalmente a las familias de bajos ingresos, que luchan por encontrar medios efectivos de transporte para que sus hijos asistan a escuelas más alejadas de sus hogares.

Los prolongados tiempos de traslado generalmente afectan los hábitos de estudio y la productividad general de los estudiantes, y las tasas de deserción estudiantil en Puerto Rico se triplicaron entre 2015 y 2020.

Además de la crisis educativa de la isla, un informe de salud pública de la Universidad de Harvard en 2024 identificó que la disminución de profesionales médicos es uno de los problemas principales que impactan la crisis de salud de Puerto Rico.

El informe registró que más de 8.000 médicos "cerraron sus consultorios médicos en Puerto Rico entre 2009 y 2022". También indicó que muchos de ellos abandonaron la isla debido a las malas condiciones laborales y la inmensa burocracia.

FOTO En esta fotografía de archivo del 26 de septiembre de 2017, Jonathan Aponte camina con un bidón de gasolina por la carretera hacia su casa después de que el huracán María impactara en Yabucoa, Puerto Rico (Foto AP/Gerald Herbert).

Otro catalizador importante para un renovado fervor por la independencia fue el sufrimiento abyecto que los puertorriqueños enfrentaron tras los huracanes Irma y María en 2017.

El liderazgo central de Puerto Rico en ese momento anunció una cifra inicial de 64 muertos. Pero en realidad, el número verdadero de víctimas se acercó a las 3.000.

“Durante la última década, hemos sufrido mucho. La actitud despectiva de Estados Unidos, en especial del entonces presidente Donald Trump… eso lastimó a mucha gente aquí. Realmente sufrimos mucho”, recalcó Santiago.

También, la congresista llamó la atención sobre los esfuerzos exitosos de los manifestantes puertorriqueños para exigir y lograr la renuncia del exgobernador Ricardo Rosselló, quien estuvo bajo un intenso escrutinio por los múltiples escándalos de corrupción en los que resultó envuelto y que lo pusieron en riesgo de un juicio político.

"Creo que hubo una especie de confluencia entre el sentimiento de desesperación provocado por los huracanes... y el sentido de empoderamiento que desarrollamos tras el verano de 2019. Y luego está la bancarrota, las políticas de austeridad de la junta fiscal del país... fue como la tormenta perfecta", añadió.

Aplastando la independencia

Al igual que Santiago, el profesor de derecho constitucional puertorriqueño Carlos Gorrín Peralta describe su tierra natal como una mera posesión de Estados Unidos, un proyecto continuo de colonización por el cual Washington debería rendir cuentas ante el derecho internacional.

Peralta destacó a TRT World varios episodios en la historia del pueblo puertorriqueño en los que el gobierno central de EE.UU. intentó suprimir la causa independentista en el ámbito legal, económico y cultural.

"Estados Unidos convirtió a todos los puertorriqueños en ciudadanos estadounidenses en 1917... Esa decisión del Congreso, cuando adoptaron la Ley Orgánica de 1917, fue en contra de la decisión unánime de la Cámara de Delegados, que era el único cuerpo electo por el pueblo de Puerto Rico", señaló.

"Así que fue una imposición para dejar claro que estamos aquí para quedarnos y que ustedes estarán sujetos a nuestra soberanía, sin que se haya decidido nunca que Puerto Rico formara parte de Estados Unidos. Es una contradicción del derecho constitucional moderno", añadió.

Peralta llamó la atención sobre el legado de una de las primeras prácticas de dominación colonial de Estados Unidos sobre Puerto Rico mediante la Ley Orgánica de 1917, también conocida como la Ley Jones-Shafroth.

Esta legislación, infame entre el pueblo puertorriqueño hasta el día de hoy, fue promulgada en el mismo período en que Estados Unidos entró a la Primera Guerra Mundial.

En otro momento clave del siglo XX, en 1948, el gobernador de Puerto Rico designado por Estados Unidos implementó una "ley mordaza", que prohibía la bandera puertorriqueña y los discursos y canciones nacionalistas puertorriqueños.

"A las personas las metían a la cárcel por colgar la bandera puertorriqueña en sus hogares. La bandera puertorriqueña era ilegal", explicó.

Los ataques a los derechos y dignidad de los puertorriqueños fueron más allá de estas medidas.

Estados Unidos también promovió iniciativas de eugenesia en la isla, colaborando con médicos para animar y coaccionar a mujeres a probar píldoras anticonceptivas y someterse a procedimientos de esterilización sin informarles adecuadamente de su irreversibilidad.

Además, la isla de Vieques, parte del archipiélago de Puerto Rico, fue utilizada como campo de pruebas para la Marina de Estados Unidos.

Allí, las autoridades pasaron más de seis décadas devastando el pequeño territorio, convirtiéndolo en una "zona de guerra de facto", lanzando hasta 3 millones de libras al año de "napalm, uranio empobrecido, plomo y otros productos químicos tóxicos", según el diario The Guardian.

Vieques registra las tasas más altas de cáncer del archipiélago, un 40% por encima del promedio, según el Centro de Periodismo en Salud de la USC. Actualmente, las autoridades de salud pública investigan posibles vínculos entre la contaminación química de la isla y la prevalencia de cáncer significativamente mayor.

Estas tácticas históricas de represión y profanación de la identidad han trabajado en conjunto con la causa proestadidad (en lugar de la proindependencia).

¿Estadidad o independencia?

Peralta destacó que además de estas estrategias calculadas y deshumanizantes de sometimiento colonial, "Estados Unidos ha logrado convencer al pueblo de Puerto Rico, a través de la dependencia económica... de que, si no fuera por ellos, seríamos un lugar miserable".

Afirma que estos ataques dirigidos y en múltiples frentes contra la identidad han llevado—hasta hace poco—a que una mayoría abrumadora de puertorriqueños se afilien al partido proestadidad y a buscar una eventual anexión a los Estados Unidos.

Sin embargo, tanto Peralta como Paul Figueroa, miembro del Partido Independentista que se postuló para un escaño en la Cámara de Representantes de Puerto Rico, señalan que Estados Unidos no ha mostrado intención ni iniciativa de anexar la isla como el estado 51 de la unión.

Figueroa explicó que los referendos de autodeterminación celebrados cada cuatro años en Puerto Rico, los cuales algunos independentistas boicotean para no validar lo que consideran una representación política, son un intento del movimiento proestadidad de mantener una base sólida de votantes.

Aproximadamente entre el 45% y el 55% de los puertorriqueños que participn en ese referendo son proestadidad, aunque no representen al electorado verdadero de Puerto Rico.

"Estados Unidos nunca ha mostrado interés en actuar sobre los resultados de ninguno de estos referendos", dijo Figueroa a TRT World.

Agrega que "en cualquier sistema colonial, el colonialismo sólo continúa cuando hay una clase de personas que se beneficia de él. Hemos visto eso... a través de la distribución de fondos federales... que llegan a manos de la élite política que los usa para su propio beneficio".

"Creo que la ironía de todo esto es que estas mismas personas que malgastan el dinero federal... son las que dicen que quieren ser un estado de la unión de EE.UU. Dicen que quieren la estadidad, pero tienen un total desprecio por el gobierno del que afirman querer formar parte", comenta Figueroa.

"Al crear esa dicotomía, en la que la gente siente que necesita depender de Estados Unidos para obtener dinero, es mucho más fácil para la clase política continuar extrayendo ese dinero, permanecer en el poder y usarlo nuevamente para su propio beneficio", añadió.

“No somos estadounidenses”

En medio de la conversación de Santiago con TRT, la red eléctrica colapsó y la isla sufrió un apagón total. Los pasillos del edificio del Senado de Puerto Rico, donde hablamos con la congresista, permanecieron sin electricidad hasta después de que nos despidiéramos: el apagón incluso impidió que los semáforos en las calles de San Juan regularan el tráfico.

Pero este apagón no tenía nada de extraordinario. De hecho, estas fallas de energía afectan diariamente a la isla. Son un testamento de la precaria situación que este territorio isla de ciudadanos estadounidenses—no todos por elección—debe soportar mientras continúan existiendo en una condición cívica, infraestructural y económica de segunda clase.

El mensaje de Puerto Rico al mundo es tan claro como un adagio que citó Figueroa: "Ninguno de nosotros es libre hasta que todos seamos libres".

Expresando su indignación por la situación de Puerto Rico, Santiago hace un llamado al mundo para que preste atención a la difícil situación de su pueblo. "No hay justificación, a estas alturas de la historia, para que un país domine a otro. Somos puertorriqueños; no somos estadounidenses, y no queremos ser estadounidenses".

La posición del Partido Independentista sostiene firmemente que el camino a seguir requerirá un proceso democrático, sin alteraciones, en el cual el pueblo puertorriqueño pueda presentar todas las opciones posibles para su autodeterminación, mediante una asamblea constitucional de estatus, como planteó Peralta.

Las mareas están cambiando: la renovada búsqueda de la isla por pasos tangibles hacia la autodeterminación, la recuperación de su identidad y la soberanía se manifiestan ahora más que nunca.

La obligación moral del Gobierno de Estados Unidos (y su responsabilidad bajo el derecho internacional) es sentarse con líderes de la isla y negociar una resolución que lleve a cabo de manera efectiva la descolonización de la nación, en los términos del pueblo de Puerto Rico, la colonia más duradera de la historia.

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