La crisis de la vivienda ahoga a los españoles
En España, el incremento del alquiler, los salarios bajos y la falta de apartamentos disponibles han llevado a que la clase media se desplace a otras zonas. Y a que los jóvenes tarden en emanciparse.

En Madrid, más del 60% de los inquilinos se ha tenido que mudar en los últimos cinco años, mientras que en Barcelona la cifra asciende al 80%. / Foto: EFE.
La vivienda ya es una de las mayores preocupaciones de los españoles, especialmente entre los más jóvenes. Las principales causas son el alto precio de los inmuebles –tanto para comprar como para alquilar– y el reducido mercado disponible, lo que ha dado lugar a que la edad de emancipación de los jóvenes sea la más tardía en la historia: más de 33 años. A lo que se suma la imposibilidad de que la clase media siga viviendo en sus barrios de siempre.
Esto ha provocado que la fisonomía de los barrios cambie drásticamente. Las modificaciones sociales y demográficas afectan a todo tipo de personas: jóvenes, familias con hijos y ancianos. Todos ven cómo el incremento del precio del alquiler, donde han vivido durante años, les impide seguir conservando sus casas.
Las ciudades se han llenado de turistas que usan la fórmula Airbnb para estancias temporales o de personas con alto poder adquisitivo, que han comprado o alquilado pisos por el doble o el triple de lo que los anteriores inquilinos pagaban hasta hace poco.
La dificultad de comprar y alquilar
Este complicado acceso al mercado inmobiliario ha dado lugar a que solo un 14,8% de los jóvenes españoles esté emancipado, y a que quienes lo han conseguido deban desembolsar el 102,3% de su salario –es decir, aún más que el total de sus ingresos– para alquilar una vivienda en solitario, según el Consejo de la Juventud de España.
Es el caso de Carlos Echeverría, periodista madrileño de 28 años, quien por motivos laborales vivió los últimos años en Mallorca y en Cork (Irlanda). Aunque en Irlanda el alquiler de la vivienda también era caro, el precio respresentaba un tercio de su salario, ya que además lo pagaba a medias con su novia.
Al volver a España se estableció en Madrid, en un apartamento por el que pagaban 900 euros al mes. Al poco tiempo la relación se acabó y Carlos, que cobra 1.300 euros en una agencia de comunicación y marketing, se vio obligado a volver a casa de sus padres, al no poder asumir por su cuenta el precio total del alquiler.
“Mis expectativas actuales son nulas”, se lamenta. “Con estos salarios no es posible que una sola persona pague el alquiler de un piso. Gracias a un familiar que posee un inmueble, puede que acceda a un apartamento de 30 metros cuadrados en el barrio de Carabanchel (una zona obrera) por el que pagaré 600 euros, la mitad de lo que le aconseja a mi familiar un agente inmobiliario”, relata.
Echeverría se siente inmerso en una problemática que ya atraviesa a toda su generación. “Es una situación que me toca muy de cerca no solo a mí, sino a toda una generación de gente joven que tenemos muy difícil el acceso a la vivienda. Es necesaria una regulación del mercado, como ocurre en otros sitios del mundo. Es un tema que me enfada porque el alquiler está difícil pero la compra ni siquiera es una opción real para nosotros”.

Manifestación de este domingo en Madrid por el derecho a la vivida digna y asequible y contra la especulación inmobiliaria. / Foto: EFE.
Causas y efectos
“El origen de esta situación es doble”, señala a TRT Español Julián Salcedo, doctor en Economía y presidente del Foro de Economistas Inmobiliarios del Colegio de Economistas de Madrid. “Desde 2008 a 2014, el mercado inmobiliario no solo estuvo paralizado, también lo estuvo la transformación del suelo, cuyo desarrollo es muy lento, más de 20 años”.
Salcedo sostiene que la problemática actual obedece a un crecimiento poblacional desmedido sumado a una oferta insuficiente. “Cuando se reactivó el mercado y creció la población como lo ha hecho, producto en buena medida de la inmigración por el efecto atracción de las grandes ciudades, y con una producción de vivienda nueva insuficiente (menos de 100.000 unidades año, la mitad de la creación de hogares), la demanda superó ampliamente la oferta de vivienda y el sistema colapsó”, añade Salcedo.
Si tenemos en cuenta que la capacidad adquisitiva de los españoles no ha evolucionado a la misma medida en que lo han hecho los precios de la vivienda, la previsión es que a corto y mediano plazo la accesibilidad a la vivienda empeorará.
“La producción de vivienda nueva –no solo de suelo, que es escaso y caro– requiere tiempo, unos 4 o 5 años desde que se adquiere el suelo finalista hasta que se entregan las viviendas a sus usuarios”, dice Salcedo. “La necesidad de que haya capitales importantes y financiación, actualmente difícil de obtener por los promotores, crea gran dependencia de la inversión extranjera (fondos de inversión) pero la intervención que aprobó el gobierno, en 2018, hace que esta se retraiga por la falta de seguridad jurídica”.
Las medidas del gobierno para revertir el colapso inmobiliario
En este sentido, el gobierno creó en 2023 la Ley por el Acceso a la Vivienda 20/23. El objetivo: facilitar el acceso de los ciudadanos a la vivienda de alquiler, especialmente entre las personas con bajos ingresos y jóvenes.
La legislación incluye medidas para aumentar la oferta de vivienda a precios asequibles, evitar que se den situaciones de tensión en el mercado del alquiler y apoyar a jóvenes y colectivos vulnerables en el acceso a la vivienda. También ofrece herramientas a las comunidades autónomas y los municipios contribuirán a contener o reducir el precio del alquiler y aumentar el parque de vivienda en alquiler social.
Dada la alarma y el malestar entre la población, el gobierno ha anunciado también, recientemente, la creación de un organismo estatal para ampliar el parque público con mayor celeridad y contribuir a la reducción de precios. Las nuevas medidas contemplan la creación de un mayor número de viviendas, una mejor regulación y mayores ayudas.
Precios más altos y caseros más exigentes
A pesar de estas acciones, la solución no parece estar cerca y la sensación es que la situación empeora.
“Hay mucha diferencia entre lo que yo viví al llegar y lo que hay ahora”, comenta Yamila Galzerano, diseñadora gráfica argentina que vive desde 2021 en Madrid, a TRT Español. “Y esto no es solo en los precios, también en las condiciones que piden los caseros o dueños de los pisos como garantía para alquilarlos, ya que ahora son más duras, quienes piden un seguro y un avalista en caso de que el sueldo del inquilino no sea tres veces el importe del alquiler”, relata.
Galzerano se siente “una privilegiada” por vivir en un piso de 70 metros cuadrados y dos habitaciones, al lado del estadio Santiago Bernabéu (una zona muy cotizada), por 950 euros al mes. Además, no le han subido el importe del alquiler desde hace cuatro años.
Sin embargo, su situación no es la habitual. De hecho, la última moda ahora es alquilar los pisos por habitaciones. Por el precio que antes se conseguía un estudio equipado con cocina y baño propio, ahora se accede a una sola habitación. Tal es el caso de una joven que paga 550 euros por una habitación en un piso de cuatro habitaciones más, por el que la dueña ingresa 2.700 euros en total, en la zona de Cuatro Caminos en Madrid. Esta es la última tendencia de un mercado que no da abasto para atender la demanda y que empieza a dar claros síntomas de alarma social.