Menos bebés, más desafíos: América Latina ante un futuro incierto

La disminución de la tasa de fertilidad en Latinoamérica refleja cambios sociales y económicos profundos, lo que obliga a la región a replantear sus estructuras para afrontar el envejecimiento poblacional.

La tasa de fertilidad en América Latina ha caído a 1,8 hijos por mujer este año, situándose solo por encima del 1,5 que tiene Europa y 1,6 que registran Estados Unidos y Canadá, según la CEPAL. / Foto: Getty Images.
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La tasa de fertilidad en América Latina ha caído a 1,8 hijos por mujer este año, situándose solo por encima del 1,5 que tiene Europa y 1,6 que registran Estados Unidos y Canadá, según la CEPAL. / Foto: Getty Images.

América Latina está marcando un hito demográfico sorprendente. La tasa de fertilidad en la región se ha reducido tan drásticamente en los últimos años que, dentro de poco, caerá por debajo del nivel necesario para mantener a la población. Es posible, incluso, que esto ya haya ocurrido.

Cifras recientes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) revelan que entre 1950 y 2024 la tasa promedio de fertilidad en América Latina y el Caribe cayó un 68%, lo que representa la disminución más pronunciada a nivel mundial. Los datos son contundentes: la tasa ha caído a 1,8 hijos por mujer este año, situándose solo por encima del 1,5 que tiene Europa y 1,6 que registran Estados Unidos y Canadá, según la CEPAL.

La tasa de fertilidad es una medida que indica cuántos hijos se espera que tenga una mujer a lo largo de su vida. La tendencia confirma que América Latina está ya por debajo del umbral de 2,1 necesario para mantener su nivel de población, o lo que se conoce como nivel de reemplazo.

Algunas razones de esta caída en América Latina son similares a lo que ocurre en otras regiones del mundo. La disminución refleja una tendencia continua en la que las mujeres enfrentan desafíos económicos y sociales que las llevan a renunciar o postergar la maternidad.

Hay menos presión social para que tengan hijos a edades más tempranas. Existe mayor conocimiento y aceptación de los métodos anticonceptivos. Más mujeres ahora logran establecer carreras profesionales satisfactorias y, por tanto, las parejas tienden a esperar hasta alcanzar un cierto nivel de vida antes de plantearse tener hijos. La esperanza de vida también ha aumentado en la región.

Si bien hay factores comunes con otras partes del mundo, existen también razones específicas en América Latina. La CEPAL afirma que la región ha avanzado considerablemente en la reducción del número de embarazos en adolescentes y, por otro lado, señala que sus recurrentes crisis económicas e incertidumbre financiera crean los incentivos para desalentar el interés de la gente en volverse padres.

Este cambio demográfico es tan significativo que está reconfigurando las sociedades y economías latinoamericanas de maneras tanto desafiantes como potencialmente transformadoras, lo que acarrea profundas implicaciones económicas y sociales.

Población envejecida

Una consecuencia clave de la disminución de la fertilidad es el envejecimiento de la población. América Latina está presenciando un rápido aumento en la proporción de personas mayores en comparación con la población en edad laboral. Este cambio demográfico representa un alarmante desafío para el crecimiento económico. Una fuerza laboral más pequeña significa menos personas contribuyendo a la economía y más dependientes, en especial los ancianos, que necesitan de los servicios sociales.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que América Latina crecerá en promedio un 2% anual en los próximos cinco años, muy por debajo de su ya bajo crecimiento promedio histórico. Esta perspectiva más débil refleja los problemas que ha venido arrastrando la región durante muchos años, como la baja inversión y el lento crecimiento de la productividad. Ahora bien, a estos desafíos, dice el FMI, hay que agregar los cambios en las dinámicas de población y que la fuerza laboral no crecerá tan rápido como antes.

Esta tendencia amenaza con agotar los recursos públicos, especialmente los sistemas de pensiones y la atención médica, que a menudo ya están bajo presión en muchos países latinoamericanos. Sin una planificación adecuada, la región podría enfrentar obligaciones de pensiones insostenibles y un sistema de atención médica incapaz de satisfacer las crecientes necesidades de sus ciudadanos mayores.

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Personas caminan por el centro de la Ciudad de México, el 3 de junio de 2024. (REUTERS)

Dinámicas del mercado laboral y desigualdad económica

La estructura de edad cambiante de la población también afecta al mercado laboral. Con menos jóvenes ingresando a la fuerza laboral, ciertos sectores pueden experimentar escasez de mano de obra. Si bien esto podría llevar a salarios más altos, también podría reducir la competitividad económica, especialmente en industrias que dependen en gran medida de una fuerza laboral más joven.

Se prevé que el llamado dividendo demográfico de la región, que es cuando la población económicamente activa crece más rápido que la población total, se desvanezca en tan solo cinco años, lo que significa que la proporción capaz de generar ingresos dejará de crecer, según el FMI.

Los países deben adaptarse invirtiendo en automatización, capacitando nuevamente a los trabajadores mayores y fomentando una mayor participación de las mujeres en la fuerza laboral, pues su representación sigue siendo baja: apenas el 52% de las que están en edad de trabajar, frente al 75% de los hombres. Esto podría ayudar a mitigar los posibles efectos negativos de una fuerza laboral en disminución y mantener la vitalidad económica.

La disminución de las tasas de fertilidad puede exacerbar las desigualdades económicas existentes en la región. A pesar de que el envejecimiento de la población y la reducción de las tasas de fecundidad son tendencias globales, las repercusiones son más intensas en América Latina. Como la región más desigual del planeta, el crecimiento demográfico más lento y la rápida transición demográfica complican la solución a los problemas de inequidad y baja actividad económica, especialmente cuando los países enfrentan el desafío de financiar programas de jubilación, educación y salud.

Las familias más ricas, que generalmente tienen mejor acceso a la educación, la atención médica y las oportunidades de empleo, están probablemente mejor preparadas para adaptarse a estos cambios demográficos. En contraste, las familias más pobres pueden enfrentar desafíos mayores, incluido el acceso limitado a recursos que podrían ayudarlas a sobrellevar una población envejecida y una fuerza laboral más pequeña. Esta disparidad subraya la necesidad de políticas que promuevan el acceso equitativo a oportunidades y recursos, asegurando que todos los segmentos de la sociedad puedan prosperar en medio de estos cambios.

Cambio en las estructuras familiares y empoderamiento de la mujer

A medida que las familias en América Latina se tornan más pequeñas debido a la disminución de las tasas de fertilidad, la dinámica tradicional está evolucionando. Los tamaños de familia más pequeños pueden interrumpir los sistemas de apoyo familiar que históricamente han sido fundamentales en las sociedades latinoamericanas. Este cambio puede debilitar el apoyo intergeneracional, fundamental para muchas familias, especialmente en lo referente al cuidado de los ancianos. Los responsables de políticas y líderes comunitarios deberán considerar cómo apoyar a las familias en este nuevo contexto, posiblemente mediante la mejora de los servicios sociales y los sistemas de apoyo basados en la comunidad.

En el caso particular de las mujeres, la disminución de las tasas de fertilidad está estrechamente relacionada con el empoderamiento de las mismas, impulsado por un mayor acceso a la educación, las oportunidades de empleo y la anticoncepción. Las mujeres están optando por retrasar la maternidad y tener menos hijos para perseguir carreras y metas personales. Esta tendencia no solo contribuye a la disminución general de las tasas de fertilidad, sino que también señala un cambio en los roles y expectativas de género. Al apoyar el empoderamiento de las mujeres a través de políticas que promuevan la igualdad de género, los países pueden fomentar una sociedad más inclusiva y dinámica.

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Jóvenes estudiantes caminan por Colombia. (Getty Images)

Urbanización, cambios de estilo de vida y consideraciones futuras

La urbanización y los cambios de estilo de vida también desempeñan un papel en la disminución de las tasas de fertilidad. A medida que más personas se mudan a las ciudades, el costo de vida aumenta y el deseo de desarrollo personal y profesional se intensifica. Estos factores a menudo conducen a decisiones de tener menos hijos. La vida urbana tiende a fomentar tamaños de familia más pequeños debido a las limitaciones de espacio, los mayores gastos de vida y las mayores oportunidades para el avance individual. En cada país, los responsables de políticas tendrán que abordar estos cambios proporcionando viviendas asequibles, cuidado infantil accesible y arreglos de trabajo flexibles para apoyar a las familias en entornos urbanos.

La continua disminución de la fertilidad en América Latina presenta tanto desafíos como oportunidades. La planificación estratégica es esencial para navegar por las consecuencias económicas y sociales de este cambio demográfico. Los responsables de políticas deberían centrarse en adaptar los servicios sociales para acomodar a una población envejecida, promover el crecimiento económico a través de la productividad y la innovación, y abordar la desigualdad para garantizar que todos los miembros de la sociedad se beneficien del progreso económico.

También hay una oportunidad única para transformar los sistemas económicos y sociales de la región. Al abordar proactivamente las necesidades de una población cambiante, los países latinoamericanos pueden allanar el camino hacia un futuro más resiliente e inclusivo. Este cambio demográfico podría servir como catalizador de una transformación positiva, fomentando sociedades mejor equipadas para manejar las complejidades del siglo XXI.

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