¿Por qué el 2024 fue un año clave para el ascenso de los BRICS?

El rápido crecimiento del bloque, que ahora incluye nuevos miembros, amenaza con socavar la hegemonía de las naciones occidentales lideradas por Estados Unidos en la política y el comercio global.

El 1 de enero, cuatro países (Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irán y Etiopía) se unieron formalmente al BRICS, lo que elevó el número de miembros del bloque de cinco a nueve. / Foto: Reuters.
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El 1 de enero, cuatro países (Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irán y Etiopía) se unieron formalmente al BRICS, lo que elevó el número de miembros del bloque de cinco a nueve. / Foto: Reuters.

A medida que el 2024 llega a su fin, la expansión notable del grupo de los BRICS se destaca como la novedad del año en materia de geopolítica.

BRICS ha estado en la órbita de la política mundial de manera informal desde mediados de la década del 2000. Sin embargo, este año, el inicio del bloque dio paso a un amanecer espectacular, ofreciendo un orden multipolar más equitativo.

Esto fue impulsado por un aumento sin precedentes en la membresía del bloque, su base de socios y el seguimiento que se le ha dado a nivel global.

Significativamente, el amanecer de los BRICS en 2024 ha acelerado el ocaso de la hegemonía del grupo G7, liderado por Estados Unidos, en la política mundial.

Para aquellos que no notaron el cambio de tendencia, eclipsados por otros titulares – Gaza, Ucrania, elecciones en Estados Unidos y Siria – 2024 es un año crucial para este grupo. Los eventos a lo largo del año demostraron que el orden mundial está finalmente cambiando hacia un paisaje geopolítico más equilibrado. Y 2024 podría marcar el fin de las tendencias imperialistas de un pequeño grupo de países occidentales liderados por EE.UU.

Así, este año sentó las bases para un mundo abierto, justo y equitativo, dirigido democráticamente por Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica –los miembros originales de BRICS– y los nuevos miembros y socios del bloque.

El crecimiento de BRICS

Si damos un vistazo a la cronología de eventos, vemos por qué este año fue un punto de inflexión para la política mundial.

El 1 de enero, cuatro países –Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irán y Etiopía– se unieron formalmente al bloque, aumentando su membresía de cinco a nueve.

Luego, en octubre, se dio otro evento muy relevante: BRICS invitó a una docena de países a ser “socios” del bloque, incluyendo Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Uganda, Uzbekistán y Vietnam.

El anuncio se realizó en el marco de la 16ª Cumbre de BRICS en Kazán, Rusia, a la que asistió el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Significativamente, Türkiye –un miembro clave de la OTAN– también recibió la invitación a tener el estatus de socio del grupo. No obstante, Erdogan destacó que las relaciones del país con el bloque no son una alternativa a sus compromisos actuales, entre ellos, su membresía en la OTAN y candidatura a la Unión Europea.

Confirmando la oferta en noviembre, el Ministro de Comercio de Türkiye, Omer Bolat, dijo: “En cuanto al estatus de Türkiye respecto a [BRICS]… se le ofreció a Türkiye el estatus de membresía de socio. Este [estatus de socio] es el proceso de transición en la estructura organizativa de BRICS.”

Claramente, muchos países se han puesto en la línea para vincularse al BRICS este año, algunos como miembros completos y otros como países socios. Poco antes, se había informado anteriormente que al menos 40 países estaban interesados en unirse al bloque.

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Dos mensajes para Occidente

La historia de crecimiento de BRICS sigue avanzando. Dos desarrollos recientes subrayaron aún más el interés del bloque en aportar un cambio positivo en un mundo donde la sombra imperialista de Occidente bajo el liderazgo de Washington está cayendo.

Uno es un movimiento simbólico para crear una alternativa global al dólar estadounidense. El otro es un impulso para la colaboración internacional en el desarrollo de inteligencia artificial fuera del estrecho círculo occidental.

Durante la cumbre en Kazán, los líderes revelaron ceremoniosamente una “moneda simbólica” del grupo. Las banderas de los miembros iniciales de BRICS están grabadas en el billete. Aunque no es una moneda funcional, este anuncio subrayó la aspiración del bloque por explorar alternativas al dólar, que muchas veces se considera como una herramienta usada por EE.UU. para dominar la economía mundial.

Aunque aún es prematuro que una moneda de BRICS se convierta en una realidad, la idea simboliza las aspiraciones de los miembros por encontrar una salida al dominio del dólar.

Es probable que este anuncio, en paralelo al creciente debate sobre la “desdolarización” del comercio internacional, ponga en alerta a algunos miembros del G7. Principalmente después del 23 de octubre, cuando BRICS oficialmente respaldó el uso de monedas locales para los pagos transfronterizos. El bloque busca crear un sistema económico que no dependa de vehículos financieros controlados por Estados Unidos, como SWIFT, un mecanismo de pagos occidental.

El otro evento que no pasó desapercibido para el G7 ocurrió el 11 de diciembre. Mientras asistía a una conferencia en Moscú sobre inteligencia artificial, Putin afirmó que Rusia colaborará con BRICS y otras naciones para desarrollar la IA. El objetivo declarado es construir una alternativa al predominio actual de Estados Unidos en esta nueva tecnología.

G7 vs. BRICS: una realidad cambiante

A medida que BRICS rápidamente amplía su huella global, surge una pregunta: ¿qué significa realmente para el G7 perder terreno frente a BRICS?

La realidad cambiante es tan sombría para el G7 como emocionante para BRICS.

El G7, o Grupo de los Siete, es un club de facto de las siete economías más avanzadas del mundo, que incluye a Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Japón e Italia. También incluye a la Unión Europea, bloque económico conformado por 27 países europeos.

Guiado por Washington, el G7 ha intentado durante años moldear las relaciones internacionales, la economía global y la narrativa mediática, sin reconocer las contribuciones de potencias como China, Rusia, Türkiye e India.

En la actualidad, las dinámicas de poder han cambiado. El G7 está perdiendo fuerza, algo impensable hace una década. En 1990, la cuota del PIB global del G7 era del 66% y se mantuvo alta durante varios años.

En ese entonces, Occidente podía iniciar guerras arbitrarias, intervenir en los asuntos internos de países no alineados y utilizar herramientas como el Banco Mundial y el FMI en países pobres.

Con el tiempo, las cosas cambiaron. En 2022, la cuota del PIB global del G7 cayó al 44%.

Asimismo, desde que Estados Unidos retiró sus tropas de Afganistán en 2021, Washington no ha iniciado nuevas guerras. Tampoco ha mostrado la capacidad de resolver pacíficamente los conflictos y caos en Ucrania, Gaza, Siria ni Yemen.

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¿Por qué BRICS es diferente?

En contraste, BRICS ha visto un crecimiento en su cuota del PIB global, que aumentó hasta el 37%. A pesar de su creciente influencia económica mundial, el bloque apenas ha mostrado tendencias a iniciar guerras o intervenciones.

Este enfoque equilibrado es posible porque BRICS es un grupo más descentralizado de gobiernos con diversas visiones geopolíticas y políticas externas pacifistas, a diferencia del enfoque imperialista del G7.

En miras al 2025, el G7 debe realizar un ejercicio de introspección. El bloque BRICS, ahora denominado BRICS+, alberga aproximadamente al 40% de la población mundial.

Sus países cuentan con abundantes recursos naturales que los países del G7 no pueden ignorar. Además, el bloque abarca mercados de consumidores masivos de los cuales dependen las multinacionales de los países del G7.

Mientras la ofensiva en Gaza, la crisis en Ucrania, la victoria electoral de Donald Trump y los cambios en Siria copan los titulares, el ascenso silencioso de BRICS claramente se convierte en uno de los giros más importantes del año.

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