Antes goles, ahora escombros: la lucha de este padre y futbolista palestino

Mahmoud Raafat Salama soñaba con triunfar en el fútbol. Hoy, en una Gaza arrasada por Israel, su único objetivo es que su familia sobreviva.

Desde el 7 de octubre, Mahmoud se ha alejado cada vez más de su vida como futbolista profesional, sumergiéndose en una lucha diaria por la supervivencia. / Foto: Mahmoud Raafat Salama.
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Desde el 7 de octubre, Mahmoud se ha alejado cada vez más de su vida como futbolista profesional, sumergiéndose en una lucha diaria por la supervivencia. / Foto: Mahmoud Raafat Salama.

Los gritos de los aficionados al fútbol en Gaza han sido silenciados por las bombas israelíes. Los estadios, antes llenos de vida, ahora solo retumban con explosiones. Mahmoud Raafat Salama, quien antes lo daba todo en la cancha soñando con triunfar, ahora busca refugio entre los escombros para proteger a su familia.

Hace poco, Mahmoud se despertaba pensando en estrategias para el próximo partido. Ahora, al abrir los ojos cada mañana solo piensa: "¿Lograremos sobrevivir un día más?" Su caso no es único: es el reflejo de miles de palestinos cuya realidad dio un vuelco en cuestión de horas.

"Yo era un futbolista profesional que amaba el deporte y soñaba con representar a los mejores clubes del mundo. Sin embargo, la masacre destrozó ese sueño, y ahora vivo en una pequeña tienda de campaña con mi esposa y mis hijos", confiesa Mahmoud a TRT Español.

Mahmoud, de 30 años, ha sido desplazado cinco veces desde el comienzo de la última escalada de la ocupación el 7 de octubre. Cada vez se ha alejado más de su vida como futbolista profesional, sumergiéndose en una lucha diaria por la supervivencia.

"Solían compararme con Lionel Messi por mi estilo de juego," recuerda con una sonrisa melancólica. "Ahora, mi mayor habilidad es encontrar un lugar seguro donde mi familia pueda dormir cada noche".

Su esposa y sus dos pequeñas hijas, Selene y Sila, comparten con él una diminuta tienda de campaña. Sila, nacida en medio de la ocupación, nunca ha conocido un hogar estable.

"Cuando nació Sila, en lugar de celebrar, temblábamos de miedo con cada explosión", relata Mahmoud. "Su primer llanto se mezcló con el estruendo de las bombas".

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"De repente, mi mayor preocupación ya no era mejorar mi técnica, sino cómo proteger a mis hijas de los bombardeos". (Foto Mahmoud Raafat Salama)

Un sueño interrumpido

El camino de Mahmoud hacia el fútbol profesional comenzó a los 12 años en el barrio de Shuja'iyya, Gaza.

Un entrenador lo descubrió jugando en la escuela y lo llevó al Club Deportivo Al-Wifaq. Desde allí, su talento lo catapultó a clubes profesionales en Egipto y Jordania.

"Jugué para el Al-Ahly SC en Egipto y para el Al-Aqaba SC en Jordania", recuerda Mahmoud.

"El camino para convertirme en futbolista profesional estuvo lleno de desafíos, momentos duros, pero también bellos. Estaba planeando dar el salto al fútbol profesional en el extranjero".

Pero ese sueño se desvaneció con el estallido de la violencia. "De repente, mi mayor preocupación ya no era mejorar mi técnica, sino cómo proteger a mis hijas de los bombardeos".

La lucha diaria: entre el amor y la desesperación

La vida de Mahmoud ahora gira en torno a necesidades básicas que antes daba por sentadas. "Pasé de preocuparme por mi dieta a preguntarme si tendríamos algo para comer al día siguiente", dice.

"No he podido entrenar ni jugar al fútbol durante casi un año", confiesa Mahmoud con pesar. "El impacto ha sido brutal; todos los campos de fútbol han sido destruidos."

Pero el cuidado de sus hijas y familia ha sido su mayor preocupación.

"Sila sonríe a pesar de que sus ojos están irritados por el calor y los virus", comenta. "Intento tratarla con té amargo porque no tenemos acceso a medicinas. Ver su fortaleza me da fuerzas para seguir luchando".

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Mahmoud se aferra a los valores que el fútbol le inculcó: resistencia, trabajo en equipo y la capacidad de levantarse después de cada caída. (Foto Mahmoud Raafat Salama)

Un deporte en ruinas

La destrucción no se ha limitado a hogares y vidas: ha alcanzado también al corazón del deporte palestino.

Según la Asociación de Fútbol Palestino (PFA), cerca de 400 jugadores han perdido la vida desde el 7 de octubre, incluidos al menos 240 futbolistas y más de 60 niños.

"Algunos de mis amigos y compañeros de equipo han muerto", lamenta Mahmoud. "Campos donde jugábamos ahora son escombros o fosas comunes".

El estadio de Yarmouk, otrora cuna de sueños olímpicos, hoy yace parcialmente destruido. Más allá de los daños estructurales, el estadio fue convertido temporalmente en un centro de detención donde civiles palestinos, incluyendo al menos dos niños, fueron maltratados.

"Ver las gradas donde la gente nos animaba convertidas en ruinas es desgarrador", dice Mahmoud.

Una historia de resistencia

"La situación no deja espacios seguros para los deportes en Gaza", reflexiona Mahmoud. "Hemos perdido muchos atletas, y en este momento, hemos perdido la capacidad de continuar practicando deportes".

La tragedia actual se suma a una larga historia de dificultades para los deportistas palestinos. Mucho antes del 7 de octubre, estos atletas ya enfrentaban obstáculos aparentemente insuperables.

Durante la Gran Marcha del Retorno, Muhammed Khalil Obeid, defensa del club al-Salah de Gaza, vio truncada su carrera cuando francotiradores israelíes le dispararon en ambas rodillas durante una protesta pacífica. Su caso, lejos de ser aislado, refleja una pauta preocupante.

En 2018, mucho antes de la escalada actual, la organización Visualizing Palestine documentó 56 casos de futbolistas palestinos afectados por acciones israelíes: 26 sufrieron restricciones de viaje, 12 fueron víctimas de bombardeos, 11 recibieron disparos, 9 fueron arrestados y otros 9 perdieron extremidades.

Entre los casos más destacados se encuentra el de Jawhar Nasser Jawhar, quien a los 19 años recibió 11 disparos en un control israelí, truncando su prometedora carrera.

Igualmente trágico fue el caso de Mahmoud Sarsak, miembro de la selección nacional palestina, quien fue detenido a los 22 años y permaneció encarcelado sin cargos durante tres años.

El silencio ensordecedor del mundo del fútbol

La respuesta de las organizaciones deportivas internacionales ha sido, en el mejor de los casos, tibia. Mientras que la FIFA actuó con rapidez para sancionar a Rusia tras la guerra con Ucrania, su postura hacia Israel ha sido notablemente diferente.

Un informe reciente del Observatorio Euromediterráneo de Derechos Humanos ha revelado el impacto devastador sobre las infraestructuras deportivas en Gaza. Según el documento, más del 80% de los recintos deportivos en el enclave son ahora inutilizables.

El organismo ha hecho un llamado urgente al Comité Olímpico Internacional y a la FIFA para que tomen medidas contra Israel, exigiendo que se le responsabilice por los crímenes cometidos contra los deportistas palestinos.

"Veo con tristeza cómo se aplican dobles estándares", reflexiona Mahmoud sobre la decisión de la FIFA de posponer cualquier acción contra Israel.

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"Hemos perdido muchos atletas, y en este momento, hemos perdido la capacidad de continuar practicando deportes". (Foto Mahmoud Raafat Salama)

Más allá de Gaza: una lucha compartida

Aunque la situación en Gaza es crítica, los desafíos para los deportistas palestinos se extienden más allá de sus fronteras. En la Cisjordania ocupada, atletas como Wasim Abu Sal, el primer boxeador olímpico palestino, enfrentan sus propias dificultades bajo la ocupación.

"Como cualquier deportista palestino, me he topado con innumerables obstáculos", compartió Wasim con TRT Español.

"Los controles militares me impiden entrenar con compañeros de mi categoría. Imagina prepararte para los Juegos Olímpicos a través de videollamadas con tu entrenador”, añade.

Incluso en la diáspora, deportistas palestinos como el nadador Yazan Al Bawwab libran una batalla diferente pero igualmente desafiante. Nacido en Arabia Saudita y criado en varios países, Yazan lucha contra el desarraigo y las restricciones que le impiden conectar físicamente con su tierra ancestral.

"Podría volver en verano, pero no se me permite entrar en los territorios ocupados a menos que obtenga un permiso especial, y normalmente no se puede conseguir", explica Yazan con frustración.

"Es una tragedia que el lugar de donde somos yo, mi padre y mi abuelo lleve ocupado 75 años, y que se nos niegue el derecho a regresar".

Además de esta desconexión forzada, Yazan enfrenta obstáculos financieros y discriminación en su carrera deportiva. "No hay fondos, así que tengo que trabajar en dos empleos", revela, subrayando el esfuerzo adicional que debe realizar para perseguir su sueño olímpico.

"Me han hecho sentir incómodo por llevar la bandera palestina en mi bañador", añade, recordando incidentes de discriminación durante la Copa del Mundo.

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"La masacre destrozó mi sueño y ahora vivo en una pequeña tienda de campaña con mi esposa y mis hijos". (Foto Mahmoud Raafat Salama)

Un futuro incierto

Mientras el sol se oculta sobre las ruinas de Gaza, Mahmoud contempla a sus hijas dormidas en la pequeña tienda que ahora llaman hogar.

"El genocidio ha destrozado muchos campos deportivos y ha perjudicado a numerosos atletas", reflexiona Mahmoud. "Será difícil volver a jugar en la liga después de esta masacre. Pero el deporte me enseñó a no rendirme jamás".

Con una mezcla de urgencia y esperanza en su voz, Mahmoud tambien envía un mensaje contundente a las organizaciones deportivas internacionales: "Es crucial que apoyen al deporte palestino en Gaza para que pueda recuperarse rápidamente y seguir adelante".

A pesar de la devastación que lo rodea, Mahmoud se aferra a los valores que el fútbol le inculcó: resistencia, trabajo en equipo y la capacidad de levantarse después de cada caída.

Estos principios, que antes aplicaba en el campo de juego, ahora guían su lucha diaria por la supervivencia y la dignidad de su familia.

"Lo que más me preocupa ahora son mis hijos y cómo será su futuro", confiesa. "Pero sigo soñando con el día en que puedan jugar libremente, sin miedo a las bombas. Ese sería mi gol más importante".

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