Así atraviesan desplazados un cráter masivo la frontera de Líbano y Siria
Formado por los constantes bombardeos de Israel en la zona, el cráter masivo hace que cruzar hacia Siria sea muy difícil para los desplazados. Pero un nuevo sistema de taxis ayuda en el trayecto.
Bajo el calor de principios de otoño, Zainab Murtada y su familia avanzan con cautela por un sendero irregular y difícil en la frontera que comparten Líbano y Siria. El aire está cargado de tensión, impregnado por la constante amenaza de los bombardeos de Israel, que han convertido en un cruce peligroso lo que antes era un terreno familiar.
Zainab, de 38 años, camina con cuidado por la ladera inclinada de un cráter masivo que un ataque aéreo israelí abrió a principios de octubre. Mientras baja con precaución, sujeta fuertemente la mano de su hija de 10 años, Lia, con la derecha. Con la izquierda agarra una bolsa rectangular negra, desgastada por el tiempo.
Delante de ellas, su esposo Ahmed, de 40 años, sostiene con equilibrio una bolsa negra de tamaño mediano sobre su cabeza, mientras guía a sus padres ancianos—ambos de 70 años—por el camino traicionero. Hace un calor sofocante de 38 grados Celsius y el sol cae sin piedad sobre quienes huyen hacia un lugar seguro, con la respiración entrecortada por el miedo y la ansiedad.
"Nunca pensé que volvería a visitar Siria en estas condiciones", reflexionó Zainab, prácticamente susurrando. "Hubo un tiempo en que mi familia y yo visitábamos Siria con alegría, pero ahora se ha convertido en una huida desesperada", añadió.
Un viaje agonizante
Hace un mes, el trayecto de Beirut a Siria tomaba solo un par de horas, como máximo. Hoy, se ha convertido en una travesía mucho más larga y dolorosa, llena de tráfico y obstáculos, que culmina en la aterradora misión de atravesar un cráter.
Para hacer frente a las condiciones del camino, se desarrolló orgánicamente un sistema de taxis. Los vehículos que transportan a los pasajeros huyendo de Líbano empezaron a dejarlos en el cráter, incapaces de cruzar. Y, entonces, regresan vacíos: lo que representa un marcado contraste con los flujos de personas que solían transitar por esta frontera.
Al otro lado del cráter, vehículos recogen a los refugiados y los trasladan hacia Siria.
Y ¿en medio del cráter? Maleteros, impulsados por la urgencia de la situación, ofrecen su ayuda, transportando equipaje pesado a través de piedras trituradas y escombros. Frecuentemente rechazan el pago de familias cuyos recursos son limitados.
Con cuatro metros de profundidad, el cráter es un testimonio de los recientes bombardeos de Israel sobre la frontera, que comenzaron el 4 de octubre. Con cada ataque, el cráter fue aumentando en profundidad y extensión.
Está ubicado en el cruce fronterizo de Masnaa, un territorio desolado de 8,5 km que funciona como zona neutral. Justamente, se encuentra entre las estaciones fronterizas y los puntos de control aduaneros de Masnaa (Líbano) y Jdeidat Yabous (Siria).
Este cruce vital, el más cercano a Damasco, está ahora lleno de relatos de desesperación. Lo que solía ser un trayecto que normalmente se realizaba en automóvil ahora se ha convertido en una travesía apta solo para caminantes, obstaculizada por el cráter recién formado, mientras se soporta el calor implacable del sol.
La familia de Zainab fue desplazada una vez antes, a finales de septiembre, huyendo de su hogar en la ciudad de Nabatieh hacia Beirut, solo para tener que abandonar nuevamente su refugio.
"¿De qué seguridad estamos hablando?", pregunta Zainab con incredulidad. "Arriesgamos nuestras vidas cruzando esta frontera, y cada momento está lleno de miedo ante la posibilidad de nuevos bombardeos", añade.
Ofreciendo ayuda
Funcionarios del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) señalan que unas 440.000 personas han cruzado del Líbano a Siria desde que comenzaron las hostilidades. Se estima que el 71% son sirios y el 29% libaneses y ciudadanos de otros países.
Siria aún se recupera de las consecuencias de su propia guerra civil.
Sin embargo, debido a los repetidos ataques de Israel sobre la frontera, que aumentaron junto con la escalada de la violencia desde mediados de septiembre, muchas familias no tienen otra opción que embarcarse en la peligrosa travesía a pie.
Muhammad Al-Omran, de 26 años, ejemplifica el espíritu desinteresado de los maleteros. Pasa largas horas cargando pertenencias de familias desplazadas, muchas de las cuales aún están de luto por la pérdida de sus hogares y sus vidas.
"A veces ni siquiera les cobro si veo que lo están pasando mal", le dijo a TRT World. Cada día Al-Omran, ayuda a decenas de familias a sobrellevar sus dificultades, incluso cuando el miedo a los bombardeos pesa sobre él.
Para la familia de Murtada, contratar maleteros fue una necesidad, aunque intentaron llevar lo poco que podían. Otras familias esperan en fila para recibir ayuda en el cráter, compartiendo cada una un destino similar marcado por la pérdida y la incertidumbre.
Más ataques
En este sistema de taxis, que se ha reducido considerablemente durante la última semana por una serie de ataques aéreos que mantuvieron alejados a muchos conductores y maleteros, aún se intercambian frenéticos gestos y señales de manos entre los conductores, voluntarios y maleteros a través del cráter para comunicarse.
Para los viajeros que se acercan al cráter, eso lo primero que notan junto con el eco de la frase árabe común: "Alhamdulillah ‘ala salameh", algo que se traduciría como “Gracias a Dios por su protección”.
Las tensiones en la frontera han escalado aún más esta semana, con bombardeos israelíes que vuelven a impactar las mismas áreas, destruyendo carreteras vitales y complicando cualquier intento de proporcionar asistencia humanitaria.
Conductores como Muhammad Rajih expresan que su sustento pende de un hilo, al necesitar algo de seguridad en las rutas ahora marcadas por el conflicto.
"Durante la primera semana de la escalada, hice dos viajes diarios de Líbano a Siria debido al gran flujo de personas. Hoy en día, solo realizo uno, desde el cráter hacia el interior de Siria, ya que se ha vuelto peligroso", afirmó.
Yaafar Al-Humaini, de 30 años, relató los desafíos que enfrentó su familia mientras atravesaba el peligroso terreno de una región devastada por la guerra.
"Cruzar fue increíblemente difícil", dijo, describiendo los escombros y las rocas que obstaculizaban su camino. Los peligros del viaje le preocupaban mucho, especialmente considerando que iba con su hijo menor, quien aún no ha celebrado su cuarto cumpleaños.
Yaafar, que realizó el trayecto el 14 de octubre, mencionó que su principal preocupación eran su hijo de cinco años y otros niños mientras se movían por la zona peligrosa. "Tenía miedo de que pudieran resbalarse o caerse y lastimarse. Fue aterrador", compartió.
También recordó vívidamente un momento conmovedor cuando se encontró con una niña con necesidades especiales en una silla de ruedas, destacando el sentido de comunidad que emergió en medio de la adversidad. "Tuvimos que llevarla con cuidado a través del agujero para asegurarnos de que estuviera a salvo", dijo.
También asumió el papel de una figura tranquilizadora para su esposa y su hijo, quienes temían más ataques mientras cruzaban el peligroso tramo.
A pesar de las circunstancias abrumadoras, Al-Humaini destacó un momento de generosidad en medio del caos. Uno de los maleterros que lo ayudó a llevar sus pertenencias se negó a recibirle cualquier pago. "Dijo: 'Déjelo en nuestras manos, ¿quiere?'", recordó Yaafar con aprecio, reflexionando sobre la solidaridad que puede surgir en tiempos difíciles.
La Media Luna Roja Siria también ha participado activamente, prestando servicios básicos de ayuda a quienes cruzan la frontera. Los voluntarios asisten a los desplazados, prestándoles una mano para llevar sus pertenencias u ofreciéndoles transporte a zonas más seguras.
Al reflexionar sobre su viaje, los Murtada expresaron un profundo anhelo por su tierra natal y por la normalidad en medio del caos. "Solo pensábamos en escapar de los bombardeos israelíes. La casa de al lado quedó completamente arrasada", dijo Ahmed Murtada.
Zainab Murtada añadió: “Nos desplazaron en cuerpo, pero no en espíritu. Nuestras almas permanecen en el sur”.