Esta niña palestina iba a buscar pan cuando un bombardeo de Israel la mató

A Zeina Al-Ghoul, de 9 años, murió en un ataque israelí mientras recogía pan en el campamento de Al-Shati, en Gaza, donde la ofensiva y las privaciones han eliminado cualquier atisbo de normalidad.

Zeina, como muchos otros niños palestinos, se refugiaba en una escuela de la ONU, dentro de una ciudad asediada por las bombas del Ejército de Israel.
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Zeina, como muchos otros niños palestinos, se refugiaba en una escuela de la ONU, dentro de una ciudad asediada por las bombas del Ejército de Israel.

En Gaza, la infancia terminó por convertirse en un sueño breve y amargo. Zeina Al-Ghoul, de apenas 9 años, era una de esos niños que intentan sobrevivir en medio del bloqueo y las bombas de Israel. El 27 de octubre, salió con su padre a buscar pan a un centro de raciones en el campamento de refugiados de Al-Shati. Se suponía que iba a ser un recado rápido, nada fuera de lo normal. Pero mientras hacía la fila para recibir el alimento en una escuela operada por la ONU, un ataque aéreo de las fuerzas israelíes impactó el lugar.

Zeina murió instantáneamente.

Su padre sobrevivió, pero continúa en estado crítico. Ocho palestinos perdieron la vida en el campamento ese día, incluidos tres periodistas.

“Me hace sentir tan mal: niños que mueren frente a mis ojos por las bombas israelíes”, dice Yousri Al-Ghoul, primo de Zeina y poeta palestino. Habla de Zeina con un dolor y una claridad terribles, como si sus palabras fueran las únicas herramientas que le quedan para procesar la destrucción implacable.

Zeina, como muchos otros, había buscado refugio en esa escuela, dentro de una ciudad asediada por bombas. Las calles, que alguna vez estuvieron llenas de familias completas, ahora son testigos fantasmales de vidas interrumpidas.

“Un niño en Gaza ya no es un niño”, le dice Sara a TRT World. Sus palabras cargan el peso de lo que ha sufrido. Tuvo que abandonar su hogar cuatro veces, la última vez huyendo del norte de Gaza al sur. Aquí, los elementos básicos para la vida son escasos: comida, agua y seguridad, todos ellos estrictamente racionados y precariamente conservados.

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“La comida que proporcionan es muy limitada”, explica. “Cuando entregas un plato, te dan solo lo suficiente para satisfacer tus propias necesidades. Cada miembro de la familia tiene que ir a buscar su propia comida”, relata. Las familias se han adaptado y envían a sus hijos a buscar comida y agua en los depósitos de ayuda, mientras que la dura logística de supervivencia deja a las madres en refugios improvisados.

La infancia aquí es una idea que se desvanece, despojada al límite por la brutal ofensiva. “No hay educación, ni medicinas, ni atención médica, ni un suministro constante de alimentos”, dice Sara, enumerando las carencias como si recitara una letanía. “Incluso trabajan para ganar dinero: el 50% de los niños trabaja ahora”, asevera.

Entonces describe a niños pequeños, apenas capaces de controlar los caballos y los burros que montan por las calles, mientras intentan ganarse la vida con tareas demasiado pesadas para sus pequeñas manos.

"Su silencio es complicidad"

“A la comunidad internacional le digo: su silencio es complicidad”, señala Yousri. Sus palabras, dirigidas al mundo en general, son una súplica y una condena a la vez.

La masacre del Ejército de Israel para expulsar a los palestinos del norte de Gaza es implacable. Las escuelas que, se supone, albergan a los refugiados son atacadas y las personas que viven en ellas tienen que huir una vez más.

“Me desplazaron de al-Shati a Yabalia, moviéndome en el norte”, explica Yousri. “Pero Israel empezó a asediar al-Shati, donde se quedó mi familia”, añade.

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Enfrentando la marea de destrucción, expresa su desafío. “Regresé para animar a otros a quedarse. Los planes de Israel fracasarán y nosotros lograremos nuestra libertad”, sostiene.

Sin embargo, por el momento, los niños en Gaza viven una existencia frágil. Aquí han tenido que sacrificar su infancia por la supervivencia. Y sobrevivir, en Gaza, lo exige todo.

Una región que necesita ayuda

Las condiciones en el norte de Gaza son nada menos que catastróficas. Los bombardeos, los ataques terrestres y el bloqueo han dejado a las personas con recursos mínimos para sobrevivir, pues los corredores humanitarios siguen cerrados. Desde principios de octubre no ha llegado comida.

El 26 de octubre, las fuerzas de Tel Aviv atacaron el Hospital Kamal Adwan, dejando a los pacientes y al personal médico atrapados sin comida ni agua.

Joyce Msuya, jefa de ayuda humanitaria de la ONU, describió el terrible estado de la Gaza ocupada: “Los hospitales han sido atacados y los trabajadores de la salud han sido detenidos”.

La Organización Mundial de la Salud advierte de una crisis sanitaria “catastrófica”, con hospitales desbordados por los bombardeos y el hacinamiento. Sin suministros esenciales, aumentan las muertes que se pueden evitar y empeoran las condiciones de salud.

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El bloqueo de Israel también suspendió iniciativas vitales de salud pública, como la campaña de vacunación contra la polio, lo que aumenta los temores de brotes de enfermedades.

El secretario general de la ONU, António Guterres, expresó su horror por los “niveles devastadores de muerte y destrucción”, que afectan tanto a los centros de atención médica como a los civiles.

Campaña de desplazamiento

Yousri cree que la violencia en el norte de Gaza forma parte de un esfuerzo deliberado de Israel para obligar a los palestinos a abandonar sus tierras.

En septiembre, el exgeneral israelí Giora Eiland pidió una estrategia de “hambruna” para desplazar a la población del norte de Gaza.

Aunque no es oficial, el impacto de tales medidas es cada vez más evidente. Los puestos de control israelíes restringen el traslado, impidiendo que la gente encuentre lugares seguros. Incluso aquellos que intentan huir corren el riesgo de morir en el camino.

Para muchos palestinos, irse no es una opción: temen que si lo hacen no vuelvan nunca. Yousri y otros siguen decididos a mantenerse en su tierra, a resistir el desplazamiento forzado, incluso cuando las condiciones se vuelven cada vez más peligrosas.

La población de Gaza sufre el asedio, sus vidas se reducen a la supervivencia en medio de bombardeos implacables. Yousri hace un llamado al mundo para que actúe.

“Es hora de actuar, de apoyar, de exigir el fin de la matanza”, concluye.

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