Sobrevivir los ataques, pero sin familia: el dolor de los huérfanos en Gaza

La brutal ofensiva de Israel sobre Gaza ha dejado a más de 17.000 niños huérfanos de al menos un padre. Cientos de ellos, que sufren traumas físicos y mentales, se están refugiando en Al Mawasi.

Alma Ghanem Jaroor compartió con TRT World los detalles del día en que se convirtió en huérfana. Foto: Mohamed Solaimane.
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Alma Ghanem Jaroor compartió con TRT World los detalles del día en que se convirtió en huérfana. Foto: Mohamed Solaimane.

Había un iPad. También el olor del desayuno que se cocinaba. Y tenía una familia. Después, ya no hubo nada.

Con un tono suave, en un relato a veces interrumpido por un ligero tartamudeo y frecuentes pausas, Alma Ghanem Jaroor le contó a TRT World sobre el día en que quedó huérfana.

Sentada fuera de la tienda de campaña que ahora llama su hogar, en el campamento de Al-Mawasi en Gaza, esta niña de 12 años recuerda nítidamente el momento en que estaba usando su iPad en un sofá de la casa de su tío.

Ella y su familia se habían mudado allí después de que su casa en el barrio de Al Remal, en la Ciudad de Gaza sufriera fuertes daños por los bombardeos israelíes.

"Estaba mirando mi iPad mientras mi madre preparaba el desayuno. Vi en la pantalla que eran las 6 de la mañana cuando cayó el primer misil. Nuestro edificio de cinco pisos tembló y había humo", relató Alma.

Hizo una pausa.

Sus ojos se desviaron y, por unos segundos, permaneció en silencio, como si hubiera regresado a ese momento que marcó su vida.

Volviendo al relato, Alma compartió brevemente los detalles de la explosión y el derrumbe del edificio. Debía explicar cómo el 2 de diciembre pasó horas bajo los escombros, escuchando los gemidos y oraciones de algunos de los 40 familiares que perdió ese día.

"Eran las 9:30 (de la mañana) cuando recuperé el conocimiento. Vi la hora en el iPad. Había demasiados escombros encima mío, no podía mover las piernas, solo un brazo. Pedí ayuda mientras escuchaba gritos. Escuché a una señora mayor rezar y algunas personas me identificaron por mi voz, tal vez mis primos o mi hermana. Ellos me decían: 'Alma, ¿eres tú?, ¿estás viva?'. Y luego todos se quedaron en silencio".

Diez meses después, Alma vive con su tía, quien la cuida junto a sus seis hijos y su esposo en un campamento dedicado a los huérfanos.

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En total, más de 17.000 niños han perdido a uno o ambos padres en la brutal ofensiva israelí, una cifra que aumenta constantemente bajo las bombas de Tel Aviv. Foto: UNRWA

Alma es tan solo una de los al menos 1.151 niños que han perdido a sus dos padres en medio de la incesante ofensiva de Israel contra Gaza que comenzó hace casi un año, según las cifras más recientes publicadas por el Ministerio de Salud local el 30 de junio.

Durante los primeros meses de los bombardeos, muchos niños quedaron huérfanos a un ritmo sin precedentes, por lo que los médicos y los trabajadores humanitarios crearon un acrónimo en inglés para describir el fenómeno: WCNSF, que traduce “niño herido, sin familia superviviente” por “wounded child, no surviving family”.

En total, más de 17.000 niños han perdido a uno o ambos padres en la brutal ofensiva israelí, una cifra que aumenta constantemente bajo las bombas de Tel Aviv.

Historias interminables de dolor

En uno de los cuatro campamentos de Al-Baraka, en Al-Mawasi, Alma y otros 39 huérfanos han encontrado un lugar seguro para quedarse junto a sus únicos familiares supervivientes. Aquí, las historias de dolor son interminables, y los niños comparten inocentemente sus recuerdos de cómo era la vida antes de que un misil o un cohete les arrebatara sus propias familias.

A pesar de las reiteradas agresiones de Israel a lo largo de los años, en Gaza no existen orfanatos. La sociedad considera que a los niños huérfanos los deben cuidar familiares, y se deben criar en las casas de tíos y abuelos que asumen las responsabilidades de los padres fallecidos.

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El campamento de Al-Baraka en Al-Mawasi es lo más parecido a un orfanato que jamás haya tenido Gaza. Foto: Muhammad Soleimane.

Pero en medio de una brutal ofensiva que ha destrozado familias, y en la que la población lucha por sobrevivir cada día, la nueva ola de huérfanos carece de apoyo.

Junto a otra tienda, Muhammad Motassem Al-Da'lsa, de cuatro años, observa a otros niños jugar desde lejos. De vez en cuando, una pelota cae cerca de él o algún otro niño lo invita a jugar con alguno de los elementos gastados que hay esparcidos por todas partes.

Pero Muhammad no muestra ningún interés.

A él y a su hermano Ali, de tres años, los acompaña su tío, también llamado Muhammad, y juntos se mudaron al campamento en mayo. Fueron la primera familia que vivió en este lado del campo. A pesar de los meses que han pasado desde entonces, los niños pequeños siguen sintiéndose intimidados por su entorno y no están dispuestos a relacionarse con quienes los rodean.

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Una vista satelital muestra las tiendas de campaña y refugios en Al-Mawasi, Gaza, el 4 de mayo de 2024. Foto: Reuters.

El tío perdió a su hijo y a su esposa embarazada en el mismo ataque aéreo que mató a su hermano, el padre de Muhammad, el 28 de octubre. Viudo y sin hijos, ahora cuida de sus sobrinos que quedaron sin padre y que viven junto a otros casi 2.500 huérfanos en el campamento.

"Después de ese ataque aéreo, Muhammad quedó tan gravemente herido que los médicos creyeron que estaba muerto e incluso empezaron los procedimientos necesarios para su entierro, hasta que sus pequeños pulmones comenzaron a respirar de nuevo", recordó el tío del niño.

Muhammad estaba esperando tratamiento en el hospital Al-Shifa de la Ciudad de Gaza cuando el Ejército israelí lo allanó. Los dos huyeron del hospital, a pesar de que el niño aún no había recibido atención y se encontraba en una silla de ruedas. Mientras el tío caminaba kilómetros para cruzar las barreras que separan el norte y el sur de Gaza, fue arrestado por el Ejército de Israel, y los dos niños quedaron bajo la custodia de otra familia durante dos semanas, mientras él estuvo en prisión.

"Esos pobres niños han visto demasiado. El rostro de Muhammad sigue muy desfigurado y sus piernas no se han recuperado del todo. Esa es una de las razones por las que evita jugar con los demás", dijo su tío. "Sin mencionar el daño emocional y mental que les han causado", añadió con tristeza.

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El campamento de Al-Baraka en Al-Mawasi es lo más parecido a un orfanato que Gaza haya visto jamás. Foto: Mohammad Solaimane.

Muhammad manifestó su gratitud a los donantes, fundadores y voluntarios del campamento de Al-Baraka. "Los niños y yo pasamos tres días en la playa de Al-Mawasi sin siquiera tener cómo resguardarnos en mayo. No he tenido ingresos desde octubre, así que no puedo permitirme nada. Tuve la suerte de encontrar su número de teléfono y nos acogieron de inmediato", dijo.

Encontrando un respiro

Durante todo el día, en los campamentos de Al-Baraka, donde viven unos 2.500 huérfanos de 400 familias que han perdido su sostén, los niños juegan alegremente bajo el sol. Hacen volar cometas, riendo y gritando mientras corren por el espacio cubierto de polvo que sirve como una especie de área de juegos en medio de las hileras de tiendas de campaña. Sus piecitos, casi todos descalzos, lanzan al aire nubes de arena.

Mahmoud Kallakh, el fundador de estos campamentos, esperaba que los huérfanos encontraran esta sensación de seguridad y comunidad.

Kallakh, quien trabajó en el sector humanitario durante años, dijo a TRT que los cuatro campamentos se financiaron con el apoyo de palestinos de Gaza, Cisjordania ocupada y el extranjero.

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"Estos campamentos llegaron para enfrentar esta categoría vulnerable de niños huérfanos por la brutal ofensiva actual, solo en función de las capacidades disponibles", explicó. También añadió que los huérfanos y las viudas encuentran refugio, agua potable, ayuda médica y otras formas ocasionales de asistencia.

"Los suministros de alimentos no siempre son estables debido a la escasez general en Gaza, y los generadores de electricidad también faltan, pero esperamos seguir construyendo los servicios que podemos ofrecer", afirmó.

Las necesidades de los campamentos los atienden unas 40 mujeres voluntarias, en su mayoría madres viudas, algunas de las cuales también entretienen a los niños y dan clases a aquellos que han perdido un año entero de escuela.

"Hemos proporcionado refugio y seguridad lo mejor que hemos podido, pero las bombas israelíes siguen siendo nuestra principal amenaza. Aunque Al-Mawasi está designada como zona segura, la región está siendo atacada cada vez más", señaló Kallakh, refiriéndose a varios ataques aéreos contra la zona este mes, en los que murieron docenas de personas.

"Seguiremos desarrollando estos campamentos y cuidando de nuestros huérfanos, pero solo rezamos para que les dejen en paz", expresó.

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