El joven marroquí que sueña con seguir los pasos de Lamine Yamal

Desde los campos improvisados de Khemisset, Omar persigue su sueño futbolístico, impulsado por el éxito del español Lamine Yamal en el FC Barcelona.

Omar sueña con seguir los pasos de Lamine Yamal. / Foto: Hajar Elkahlaoui.
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Omar sueña con seguir los pasos de Lamine Yamal. / Foto: Hajar Elkahlaoui.

En la pequeña ciudad de Khemisset, en el centro-norte de Marruecos, un joven llamado Omar entrena con determinación en los campos polvorientos del club local. A sus 13 años, representa a cientos de niños marroquíes cuyas aspiraciones han sido reavivadas por el éxito de Lamine Yamal, jugador de fútbol del FC Barcelona, hijo de un marroquí y una ecuatoguineana, quien acaba de levantar la Eurocopa con la selección española.

El joven demuestra un talento notable para su edad, evidente en su técnica con el balón y en la precisión de sus movimientos en el campo.

"Omar tiene un don especial. Muestra una comprensión del juego poco común para alguien de su edad", comenta su entrenador, Abderrahim Belamri.

El entrenador y exjugador profesional ve en el joven el potencial que muchos clubes buscan: una combinación de habilidad técnica e inteligencia táctica que no se puede enseñar fácilmente.

Omar entrena con el Ittihad Zemmouri Khemisset (IZK), un club local con una rica historia en el fútbol marroquí.

"El IZK jugó en la Liga de Campeones", explica con orgullo Belamri. "Tenemos jugadores que han jugado en el Raja y el Wydad, así que son conocidos a nivel nacional".

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Cuando no entrena, Omar juega fútbol también en las calles de su barrio. (Foto: Hajar Elkahlaoui)

Esta conexión con los grandes clubes marroquíes alimenta las esperanzas de Omar y sus compañeros, quienes ven en ese club un posible trampolín hacia el éxito.

A su vez, el compromiso del entrenador no flaquea, ni siquiera cuando el club cierra sus puertas en el verano. "Divido al equipo en dos grupos y los llevo al bosque de Mrabo o al Parque Mountazah para asegurarnos de que los jóvenes no pierdan sus sesiones de entrenamiento", explica.

"Es en estos espacios verdes donde Omar y sus compañeros, con sus camisetas del IZK, corren y juegan bajo la atenta mirada de su mentor", añade el entrenador.

Estas sesiones improvisadas no solo mantienen la forma física de los jóvenes, sino que también fortalecen el vínculo entre ellos y su entrenador, creando una familia futbolística unida por la pasión y la resistencia.

La pasión de Omar por el fútbol se refleja en cada rincón de su vida. Su habitación es un verdadero santuario dedicado al juego, con camisetas de sus ídolos adornando las paredes: la de Neymar de Brasil, la de Benzema de Francia, la de Hakimi del PSG y, por supuesto, la de Yamal del Barcelona.

El joven se siente profundamente inspirado por el futbolista español. "La primera vez que lo vi jugar, pensé que lo hacía realmente bien", recuerda Omar con una sonrisa. "Cuando veo su trayectoria y cómo recientemente ganó el Campeonato Europeo de Fútbol de la Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol (UEFA), me siento realmente inspirado".

Sin embargo, la conexión entre Omar y Yamal va más allá de la admiración deportiva; representa una identificación cultural y una validación de sus propios sueños.

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Omar es un gran admirador de Lamine Yamal. (Foto: Hajar Elkahlaoui)

"Mi sueño es jugar para el Barça", confiesa. "Veo todas las ligas: la Champions League, la Copa de Europa, la Copa Africana, el Mundial, la Copa América, La Liga (Española). Me encanta ver jugar también al Wydad", cuenta.

Este conocimiento exhaustivo del fútbol mundial no es solo una afición para él, sino una forma de estudio, ya que analiza cada jugada y cada estrategia con la esperanza de aplicarlas en su propio juego.

La solidaridad marroquí

Pero el camino hacia el éxito no está exento de dificultades. El IZK, como muchos clubes pequeños en Marruecos, lucha con recursos limitados.

"A veces, no me pagan", admite el entrenador. "Por ejemplo, puedo trabajar durante un año y solo me pagan 3 o 4 meses. Pero ves que estos niños necesitan entrenar y cierras los ojos ante algunas cosas", indica.

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El club ofrece oportunidades a jóvenes talentosos, independientemente de su situación económica. (Foto: Hajar Elkahlaoui)

Esta dedicación del entrenador, que va más allá de la compensación económica, es un testimonio del poder transformador del fútbol en comunidades como Khemisset.

A pesar de sus recursos limitados, el IZK desempeña un papel importante en la comunidad. El club ofrece oportunidades a jóvenes talentosos, independientemente de su situación económica. La cuota anual es de aproximadamente cien dólares, aunque el club tiene un programa para apoyar a jugadores prometedores que no pueden pagarla.

"Cuando identificamos a un niño con talento especial, el club puede invitarlo a unirse sin costo alguno", explica el entrenador. "Le proporcionamos el mismo equipamiento que a los demás: la bolsa del club, el uniforme, todo lo necesario para jugar. Queremos asegurarnos de que el talento no se pierda por falta de recursos", explica.

El fútbol es más que un juego para Omar: es una forma de vida. Cuando no está entrenando con el club, juega en su barrio. "Hay un terreno allí donde le ruego al guardia que me deje jugar con mis amigos", cuenta.

"Después de entrenar, me reúno con mis amigos en la calle frente a mi casa", explica con una sonrisa. "Jugamos descalzos o con chanclas, lo que tengamos. No importa el calzado, lo importante es jugar. Esos partidos improvisados son los más divertidos".

Su madre fue esencial en el desarrollo de su pasión por este deporte. "Insistí en que se uniera al club porque vi lo entusiasmado que estaba", recuerda. Añade que su padre tenía dudas al principio, pero cambió de opinión cuando lo vio jugar.

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La familia de Omar lo apoya en sus entrenamientos y en cada paso de sus sueños. (Foto: Hajar Elkahlaoui)

Su apoyo incondicional se refleja en cada aspecto de la vida del joven, desde acompañarlo a sus primeros torneos hasta proporcionarle apoyo emocional y financiero.

Pero este respaldo familiar cobra aún más relevancia en el contexto del reciente éxito del fútbol marroquí. La histórica actuación de la selección nacional en el Mundial del 2022, donde alcanzaron las semifinales, extendió el entusiasmo por este deporte en todo el país.

Las camisetas de jugadores como Achraf Hakimi, Hakim Ziyech y el portero Yassine Bounou, nacido y criado en Marruecos, se han convertido en símbolos de orgullo y aspiración para los jóvenes futbolistas.

Este éxito sin precedentes ha inspirado a una nueva generación de talentos, entre los que se encuentra Omar.

A medida que el joven de 13 años continúa su camino futbolístico, su historia se entrelaza con la de estos héroes nacionales y se convierte en un símbolo de esperanza y posibilidad para muchos jóvenes marroquíes.

El "efecto Yamal", combinado con el legado del equipo nacional, no se limita a inspirar sueños; está creando una nueva narrativa en la que el talento marroquí puede brillar en los escenarios más grandes del fútbol mundial, desde las calles de Khemisset hasta los estadios de élite europeos.

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