Así ayuda esta familia de médicos a migrantes haitianos en Ciudad de México
Para ayudar a aliviar las dificultades que sufren los migrantes haitianos en México, una familia de médicos abrió las puertas de su clínica y empezó a construir comunidad con ellos.
Desde el pasado año, la familia Hernández Pacheco comenzó a notar que varios haitianos estaban llegando a un apartamento justo en la calle enfrente de su centro médico en las afueras de Ciudad de México.
Su oficina de dos pisos, de color verde menta, se encuentra en una pequeña calle de la localidad de clase trabajadora Ciudad Nezahualcóyotl. Los haitianos destacaban entre los vendedores de tamales y los vendedores callejeros, mientras se sentaban al sol para calentarse del frío.
Un día, la doctora Sarahí Hernández Pacheco, que habla francés, se acercó a un joven haitiano de 15 años que con frecuencia parecía estar triste y aburrido. “Tengo dos sobrinos, ¿quieres jugar con ellos?”, le preguntó.
Casi un año después, los migrantes haitianos representan buena parte de los pacientes que atiende la clínica, en la que trabaja Hernández, su madre y dos de sus hermanos que también son médicos.
La inmigración en México, tanto de haitianos como de otras naciones de Latinoamérica e incluso África, ha sido un asunto político clave. De hecho, más de 1,74 millones de migrantes se refugiaron en México durante el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, según cifras del Instituto Nacional de Migración. De ese total, a 513.063 se les concedió asilo por razones humanitarias, de acuerdo a la entidad. López Obrador, quien termina su mandato en octubre de este año, prometió abordar las causas fundamentales de la migración en la región y brindar atención humanitaria a los migrantes.
La Dra. Sarahí Hernández Pacheco atiende a la haitiana Bellantta Lubin, en la clínica médica Bassuary en Ciudad Nezahualcóyotl, en el este de la Ciudad de México, el jueves 20 de junio de 2024. Hernández convirtió su clínica familiar en un refugio seguro para los migrantes haitianos, ya sea que planeen quedarse en México o continuar el viaje hacia el norte hacia Estados Unidos (Foto AP/Mariana Martínez Barba)
Un refugio seguro
La clínica Bassuary de la doctora Hernández ofrece consultas gratis a los migrantes, y la familia además comenzó a proporcionarles comida a los haitianos. Con el tiempo, hasta ayudó a algunos de ellos a encontrar trabajo, incluido dentro del mismo centro médico.
Hernández quiere que la clínica sea un refugio seguro para los migrantes haitianos ya sea que planeen quedarse en México o continuar el viaje hacia la frontera con Estados Unidos.
“No me puedo ni imaginar cómo debe ser estar en otro país donde hay tantas limitaciones”, expresó. “Las puertas de mi clínica están abiertas para ayudarlos en todo lo que podamos. No solo como médica, sino como amiga” añadió.
Una de sus pacientes, Bellantta Lubin, de 23 años, acudió inicialmente al centro porque tenía dolor de estómago.
Poco después, Lubin regresó en busca de trabajo y les comentó a la médica y a su hermana, la Dra. Hosanna Berenice Hernández Pacheco, que estaba pasando dificultades. Como no hablaba español nadie la contrataba. Entonces ellas le ofrecieron un empleo de limpieza en la clínica tres veces por semana.
Hablando una mezcla de español, francés y creole, Lubin y los médicos han creado un baile entre estas lenguas durante los últimos ocho meses.
“Ella empezó a enseñarme palabras en criollo y nos hicimos muy amigas”, relató Berenice. “Realmente se ha abierto conmigo” explicó.
La inestabilidad política y los desastres naturales han causado olas de migración a través de México durante la última década. Muchos haitianos fueron inicialmente a Sudamérica, incluido Brasil, y luego se trasladaron al norte debido a las crisis económicas surgidas desde la pandemia de COVID-19.
A eso se suma que la creciente violencia de las pandillas en Haití ha desplazado internamente a casi 580.000 ciudadanos desde el mes de marzo, según un informe reciente de la agencia de migración de la ONU.
Muchos migrantes como Lubin esperan en México durante meses una cita de asilo a través de la aplicación de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, CBP One.
La Dra. Sarahí Hernández Pacheco, izquierda, posa para una fotografía con su madre, la Dra. María Pacheco Peña, centro, su hermana, la Dra. Berenice Hérnandez Pacheco, derecha, y sus sobrinas, la enfermera Mirsha Danae, atrás izquierda, y la enfermera Suellen Virdiana, en la clínica médica Bassuary en Ciudad Nezahualcóyotl, en el este de la Ciudad de México, el jueves 20 de junio de 2024. La familia Hernández Pacheco convirtió su clínica familiar en un refugio seguro para los inmigrantes haitianos. (Foto AP/Mariana Martínez Barba)
Siguiendo los pasos de sus padres
Las hermanas Hernández Pacheco siguen los pasos de sus padres: dos médicos de origen humilde que fueron los primeros en ejercer la profesión en el barrio rural donde abrieron la primera clínica en 1963.
Sarahí Hernández, quien estudió medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México, abrió su propia clínica privada en 2014 para brindar atención médica gratuita a los residentes de bajos ingresos de su comunidad. El centro médico se encuentra al otro lado de la calle del consultorio de sus padres, que aún continúa abierto.
La clínica privada no recibe financiación ni subvención de ninguna institución. En ocasiones recibe donaciones de organizaciones no gubernamentales y trabaja por mantener los costos bajos para los pacientes de la zona.
En la clínica Bassuary, además de Sarahí Hernández, trabajan su madre, de 83 años; su hermana menor, Berenice, y su hermano Marco Antonio. A ellos se suman dos sobrinas que les ayudan como enfermeras.
Con el tiempo, esta familia de médicos detectó una serie de problemas de salud comunes entre sus pacientes haitianos.
“Muchos tienen problemas en la espalda baja porque la mayoría duerme en el suelo. Lidiar con el frío es difícil para ellos”, dijo Berenice. “También tienen problemas de estómago porque su dieta era completamente diferente a la mexicana”.
Uno de sus pacientes, el haitiano Gabriel Toussaint, de 50 años, vive en un pequeño apartamento enfrente de la clínica. Originario de la ciudad de Dessalines, Toussaint fue director de escuela y profesor de historia durante 28 años.
Tomó la difícil decisión de dejar a sus cuatro hijos con familiares para intentar reunirse con su esposa en Florida. Para ello cruzó Nicaragua, Honduras y Guatemala hasta llegar a México.
Tras llegar a Ciudad de México, se las arregló gracias a los estudios de español que cursó en Haití. Acudió a la clínica para tratarse la hipertensión y el dolor en los ojos.
“Me gusta mucho México, pero hay un pequeño problema aquí”, dijo. “No hay trabajo y el salario es malo”, comentó.
Visa humanitaria
La visa humanitaria de México les garantiza a los haitianos derechos como la autorización para trabajar. De hecho, el año pasado fueron la principal nacionalidad que solicitó estas visas, con más de 37.000, según la Organización Internacional para las Migraciones. Sin embargo, en los primeros cinco meses de este año, México recibió menos de 4.000 solicitudes de visas humanitarias de haitianos.
Simultáneamente, muchos migrantes haitianos como Toussaint esperan en México por una cita de asilo en Estados Unidos. Toussain trabajó en una fábrica y también como mecánico, pero no eran empleos estables. Finalmente, tras ocho meses de espera, Toussaint y tres de sus compañeros de habitación consiguieron una cita de asilo a través de la aplicación CBP One.
Una despedida
Para la doctora Sarahí Hernández, la partida de los hombres el pasado 20 de junio fue motivo de celebración. Antes del viaje los invitó a una comida de despedida y preparó hamburguesas con papas fritas, su plato favorito.
“¡Deben comer más!”, exclamó Sarahí mientras acudían alrededor de la mesa en el patio de la clínica. “Será un viaje largo”.
La Dra. Sarahí Hernández Pacheco, izquierda, y su hermana, la Dra. Berenice Hérnandez Pacheco, derecha, ayudan a la asistente médica Juana Fernández a cocinar para los migrantes haitianos antes de su partida a EE.UU., en la clínica médica Bassuary en Ciudad Nezahualcóyotl. (Foto AP/Mariana Martínez Barba)
“Así es nuestra familia”, dijo Toussaint, señalando a los médicos y a los otros tres hombres haitianos que lo rodeaban durante la comida. “Esto es una familia” repitió.
Para otros, como Lubin, la espera continúa.
Llegó a México el año pasado huyendo de la violencia en la capital de Haití, Puerto Príncipe. Primero tomó un vuelo a Nicaragua y luego cruzó a Honduras y Guatemala para llegar a México.
“Mi familia es víctima de la inseguridad”, dijo. “Los bandidos se apoderaron de nuestra casa y de los coches de mi madre. Sufrí mucho por eso”.
Como era la mayor de su familia, dejó atrás a tres hermanos y a sus padres, así como su sueño de estudiar en escuela de medicina en Haití.
Ahora trabaja en la clínica junto con otra joven haitiana, Phenia, y viven en una pequeña habitación a cinco minutos.
“Aquí estoy segura y eso me hace sentir cómoda”, dijo Lubin. “En la clínica he hecho amistades muy, muy profundas” afirmó.
Sarahí Hernández Pacheco dice que los haitianos merecen más de la comunidad internacional.
“Lo que estoy haciendo es tan sólo un pequeño grano de arena”, mencionó. Y añadió: “Le pediría al gobierno acelerar sus procedimientos y llevarlos a un lugar donde se sientan seguros”.