Joven mapuche creó una web para tratar depresión con la sabiduría indígena
Küyenray, a sus 18 años, creó una plataforma de salud mental basada en medicina mapuche, cofundó una organización por el cambio climático y se convirtió en la moderadora más joven de la ONU en Chile.
Es difícil imaginar que Küyenray Rupayan tenga solo 18 años. Su lista de logros es tan extensa que parece haber vivido varias vidas. Esta joven de origen mapuche ha creado una web que ayuda a tratar problemas de salud mental en base a la medicina ancestral aborigen, cofundó una organización de jóvenes indígenas por el cambio climático, fue convocada por la ONU y obtuvo becas internacionales, todo mientras terminaba la escuela secundaria.
“Los aborígenes somos una de las poblaciones más pequeñas a nivel mundial, y sin embargo, protegemos la mayor parte de biodiversidad del planeta. Ya por eso solo, las naciones deberían cuidar de nosotros”, señala Küyenray.
Una niñez rodeada de robots
La vocación profesional se despierta, en general, al alcanzar los 20 años. Pero a Küyenray le ocurrió a los ocho, cuando asistió por primera vez a una clase de robótica. El mundo de posibilidades que descubrió allí la fascinó.
“Mi madre era profesora en una escuela donde hubo durante dos años un taller de robótica y programación. Eso me permitió asistir. Al terminar el taller, seguí por mi cuenta. Y a los nueve, ya estaba haciendo mi primer robot”.
A los 10 años, otra experiencia marcó su camino: fue invitada a dar una charla en una escuela católica con motivo del Día de los Pueblos Originarios. Con la convicción de una adulta, habló y cantó canciones mapuche, y salió de allí con una decisión clara: “Quiero dedicarme a esto: difundir mi identidad aborigen. Aquí me quedo”.
Muchas vidas en una adolescente
A primera vista, la rutina de Küyenray parece la de cualquier adolescente. Se despierta a las 7 de la mañana. Camina dos cuadras hasta su escuela, el Colegio Merryland, en Santiago de Chile, que tiene orientación científico-humanista. A las 4 de la tarde regresa a casa, almuerza y, como ella misma dice, se pone a “hacer mis cosas”.
Entre “sus cosas” se encuentran sus prácticas de vóley, taekwondo y el perfeccionamiento de su nuevo robot, Lufke -que significa "rayo" en mapuche-, ya que forma parte del equipo chileno de robótica.
“Todo lo que hago”, dice ella, recién salida de la escuela, “lo intento ver desde la ancestralidad de los pueblos originarios”.
Depresión y ansiedad tratadas con sabiduría mapuche
En el 2021, la joven desarrolló Kümente, una plataforma de conocimiento ancestral mapuche al servicio de la salud mental del ser humano moderno. Este es, hasta ahora, su proyecto más ambicioso.
“Me propuse abordar problemas como la ansiedad y la depresión desde la variable indígena. Puedes encontrar desde juegos mapuche, hasta recetas y terapias menos invasivas. Por ejemplo, el conocimiento ancestral propone salir de la depresión o la ansiedad conectándote con cosas que te dan felicidad como los juegos y la comida. Uno puede salir de estos trastornos sin una medicación tan química”, explica.
Joven mapuche creó una web para tratar depresión con la sabiduría indígena. Fotos Abdul Wakil Cicco
Tan joven y tan talentosa, Küyenray llamó la atención de la ONU, que la convocó para inaugurar una feria de mujeres indígenas en Chile. Allí cantó una canción en su lengua, el mapuzungun.
Años después, moderó otro encuentro de mujeres respaldado por la ONU, convirtiéndose en la moderadora más joven del evento en su país: tenía tan solo 15 años.
Desde entonces, participa en el área de interculturalidad del programa Originarias de ONU Mujeres.
“Siempre trato de representar a todas las niñas y mujeres indígenas que no tienen, como yo, el privilegio de vivir en la capital” y que “no pueden acceder a estos espacios”, subraya Küyenray.
La voz de los sin voz
En 2020, cofundó la organización de jóvenes indígenas por el cambio climático “Wechekeche Ka Itrofillmongen”, que desde entonces lucha para que el Estado escuche la voz de los que no tienen voz. Además, al año siguiente, fue directora de la Asociación de Mujeres Jóvenes por las Ideas, donde llevó adelante una academia de liderazgo para niñas.
“No tengo dudas de que las prácticas ancestrales y los conocimientos de los pueblos originarios podrían ayudar a reducir los problemas sociales y medioambientales”, afirma con convicción, como si hubiera vivido cien años.
“Te cuento sólo una cosa para que lo entiendas. Nosotros, los pueblos originarios solemos pensar todas nuestras acciones del presente de cara al futuro. Entonces siempre tenemos presente los impactos ambientales y sociales de cada cosa que hacemos”.
Küyenray destaca que, para que la humanidad dé el paso inicial, primero que nada debe otorgar un reconocimiento definitivo a los pueblos originarios.
Una pequeña población, una gran responsabilidad
“Al ser defensores ambientales, nosotros tenemos muchos desafíos”, advierte. “En Chile, por ejemplo, se nos reconoce como pueblos originarios, no como una nación. Se nos reconoce como un pueblo cualquiera que es parte de Chile. Pero nosotros pedimos ser reconocidos como pueblo nación mapuche”.
Joven mapuche creó una web para tratar depresión con la sabiduría indígena. Fotos Abdul Wakil Cicco
Más allá de lo que informan algunos medios de comunicación, donde el reclamo de los indígenas parece siempre estar centrado en una exigencia de territorios. Küyenray advierte que la verdadera lucha es mucho más profunda y estructural.
“Los aborígenes tenemos métodos diferentes de medicina y de orden político. Nuestra sociedad tiene ideales y funcionamientos diferentes. Podemos ser un país plurinacional, pero deben reconocer nuestros propios métodos de organización, de vida y de salud”.
La escalada violenta con los mapuches
Ahora bien, en los últimos años, grupos que se autoproclaman mapuche han generado un revuelo en Sudamérica. Terrenos tomados en el Sur de Chile, actos de vandalismo y un tendal de muertes han llevado a que la sociedad tome distancia de la reivindicación legítima de los pueblos originarios mapuches y se plantee si el conflicto ha escalado en exceso.
En este punto, Küyenray se encoge de hombros. Dice que es un tema difícil y que prefiere no entrar en discusión.
“La gente asume que todos los mapuche quemamos camiones y estamos contra el Estado. No puedo opinar sobre lo que sucede en el Sur de mi país pues no vivo allá. Es un tema complicado y opinar es peligroso. Como mapuche les digo: yo no hago esas cosas. Y no pueden meter a todos los pueblos originarios en la misma bolsa. Además, es importante que se siga un enfoque imparcial y apegado a la ley, respetando los derechos y garantías de todas las partes involucradas”.
Lo que viene: biomedicina
Lo de Küyenray, sin duda, no es la confrontación, sino el servicio. De hecho, espera con ansias el próximo 2 de diciembre, cuando se presentará al examen de admisión que definirá si puede ingresar a la universidad a estudiar lo que ella quiere. ¿Y qué es lo que ella quiere? ¿Cuál es su vocación? ¿Cómo se imagina a futuro?
“Quiero estudiar ingeniería biomédica. Sueño con ayudar, empleando las cosas que más me gustan: la mecánica y la electrónica. Por eso, cuando descubrí la carrera de biomédica, me decidí. Y sueño con poder, desde la medicina y las nuevas tecnologías, ayudar a encontrar soluciones a enfermedades”.
En solo 18 años de vida, Küyenray logró dejar una huella sin precedentes en su comunidad. Con más jóvenes como ella, dispersos por el mundo, el futuro de este planeta estaría en buenas manos.