La crisis económica en Bolivia lleva al límite la paciencia de ciudadanos
La crisis de combustible que durante meses ha sufrido Bolivia se desató tras un colapso monetario que asfixió el suministro de dólares del país y que afecta cada vez más la actividad económica.
El combustible en Bolivia se está convirtiendo rápidamente en uno de los productos básicos más escasos. Las largas filas de vehículos se extienden varios kilómetros frente a las estaciones de servicio de todo el país, que alguna vez fue el segundo mayor productor de gas natural de América del Sur.
Y algunas de las filas no ceden durante días.
Mientras aumenta la frustración, conductores como Víctor García comen, duermen y socializan alrededor de sus camiones estacionados, esperando comprar unos cuantos litros de diésel.
“No sabemos qué va a pasar, pero vamos a estar en una situación peor”, dijo García, de 66 años, a medida que pasaban las horas en El Alto, una pequeña ciudad al lado de la capital de Bolivia en el altiplano andino.
La crisis de combustible que durante meses ha sufrido Bolivia se desató tras un colapso monetario que asfixió el suministro de dólares del país y que afecta cada vez más la actividad económica. También, la vida cotidiana de millones de personas, perjudicando así el comercio, la producción agrícola y disparando por las nubes los precios de los alimentos.
El malestar público ha hecho que multitudes salgan a las calles en las últimas semanas, aumentando la presión sobre el presidente Luis Arce para que tome medidas antes de una tensa elección presidencial el próximo año.
“Queremos soluciones efectivas ante la escasez de combustible, dólares y del aumento de los precios de los alimentos”, dijo Reinerio Vargas, vicerrector de la universidad estatal Gabriel René Moreno en la región oriental de Santa Cruz.
Arce ha prometido repetidamente que su gobierno pondrá fin a la escasez de combustible y reducirá los precios de los productos básicos. El 10 de noviembre volvió a prometer que resolvería el problema en 10 días. Mientras tanto, la tasa de cambio en el mercado paralelo ha aumentado hasta casi un 40% más que la tasa oficial.
“Las filas son cada vez más largas”, dijo el conductor Ramiro Morales, de 38 años, quien el martes dudó en abandonar su lugar en una estación de combustible en El Alto para ir al baño porque alguien podría quitarle el puesto en la fila. “La gente está cansada”.
En un país que alguna vez fue un destacado actor económico en América del Sur, con una clase media con visión de futuro y baja inflación, muchos bolivianos ahora viven al límite. La escasez de combustible impide que los agricultores lleven sus productos a los centros de distribución, y los mercados y los precios de los alimentos se han disparado.
La semana pasada, en La Paz y el vecino El Alto, los bolivianos hicieron fila para comprar arroz después de que llegaran envíos muy retrasados desde Santa Cruz, el motor económico del país a unos 850 kilómetros de distancia.
Dado que la escasez de diésel afecta todo, desde el funcionamiento de los tractores hasta el abastecimiento de piezas de maquinaria, la situación ha obstaculizado a los agricultores en un momento crucial del año: la temporada de siembra.
“Sin diésel, no habrá alimentos para 2025”, dijo recientemente Klaus Frerking, vicepresidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO). “La seguridad alimentaria del país estará en riesgo”, aseveró.
El impacto de la crisis en el campo se siente en las ciudades. Los productores dicen que están vendiendo menos. Los precios de las papas, cebollas y leche han aumentado y la carne de res se ha duplicado en el principal mercado mayorista de alimentos de El Alto en el último mes, dijeron los vendedores, superando incluso la inflación del país, que desde a enero a octubre registró 7,26%. Se trata de una de las tasas más altas del país en la última década.
Ante el aumento vertiginoso de los costos de los alimentos, los bolivianos han estado reduciendo su consumo. “Hay que caminar mucho para encontrar alimentos más baratos”, dijo Ángela Mamani, de 67 años, mientras enfrenta dificultades para preparar la comida de sus seis nietos en el mercado en las calles de El Alto. Planeaba comprar verduras, pero se dio cuenta de que no tenía suficiente dinero y se fue a casa con las manos vacías.
El combustible se está convirtiendo en uno de los productos básicos más escasos de Bolivia. (AP)
Es un cambio impactante para una nación sin salida al mar de 12 millones de habitantes. De hecho, Bolivia fue una historia de éxito económico en América del Sur a principios de la década de 2000, cuando la bonanza de las materias primas generó un ingreso de decenas de miles de millones de dólares. Ocurrió durante el gobierno del primer presidente indígena de la nación, el expresidente Evo Morales, antiguo mentor de Arce y con quien ahora mantiene un pulso político.
Pero cuando terminó el auge del gas natural en Bolivia, su modelo económico fracasó. Ahora la nación gasta aproximadamente 56 millones de dólares a la semana para importar la mayor parte de su gasolina y diésel de Argentina, Paraguay y Rusia.
“Ahora hay una dependencia de la importación tras la declinación de los pozos de gas”, dijo el ministro Montenegro, prometiendo que el gobierno seguirá proporcionando subsidios al combustible que los críticos dicen que no puede permitirse.
El gobierno prevé gastar 2.900 millones de dólares en la compra de combustibles en 2025. Bolivia importa un 86% del diésel y un 54% de gasolina que consume y subvenciona los carburantes en al menos un 50%.
Mientras, el partido gobernante Movimiento Al Socialismo enfrenta una lucha de poder entre Arce y Morales de cara a las elecciones de 2025. Arce, que está habilitado para postularse, no ha oficializado aún su candidatura. Sin embargo, Morales lo hizo en 2022, fracturando al partido oficialista entre dos bandos.
“Niegan que hay problemas, le echan la culpa al contexto externo, a los conflictos. Todo menos al agotamiento del modelo económico”, dijo el analista económico Gonzalo Chávez.
Los partidarios de Morales bloquearon durante 24 días carreteras principales y dejaron varados envíos comerciales el mes pasado en parte en protesta contra el manejo de la economía de Arce. El mandatario dijo que los bloqueos le costaron al gobierno miles de millones de dólares y culpó a las manifestaciones de generar las largas filas en busca de combustible.
Pero los cientos de camioneros que esperaban turno el martes en los surtidores dejaron en claro que, aunque los bloqueos ya terminaron, la situación sigue siendo sombría. “Necesitamos un cambio”, dijo Geanina García, una arquitecta de 31 años en el mercado de El Alto. “La gente no vive de la política, vive del día, de qué es lo que genera y lo que gana”.