Bolivia y el litio, en el centro de la geopolítica mundial

Bolivia tiene una de las reservas de litio más grandes del mundo. Este mineral es un componente vital de los aparatos electrónicos modernos, lo que sitúa al país en el centro de la geopolítica mundial.

El Salar de Uyuni, en Potosí, con una superficie de más de 3.000 kilómetros cuadrados, posee al menos el 50% de los depósitos mundiales de litio. / Foto: Reuters.
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El Salar de Uyuni, en Potosí, con una superficie de más de 3.000 kilómetros cuadrados, posee al menos el 50% de los depósitos mundiales de litio. / Foto: Reuters.

El 8 de marzo de 2023, la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, entró en el terreno de la especulación minera durante su comparecencia ante una comisión del congreso de su país.

En el transcurso de su intervención, Richardson acusó a Bolivia de “no invertir, sino extraer el litio... la pelea que tienen por el litio está muy avanzada y es muy agresiva”, aseveró.

Estas declaraciones de la militar estadounidense no pasaron desapercibidas en La Paz, la sede del ejecutivo boliviano. El presidente, el izquierdista Luis Arce, expresó en abril del mismo año su preocupación por una supuesta interferencia extranjera en la producción de litio en los salares de su país.

“El Comando Sur de Estados Unidos, tres veces ya, nos ha mandado un mensaje que a ellos les interesa el litio boliviano, nuestras reservas de litio”, afirmó Arce en Potosí, la emblemática ciudad de Bolivia que fuera el centro de la brutal extracción de la plata durante la época colonial.

Ambas declaraciones no son simplemente parte de la tradicional malquerencia ideológica que existe entre Estados Unidos y un gobierno de izquierda latinoamericano. La realidad es que el litio es un elemento fundamental en la fabricación de baterías recargables para automóviles eléctricos y aparatos electrónicos de todo tipo. Y Bolivia tiene mucho litio.

Mineral geopolítico

Bolivia forma parte, junto con Chile y Argentina, del llamado ‘triángulo del litio’, tres países que, de manera conjunta, tienen el 75% de las reservas mundiales del mineral.

En el caso de Bolivia, el llamado Salar de Uyuni, en Potosí, con una superficie de más de 3.000 kilómetros cuadrados, posee al menos el 50% de los depósitos mundiales de litio. Aproximadamente 21 millones de toneladas de mineral.

No es casualidad entonces que el litio, además de ser un elemento básico en la industria de la energía limpia, sea también un mineral con un papel importante en la geopolítica mundial.

Hasta 2010, el gobierno boliviano sostenía que la extracción del litio debería ser 100% estatal. El entonces vicepresidente, Álvaro García Linera, declaró, además, que el mineral beneficiaría al 40% de aquellos bolivianos que viven en pobreza extrema.

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Pero el optimismo de García Linera contrastaba con una realidad ineludible: que Bolivia no tiene ni los recursos ni la tecnología necesarios para extraer el litio por sí sola. De ahí la necesidad del país de recurrir a la inversión extranjera para explotar el litio de manera eficiente y económica. La extracción del mineral es compleja, requiere de una tecnología avanzada, además de la capacidad para trabajar en las tierras más secas del planeta.

A finales de 2018, Bolivia firmó un contrato con la firma alemana ACI Systems, el mismo que incluía una inversión de 1.300 millones de dólares para el uso industrial del litio.

Dicho convenio, sin embargo, no benefició a la población local, debido a que no existió una política de reclutamiento de mano de obra local. Por otro lado, el canon del litio ha sido insuficiente para cubrir las necesidades de las comunidades que viven en Uyuni. Ello dio lugar a sendas protestas, que hicieron de la sociedad comercial con ACI Systems un proyecto deslucido y francamente inútil, en lo que a la población local concierne.

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Bolivia forma parte, junto con Chile y Argentina, del llamado ‘triángulo del litio’. (REUTERS)

Contratos ‘subversivos’

Es así que, en 2023, Bolivia decidió recurrir a dos países cuyas relaciones con el vecino estadounidense de Bolivia no son las mejores: China y Rusia. En julio del año pasado, Bolivia firmó un acuerdo con la empresa china Qinghai Citic Guoan, con una inversión de 857 millones de dólares, con “tecnología de extracción directa”.

A finales de 2023, Uranium One Group, empresa estatal rusa, firmó un contrato con el estado boliviano por un monto de 450 millones de dólares. El litio será extraído de las reservas de Uyuni y Pastos Grandes. Se trata de una extracción de 14.000 toneladas del mineral.

En enero de 2024, otra empresa de fabricación de baterías china, CBC, firmó un convenio de 1.000 millones de dólares para la construcción de una planta piloto de extracción del mineral. Todos estos contratos han sido firmados con la estatal Yacimientos de Litio Boliviano.

El convenio con CBC va más allá de la ‘simple’ extracción del mineral. La empresa china tiene planeado fabricar baterías de litio y vehículos eléctricos en Bolivia misma. El argumento de la generala Richardson de que Bolivia se limita a extraer litio parece, a la luz de los contratos con las empresas chinas y rusas, bastante simplista.

Bolivia es consciente del valor geopolítico del litio, y de la rutinaria hostilidad de Estados Unidos hacia los tratados del país altiplánico con China y Rusia, las ‘bête noires’ de la política exterior de Washington.

En un video que circuló a comienzos de este año, la generala Laura Richardson dejó bien claro que el litio del triángulo sudamericano era vital para los intereses de su país. "Esta región es importante… Hay mucho en juego y tenemos mucho para hacer. Es de gran importancia para nuestra seguridad nacional y necesitamos intensificar nuestro juego".

Pero la militar estadounidense no ha sido la única que ha planteado defender lo que su país considera son sus intereses estratégicos en América Latina.

El neoconservador Instituto de Estados Unidos para la Paz (The United States Institute of Peace, USIP), en teoría un organismo bipartidario creado por el expresidente Ronald Reagan, plantea un realineamiento de la política de Washington hacia Bolivia, en términos de inversiones, con el fin de neutralizar la influencia que tienen China y Rusia en la explotación del litio de los salares altiplánicos. El USIP suele reflejar en sus análisis el pensamiento de demócratas y republicanos.

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Por su lado, el multimillonario Elon Musk, cuyo alineamiento con la extrema derecha no es reciente, afirmó en julio de 2020 en Twitter: “Nosotros damos golpes donde queramos, acostúmbrate”, como respuesta a una protesta por el derrocamiento del entonces presidente Evo Morales en 2019. Musk ha mostrado una simpatía particular hacia el presidente argentino Javier Milei, entre otras razones porque espera llegar a un acuerdo para obtener el litio de ese país, componente vital para los automóviles Tesla.

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Captura de pantalla del tuit de Elon Musk en el que menciona el golpe de Estado. Foto: Twitter

¿Golpe y mineral?

De ahí que el gobierno boliviano haya planteado una estrategia conjunta en la región en relación a la producción de litio. A finales de marzo, el presidente Luis Arce afirmó que “debemos estar unidos en el mercado de manera soberana, con precios que beneficien a nuestras economías, y una de sus formas es la propuesta por parte del presidente (de México) Andrés Manuel López Obrador de pensar en una OPEP del litio

Por otra parte, parece existir una cierta tendencia en algunos sectores de las sociedades latinoamericanas, de vincular el fallido intento de golpe de Estado en Bolivia, el 27 de junio con el litio de los salares andinos.

En su edición del 26 de junio, el diario argentino Página 12 hace un recuento de varios hechos que parecerían explicar, según sus editores, la relación entre golpe de estado y el litio boliviano. El matutino bonaerense recuerda que el 2021, el presidente Luis Arce afirmó, durante una visita a México, que la oposición de su país tenía un gran interés en otorgar a Musk concesiones en la explotación del litio. Para Arce, el tuit del millonario en julio de 2020 era indicativo de las intenciones que tenía de sacar provecho personal de la caída de Morales.

Por su parte, el 27 de junio, la página de internet BrasildeFato publicó un artículo titulado “Acuerdo entre China y Rusia para producir litio podría poner a Bolivia en el centro de intentos de golpe”. Según la nota, el tuit de Musk y los acuerdos entre el gobierno de La Paz para la explotación del litio convierten a Bolivia en blanco inevitable de cualquier intento por desestabilizar a su frágil democracia.

Independientemente de lo que se piense de los hechos del 27 de junio, lo cierto es que el tuit golpista de Elon Musk, las diversas declaraciones de la generala Laura Richardson, y la actitud dosificada del USIP, además del historial intervencionista de Estados Unidos en América Latina, hacen despertar sospechas que, no por infundadas son necesariamente descabelladas. El litio lo dirá.

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