¿Qué significa la victoria de Sheinbaum en México para el país y el mundo?
Ahora que Claudia Sheinbaum, la primera mujer presidenta de México, asumirá el poder, ¿deberíamos esperar una continuación de las políticas del gobierno de López Obrador o algo diferente?
Los mexicanos dieron un voto rotundo este domingo al elegir a Claudia Sheinbaum, candidata del partido gobernante Morena, como la primera mujer presidenta del país, con más del doble de votos que su principal rival, la representante de la oposición Xóchitl Gálvez.
En medio del preocupante período de violencia que sufrieron candidatos a cargos municipales y regionales --al menos 34 aspirantes fueron asesinados esta temporada electoral--, es importante recordar que México igual logró un ejercicio monumental de democracia.
Un electorado de alrededor de 60 millones de personas acudió a las urnas, algo que debe celebrarse. Parece que tanto Sheinbaum como su coalición superaron significativamente las encuestas.
Por ejemplo, Clara Brugada ganó como jefa de Gobierno de la Ciudad de México por un margen de alrededor del 10%, a pesar de que los analistas estaban convencidos de que la contienda sería demasiado reñida. Resulta coherente que en las votaciones en que México eligió a su primera mujer presidenta, otra mujer ocupe el segundo cargo más importante en el ámbito nacional.
Entonces, ¿qué significa la aplastante victoria de Sheinbaum para México? En cierto sentido, más de lo mismo, por supuesto.
¿Status quo?
Sheinbaum ha señalado que continuará con el camino político que estableció el presidente saliente Andrés Manuel López Obrador, mejor conocido como AMLO. Después de todo, los votos fueron tanto para el partido como para la candidata.
Y estamos hablando de un partido político con logros concretos en los últimos seis años: una destacada reducción de la desigualdad en medio un período de crecimiento económico decepcionante, lo que por sí solo lo hace muy inusual en América Latina; una expansión significativa de las pensiones, y, quizás lo más obvio, el aumento del salario mínimo al doble.
A pesar de los señalamientos de la oposición, esta elección no se trató de comunismo ni de la lucha de clases, al menos tal como la conocemos.
El discurso de victoria de Sheinbaum fue conciliador. Aunque reconoció la fuerte oposición de algunos sectores de la sociedad, planteó un mensaje de "paz y armonía", así como la promesa de continuar el camino hacia un "México justo y próspero".
En un contexto global, el diario The New York Times calificó la victoria de Sheinbaum como un ejemplo en el que "el populismo está en ascenso". Sin embargo, el populismo es mucho más un estilo de política que una ideología en sí, y Sheinbaum no es López Obrador en ese sentido.
La presidenta electa es bastante seria, mucho menos conflictiva que su predecesor. Además proyecta confiabilidad, equilibrio y diligencia. Estos no son precisamente los arquetipos del populismo.
Aquí, creo, vemos que se confunde el populismo con popularidad. Hay argumentos que esgrimir sobre la concentración de poder, además de si una supermayoría aumenta la probabilidad de que el próximo gobierno de Morena ignore a la oposición.
Sin embargo, Sheinbaum también puede apelar a su enorme mandato e invocar, con bastante razón, la voluntad del pueblo. Yo esperaría que parte del bullicioso pugilismo tan apreciado por López Obrador y sus más devotos seguidores se redujera considerablemente.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, habla durante una conferencia de prensa después de las elecciones generales el 3 de junio de 2024 (REUTERS/Henry Romero).
Quizás también por la calidez natural y la conexión que encontró con el electorado, pesar del oprobio de muchos miembros de la élite y de la clase media, a AMLO realmente lo adoran muchísimas personas.
Una crítica persistente hacia AMLO ha sido la militarización de la esfera pública. Y tal como están las cosas, esto no cambiará mucho.
Otro de los cuestionamientos al mandatario saliente ha sido la adopción de hidrocarburos para garantizar la soberanía de México.
Independientemente de la ética o eficacia de tal enfoque, esta es el área en la que muchos creen que Sheinbaum probablemente emprenderá su propio camino. Como científica ambiental es dolorosamente consciente de lo que el cambio climático significa para México, así como para el sur global en general.
Sus planes para Pemex, la pesada –pero patrimonialmente fundamental– petrolera estatal, son ambiciosos. En lugar de la liquidación que propone la oposición, Sheinbaum quiere supervisar un giro hacia la energía sostenible que beneficie al estado y a la población en general.
Relaciones exteriores
Ahora bien, resulta más difícil saber qué podría significar la victoria de Morena para las relaciones exteriores de México. Bajo López Obrador, el enfoque estuvo en gran medida dentro de las fronteras nacionales, y dadas algunas de las batallas políticas que se avecinan –especialmente si se planean enmiendas constitucionales– es probable que esto continúe.
Sin embargo, Sheinbaum podría buscar ubicar a México dentro de conversaciones y alianzas regionales más amplias. Han pasado unos buenos 75 años desde la última vez que México se vio a sí mismo (al menos a nivel gubernamental) como un país más latinoamericano que norteamericano.
Incluso López Obrador se mostró bastante reacio de cara a las iniciativas regionales. Sin embargo, hacia el final de su presidencia se unió a Colombia y Chile para oponerse a la guerra de Israel contra Gaza. Si la estabilidad interna puede ofrecer a Sheinbaum algo de espacio para operar, sería para México y el resto de América Latina una ventaja mutua.
Migrantes caminan a lo largo del muro fronterizo después de ingresar a Estados Unidos desde México en San Diego, California, el 15 de mayo de 2024 / Foto: REUTERS
Guatemala, Brasil, Colombia y Chile, entre otros, están dentro del estadio político de México y --frente a una extrema derecha organizada y algo milenaria-- algunos aliados regionales serían muy beneficiosos.
Esto nos lleva a la relación con Estados Unidos, donde las elecciones de noviembre tienen mucho en juego. AMLO no se dejó intimidar por Trump, pero tampoco rechazó particularmente la política migratoria.
Sin embargo, Trump –siendo el aburrido racista y sexista que es– tal vez no desee tratar con Sheinbaum en igualdad de condiciones. La inmigración ha invadido tanto la esfera política del "Coloso del Norte" que Biden puede actuar de manera funcionalmente similar.