Los esfuerzos para preservar al cóndor en los cielos de Sudamérica

En la Argentina, entidades públicas y privadas aúnan esfuerzos para preservar esta emblemática especie, amenazada por prácticas crueles y cazadores furtivos.

La Quebrada del Condorito, una quebrada con muros verticales de 900 metros sobre el río Condorito, es un lugar de congregación donde los cóndores jóvenes aprenden a volar y encontrar alimentos. / Foto: Ignacio Conese.
Others

La Quebrada del Condorito, una quebrada con muros verticales de 900 metros sobre el río Condorito, es un lugar de congregación donde los cóndores jóvenes aprenden a volar y encontrar alimentos. / Foto: Ignacio Conese.

Córdoba, Argentina - El cóndor es una especie emblemática a nivel global, siendo la segunda ave con capacidad de volar más grande y pesada del mundo. Este buitre se encuentra únicamente en Sudamérica, con una distribución centrada en la Cordillera de los Andes.

Existe una población estimada de 10.000 cóndores andinos, de los cuales una quinta parte, alrededor de 2.000, habita en territorio argentino. Aunque no está en peligro de extinción, esta especie se considera amenazada, ya que su población ha sido reducida y que su subsistencia depende de que se mantenga un frágil equilibrio, afectado por amenazas múltiples vinculadas a la actividad humana. Entre los animales amenazados se encuentran los pumas, flamencos, distintas especies de zorros, y una triste lista aún más larga.

Argentina y Chile han desarrollado el Plan de Conservación del Cóndor Andino, un esfuerzo binacional que aúna instituciones públicas, fundaciones e instituciones privadas que trabajan para proteger esta especie tan simbólica de los cielos australes.

Others

Cóndor sobrevolando la Quebrada del Condorito. (Foto: Ignacio Conese)

En la provincia de Córdoba, el Parque Nacional Quebrada del Condorito y la Reserva Tatú Carreta –una institución pública y una privada– son miembros de esta red, iniciativa de la Fundación Bioandina. TRT Español visitó ambas instituciones para conocer más sobre esta especie y las personas que trabajan en su protección.

La amenaza humana

En el Parque Nacional Quebrada del Condorito, la jefa del equipo de biología, la bióloga Emilse Gallo, recibe a TRT Español para conversar sobre el trabajo que realizan en este santuario natural de 37.000 hectáreas, ubicado en las Sierras Grandes de la provincia argentina.

Gallo, de 45 años, entró a trabajar a los 18 años a la Administración de Parques Nacionales. Pasó muchos años designada al Parque Nacional Tierra del Fuego, en el extremo sur austral de Argentina, y hoy trabaja en el Parque Nacional Quebrada del Condorito.

“Entre las principales amenazas para el cóndor, la de mayor peligro es el ser humano. En su entorno natural, tiene muy pocos depredadores. Históricamente, se lo cazaba por considerarlo un problema –muchos por ignorancia creían que era un ave de rapiña, que atacaba a seres vivos–, a pesar de ser un símbolo nacional en muchos países sudamericanos”, dice Gallo.

La bióloga explica que, entre las características que lo hacen especialmente vulnerable, está la tasa de reproducción extremadamente baja: cada pareja pone un huevo cada dos años y cuida a la cría durante seis meses. Además, el periodo para alcanzar la madurez sexual es de ocho años, lo que hace que la población crezca de forma muy lenta.

Others

Gali Alvarez y Maria Ahumada. Reserva Tatú Carreta. (Foto: Ignacio Conese)

“En Argentina, lamentablemente, existe la práctica ilegal de cebar animales con veneno para eliminar depredadores del ganado, como zorros y pumas. Esta práctica también afecta a las aves carroñeras, entre ellas el cóndor, que se encuentra en la cima de la cadena trófica de los carroñeros,” explica Gallo.

El cóndor, como especie carroñera, se alimenta de restos de animales cazados con rastros de plomo que entran rápidamente en el torrente sanguíneo de los cóndores y causan niveles de intoxicación letales. La mayoría de estos casos pasan sin ser detectados. Pocas veces hay oportunidad de encontrar a los cóndores intoxicados y tratarlos a tiempo.

Una de esas pocas oportunidades ocurrió en junio de este año, cuando una cóndor hembra fue encontrada en el patio de una casa en el norte de la provincia y trasladada por la Policía Ambiental provincial a la Reserva Tatú Carreta, un centro de rehabilitación de animales privado con capacidad y conocimiento para tratar estos casos.

Maria Ahumada, veterinaria en jefe de la Reserva Tatú Carreta y Javier “Gali” Alvarez, el cuidador, llevan 22 años trabajando juntos en la Reserva de Casa Grande, a la vera de la Ruta Nacional 38, en la provincia de Córdoba.

Others

Pareja de cóndores heridos reconvertidos en reproductores. Los cóndores machos pueden ser reconocidos por la cresta mientras que las hembras por sus ojos color rojo. (Foto: Ignacio Conese)

La reserva, que se autofinancia con entradas de los visitantes, en gran parte estudiantes, es por default donde van a parar la mayoría de los animales incautados por tráfico, heridos o encontrados fuera de su hábitat en la provincia, ya que no hay una institución estatal que se encargue de esto.

“Actualmente tenemos seis cóndores con nosotros en la reserva, dos parejas que no pueden ser reinsertados por su condición, que mantenemos como reproductores y una hembra y un macho que están recibiendo tratamiento con la intención de ser liberados nuevamente si su condición mejora”, cuenta Ahumada.

Observar a los cóndores de cerca, algo solo posible en un lugar así, permite dimensionar lo magnífico de este animal y por qué representa tanto para las culturas originarias. Pero también hace visible su fragilidad: para surcar los aires deben estar en perfectas condiciones y cualquier alteración puede significar nunca más poder volar. Este es el objetivo primordial con cada cóndor que reciben.

“La hembra que recibimos recientemente presentaba todos los signos de envenenamiento por plomo, cosa que verificamos luego con análisis de sangre. Ahora está bajo tratamiento y de ahí vamos a seguir haciendo estudios y ver como avanza, siempre con la esperanza de poder liberarla”, relata la veterinaria.

Others

Cóndor macho con un ala amputada producto de una herida de bala. (Foto: Ignacio Conese)

Hace dos años nació Yastay, el único de los cóndores con nombre en la reserva. Fue cuidado por sus padres los primeros años y liberado junto a otros cóndores jóvenes en la costa atlántica de la provincia de Río Negro, en la Patagonia Argentina.

Por las restricciones de la pandemia, Yastay se terminó quedando en la reserva ocho meses más de lo previsto. Aunque evitaban el contacto directo para que no se habitúe a los humanos, por la falta de visitantes y el hecho de que era el primer cóndor nacido en la reserva, no pudieron evitar crear un vínculo especial.

El cóndor tenía un geolocalizador; en mayo de este año los guardaparques locales vieron que había dejado de moverse por varios días. Acudieron pensando lo peor y eso fue lo que encontraron: Yastay fue encontrado muerto dentro de la producción ovina, envenenado por una oveja con carbofuran, un veneno prohibido por su altísima dosis de letalidad pero que se comercia de forma ilegal. Junto al cadáver de la oveja envenenada había un zorro gris, otra especie amenazada.

Others

La cóndor hembra, llegada recientemente, recibe una inyección de quelantes para tratar su envenenamiento. Aplicados a tiempo, estos quelantes pueden limpiar el organismo de los cóndores de metales pesados como el plomo. (Foto: Ignacio Conese)

“En esos momentos, uno se cuestiona todo. Da mucha impotencia, porque hay leyes, pero no se cumplen. Nunca hay consecuencias legales para los envenenadores, a pesar de que la evidencia siempre yace en sus campos”, dice Ahumada.

Al cierre de esta nota, Ahumada y un equipo de veterinarios le retiraron una bala de plomo del estómago de la cóndor hembra, mediante una vía endoscópica. Fue la primera intervención de este tipo que se realiza a un cóndor en Argentina, dándole una verdadera posibilidad de volver a volar libre.

En un panorama frágil para el rey de los cielos sudamericanos, una pequeña gran noticia.

Route 6