Pueblos que alcanzan la independencia energética
Un creciente número de municipios en España se constituyen en comunidades con autoabastecimiento energético proveniente de energías renovables, y al mismo tiempo tejen nuevas formas de relación entre sus propios vecinos.
La ilusión consiste en no depender energéticamente de ninguna fuente ajena o externa, en pagar poco por el consumo energético, y en que todo el mundo esté contento con ello.
Esto, que parece más utopía que ilusión, es una nueva realidad para un buen número de municipios de España que están consiguiendo estos tres puntos, con una apuesta clara y resuelta para cambiar los hábitos de consumo energéticos.
Así, en el municipio de Sabando, en Álava (País Vasco), se las han ingeniado para crear un sistema de calefacción colectivo a partir de la quema de pellets (trozos de madera compactada) provenientes de bosques de la zona, evitando el coste y el impacto climático del transporte de combustibles.
Ello es posible gracias a que dichos bosques son de carácter comunal y gestionados por el propio ayuntamiento, que organiza su explotación y la plantación de nuevos árboles que reemplacen a los cortados.
La materia prima es quemada en un incinerador común, que alimenta a su vez a todas las casas del pequeño municipio, poblado únicamente por 50 habitantes.
Este pequeño pueblecito vasco utiliza unas 300 toneladas de pellet al año, lo que supone una cantidad mucho menor de la que se gastaría si cada casa tuviera su propio sistema de calefacción.
En el municipio de Sabando, en el País Vasco, se utilizan unas 300 toneladas de pellet al año. (GETTY IMAGES)
La factura anual asciende a entre 600€ y 1000€ al año para cada hogar, lo que supone un importante ahorro respecto a otros combustibles.
¿Cuáles son los criterios para poder desarrollar una red como la de Sabando? Contar con fuentes de materia prima abundante (bosques) y cercana, evitando por tanto desplazamientos a larga distancia.
Paneles solares allí donde no hay madera
El caso de Ballesteros de Calatrava, pueblo de 400 habitantes en la provincia de Ciudad Real, es bien diferente. Allí, en plena comarca manchega, no hay suficientes bosques ni árboles para ser utilizados como combustible energético.
Pero lo que hay es un sol omnipresente, que puede alimentar paneles fotovoltaicos y, ante todo, la voluntad de llegar a ser independientes energéticamente y, de paso, rebajar la factura de los vecinos.
El proyecto, que se lanzó en 2022, se financió casi en la mitad del coste por fondos provenientes de la Unión Europea, que apuesta por la sustitución de las energías contaminantes por las renovables.
A través de la instalación de 200 paneles solares en una parcela cedida por una vecina, que producen 100 Kw de energía para 32 familias, la factura se ha reducido en un 40 por ciento de media, que será sensiblemente superior una vez se amortice la inversión.
Juan Carlos Moraleda, alcalde de la localidad, se muestra optimista respecto al proyecto, según declara a TRT Español: “Nuestra independencia no es total ahora, pero cuando completemos la segunda fase del proyecto, que alcance los 750 Kw que necesitamos para cubrir todo el pueblo, y una vez amortizado, el ahorro en la factura llegará al 80 por ciento".
Además, dicho ahorro redundará en ese momento en beneficios colectivos para el municipio: “Una vez la planta genere a pleno ritmo, los excedentes se podrán utilizar para ayudar a las familias menos favorecidas o en proveer de servicios al pueblo”.
En Ballesteros de Calatrava optaron por instalar 200 paneles solares. (GETTY IMAGES)
También se produce un efecto multiplicador claro en ámbito comarcal, añade: “Dentro de la asociación que agrupa a 16 municipios de la comarca del Campo de Calatrava se ha creado la asociación Calatrava Genera, para los municipios más pequeños de comarca que están interesados en este proyecto. Ahora fondos privados se interesan por invertir aquí”.
Otro aspecto importante de estas instalaciones, que está provocando un verdadero debate sobre el territorio y sus usos, es el impacto paisajístico de las mismas.
En el caso de los pueblos pequeños, como Ballesteros, el impacto es reducido: “Nosotros elegimos una parcela con menos impacto, protegida, y la estructura se hizo de madera, con menor impacto. Con las cubiertas de instalaciones municipales ampliaremos el resto”, matiza Moraleda.
Los proyectos de este tipo se están desarrollando gracias a la creación de una comunidad rural de energías renovables.
Y esto, según la ubicación, a través de un “mix” de fuentes renovables, compuesto por sistemas de producción, almacenamiento de energía mediante baterías, pequeños aerogeneradores eólicos, turbogeneradores hidráulicos que usan la energía que producen los sistemas de abastecimientos de agua y también huertos solares, biogás eléctrico y biometano para gas renovable.
“La energía del pueblo, para el pueblo”
A febrero de 2024, en España existen 69 Comunidades Energéticas Locales (CEL), según datos del IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía), parte del Ministerio para la Transición Ecológica.
Con origen en el Pacto Verde Europeo, el objetivo de dichas comunidades reside en alcanzar el autoabastecimiento energético, pero también otros, entre los cuales figura la lucha contra la despoblación, un mal endémico que afecta a amplias zonas del interior del país.
La generación de proyectos energéticos en ámbito local y la reducción de los costes supone un espaldarazo a la generación de economía que produce y se autoabastece localmente.
Los pueblos que buscan la independencia energética también apuestan por la sustitución de las energías contaminantes por las renovables. (GETTY IMAGES)
Las comunidades energéticas locales son proyectos colectivos en los que personas o entidades, como negocios o ayuntamientos, se agrupan para producir, consumir y gestionar su propia energía renovable, enfocándose también en la eficiencia energética, la gestión inteligente de la energía y la optimización del consumo.
Así se consigue la participación ciudadana, de forma directa, en el mercado eléctrico, así como un mejor aprovechamiento de la energía.
Este es el caso de Guzmán Renovable, asociación creada por el municipio de Guzmán con 100 habitantes, en la provincia de Burgos (Castilla y León), que se autoabastece de energía a través de una red de paneles fotovoltaicos.
Aquí lo tienen claro: su lema es “la energía del pueblo, para el pueblo”. Su modelo agrupa a 12 hogares, el ayuntamiento- que incluye un hotel rural y un centro sociocultural- y una pyme. A través del proyecto se generará casi el 50% de la energía necesaria para el municipio, y el resto se verterá en la red.
En todo caso, en un país que cuenta con numerosos municipios de población reducida y amplias áreas afectadas por la despoblación, las oportunidades que ofrece el autoabastecimiento energético son ilimitadas.
El camino a seguir para reducir la factura energética y hacer frente al cambio climático pasa por producir y consumir localmente, sin ningún género de dudas.