¿Qué implica el triunfo de Trump para Oriente Medio y la guerra en Ucrania?

La victoria de Donald Trump repercutirá en los conflictos en Oriente Medio y en la guerra entre Ucrania y Rusia, además de influir en las relaciones de EE.UU. con América Latina y China.

Trump se ha declarado el protector de Israel. Durante su anterior mandato promovió la normalización de relaciones entre Tel Aviv y los países árabes. / Foto: AA.
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Trump se ha declarado el protector de Israel. Durante su anterior mandato promovió la normalización de relaciones entre Tel Aviv y los países árabes. / Foto: AA.

Donald Trump se impuso ante Kamala Harris y será el próximo presidente de Estados Unidos. Su llegada a la Casa Blanca impactará en la política exterior estadounidense y, en consecuencia, en conflictos en curso, especialmente en la ofensiva de Israel en Gaza y Líbano, así como en la guerra entre Ucrania y Rusia. Además, su victoria repercutirá en la relación de Washington con los países de América Latina y con China.

Empecemos por Oriente Medio: ¿qué significa el resultado de las elecciones para esta región?

Hace tiempo que Trump se ha declarado el protector de Israel. Durante su anterior mandato promovió la normalización de relaciones a través de los Acuerdos de Abraham entre Israel y los países árabes. También trasladó la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, una acción altamente simbólica ya que Israel asegura que esta ciudad es su “capital eterna e indivisible”.

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Además, durante la campaña presidencial acusó repetidamente a Irán de estar detrás de los intentos de asesinatos contra él, y durante su mandato anterior abandonó las negociaciones nucleares e impuso nuevas a Teherán.

Esto no es un buen augurio para Oriente Medio, aunque por otro lado parte de su agenda oficial incluye conseguir “paz” en la región y es probable que intente marcar una diferencia entre su administración y la del actual presidente, Joe Biden. Lo que abre la puerta a un posible cambio en estas políticas, aunque podrían resultar incluso más devastadoras para la región que las actuales.

Ucrania y Rusia

Por otro lado, poner fin a la guerra entre Ucrania y Rusia es otra de las propuestas de su agenda, y Trump ha llegado a decir durante la campaña que podría acabar con la guerra “en 24 horas” o que Ucrania tendría que haber negociado una salida mucho antes. Tampoco se puede dejar de lado su amenaza de abandonar la OTAN.

Esto es mucho más fácil de sostener ahora que Rusia ha obtenido una clara ventaja y Ucrania está mostrando signos de debilidad. Las relaciones amistosas entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y Trump son conocidas, y la amenaza de Trump de dejar la OTAN probablemente suena bien a los oídos del presidente ruso. Además, está el factor de que el complejo industrial-militar y los intereses estadounidenses –léase BlackRock– en la reconstrucción de Ucrania no facilitarán la situación.

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¿Qué implica para Latinoamérica?

Para los países de América Latina, un nuevo mandato de Trump puede significar una postura agresiva en temas clave como inmigración, comercio y alianzas políticas. Trump promete intensificar las deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados, lo que afectaría tanto a las economías locales que dependen de las remesas como a las relaciones diplomáticas en la región.

Además, propone aumentar los aranceles a productos extranjeros, lo que impactaría principalmente a México, que es el mayor socio comercial de este pais.

En cuanto a alianzas políticas, Trump apoya a líderes de derecha como el presidente de Argentina, Javier Milei, y su homólogo de El Salvador, Nayib Bukele, mientras que podría intensificar las sanciones contra Cuba, Nicaragua y Venezuela, entre otros.

La compleja relación con China

Resta ver cómo la victoria del republicano afectará las relaciones con China, la única potencia que puede plantar cara como un igual ante EE.UU.. Un artículo de The Economist publicado recientemente sostiene que Beijing podría haber superado a Estado Unidos en algunas cuestiones militares.

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En su anterior mandato, Trump comenzó una guerra comercial contra China, imponiendo aranceles a miles de productos y queriendo boicotear marcas importantes, por ejemplo, Huawei. Es probable que esta política continúe.

También es probable que China aproveche el moderado interés de la administración de Trump de involucrarse en conflictos internacionales para aumentar su influencia sobre Taiwán.

Pero la relación entre ambos es más compleja de lo que parece, puesto que EE.UU. es el principal mercado de productos chinos, además, el Gobierno del presidente Xi Jinping es el segundo comprador de deuda estadounidense. De momento, aunque se enfrenten, también se necesitan mutuamente.

Aunque Trump quiera marcar una diferencia en la política exterior respecto a la administración demócrata de Biden y puedar dar algunas sorpresas –como la relación con Corea del Norte en su anterior mandato– estas mantendrán cierta continuidad.

Y, desgraciadamente para los palestinos, no parece que el nuevo presidente vaya a poner fin al genocidio que lleva a cabo Israel contra Gaza.

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