¿Qué heredará el próximo presidente de los EE.UU.? Un país dividido

Desde el discurso político polarizado hasta las dificultades económicas, la próxima administración se enfrentará a un reto mayúsculo: sanar una nación profundamente fracturada.

Varios analistas sugieren que un posible cambio en la política exterior de Estados Unidos, si Trump gana las elecciones, podría llevar a una participación limitada de Estados Unidos en guerras extranjeras y ayudar a calmar los nervios en casa. / Foto: Getty Images
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Varios analistas sugieren que un posible cambio en la política exterior de Estados Unidos, si Trump gana las elecciones, podría llevar a una participación limitada de Estados Unidos en guerras extranjeras y ayudar a calmar los nervios en casa. / Foto: Getty Images

A medida que comienzan a aparecer las primeras proyecciones sobre las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2024, los estadounidenses se encuentran profundamente divididos en una serie de cuestiones clave. Ya sea que el próximo presidente sea Donald Trump o Kamala Harris, el país se dirige hacia un terreno desconocido.

Desde el aumento de los conflictos sociales hasta la frustración económica y los conflictos internacionales, la forma en que el próximo presidente de EE.UU. enfrente los problemas dentro del país y en el extranjero tendrá repercusiones sobre Oriente Medio y Europa.

Según Sandip Ghose, analista de política exterior con sede en India, las políticas de Washington han agudizado divisiones globales debido a las contradicciones inherentes en su propia formulación de políticas internas.

“La polarización actual es un fenómeno global.Gran parte de ella proviene del llamado ecosistema democrático liberal estadounidense, que domina el discurso global y penetra profundamente en diversas sociedades,” explica Ghose en entrevista con TRT World.

Según Ghose, el sentimiento de desencanto es palpable entre un amplio sector de la población estadounidense, especialmente a raíz de la desigualdad racial, las guerras culturales y la pérdida de la confianza en las instituciones públicas, lo cual fomenta una creciente polarización, agrega Ghose.

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Conflictos externos y la influencia de EE.UU.

Los conflictos regionales, como la guerra entre Rusia y Ucrania, han dividido a la opinión pública estadounidense. El candidato presidencial Donald Trump ha aprovechado esta división, defendiendo una postura de menor intervención en los conflictos internacionales y abogando por el regreso de los soldados estadounidenses a casa.

En el caso de Ucrania, aunque se han destinado fondos considerables para contrarrestar la agresión rusa, Trump y gran parte de su base republicana han sido críticos con la administración demócrata, acusándola de agotar las finanzas del país en detrimento del bienestar interno.

Por otro lado, el apoyo inquebrantable de EE. UU. a Israel en su brutal genocidio contra Gaza ha provocado una fuerte reacción internacional, empañando la imagen cuidadosamente cultivada de Estados Unidos como abanderado de los derechos humanos. Un número creciente de estadounidenses ha comenzado a ver a su país como cómplice de los crímenes de guerra de Israel en Gaza.

Desde el 7 de octubre del año pasado, EE. UU. ha destinado al menos 22.76 mil millones de dólares en ayuda militar a Israel y operaciones regionales relacionadas, de los cuales 4.86 mil millones fueron específicamente para las operaciones de EE. UU. en la zona.

La presencia militar de EE. UU. en la región ha crecido de 34.000 a 50.000 efectivos en 19 ubicaciones en Oriente Medio, incluidos buques de guerra y aviones.

El continuo respaldo militar y financiero para Israel por parte de Washington y sus funcionarios constituye “conspiración para cometer genocidio” y “complicidad en el genocidio” bajo el artículo 3 de la Convención sobre el Genocidio de 1948.

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Posibles enfoques de la política exterior

La demanda de Nicaragua contra Alemania en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por su implicación en el genocidio israelí en Gaza y otros territorios palestinos establece un precedente importante: ahora los países que contribuyan o habiliten genocidios pueden ser responsables en los tribunales internacionales.

Varios analistas sugieren que, si Trump gana las elecciones, se podría producir un cambio en la política exterior de EE. UU., con una menor involucración en conflictos extranjeros y una posible reducción de tensiones internas.

El analista Ghose sugiere que, si los demócratas ganan, Kamala Harris probablemente desempeñaría un papel presidencial más simbólico, guiada principalmente por Barack Obama y el establishment demócrata.

"No anticipo cambios significativos en la política exterior; de hecho, es probable que continúen con el enfoque actual, que bajo las administraciones de Biden y Obama no ha contribuido a la paz, ni en el Medio Oriente ni en otras regiones", opina Ghose.

Por otro lado, si los republicanos vuelven al poder, Ghose considera que EE. UU. podría adoptar un enfoque diferente, con un potencial de desescalada en lugares como Ucrania y Gaza. "Esto no implicaría necesariamente un cambio filosófico drástico, pero podría resultar en un enfoque más equilibrado y pragmático", concluye.

“Esto no implicaría necesariamente una filosofía drásticamente diferente, pero podría conducir a un enfoque más equilibrado y pragmático,” dice.

Desafíos económicos internos

En el ámbito económico,La inflación en Estados Unidos sigue siendo elevada, lo que está afectando los presupuestos de los hogares, mientras que el estancamiento salarial y la creciente brecha de riqueza intensifican la desigualdad de ingresos y las divisiones sociales.

El analista Ghose afirma que “el crecimiento económico y la lucha contra el desempleo” serán dos de los pilares clave para la próxima administración, ya que un número creciente de estadounidenses de ingresos medios y bajos se siente cada vez más excluido de la prosperidad económica.

Según Ghose, “si la economía estadounidense se fortalece, ayudaría a restablecer el equilibrio entre Estados Unidos y China, y podría generar condiciones de igualdad para otros países".

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