Pescadoras tunecinas enfrentan a la desigualdad y a la crisis climática

Las mujeres tunecinas desempeñaron durante mucho tiempo un papel importante en el sector de la pesca. Sin embargo, su trabajo es infravalorado y no recibe apoyo, según un estudio de Naciones Unidas.

Sara Souissi, que sólo utiliza redes relativamente pequeñas y no tiene motor en su embarcación, dijo que ella y otros deberían pescar responsablemente para sobrevivir. Foto: AFP
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Sara Souissi, que sólo utiliza redes relativamente pequeñas y no tiene motor en su embarcación, dijo que ella y otros deberían pescar responsablemente para sobrevivir. Foto: AFP

En una tranquila isla de Túnez, Sara Souissi prepara su pequeño barco pesquero. Como mujer que trabaja en un sector dominado por los hombres, rema contra el arraigado patriarcado, pero también contra las amenazas medioambientales que afectan a su sustento.

Sara comenzó a pescar cuando era adolescente, pertenece a una familia de pescadores frente a las islas de Kerkennah, cerca de la ciudad de Sfax, desafiando a los hombres que creían que ella no tenía lugar en el mar.

"Nuestra sociedad no aceptaba que una mujer pescara", dijo mientras cargaba un pez en su bote color turquesa.

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La pescadora tunecina Sara Souissi rema su bote a lo largo de la costa de las islas Kerkennah de Túnez en el Mar Mediterráneo en el sur del país. Foto: Mohamed Khalil / AFP.

"Pero persistí, porque me encanta pescar y me encanta el mar", dijo Sara, de 43 años, quien está casada con un pescador y es madre de un niño.

Una parte importante de Túnez es costera o cercana a la costa, lo que hace que el mar sea un componente esencial de la vida cotidiana.

Los mariscos, un alimento básico en la cocina tunecina, también son un importante producto de exportación para el país del norte de África, siendo Italia, España y Malta los principales compradores, y los ingresos se acercaron a los 900 millones de dinares (295 millones de dólares) el año pasado, según cifras oficiales.

Las mujeres tunecinas desempeñan desde hace mucho tiempo un papel importante en este sector vital.

Pero su labor ha sido infravalorada y no ha recibido apoyo, según concluyó un estudio reciente de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

El estudio señala que si bien las mujeres participan activamente en toda la cadena de valor de la pesca, sus homólogos masculinos "en general no las consideran trabajadoras reales".

Las mujeres pescadoras también tienen menos acceso a beneficios administrativos, capacitación y servicios bancarios, donde son vistas como "prestatarias de alto riesgo" en comparación con los hombres, señala el estudio.

Como resultado, muchas no poseen sus propios barcos, y quienes trabajan con parientes varones son "consideradas como ayuda familiar y por lo tanto no son remuneradas", añadió.

Bajo la mesa

En Raoued, una ciudad costera en las afueras de la capital, Túnez, la Sociedad Tunecina de Pesca Sostenible lanzó en junio un taller para la integración de las mujeres en el oficio.

Pero la mayoría de las mujeres que asistieron al curso de formación dijeron a la AFP que sólo estaban allí para ayudar a sus familiares varones.

"Quiero ayudar a desarrollar este sector. Las mujeres pueden fabricar redes de pesca", dijo Safa Ben Khalifa, una de las participantes.

Actualmente no existen cifras oficiales de pescadoras en Túnez.

Aunque Souissi está registrada formalmente en su oficio, muchas mujeres tunecinas sólo pueden trabajar en economía sumergida. El Foro Económico Mundial estima que el 60% de los trabajadores en sectores informales son mujeres.

"Queremos crear recursos adicionales en medio de la crisis climática, la disminución de los recursos marinos y las malas prácticas pesqueras", dijo Ryma Moussaoui, coordinadora del taller de Raoued.

El mes pasado, el mar Mediterráneo alcanzó su temperatura más alta registrada, con una media diaria de 28,9 grados Celsius (84 Fahrenheit), según informó el principal instituto de ciencias marinas de España.

La presión sobre la vida y los recursos marinos se ha visto agravada en países como Túnez por la contaminación y la sobrepesca.

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La presión sobre la vida y los recursos marinos se ha visto agravada en países como Túnez por la contaminación y la sobrepesca. Foto: AFP

El aumento de las temperaturas hace que las aguas sean inhabitables para diversas especies, y la pesca insostenible, como la pesca de arrastre o el uso de trampas de plástico, arrasa indiscriminadamente la menguante vida marina y agrava la contaminación.

"No respetan las reglas", dijo Souissi sobre los pescadores que utilizan esos métodos. "Capturan todo lo que pueden, incluso fuera de temporada".

'Ambiente desfavorable'

En 2017, en Sjira, una ciudad portuaria del Golfo de Gabes, 40 mujeres recolectoras de almejas se unieron para formar una asociación con el fin de mejorar sus ingresos, pero sus esfuerzos se vieron frustrados por la contaminación, que acabó borrando sus ganancias.

Antes de su creación, las mujeres ganaban aproximadamente una décima parte del precio final de venta de las almejas en Europa, según explicó su presidenta, Houda Mansour. Al eliminar a los "intermediarios explotadores", la asociación contribuyó a aumentar sus ingresos, añadió.

Sin embargo, en 2020, el gobierno emitió una prohibición sobre la recolección de almejas debido a una grave caída en las poblaciones de mariscos, dejando a las mujeres desempleadas.

"No tienen diploma y no pueden realizar otros trabajos", explicó Mansour, ahora panadera.

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Las mujeres tunecinas desempeñan desde hace mucho tiempo un papel importante en este sector vital. Foto: AFP

En aguas más cálidas y contaminadas, las almejas tienen dificultades para construir conchas fuertes y sobrevivir. Los desechos industriales vertidos en el golfo de Gabes durante décadas han contribuido al problema.

También ha obligado a otras especies a desaparecer, afirmó Emna Benkahla, investigadora de economía pesquera de la Universidad de Túnez El Manar.

"El agua se convirtió en un ambiente desfavorable para que vivieran y se reprodujeran", minando los ingresos de los pescadores, explicó.

"Como ya no podían pescar, algunos vendieron sus barcos a inmigrantes que querían cruzar el Mediterráneo ilegalmente", añadió, pidiendo prácticas más sostenibles.

Souissi, que sólo utiliza redes relativamente pequeñas y no tiene motor en su embarcación, dijo que ella y otros deberían pescar responsablemente para sobrevivir.

"Si no, ¿qué más puedo hacer?", dijo mientras remaba de regreso a la orilla. "¿Quedarme en casa y limpiar? No, quiero seguir pescando".

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