¿Cómo votan los hispanos en Estados Unidos?
Las tendencias de los votantes de la comunidad hispana en Estados Unidos muestran comportamientos diversos a la hora de ejercer el voto y de optar por unas u otras preferencias políticas.
La población hispana en los Estados Unidos está compuesta por colectivos de distinto origen geográfico y de distinta implantación temporal.
Así, la comunidad de origen mexicano es de lejos la más numerosa, con aproximadamente un 37% del total, seguida por las comunidades de origen cubano, puertorriqueño o centroamericano.
De la misma manera existe una gran variedad que explica su implantación en Estados Unidos.
Los más antiguos son los pobladores de estados como Nuevo México, Texas, Arizona o California cuando formaban parte del Virreinato de la Nueva España, bajo soberanía española, o posteriormente cuando pasaron a formar parte de México, hasta que en 1848 todos estos territorios fueron anexionados por Estados Unidos.
Los más recientes, las sucesivas olas inmigratorias, de diverso signo, político o económico, hacia el país, fundamentalmente a través de la frontera con México.
Un hecho parece evidente: “La comunidad hispana está infrarrepresentada en la política estadounidense, sin duda. Por ejemplo, sólo hay seis senadores hispanos, hay una falta considerable de altos cargos de gobierno, y por supuesto, nunca ha habido un latino en la presidencia. La infrarrepresentación se extiende a alcaldías y legislativos estatales también”, señala a TRT Español el politólogo Roger Senserrich, del colectivo de análisis político Politikon.
Diversas tendencias en el voto
Así las cosas, y con esta variedad de orígenes, la tendencia del voto hispano muestra direcciones muy diversas. Efectivamente, para Pablo García Bautista, coordinador de The Hispanic Council, “este voto no es monolítico”, es decir que “no puede hablarse del voto hispano como un fenómeno homogéneo. Al contrario, es tan diverso como lo es su comunidad. Un hispano de Nueva York tiene preocupaciones políticas que no comparte un hispano de Florida, por ejemplo”, declara a TRT Español.
Existen por tanto importantes diferencias según el origen geográfico y, obviamente, el nivel socioeconómico. Por ejemplo, la comunidad cubana, bien asentada en Florida, gran parte de ella como refugiados del régimen castrista, se inclina a posiciones netamente conservadoras, e incluso ultraconservadoras.
Consecuentemente, y compartiendo actitudes con la comunidad puertorriqueña, son aquellos que muestran mayor insatisfacción (superando el 80%) con la dirección política del país actualmente bajo la administración Biden.
Aunque el Partido Demócrata es el que tradicionalmente acapara el voto hispano, esa brecha parece estar cerrándose. (REUTERS/Scott A. Miller)
Por el contrario, colectivos residentes en estados del oeste, como Nuevo México o California, este último donde se encuentra el grupo de electores de origen hispano más numeroso, representando el 25% del total del país, se inclinan hacia posiciones más próximas a los demócratas.
En algunos estados, el peso del colectivo hispano es fundamental en la determinación del voto. Así, en Nuevo México alcanza el 44% del total del electorado, con un 32% en estados de gran importancia demográfica, como California o Texas. También destacan otros estados como Arizona (25%), Nevada o Florida (con un 21% cada uno).
Senserrich coincide igualmente en las importantes diferencias en el seno de este colectivo: “Hablar de 'comunidad latina' es un poco ficticio, ya que bajo esta etiqueta estamos incluyendo grupos muy distintos. Cultural y políticamente tiene poco que ver un inmigrante cubano de segunda generación con un boliviano, un argentino, o un hondureño. Las experiencias vitales son tremendamente distintas, así como su tradición ideológica”.
“Lo único que tienen en común es el idioma (y no siempre) y la tradición católica (y tampoco siempre). Hay diferencias étnicas enormes dentro del grupo también; es muy distinto hablar de venezolano criollo de ascendencia europeo que un mexicano de raíces indígenas o un afrolatino. Habitan casi mundos distintos”, añade.
Tradicional preponderancia demócrata
“Lo que sí es cierto”, precisa García Bautista, “es que el Partido Demócrata es el que tradicionalmente acapara el voto hispano, aunque esa brecha está estrechándose. En las ‘midterm’ de 2022, los demócratas aglutinaron un 60% del voto hispano, mientras que los republicanos rozaron el 40% restante. No se veían unas cifras tan ajustadas desde 2004. Por lo tanto, aunque los republicanos todavía tienen margen de mejora, en las últimas dos décadas está cambiando la tendencia de voto”.
8 de cada 10 votantes hispanos afirman que su voto "puede influir en algo". (REUTERS/Scott A. Miller)
Este argumento también lo apoya Senserrich, de Politikon: “En tiempos recientes, estas diferencias se han hecho más visibles en el voto. Los latinos llegaron a votar un 70% demócrata en la era Obama; en las últimas elecciones, la cifra ha bajado a un 59%. Los evangélicos, venezolanos y cubanos, por ejemplo, son bastante republicanos”, concluye.
De la misma manera, la agenda de intereses también tiene particularidades en este colectivo. Un estudio publicado por el Centro de Investigación Pew pone orden de prioridad para los temas que preocupan a los hispanos: la economía, en primer lugar, seguida por la salud, la educación, la criminalidad el aborto y la inmigración, en este orden.
Un dato igualmente relevante es la juventud de dicho colectivo frente a otros del país, y su creciente concienciación de la importancia de su voto en la dirección política del país: así, ocho de cada diez votantes hispanos afirma que su voto puede influir en algo (el 37% entre ellos) o en mucho (el 43%), un dato importante a la hora de evaluar su futura representación política, según datos del mismo estudio.
“En definitiva, en cada elección vemos que el comportamiento de votante hispano no responde a lógicas generales, si no que exige un análisis exhaustivo y detallado de las preocupaciones que motivan o desmotivan su movilización, de los líderes que intentan atraer su voto y de las tendencias del estado en el que residen”, concluye García-Bautista.