¿Está Musk usando su plataforma X para amenazar la democracia en Europa?

La relación de Elon Musk, el hombre más rico del mundo, con líderes de extrema derecha en Alemania, Francia, Italia y Reino Unido, genera preocupación sobre su injerencia en el rumbo de Europa.

Elon Musk, director ejecutivo de Tesla y propietario de X, escucha mientras el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, habla durante una reunión con los republicanos / Foto: Reuters.
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Elon Musk, director ejecutivo de Tesla y propietario de X, escucha mientras el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, habla durante una reunión con los republicanos / Foto: Reuters.

En una llamativa muestra de maniobra política en la era digital, Elon Musk, el magnate tecnológico detrás de X (antes Twitter), mantuvo una conversación con Alice Weidel, co-líder del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) de Alemania.

Esa charla, aparentemente inocua, ha conmocionado el escenario político alemán, y encendió la alarma sobre la interferencia extranjera y la erosión de las normas democráticas.

Lo que ocurrió allí no fue un debate político serio, sino más bien una inquietante cámara de resonancia de rotundas falsedades.

Weidel, con la aprobación tácita de Musk y su activa contribución, difundió una serie de desinformaciones sobre la inmigración, Adolf Hitler y el propio partido AfD, clasificado por la agencia de inteligencia interior alemana, como una supuesta organización de extrema derecha.

El apoyo de Musk a la AfD no es un caso aislado, sino un ejemplo de su creciente participación en los asuntos políticos europeos. Y sus acciones se han extendido más allá de Alemania.

En Francia, el presidente Emmanuel Macron acusó a Musk de respaldar un "nuevo movimiento reaccionario internacional". En Italia, Musk ha entablado conversaciones con la primera ministra Giorgia Meloni, a la que ha ofrecido su apoyo a su postura antiinmigratoria.

En Gran Bretaña, que ya no es miembro de la Unión Europea, Musk pidió la renuncia del primer ministro Keir Starmer y le advirtió a Nigel Farage, líder del Partido de la Independencia del Reino Unido, lo rápido que podría acabarse su apoyo personal.

Intereses financieros

Como propietario de múltiples empresas, Musk tiene una motivación fiscal para entrometerse en la política europea. Por lo pronto, ha criticado constantemente la Ley de Servicios Digitales (DSA), que puede considerarse una regulación histórica de la UE destinada a crear un entorno digital más seguro y transparente.

La DSA tiene como objetivo remodelar el panorama digital en Europa, garantizando que lo que es ilegal fuera del ámbito digital también se trate como ilegal en el ámbito digital, al tiempo que se preservan los principios básicos del funcionamiento de Internet.

Estas regulaciones exigen una moderación en línea, que es laboriosa y costosa, y restringe el modelo de negocios de muchas empresas en línea, incluida X. También va en contra del pensamiento libertario de un hombre que cree en la disrupción.

Musk ha tergiversado la DSA al enmarcarla como una amenaza a la libertad de expresión.

Musk también está motivado a entrometerse porque una Europa más débil no solo le conviene como dueño de un negocio; a la par, concuerda con la filosofía de la nueva administración estadounidense hacia la UE y sus miembros.

Los presidentes estadounidenses anteriores vieron a Europa como un socio y cosecharon los beneficios de la diplomacia, el multilateralismo y la seguridad colectiva. Sin embargo, Trump, como negociador, se centra en maximizar su interés a corto plazo mediante una campaña de presión.

Si la UE es fuerte y unida, es más difícil para él ganar acceso al mercado, erosionar el proteccionismo y evadir regulaciones o multas para las empresas estadounidenses que violan la ley de competencia de la UE.

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Sin consecuencias

Varios factores han envalentonado la interferencia de Musk en la política europea. En primer lugar, Musk ya no es el único que se pronuncia en contra de la moderación de contenido en las redes sociales.

Mark Zuckerberg, CEO de Meta, anunció recientemente planes para terminar con la verificación de hechos en Facebook e Instagram, abriendo nuevas vías para la proliferación de información errónea en línea.

Zuckerberg reconoció que la medida se debió en parte a la administración del presidente entrante de Estados Unidos, Donald Trump. Trump había criticado anteriormente la moderación de contenido de Facebook como censura.

En segundo lugar, Musk observa que, a pesar de las investigaciones sobre posibles violaciones de la Ley de Servicios Digitales de la UE, las sanciones concretas han tardado en materializarse. Además, la posición única de X en el panorama de las redes sociales le otorga a Musk una influencia significativa, incluso cuando algunas instituciones abandonan la plataforma.

Otro factor que facilita la participación de Musk en Europa es la polarización política, ya que el auge de los movimientos populistas en todo el continente ha proporcionado un terreno fértil para su mensaje disruptivo.

A medida que Musk continúa aprovechando su plataforma y su marca personal para influir en la política europea, se vuelve cada vez más crucial para las autoridades de la UE y la sociedad civil desarrollar estrategias efectivas para contrarrestar esta forma de interferencia digital en los procesos democráticos.

De hecho, en Alemania, la conversación entre Musk y Weidel desató una ola de críticas por parte del establishment político. Robert Habeck, candidato a canciller del Partido Verde, advirtió: "No toque nuestra democracia, señor Musk". Mientras, el canciller Olaf Scholz desestimó con una broma la participación de Musk al decir: "No alimente al troll".

Sin embargo, no todas las reacciones fueron negativas. Wolfgang Kubicki, diputado liberal, consideró el evento como un ejemplo de libertad de expresión en acción.

Mientras tanto, 60 universidades alemanas y austriacas, dos importantes sindicatos e incluso el Tribunal Constitucional alemán han anunciado su salida de X. Este éxodo masivo subraya el creciente malestar con la plataforma de Musk y su papel en la amplificación de voces extremistas y la habilitación del discurso de odio.

Preocupaciones legales y éticas

Aunque el contenido de la conversación entre Musk y Weidel fue preocupante, la verdadera amenaza reside en la amplificación logarítmica de X. Los datos muestran que las publicaciones de Weidel rápidamente alcanzaron un millón de impresiones en las últimas semanas, frente a una media de 200.000.

Esta amplificación artificial del contenido político no es otra cosa que una manipulación externa del proceso electoral alemán. Como el gasto total de campaña de todos los partidos en conjunto es de tan solo 70 millones de euros, esa interferencia tecnológica podría alterar significativamente los resultados electorales.

El Bundestag alemán investiga ahora si la conversación constituye un apoyo ilegal a una campaña extranjera. Si otros partidos tuvieran que pagar sumas importantes por un alcance similar en redes sociales, el evento podría considerarse injusto e ilegal.

En una investigación en curso sobre posibles violaciones de la Ley de Servicios Digitales de la UE, la Comisión Europea también ha incluido la transmisión en vivo. X ya está bajo escrutinio. En el peor de los casos, las multas podrían alcanzar miles de millones de euros.

Este es un alto riesgo incluso para gigantes tecnológicos globales como X, que actúan como si pudieran operar más allá de la legislación nacional o supranacional.

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Llamada de atención

La conversación entre Musk y Weidel fue más que un espectáculo trivial. Puso de relieve los peligros de la desinformación sin control, el poder de las redes sociales para manipular la opinión pública y la fragilidad de las instituciones democráticas frente al extremismo de extrema derecha.

Mientras Alemania se dirige a las elecciones no anticipadas el 23 de febrero, lo que está en juego no podría ser más importante. La pregunta no es solo quién ganará, sino si la democracia podrá resistir a la embestida del caos y la disrupción.

Mientras tanto, Austria está a punto de conseguir la primera canciller de derecha desde la Segunda Guerra Mundial. En Francia, Marine Le Pen podría convertirse en la primera presidenta de derecha. Y los Países Bajos podrían inclinarse por Geert Wilders, un hombre abiertamente racista y antimusulmán.

Robert Habeck, candidato a canciller de los Verdes en Alemania, ya lo ha advertido: "No toquen nuestra democracia". El mundo está observando.

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