Acuerdo Mercosur–Unión Europea: ¿quién se beneficia y quién se opone?

Las negociaciones de un acuerdo histórico entre Mercosur y Unión Europea concluyeron el pasado 6 de diciembre. ¿Qué pueden ganar los bloques y qué deben sacrificar si hay una zona de libre comercio?

El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva recibe a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para posibles asociaciones y un acuerdo entre Mercosur y la Unión Europea, el lunes 12 de junio de 2023 en el Palacio de Planalto en Brasilia, Brasil. / Foto: Ton Molina. Getty Images.
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El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva recibe a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para posibles asociaciones y un acuerdo entre Mercosur y la Unión Europea, el lunes 12 de junio de 2023 en el Palacio de Planalto en Brasilia, Brasil. / Foto: Ton Molina. Getty Images.

La expectativa que rodeó este mes la cumbre del Mercosur en Montevideo, apuntaba, sobre todo, a la firma del acuerdo entre este bloque y la Unión Europea (UE). El ambiente de optimismo, pero también de urgencia por cerrar el acuerdo, no pudo disimularse, especialmente en los representantes europeos. Finalmente concretado y listo para su revisión legal, este pacto abre una puerta de esperanzas, pero también de desafíos e interrogantes.

Una relación de progresos y estancamientos

La situación que se cierne sobre el comercio mundial –con el retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y su prometida política proteccionista, así como la complejización de la geopolítica mundial– han obligado a Europa a trazar una estrategia geoeconómica para recuperar el protagonismo perdido en las relaciones con América Latina. Sobre todo, frente al avance de China.

En ese esfuerzo por volver al centro de la escena, la Unión Europea puso el foco en el acuerdo con Mercosur, uno de los más rezagados de la región, atravesado por conflictos internos y un desinterés de décadas.

En 2019, tras 20 años de progresos y estancamiento en las negociaciones, se había logrado un principio de acuerdo, gracias al impulso del entonces presidente argentino, Mauricio Macri. Sin embargo, en 2020, con los efectos de la pandemia y cuestionamientos de ambas partes, el acuerdo volvió a enfriarse.

Del lado europeo, hubo fuertes resistencias de Francia, Austria, e Irlanda. La razón: consideraban que el acuerdo amenaza la protección que por décadas les brindó la Política Agrícola Común, establecida en 1962.

En 2022, los cambios en el escenario geopolítico y económico convulsionaron a Europa. La guerra Rusia-Ucrania y la inflación de la eurozona, agravada por dificultades de acceso a la energía y alimentos, hicieron que la Unión Europea retomara el interés por avanzar en el acuerdo con Mercosur, viéndolo como una necesidad para garantizar su seguridad alimentaria y energética.

El final del mandato de Jair Bolsonaro y la asunción de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, así como la prolongación de la guerra Rusia-Ucrania y el recrudecimiento bélico en Oriente Medio, hicieron crecer el optimismo de Europa en que el acuerdo se sellaría en la cumbre del Mercosur de 2023. Pero el cambio de gobierno en Argentina hizo naufragar esa posibilidad.

En marzo de 2023, respondiendo a demandas efectuadas por países del Mercosur, la UE presentó una propuesta para abordar los temas de comercio y desarrollo sostenible. Esta negociación finalizó este 6 de diciembre, conjuntamente con otros compromisos adicionales para reequilibrar el nuevo acuerdo.

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Banderas de los países miembros del Mercosur. (Foto: Mercosur)

Los nuevos compromisos

Hasta ahora, el acuerdo establece una asociación que incluye, por una parte, un pacto con miras a construir una zona de libre comercio, y una segunda parte en la que se establece un diálogo político y de cooperación. Los estados firmantes destacaron que las concesiones reflejan las asimetrías de ambos bloques y así permitieron convenir un tratado moderno y equilibrado.

Entre otros cambios, se resalta la incorporación –a requerimiento de la UE– del Acuerdo de París sobre cambio climático y condiciones en materia de deforestación.

Por otro lado, se introdujeron compromisos adicionales –algunos a iniciativa del Mercosur– sobre ​​comercio y empoderamiento de las mujeres, disposiciones para promover el comercio de productos sostenibles, y productos que ayuden a conservar la biodiversidad y los medios de vida de los pueblos indígenas.

El cambio de opinión de Lula y el intercambio comercial entre bloques

Durante su campaña a la presidencia, Lula había prometido renegociar el acuerdo porque consideraba que no era válido al no respetar el interés de su país a reindustrializarse. Pero, tras asumir el poder, la firma del acuerdo se volvió una obsesión para él, quien enfatizó su interés en hacer crecer los agronegocios de Brasil hacia el mercado europeo.

Esto se explica por la elevada participación que tiene ese país en el total de exportaciones del Mercosur hacia el mercado europeo: Brasil realizó el 85% de las exportaciones del bloque a la UE en 2023. Sin embargo, para el resto de las economías del Mercosur, la situación es diferente.

Brasil es el segundo socio comercial de Argentina, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos de ese país, seguido de China. Para Uruguay y Paraguay, el Mercosur tiene una relevancia similar. La participación de Argentina, Paraguay y Uruguay en el comercio del bloque con Europa es baja.

De acuerdo con la Comisión Europea, las mayores exportaciones del Mercosur a la UE en 2023 fueron productos minerales, alimentos, bebidas y tabaco, y productos vegetales, mientras que las exportaciones del bloque europeo al Mercosur estuvieron conformadas por maquinaria y electrodomésticos, productos químicos y farmacéuticos, y equipos de transporte.

En lo que refiere al comercio de servicios, en 2022 la UE exportó 28.200 millones de euros en servicios al Mercosur, mientras que este exportó 12.300 millones de euros en servicios.

Es evidente que las exportaciones del Mercosur a la UE están centradas en commodities, mientras que las exportaciones del bloque europeo al Mercosur son productos con valor agregado y servicios.

Si pudiera trazarse un paralelismo con otro acuerdo asimétrico, aunque de menor magnitud y alcance, sería el de Colombia y la Asociación Económica de Libre Comercio. Por eso, puede afirmarse que este tipo de acuerdos acentúan la inserción periférica de América Latina.

Del lado europeo ya hay quienes refieren al acuerdo con Mercosur irónicamente como “automóviles a cambio de carne vacuna”.

El embajador de la UE en Argentina, Amador Sánchez Rico, señaló que el bloque busca “socios confiables” para abastecerse. Y reconoció que Europa está interesada en proyectos relacionados con el litio y cobre, además de la posibilidad de comprar GNL de Vaca Muerta (Argentina).

China mueve sus piezas para no aislarse

La lucha por desprenderse de la dependencia de China para los insumos de las industrias en la era digital, tales como el litio y las tierras raras, es un tema candente de cara a las próximas décadas en la estrategia europea.

Pero China no parece dispuesta al aislamiento. Prueba de ello es la creación de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), vigente desde 2022: el mayor acuerdo comercial del mundo.

En América Latina, además de tener vínculos históricos y tratados de libre comercio con Chile, Perú y países centroamericanos, desde hace años que China busca un acuerdo con el Mercosur. Y,nuevamente, Brasil es uno de los más interesados, ya que es la economía con mayor preponderancia en el intercambio regional con China.

Por lo pronto, el Mercosur avanza en mecanismos de diálogo y entendimientos con China. A la par hay en curso negociaciones con El Salvador, Singapur, la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) y los Emiratos Árabes Unidos.

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Desafíos para la industria en Latinoamérica si llega el acuerdo con la UE

Sin dudas, acuerdos asimétricos como el de Mercosur-UE, aun cuando prevén plazos largos de desgravación y salvaguardias, propiciarán un aluvión de manufacturas desde las economías más desarrolladas, con fuerte impacto en las industrias latinoamericanas. Considerando la elevada protección que el bloque brindó a este sector, no sólo a las industrias de baja competitividad –como algunas argentinas–, sino las grandes cadenas de valor regionales –como la industria automotriz–, el acuerdo enfrentará múltiples desafíos para subsistir.

A su vez, la Confederación Europea de Sindicatos y la Coordinadora de Centrales Sindicales del Cono Sur levantaron voces de alerta respecto al avance del acuerdo. La preocupación es comprensible, considerando los elevados índices de informalidad laboral que existen en el Mercosur, algo que contrasta con la alta formalización del empleo en la UE.

El regionalismo como respuesta a un comercio amenazado

La posibilidad de mejorar el acceso al mercado es un incentivo para grandes productores y exportadores primarios del Cono Sur y para los industriales europeos que desde hace tiempo ven menoscabada su competitividad.

Asimismo, en el Mercosur ponen su esperanza en la llegada de inversiones y ayuda para el desarrollo, aunque ello no garantice la creación de empleos formales.

Los acuerdos buscan incentivar un comercio amenazado. Pero también evocan un imperialismo donde las economías más desarrolladas procuran abastecerse de materias primas y mercados para sus manufacturas.

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