Primer año de Milei: cómo aprender del pasado para impulsar la economía

Tras cumplir su primer año de gobierno, Milei sigue empeñado en mostrar el éxito de su ajuste. Pero ¿podrá mantener estos logros o son parte de un ciclo que se repite en la historia argentina?

El presidente de Argentina, Javier Milei. / Photo: Reuters
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El presidente de Argentina, Javier Milei. / Photo: Reuters

El presidente Javier Milei continúa la batalla por estabilizar la economía de la Argentina, con indicadores positivos como la reducción de la inflación y el riesgo país. Sin embargo, el alto costo social del ajuste acrecienta el debate sobre el rumbo y los desafíos de cara a las próximas elecciones legislativas de octubre. Ahora bien, ¿es posible que el ajuste esté dando sus frutos, tal como insiste el presidente, o los indicadores forman parte de un ciclo que se repite en la historia de Argentina?

¿Una historia que se repite?

Milei ha mostrado un pragmatismo en el que la retórica y los artilugios de la casta política, de la que pretende distinguirse, continúan siendo claves para gobernar. En diciembre, además de agradecer a los argentinos por el sacrificio de sobrellevar el ajuste, dijo: "Hoy, con orgullo y esperanza, puedo decirles que hemos superado la prueba de fuego. Estamos saliendo del desierto: la recesión terminó y el país finalmente ha comenzado a crecer”. También, en su reciente gira por Davos, sostuvo que “hace exactamente un año la tasa de inflación viajaba a un ritmo del 17.000% anualizado en el índice mayorista”.

Según Milei, la situación que heredó iba a dejar "un tendal de miseria nunca antes visto", comparándola con las crisis más graves que experimentó Argentina y que dejaron una huella profunda en la memoria nacional, como el “Rodrigazo” (1975), la hiperinflación de 1989 y la crisis del 2001.

El “Rodrigazo” fue un programa de estabilización que implementó el entonces ministro Celestino Rodrigo durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón, conocida como “Isabel”, viuda de Juan Domingo Perón. El programa consistió en un gran ajuste, pero no tuvo apoyo político ni social y terminó acelerando la crisis del gobierno de Isabel Perón. En cuanto a la hiperinflación de 1989, ocurrió a fines del mandato de Raúl Alfonsín, hubo disturbios y saqueos en los supermercados, y causó la salida anticipada de ese gobierno, sucedido por Carlos Menem. Por su parte, la crisis del 2001 se desató en el gobierno de Fernando de la Rúa y llevó a la huida del presidente en helicóptero, en medio de una profunda recesión recordada, entre otras cosas, por los cacerolazos, el desempleo, los disturbios sociales, la confiscación de ahorros en el sistema bancario y la sucesión de tres presidentes en dos semanas.

Aunque es un viejo artilugio comparar el legado de los gobiernos previos con los peores momentos de la historia, es difícil sostener esa afirmación desde el punto de vista social y de los indicadores económicos. En 1975, durante el Rodrigazo, el PBI creció 0%. En la hiperinflación de 1989, el PBI cayó 7,2%. Con la brutal crisis del 2001-2002, la caída fue 10,9%. En 2023, el PBI cayó 1,6%. Ciertamente, la crisis del 2001 fue más severa que la situación que recibió Milei en diciembre de 2023.

Cuando comparamos la inflación mayorista de 2023, que fue 276,4%, con la registrada en esas tres crisis anteriores encontramos que, por lejos, la hiperinflación de 1989 fue la más grave de Argentina, ya que en ese entonces llegó a 5.386%.

AFP

Vista aérea del barrio Villa 21-24 en Buenos Aires el 25 de septiembre de 2024, mientras la pobreza en Argentina alcanza el 52,9% en los primeros seis meses del gobierno de Javier Milei. Foto: Luis Robayo. AFP.

¿Recibió Milei un país con más pobreza que en otras crisis?

Claramente no. En 1989, la pobreza en Argentina llegó al 47,3% de la población y en 2002 al 57,5%. Aunque hubo cambios metodológicos, en 2023 fue de 41,7%, varios puntos menos que en esas dos crisis anteriores.

Por otra parte, desde 2002 existen subsidios –planes sociales– para los sectores de menores ingresos, por lo que la pobreza que dejó la crisis de 2001 fue, en ese sentido, mucho más grave que la registrada en 2023.

Otra cuestión que señaló Milei es que sin déficit no hay deuda, ni emisión, ni inflación, y que logró superávit sin suspender el pago de la deuda por primera vez en los últimos 123 años, gracias al ajuste más grande de la historia de la humanidad y a llevar la emisión monetaria a cero.

Nuevamente, no se puede convalidar que se trate del ajuste más grande de la humanidad, ni que la emisión haya desaparecido en Argentina durante 2024. Además, el gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) tuvo superávit, aún luego de reestructurar gran parte de la deuda que estaba en cesación de pagos desde 2001 y cancelar deuda con el FMI. Si bien desde el “Rodrigazo” Argentina experimentó un crecimiento del PBI per cápita inferior al promedio de América Latina, hubo dos fases de crecimiento sostenido que fueron la convertibilidad de Menem y la gestión de Néstor Kirchner. Pero ambos fueron sucedidos por recesiones y cambios en las normativas económicas.

AFP

Viviana Quevedo, de 57 años y desempleada, come comida de la Red Solidaria en la Plaza de Mayo, Buenos Aires, el 25 de septiembre de 2024, mientras la pobreza en Argentina llega al 52,9% bajo el gobierno de Javier Milei. Foto: Luis Robayo. AFP.

La sombra de Menem

Carlos Menem gobernó Argentina entre 1989 y 1999. Asumió en medio de la crisis de hiperinflación y emprendió una reforma del Estado que implicó, entre otras políticas, la privatización de empresas públicas, la liberalización de la economía y el Plan de Convertibilidad, un plan de estabilización basado en un sistema de cambio fijo, tomando como patrón al dólar.

Milei calificó a Menem como el mejor gobierno de la historia argentina, pero se empeña en sostener que su programa de estabilización es más exitoso. Si bien entre el primer año de Milei y la convertibilidad de Menem hay diferencias y semejanzas, hasta ahora, en términos de estabilización, la convertibilidad fue más exitosa.

Esta medida se implementó en 1991 y ese año el PBI aumentó 9,1%, registrando altas tasas de crecimiento hasta la crisis del Tequila (México, 1994-1995). Esa fue la primera de una serie de crisis de la globalización que golpearon a los mercados emergentes en la segunda mitad de los años noventa. Aunque en el segundo gobierno de Menem el PBI retomó el crecimiento, llegando a 8,1% en 1997, luego volvió a descender hasta caer en 1999. El primer año de Milei, el PBI registró una caída de 3%, hasta el tercer trimestre.

Cuando comparamos niveles de precios, luego de la hiperinflación entre 1989 y 1990, el primer año de la convertibilidad tuvo una inflación del 84% y bajó al 17,5% en 1992, hasta convertirse en deflación a finales de esa década. En 2024, la inflación de Milei fue 117,8%. Aunque el gobierno proyecta una drástica caída para este año, y pese a la desinflación, muchos argentinos perciben que los ingresos no alcanzan a cubrir los costos de vida.

Si la comparación es en niveles de pobreza, con Menem descendió del 47,3% en 1989 al 28,9% en mayo de 1991, y así sucesivamente hasta un 16,1% en mayo de 1994 (3,3% de indigencia). Durante el primer semestre de Milei la pobreza aumentó a 52,9% y la indigencia a 18,1%. Sin embargo, se espera que el segundo semestre arroje un descenso en la pobreza medida por ingresos, debido a la desaceleración de la inflación. Pese a la grave situación, Milei evitó protestas masivas desfinanciando a los intermediarios en el reparto de planes sociales y aumentando algunas asignaciones a los sectores de menores ingresos. La asignación universal por hijo creció 47,4%, representando un aumento de 107,3% si se lo compara con diciembre de 2023.


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El presidente de Argentina, Javier Milei.

Muchas promesas, demasiados desafíos

En un país con un millón de desempleados, la apreciación de la moneda y la liberalización comercial abren un panorama ominoso para la industria como fuente generadora de empleo, especialmente en un contexto en el que se avecina una guerra comercial y se deprecian otras monedas.

Sumado a ello, un sector tradicionalmente competitivo en Argentina, como el agroexportador, también vio reducida su rentabilidad. La sobrevaluación del tipo de cambio, los bajos precios internacionales, la sequía y los impuestos a las exportaciones (retenciones) afectaron al campo. Aunque el gobierno anunció, recientemente, la reducción temporal de retenciones a los principales cultivos (maíz, soja, trigo, entre otros), justificó su permanencia en la falta de recursos. Si bien muchos productores mantienen buenas expectativas sobre la gestión Milei, algunas situaciones críticas empiezan a resonar en el mercado.

En materia de energía y minería, más allá del optimismo alrededor de Vaca Muerta y otras regiones productoras de minerales estratégicos, se trata de inversiones que tardarían en dar frutos y no son generadores de empleo masivo.

En cuanto a las cuentas públicas, en 2024 el gobierno recortó el gasto un 25,9% en términos interanuales, mientras que los ingresos cayeron 3,5%, y la mayor fuente de recaudación fue el impuesto PAIS, cuya caducidad se produjo en diciembre de 2024.

Gran parte de la caída del gasto se explicó por reducción de obra pública y transferencias a las provincias, lo que parece difícil sostener en el largo plazo. Por ello, aunque el gobierno anunció que el 90% de los impuestos serán reducidos, el desfinanciamiento a las provincias y municipios conlleva a que muchos de estos aumenten la carga impositiva a las empresas y ciudadanos.

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Primer año de Milei: cómo aprender del pasado para impulsar la economía

Otro desafío son las reservas del Banco Central. El gobierno tomó deuda para mostrar avances en la eliminación del control de cambios. Pero persisten las dudas sobre cómo afectaría el levantamiento de ese mecanismo, ya que cuanto más abierta esté la economía, mayor sería el impacto de la volatilidad y las crisis, como sucedió con Menem.

Tensiones e incertidumbre de cara a las legislativas

Al igual que en gobiernos anteriores, como el de Fernando de la Rúa (1999-2001) y el primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2011), las tensiones entre Milei y su vicepresidenta, Victoria Villarruel, avivan la incertidumbre a futuro. A ello hay que añadir las rispideces con el PRO y el Radicalismo, aliados al gobierno, mientras Milei apuesta a capitalizar las divisiones en los demás partidos para captar adeptos.

Sumado a ello, los cuestionamientos a los integrantes de la Corte Suprema que propuso Milei, la relación ambigua con el kirchnerismo y la eventual candidatura de Cristina Fernández remueven la arena política.

Hasta ahora, el presidente mostró habilidad para tejer alianzas y todavía disfruta la falta de una oposición legitimada. Pero la opinión pública está dividida sobre la aceptación de su gestión.

¿Superar el péndulo político?

Marcelo Diamand (1929-2007), ingeniero, empresario y expresidente de la Cámara Argentina de Industrias Electrónicas, escribió a comienzos de los años ochenta “El péndulo argentino: ¿hasta cuándo?”. Allí mostraba que los ciclos populistas (corriente expansionista o popular) llevan a crisis que provocan la asunción de gobiernos ortodoxos (liberalismo económico); los gobiernos ortodoxos alaban el ajuste y el sacrificio, prometiendo a la gente prosperidad y crecimiento. La recuperación se produce vía recesión y endeudamiento, pero, a largo plazo, los ciclos ortodoxos conllevan a crisis de confianza que derivan en su fracaso, que atribuyen a la insuficiencia de poder político.

En la última década, Argentina atravesó un péndulo político. En las legislativas de este año, Milei se ilusiona con consolidar poder para avanzar en muchas de sus reformas postergadas. Pero, más allá del rebote del ciclo económico, el gobierno necesita mostrar crecimiento de la economía.

Aun así, superar el legado de Menem y los abruptos cambios de signo político que vino experimentando Argentina implicaría, además de estabilizar la macroeconomía y generar crecimiento, crear empleo genuino. Hay un elevado número de ciudadanos en condición vulnerable que dependen de los subsidios del Estado, por lo que aumentar las transferencias a esos sectores no necesariamente los liberaría de la pobreza. Más bien, en un año electoral, podría percibirse como una estrategia de la tradicional casta política.

Como en la convertibilidad, la estabilización demostró ser clave para disminuir la pobreza medida por ingresos. Pero podría no ser suficiente, ya que al finalizar el segundo gobierno de Menem habían crecido la pobreza estructural, el desempleo y el endeudamiento del país.

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