Salvatore Mancuso, de terrorista de derecha a enviado de paz en Colombia
El nombramiento de Salvatore Mancuso, antiguo líder del grupo paramilitar AUC, como enviado de paz por parte del presidente Petro ha causado alboroto en su nativa Colombia. Esto es lo que implica.
El 28 de julio de 2004, Salvatore Mancuso Gómez, uno de los líderes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), compareció ante la Cámara de Representantes del Congreso del país.
Activas desde 1982, y lideradas por Carlos Castaño –antiguo asesino a sueldo del Cartel de Medellín–, su hermano Vicente Castaño, además de Mancuso, las AUC nacieron para, en teoría, combatir las guerrillas de izquierda de la época. Su creación fue producto de una alianza de terratenientes, hombres de negocios y políticos de derecha.
Pronto, las AUC se involucraron en actividades de narcotráfico y extorsión, además de masacres de civiles inocentes. Como resultado de sus actividades, y de acuerdo al informe final de la Comisión de la Verdad que investigó los años de conflicto interno en Colombia, los grupos paramilitares fueron responsables de más de 200.000 muertos, es decir, el 45% de las víctimas mortales de la violencia política en Colombia.
Diputado Petro: “Voluntad narco-paramilitar”
La comparecencia de Salvatore Mancuso ante el Congreso de Colombia en 2004 provocó un sonoro repudio por parte del entonces representante por Bogotá del partido Polo Democrático, Gustavo Petro.
“La realidad de hoy es que congresistas responden a la voluntad narco-paramilitar de este país, y son muchos”, afirmó Petro en esa ocasión. “Y que, en su poder, en el poder de voto de los congresistas, está la reelección presidencial”, dijo refiriéndose al entonces mandatario colombiano Álvaro Uribe. “Es el señor Mancuso el que tiene la posibilidad de la reelección del presidente de la República”, sentenció Petro.
Los intentos de Mancuso por justificar las acciones de las AUC, en una perorata larga, cargada de declaraciones altisonantes y referencias patrióticas y religiosas (“Seamos generosos en la hora de perdonar los errores ajenos y humildes en el altar de Dios y de la Patria, al pedir perdón por nuestras faltas”), no impresionaron a las bancadas opositoras, que vieron con asombro cómo Mancuso era aplaudido como una especie de héroe nacional, por parte de la derecha parlamentaria colombiana.
Dos años después, en 2006, las AUC se desmovilizaron, en un proceso que se había iniciado tres años antes durante la presidencia de Álvaro Uribe, mandatario en cuya administración el grupo actuó con marcada impunidad.
El desbande de los grupos paramilitares dio lugar a sendos procesos judiciales contra varios de sus líderes.
Salvatore Mancuso fue extraditado en 2008 a Estados Unidos, donde lo sentenciaron a 15 años de cárcel por delitos de narcotráfico. En 2012, mientras cumplía condena en ese país, a Mancuso lo condenaron en ausencia en su nativa Colombia a 25 años de cárcel por la masacre de Mapiripán, ocurrida en mayo de 1998, en una comarca al sur de Bogotá, en la que murieron civiles asesinados por las AUC.
Poco después de la extradición de Mancuso a Estados Unidos, el Gobierno de Colombia decomisó bienes pertenecientes al dirigente paramilitar, consistentes en haciendas, restaurantes y tierras por un valor estimado de 25 millones de dólares.
Carlos Castaño, otro de los líderes de las AUC, había sido asesinado en circunstancias oscuras, tres meses antes de la comparecencia de Mancuso ante el Congreso de Colombia.
Una paz dudosa
Cuando Álvaro Uribe empezó las negociaciones con los paramilitares, pero no con las de izquierda, Gustavo Petro las calificó de “bandera sucia”, debido a que, según él, estas buscaban facilitar la permanencia de Uribe en el poder. El actual presidente colombiano dijo en 2020 que su discurso ante la Cámara de representantes en 2004 fue censurado por la prensa colombiana.
Para algunos familiares de las víctimas de Salvatore Mancuso, la decisión de Uribe de permitir la extradición de Mancuso a Estados Unidos fue una treta para impedir que aquel delatara los supuestos vínculos del entonces mandatario colombiano con la guerra sucia perpetrada contra de izquierda. En varias investigaciones realizadas después de la presidencia de Uribe se estableció que había indicios de sus vínculos con las AUC.
En marzo de 2020, Salvatore Mancuso fue excarcelado, luego de cumplir 12 de los 15 años de condena por narcotráfico y otras actividades ilícitas. En agosto del mismo año, el gobierno de Iván Duque, aliado de Álvaro Uribe, pidió a las autoridades de Estados Unidos el regreso del líder paramilitar a Colombia, por temor a que este viajara a Italia, país del cual es ciudadano. Los abogados de Mancuso argumentaban que la vida de su cliente corría peligro si volvía a su país de nacimiento.
Fue a partir de su excarcelación que Mancuso, despojado de la dudosa popularidad con la que la derecha colombiana lo invistió en julio de 2004, decidió colaborar con las autoridades colombianas sobre sus actividades como líder de las AUC.
En febrero de este año, y luego de permanecer en un centro de detención migratorio en Estados Unidos desde su excarcelación en 2020, Mancuso fue repatriado a Colombia, donde lo recluyeron en la cárcel de La Picota en Bogotá. En su país, Mancuso compareció ante varios tribunales, hasta que la justicia decidió no proseguir con las causas pendientes en su contra por crímenes de lesa humanidad. Esto incluye el no cumplimiento de su sentencia por la matanza de Mapiripán.
El 10 de julio, y bajo estrictas medidas de seguridad, Salvatore Mancuso salió en libertad, con destino a un domicilio secreto, para protección del exdirigente de las AUC.
Presidente Petro: Mancuso “emisario para la paz”
Los años de cárcel en Estados Unidos y el cambio del clima político en Colombia parecen haber contribuido a un cambio de actitud en Salvatore Mancuso.
Agotada toda posibilidad de radicarse en Italia (un país con el que Colombia no tiene tratado de extradición), Mancuso habló en abril y mayo con la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), un organismo de investigación de violaciones a los derechos humanos, creado a la luz del acuerdo de paz con las FARC. El objetivo de dicha reunión fue ofrecer informaciones sobre el supuesto papel jugado por los expresidentes Horacio Serpa, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe. Las revelaciones de Mancuso no se han hecho públicas.
Entretanto, la antigua hostilidad de Gustavo Petro hacia Mancuso parece haber dado paso a una actitud conciliatoria por parte del presidente, que ve al antiguo jefe de las AUC como un instrumento vital para consolidar un proceso de paz inconcluso.
El 11 de julio, Petro compareció ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, para exponer su plan de consolidación de un proceso de paz que carece de varios elementos, como un mayor esclarecimiento de la verdad y una reforma agraria integral, entre otras cosas. Petro pedirá al congreso de su país el mismo tipo de legislación que permitió al expresidente Juan Manuel Santos, iniciar el proceso de paz con las FARC en 2016.
Es en ese contexto que el presidente colombiano considera que Salvatore Mancuso puede desempeñar un papel importante en el afianzamiento de ese proceso incompleto. Aunque la oferta de ‘gestor de paz’ se la hizo Petro hace un año, recién con su excarcelación final Mancuso podrá asumir su papel de mediador.
La decisión de Petro obtuvo un rechazo total por parte del expresidente Álvaro Uribe.
El mismo mandatario, cuyos diputados aplaudieron a rabiar a Mancuso en julio de 2004, dice hoy que "no sorprende la finalidad de la libertad de Mancuso, pero los otros, con 19 años de cárcel, que no se prestan para hacer el juego de ‘bisagras’, los discriminan y no los reconocen como gestores de paz", refiriéndose a otros miembros de las AUC que no han sido liberados.
Dudas inevitables
Pero las críticas no solo provienen de la derecha colombiana. Familiares de las víctimas de las AUC han calificado el nombramiento de Mancuso como ‘un insulto’ a sus seres queridos asesinados por los paramilitares.
"Es un hombre que cometió todo tipo de crímenes como masacres y desplazamientos. Le hizo mucho daño a la ciudadanía" dijo Juan David Díaz, hijo del asesinado alcalde de El Roble, en el norteño departamento de Sucre, Eudaldo Díaz.
El presidente Petro quiere incluir en su equipo de negociadores a elementos de diversas tendencias políticas, por considerar que se pueden constituir en vínculo entre el gobierno y los grupos rebeldes, ya el Ejército de Liberación Nacional (ELN), o las llamadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC). Esta es una organización rebelde vinculada al Clan del Golfo, una banda de narcotraficantes que opera principalmente en la frontera con Panamá.
Salvatore Mancuso es un hombre derrotado, despojado de la riqueza que acumuló durante sus años de paramilitar de extrema derecha, pero tiene un conocimiento amplio sobre la forma en que operan los grupos insurgentes, que puede ser útil para las negociaciones de paz.
Hay quienes dudan que sus muestras de arrepentimiento sean genuinas, pero lo cierto es que, gracias a las informaciones que Mancuso ha proporcionado a las autoridades, estas han podido hallar fosas comunes de personas asesinadas por las AUC.
Por otro lado, las posibilidades de que huya a Italia son escasas, debido a las estrictas condiciones bajo las cuales vive hoy de manera clandestina.
En diferentes contextos históricos, sea en el caso de Irlanda del Norte o de Sudáfrica, el desasosiego sobre la necesidad de sentar en la misma mesa a victimas y victimarios, solo ha sido disipado por el éxito de las negociaciones. Las bombas han sido reemplazadas por el debate en la provincia británica; y el sistema del apartheid murió en 1994 en Sudáfrica.
Del éxito del proceso de paz que el presidente Guatavo Petro quiere consolidar dependerá en gran parte que las dudas sobre su controvertido nombramiento queden definitivamente disipadas.