Familias sirias empiezan la dolorosa búsqueda de sus seres desaparecidos
Muchas familias sirias revisan cuidadosamente fotos en redes sociales, con la esperanza de identificar a sus seres queridos entre los liberados de las brutales prisiones bajo el régimen de Bashar Al-Assad.
Durante la última semana, Mohamed Khalil Yahya no se ha despegado de su teléfono. Desde su casa, en Berlín, revisa minuciosamente cada imagen que encuentra en internet de los prisioneros sirios que han sido liberados de los terribles centros de detención que creó el régimen de Bashar Al-Assad.
Yahya busca desesperadamente un rostro familiar, cualquiera que se parezca a su hermano Mosallam, de quien no ha sabido nada en 12 años.
Desde entonces, Yahya había aceptado la posibilidad de que su hermano, arrestado en 2012 en un control militar en un suburbio de Damasco, durante el apogeo del levantamiento sirio, probablemente estuviera muerto.
Sin embargo, una foto borrosa que se difundió recientemente en redes sociales reavivó una frágil esperanza. El hombre de la imagen estaba demacrado e irreconocible en muchos sentidos, pero había algo inquietantemente familiar en su rostro. ¿Podría ser que Mosallam estuviera vivo después de todos estos años?
Esa mínima posibilidad le ha generado a Yahya tanta esperanza como dolor. Rápidamente compartió la imagen con sus hermanos en Siria, quienes empezaron una búsqueda frenética en hospitales de Damasco con la esperanza de confirmar lo inimaginable. Pero tras días enteros de recorrer salas y preguntar al personal médico no han encontrado respuestas, solo más incertidumbre.
"No sé qué creer. Esa foto me hizo sentir que podría seguir vivo, pero sin confirmación, es insoportable", compartió Yahya en conversación con TRT World.
Miles de personas fueron enviadas a la prisión de Sednaya. Sus familias aún desconocen su suerte. Foto AA
Miles de personas siguen desaparecidas
Desde el rápido colapso del régimen de Al-Assad el pasado 8 de diciembre, múltiples prisiones en todo el país han sido abiertas, y un sinnúmero de prisioneros –muchos detenidos durante las protestas pacíficas masivas de 2011 y 2012– fueron liberados.
Las condiciones inhumanas de las celdas de confinamiento, la duración de estos encarcelamientos y el estado de quienes han emergido de esos lugares han puesto de relieve la brutalidad practicada en los laberintos de las prisiones.
Según testimonios, la tortura, las violaciones y el abuso eran constantes, y se encontraron decenas de cadáveres en descomposición.
Mosallam tenía 38 años cuando fue detenido. Ese día subió al autobús para ir a su trabajo. Como venía del suburbio de Darayya, donde se habían realizado protestas antigubernamentales, los soldados lo bajaron del vehículo y se lo llevaron. Sus hijos, que entonces tenían 6, 10 y 13 años, nunca más volvieron a saber de él.
"Yo ya había aceptado que Mosallam probablemente estaba muerto. El régimen no mostró piedad hacia Darayya", dijo Yahya. También relató que su familia no preguntó a las autoridades sobre el paradero de su hermano por miedo a que ellos también fueran arrestados.
Desde ese día, la familia no ha recibido noticia alguna sobre su destino, ni siquiera una confirmación de su detención o muerte. "Pero cuando vi esa foto, tuve que creer, aunque fuera solo por un momento, que él podría estar vivo", expresó Yahya.
Se muestran fotos de familiares desaparecidos en los teléfonos móviles mientras las familias buscan a sus seres queridos en la prisión de Sednaya el 11 de diciembre de 2024 (Reuters/Ammar Awad).
Una agonía sin fin
La historia de la familia Yahya es una de las innumerables tragedias en Siria, donde la red de detenciones de Assad proyecta una gran sombra de horrores.
Durante años, las organizaciones de derechos humanos han documentado las brutalidades del sistema penitenciario en Siria. Los detenidos solían ser sometidos a torturas extremas, hambre y, en muchos casos, a la ejecución. Además, las familias de los desaparecidos se enfrentan a una cruel incertidumbre: sin certificados de defunción ni información oficial, se encuentran en un limbo agonizante.
La difícil situación de familias como la de Fadwa Mahmoud encarna esta tragedia. Fadwa, una destacada activista y exprisionera política, lleva más de una década buscando información sobre su marido, Abdulaziz Al-Kheir, y su hijo, Maher Tahan.
Ambos hombres fueron arrestados en 2012 y, desde entonces, Fadwa convirtió su dolor en activismo y fundó el movimiento "Familias por la Libertad" que trabaja por los desaparecidos en Siria.
Pero hasta ahora, su búsqueda no ha dado respuestas.
"He pasado años enteros siguiendo pistas falsas. El régimen oculta deliberadamente el destino de los detenidos, especialmente de figuras prominentes como Abdulaziz (Al-Kheir). Es una tragedia que comparten miles de familias sirias", dijo en una entrevista para TRT World.
Desde que el régimen cayó, se multiplicaron los grupos en Facebook en los que muchas familias publican imágenes de sus seres queridos con la esperanza de conseguir alguna información sobre ellos.
Entre las publicaciones compartidas destacan interminables listas de nombres de prisioneros liberados, con el objetivo de ayudar a las familias a identificarlos, ya que muchos han salido en condiciones deplorables y desorientados, incapaces de recordar quiénes son.
Fadwa cree que el alto perfil de su esposo dentro de la oposición —era un dirigente del Partido Comunista Laborista— pudo haberlo convertido en blanco de una crueldad específica.
A pesar de ser oriundo de Qardaha, la ciudad natal de la familia de Assad, la oposición de Abdulaziz al régimen selló su destino. Su familia ahora se aferra a la esperanza de que algún día salga a la luz la verdad sobre su paradero, ya sea vivo o muerto.
Unos 30.000 reclusos, entre ellos mujeres y niños, fueron liberados el 8 de diciembre de 2024. Foto AFP
Libertad caótica
En los días que siguieron a la caída de Assad, cuando los grupos opositores comenzaron a abrir cárceles y centros de detención, algunos recuperaron su libertad, mientras que otros se sumieron en el caos.
Las redes sociales se inundaron rápidamente de imágenes borrosas de sobrevivientes demacrados y restos esqueléticos, lo que desató búsquedas desesperadas por parte de familias en todo el país.
En hospitales como los de Barzeh, las paredes estaban cubiertas con fotografías de detenidos liberados, mientras multitudes se reunían en los centros de transporte, examinando los rostros de aquellos que llegaban de prisiones famosas como Sednaya, conocida localmente como el "matadero humano".
"Padres, hermanos y cónyuges llegaron desde todos los rincones de Siria a estos lugares", relató Mahmoud Hamwi, periodista y activista de derechos humanos. "Algunos encontraron respuestas, pero para la mayoría la búsqueda solo profundizó su desesperación", añadió.
Hamwi, ahora director ejecutivo de la Unión General de Detenidos, una coalición de diversas organizaciones que se fusionaron en junio de 2023, destacó el caos que se vivió.
Documentos con información vital sobre los detenidos fueron dispersados o destruidos. "La desorganización fue desgarradora. Si se hubiera consultado a las organizaciones internacionales, estos momentos de liberación también podrían haber sido momentos de rendición de cuentas", lamentó.
Hamwi también expresó su preocupación por el manejo de las fosas comunes que salpican el paisaje devastado por el conflicto en Siria. Un tratamiento inadecuado de estos sitios —donde se cree que muchos detenidos fueron ejecutados— podría eliminar pruebas cruciales.
"Las excavaciones deben realizarse con extremo cuidado. El trabajo de los equipos forenses será esencial para preservar la justicia", afirmó.
Un legado de horror
Según estimaciones de Amnistía Internacional, sólo entre 2011 y 2015, hasta 13.000 personas fueron ahorcadas en secreto en Sednaya, la prisión más infame del régimen de Assad, mientras miles más murieron por inanición, palizas y negligencia.
La magnitud de este sistema de detención —miles de instalaciones, algunas aún por descubrir— complica la tarea de identificar a los detenidos y hacer responsables a los perpetradores.
Las organizaciones de derechos humanos también han documentado centros de detención clandestinos escondidos dentro de complejos militares y ramas de inteligencia, cuyas ubicaciones solo son conocidas por un reducido grupo de personas del régimen.
La Red Siria para los Derechos Humanos informa que, hasta agosto de 2022, al menos 111.000 personas siguen desaparecidas forzosamente, lo que subraya el inmenso desafío de lograr justicia.
A medida que las autoridades del gobierno de transición sirio consolidan el control, algunos mantienen la esperanza de que se emprendan esfuerzos sistemáticos para localizar a los desaparecidos. Las familias y los grupos de defensa están pidiendo apoyo internacional para establecer bases de datos centralizadas y misiones forenses que descubran la verdad.
Para las familias, cada día sin respuestas profundiza el trauma.
Hamwi recuerda el desgarrador testimonio de una madre durante una de sus transmisiones en vivo: "Estaba buscando a sus cinco hijos, todos desaparecidos por el régimen. No tenía noticias de ellos, pero las probabilidades son sombrías... las ejecuciones masivas eran comunes”.