El día en que el arte más tradicional de Buenos Aires homenajeó a Palestina

Creado para decorar carros, el fileteado porteño es hoy patrimonio cultural de la UNESCO. Por primera vez, fileteadores argentinos rinden homenaje a la resistencia palestina en una muestra histórica.

Obra de fileteado porteño exhibida en la embajada de Palestina en Buenos Aires, parte de la muestra "Fileteado por Palestina Libre". Foto: Agrupación Awkache. 
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Obra de fileteado porteño exhibida en la embajada de Palestina en Buenos Aires, parte de la muestra "Fileteado por Palestina Libre". Foto: Agrupación Awkache. 

Nadie sabe a ciencia cierta en la ciudad de Buenos Aires cuándo nació el fileteado, esa forma tradicional de pintar que en los primeros tiempos adornaba los coches de caballo, para la década de 1970 estuvo prohibido y para el 2015 había florecido tanto que la UNESCO lo declaró patrimonio inmaterial de la humanidad.

Los primeros fileteadores eran inmigrantes italianos, que decoraban carros comerciales con frases, sinuosos adornos, y un estilo de ángeles y espirales que acabaría siendo uno de los emblemas pictóricos más reconocidos de la Argentina.

Ahora bien, ¿cómo el fileteado porteño pasó a rendirle homenaje a las víctimas palestinas en medio del genocidio que sucede ahora mismo en Gaza? Esa es otra historia.

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Horacio Menchaca frente a la obra dedicada a la activista palestina Ahed Tamimi. Foto: Horacio Menchaca. 

De La Plata a Palestina

Todo empezó con una agrupación artística llamada Awkache, en la ciudad de La Plata, en la provincia de Buenos Aires. Un colectivo de músicos, diseñadores, muralistas, y, por supuesto, fileteadores. En realidad no es una agrupación que se limita a lo artístico, pues sus miembros ponen el corazón y vuelcan su talento allí donde ven una herida social por sanar.

Por lo pronto, nunca le dieron la espalda al horror en Gaza. Al contrario: hicieron murales de denuncia, mesas gráficas en las marchas, lecturas de poesía, campañas de comunicación.

Un día, como memoria del brutal asedio en Gaza, decidieron llevarle una obra de fileteado porteño al embajador de Palestina en la Argentina. El diplomático quedó asombrado. Le pareció un hallazgo: hermanar la solidaridad de un pueblo con otro, a través de una de sus representaciones artísticas más propias y porteñas.

Y el diplomático les dio una idea: ¿por qué no honrar a las víctimas del asedio de Israel en Gaza con una muestra pictórica de fileteado, ese arte que palpita en el corazón de todos los argentinos, en la propia embajada? Y así fue.

De manera que este noviembre organizaron la muestra titulada “Fileteado por Palestina Libre”. Nunca antes se había hecho algo así. El fileteado, que en sus orígenes se disputaba a punta de colores y ornamentos para ver qué negocio atraía más la vista de los vecinos, ahora se teñía de rojo para rescatar del olvido una limpieza étnica que, en Latinoamérica, suele pasarse por alto.

Las paredes de la embajada de Palestina dan sostén a 33 obras de 30 artistas. Una más conmovedora que otra. Dragones, pájaros, sandías, llaves que recogen la memoria de esas otras llaves de los palestinos desplazados de sus hogares, y rostros dolidos por el azote huracanado del exterminio. Frases tan simples como urgentes: “Defender la paz es defender la vida”. “Basta de genocidio”. “No más infancias robadas. Palestina libre”. La verdad más brutal en clave de fileteado.

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Los miembros de Awkache, agrupación artística comprometida con causas sociales, llevaron su arte de fileteado a la embajada de Palestina en Buenos Aires como acto de memoria y denuncia. Foto: Agrupación Awkache. 

El fileteado, una poderosa herramienta para sensibilizar

“Nos mueve el dolor profundo de un pueblo que está siendo desaparecido”, cuenta Beto Yapan, uno de los fundadores de la agrupación Awkache y una de las mentes creativas detrás del evento. “Hoy lo hacemos con los pinceles de fileteado en las manos. Creemos fuertemente que los pueblos apoyan a Palestina y le dicen ‘basta’ al genocidio. Aunque sabemos que las condenas deberían venir de parte de los gobiernos y medios poderosos de comunicación, que son sirvientes del estado terrorista de Israel y sus socios del mal”, sostiene.

Yapan está feliz de que, desde su agrupación, el fileteado haya descubierto un camino de denuncia y memoria. “Encontramos en el fileteado una herramienta muy poderosa para poder comunicar y sensibilizar”, explica. “Un arte popular decorativo, nacido en la calle, realizado por y para trabajadores, hoy suma el compromiso de poder contar realidades. Esta exposición potencia esos colores vibrantes del fileteado, y ayuda a visibilizar este genocidio en marcha”, añade.

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Las 33 obras de 30 artistas de la exposición "Fileteado por Palestina Libre" siguen recorriendo el mundo, llevando un mensaje de solidaridad con Palestina. Foto: Agrupación Awkache. 

Ángeles palestinos y banderas bombardeadas

A los 81 años, Horacio Menchaca, arquitecto y apasionado dibujante, es fileteador desde hace 14 años: “Arranqué cuando me jubilé”, dice. Como miembro de la sociedad de fileteadores, participa en las grandes muestras anuales con 180 artistas, y también sumó su aporte de color y dolor a la muestra de fileteadores por Palestina.

“El fileteado siempre me gustó pero nunca le presté importancia. En el 2010, ya jubilado, me dije voy a dedicarme a esto”, se entusiasma recordando Menchaca. “La obra que hice para Palestina tiene una bandera palestina con flores simétricas, algo que usa mucho el fileteado porteño. De las flores brota sangre. En la parte central, dos manos abrazan unos pájaros que gritan. La mira de un arma apunta a los pájaros, le apunta a la libertad”, describe.

Al mensaje abrumador del fileteado, Menchaca sumó dos ángeles que sostienen, entre el bombardeo, una bandera Palestina, atravesada por los disparos y aún así, entera, ondeante, resistiéndolo todo. “Quise que mi obra tuviera elementos del fileteado llevados a la situación límite de un pueblo invadido hasta el extremo. Espero haberlo logrado”, comenta.

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En la exposición, el fileteado porteño no solo decora, sino que denuncia el genocidio palestino y preserva la lucha del pueblo palestino. Foto: Agrupación Awkache. 

Graciela del Valle practica este arte desde hace ocho años y forma parte de Fileteadores del Conurbano. Además, ha creado murales con esta técnica en escuelas, paredes de Buenos Aires y centros culturales. También Del Valle sumó su talento a la muestra.

“Centré la imagen de unas manos sosteniendo alimentos típicos de Palestina: higos, sandía y el olivo. Quise simbolizar las identidades alimenticias de un pueblo soberano sobre su territorio. Palestina y su pueblo merecen la paz”.

Aún cuando Leandro Giumelli es fileteador hace relativamente poco –8 meses desde que se apasionó por este arte–, encontró en este formato un puente para mostrar al mundo su conversión dentro de la religión islámica. Desde entonces, hace sus propias obras con palabras alusivas en árabe, y participó de la muestra en la embajada con un trabajo contundente al que llamó en letras árabes: Palestina.

“Dicen que el tango es ‘un sentimiento triste que se baila’, y que el filete porteño es ‘un sentimiento alegre que se pinta’, por eso evité usar elementos que remitan a bombas, balas y tanques, pues pareciera que esos son los símbolos autóctonos de Palestina. En su lugar elegí utilizar elementos más amigables, bellos y cercanos como la flora y fauna nacional”, explica Giumelli sobre su fileteado.

“Y por último, a la par de la bandera de Palestina, decidí pintar la celeste y blanca Argentina, ya que Theodore Herzl, el padre de la teoría sionista, consideraba en un libro a la Argentina como una posibilidad para un asentamiento masivo de judíos. Para no olvidar que pudimos ser nosotros, los argentinos, los que resisten a este genocidio”, completa.

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El fileteado porteño, una técnica popular argentina, se transforma en una herramienta de sensibilización frente a las crisis internacionales. Foto: Agrupación Awkache. 

Una muestra que continúa y resiste

“Creemos que la esperanza tiene que estar depositada en la solidaridad internacional: contar, pintar, gritar, denunciar todo acto de violencia contra este pueblo que quieren desterrar, pero también recordar de la histórica y heroica lucha del pueblo palestino”, retoma Beto Yapan, uno de los ideólogos de la muestra. “Un pueblo que nos ha enseñado muchas veces su increíble resistencia”.

Más allá de la pesadilla de bombas y brutalidad en Medio Oriente, esta pequeña historia aquí tuvo final feliz. La exposición ya se hizo itinerante y proyectan que viaje de aquí a allá y por todas partes. Mientras tanto, el embajador prometió repetirla el año próximo. Y dedicar en la embajada de Palestina en Buenos Aires un salón exclusivo para fileteadores. Cuando el dolor y el arte se toman las manos, no hay bombardeos que puedan silenciarlo.

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