¿Qué implica el regreso de Trump para los “dreamers”?

También llamados “soñadores”, estos migrantes llegaron a EE.UU. siendo niños. Ahora son padres, profesionales y empresarios. El gobierno los amparó con un programa, pero ¿cambiaría Trump su situación?

Los llamados "dreamers" están amparados por el programa conocido como DACA, que en español se traduce como Acción Diferida para los Llegados en la Infancia. Oficialmente, esta medida no les otorga un estatus legal oficial, pero les permite solicitar una licencia de conducir, un número de seguro social y un permiso de trabajo. Foto: cortesía de United We Dream
Others

Los llamados "dreamers" están amparados por el programa conocido como DACA, que en español se traduce como Acción Diferida para los Llegados en la Infancia. Oficialmente, esta medida no les otorga un estatus legal oficial, pero les permite solicitar una licencia de conducir, un número de seguro social y un permiso de trabajo. Foto: cortesía de United We Dream

Son alrededor de 800.000 personas: llegaron a Estados Unidos por distintas vías hace años, siendo muy jóvenes e incluso niños, y ahora son padres de familia y trabajadores integrados en el tejido tanto social como económico del país.

Todos ellos están amparados por el programa conocido como DACA, que en español se traduce como Acción Diferida para los Llegados en la Infancia. Oficialmente, esta medida no les otorga un estatus legal oficial, pero les permite solicitar una licencia de conducir, un número de seguro social y un permiso de trabajo.

Estas personas han crecido en los distintos estados del país llevando a cabo los trabajos más ingratos. Pero, con el tiempo, muchos de ellos han creado sus propias empresas, convirtiéndose en doctores o profesores, llegando a ser parte importante de la estructura económica y social de los Estados Unidos.

En 2012, el entonces presidente Barack Obama estableció el programa DACA, con el fin de darles cierta protección. Sin embargo, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ahora crea importantes incógnitas sobre el futuro de los llamados “dreamers”, pues durante su anterior mandato intentó desmantelar la medida.

Leer más
Leer más

El estrés tiene consecuencias físicas, pero para los migrantes es peor

En recientes declaraciones a la cadena de televisión NBC, el presidente electo se ha mostrado más comprensivo con las personas en esta situación, señalando que su gobierno tendría que hacer algo porque “algunos de ellos ya no son jóvenes y, en muchos casos, han tenido éxito y buenos trabajos”.

Pero su amenaza constante de expulsar a personas indocumentadas, así como la promesa electoral de poner fin a la obtención de ciudadanía por derecho de nacimiento, han alarmado a los “soñadores”, como también son conocidos.

Una historia emblemática

Others

Para ser beneficiario de DACA hay que probar, entre otras cosas, que se llegó a EE.UU. antes de cumplir 16 años, evidenciar una presencia continua desde el 15 de junio de 2007, aportar falta de estatus legal desde el 15 de junio de 2012, y no tener antecedentes penales. Foto cortesía: de United We Dream”

Hace 18 años, Frida Adame llegó junto a su madre y hermanos a Houston, Texas. “Mi padre ya estaba aquí y nos convenció para venir”, recuerda Frida en conversación con TRT Español. “A los pocos años de llegar empecé a ayudar en el estudio de baile que había montado mi madre. Con 15, 16 años, ya ganaba 40 dólares a la hora. Desde entonces, no he dejado de trabajar y contribuir con mis impuestos a la economía de este país”, añade.

Su progreso en Estados Unidos fue posible por el amparo del programa DACA, que solicitó y le fue otorgado. “Desde entonces todo fue más fácil”, dice. “Obtuve mi permiso de trabajo y pude poner a mi nombre el contrato de alquiler donde vivía con mi familia. En un principio fue duro, el primer año tuve que pagar 400 dólares por la solicitud y cumplir ciertos requisitos, ahora acabo de desembolsar 700 dólares por la renovación”.

De hecho, para ser beneficiario de este programa actualmente hay que probar, entre otras cosas, que se llegó a EE.UU. antes de cumplir 16 años, evidenciar una presencia continua desde el 15 de junio de 2007, aportar falta de estatus legal desde el 15 de junio de 2012, y no tener antecedentes penales.

Frida pudo acreditar todo lo solicitado en su momento. Sin embargo, cuando su hermana quiso intentarlo, al tener ya la edad establecida, Trump, que en ese momento era presidente, canceló el programa.

Esto es algo que atemoriza a gran parte de los “dreamers”. “Ahora hay mucho odio a los inmigrantes, a pesar de que muchos son como yo, trabajadores que hemos contribuido a la riqueza del país con el pago de impuestos generado con nuestro trabajo”, añade Frida.

Ella trabaja como directora de proyectos de Ice Rink Event, una empresa estadounidense que instala pistas de patinaje sobre hielo por todo el país. Además, es activista en la organización United We Dream, que trabaja en el tema DACA para proteger a sus beneficiarios y, en general, a todas las comunidades de inmigrantes.

A través de esta organización se ha reunido recientemente con congresistas para que no apoyen las deportaciones prometidas por Trump. Frida insiste en que DACA le ha “cambiado la vida” y le “gustaría que otras personas, que ya están en este país y son esenciales para su economía, puedan beneficiarse de ello y cumplir su sueño americano”.

Un sueño americano para todos

Others

Mientras DACA continúa su litigio en los tribunales, los beneficiarios muestran su preocupación. Foto: cortesía de United We Dream

A pesar de que el programa DACA ha sido exitoso para casi un millón de personas y sus familias, su futuro afronta amenazas legales. En 2023, un juez federal en Texas dictaminó que esta política es ilegal, prohibiendo al gobierno aceptar nuevas solicitudes.

Hoy, los actuales titulares de DACA todavía pueden renovar su estatus cada dos años como se describe en la política original, pero no hay garantía de que las renovaciones continúen después de un probable fallo de la Corte Suprema en contra del programa.

Mientras DACA continúa su litigio en los tribunales, los beneficiarios muestran su preocupación. “Yo llegué con mi madre y hermanos a Phoenix (Arizona), desde Cuernavaca (México), en agosto de 1999. Sólo tenía 9 años pero desde que empecé a estudiar, en cuarto grado, lo hice con la mentalidad de que, si trabajaba duro, podría progresar”, dice Cristian Ávila a TRT Español.

Y así lo hizo. Se esforzó para ir a la universidad hasta que descubrió que debía pagar el triple que sus compañeros de clase en Phoenix. La razón: no tenía documentación. "Sólo estudié unos años", se lamenta Ávila. "Decidí dejarlo para no ser parte del problema y pasar a ser la solución”.

Cristian se unió a la organización Mi familia Vota, donde trabajó como coordinador de participación ciudadana durante 16 años, reivindicando un sueño americano posible para todos. Desde hace un año es director nacional de programas de Poder Latinx, una organización desde la que busca “mejorar la vida de las personas latinas en temas migratorios, de derechos reproductivos, económicos y medioambientales, a través de la política”.

“Como beneficiario de DACA, veo el progreso de mi familia”, añade Cristian. “Tengo un hermano arquitecto y una hermana educadora de personas con necesidades especiales. En estos años, la actitudes hacia las personas migrantes se ha deteriorado, en parte por la retórica de Donald Trump y su uso del miedo, como si los inmigrantes fuéramos una amenaza”, añade.

Cristian está casado desde hace 5 años y tiene tres hijos. Hoy aguarda a que le otorguen la residencia permanente, que solicitó en marzo de 2024. Su deseo es el de muchos: obtener la residencia para que sus hijos no se queden desamparados. Y así, el esfuerzo de su padre quien aún trabaja en la construcción y su madre que cuidaba casas y niños, no sea en vano.

Route 6