Adiós al escritor Elias Khoury, amigo de Palestina y guardián de su memoria
Khoury deja obras literarias que sirven de vehículo para hacer memoria sobre los relatos enterrados por la historia.
El 15 de septiembre, el escritor libanés Elias Khoury murió a los 76 años. Novelista, dramaturgo, ensayista y crítico, Khoury deja una obra inquebrantable.
Las novelas de Khoury, entre ellas “Children of the Ghetto”, “Broken Mirrors”, “Little Mountain” y “Gate of the Sun”, le otorgaron reconocimiento mundial. La última, centrada en la Nakba palestina, el exilio y el desplazamiento, la adaptó posteriormente a la gran pantalla el director egipcio Yousry Nasrallah.
Khoury centró su obra, traducida a más de diez idiomas, en lo difícil de la situación palestina y la guerra civil libanesa en 1989. Fue uno de los primeros escritores árabes cuyo trabajo se tradujo al inglés después de Naguib Mahfouz.
Cuando su primer libro, “Little Mountain” (1977), fue traducido al inglés en 1988, Edward Said lo comparó con Naguib Mahfouz, y lo describió como una “figura brillante, políticamente comprometida y, en su modo de ser sumamente móvil, muy activa”.
Khoury se consideraba un custodio de historias y solía decir: “No cuento la historia, cuento cómo se ha contado la historia”, en un homenaje a las tradiciones orales que tanto influyeron sobre su estilo.
Trabajó como editor para varios periódicos, como Al-Safir y Al-Nahar, fue columnista de Al-Quds Al-Arabi, coeditor del Palestine Affairs Journal con Mahmoud Darwish y editor en jefe del Journal of Palestine Studies.
Además de escribir, dictaba clases en universidades como Columbia, New York University y la American University for Beirut (AUB), donde recibió un doctorado honoris causa en junio de 2023.
Aunque recibió muchos elogios, incluido el Premio Katara de Ficción Árabe, uno de los logros que lo hacían sentir más orgulloso fue la creación de Bab al-Shams (“Puerta del Sol”), una aldea de protesta establecida por palestinos en 2013 y bautizada en honor a su novela “Gate of the Sun”. Esta aldea representó un acto simbólico de resistencia contra los asentamientos israelíes. Permaneció en pie durante tres días antes de ser demolida.
El compromiso de Khoury con la causa palestina fue mucho más allá de las páginas. En la década de 1970 se unió a la resistencia palestina, entrenándose con combatientes de Fatah en Siria y Jordania. Escribió su novela “White Masks” en solo tres semanas, durante este período de ferviente activismo. Sus críticas a la revolución que apoyaba finalmente lo llevaron a renunciar forzosamente a Asuntos Palestinos, y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) posteriormente prohibió su obra. Sin embargo, la dedicación de Khoury a la justicia fue inquebrantable: La censura no lo silenció.
En la ficción, Khoury preservó la memoria de Palestina, con la firme convicción de que “la literatura no puede ser una compensación por la historia, pero sí puede señalar una ausencia”.
Khoury solía visitar con frecuencia los campos de refugiados palestinos en el Líbano, documentando historias de la Nakba en una época en la que esos relatos rara vez se compartían. Pero a través de su escritura llevó esas historias de vuelta a la superficie y llamó al mundo a ser testigo. En sus novelas, revivió esas voces, asegurándose de que no cayeran en el olvido.
Para Khoury, la Nakba no es un acontecimiento del pasado sino una tragedia que continúa, que se ha extendido a través de décadas y fronteras. Alcanzó la mayoría de edad durante la guerra árabe-israelí de 1967, vio los horrores de la masacre de Sabra y Shatila en 1982, y falleció mientras Gaza se enfrenta a otra brutal ofensiva.
“Palestina es una condición”, decía. “Todo árabe es un palestino. Todo pobre hombre que porta un arma es un palestino. Palestina es la condición de todos nosotros”.
Khoury llevaba más de un año luchando contra una enfermedad. En sus últimos meses, en su ensayo “Un año de dolor”, trazó paralelismos entre su propia lucha y la de Gaza y Palestina. “Gaza y Palestina también han sufrido ataques brutales durante casi un año, y son firmes, inamovibles. Son el ejemplo del que aprendo todos los días a amar la vida”, escribió.
Nacido en 1948 en el distrito Achrafieh de Beirut, Khoury creció en una familia cristiana de clase media y pasó su vida en una ciudad que aparecería mucho en sus obras. A pesar de estar batallando contra una enfermedad, nunca dejó de escribir, y siguió comprometido con las causas que amaba.
A Khoury le sobreviven su esposa, Najla, sus hijos, Abla y Talal, y su nieto, Yaseen.