La segunda mano, una opción más sostenible en el mundo de la moda

Las plataformas C2C (cliente a cliente) doblan sus números y tratan de concienciar acerca del importante ahorro energético que supone la ropa usada.

Plataformas como eBay, Vestiaire Collective o Vinted aparecen como alternativas para comprar y vender prendas sin alimentar el fast fashion. Foto: Getty Images
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Plataformas como eBay, Vestiaire Collective o Vinted aparecen como alternativas para comprar y vender prendas sin alimentar el fast fashion. Foto: Getty Images

Desde la pandemia el uso de plataformas de compra y venta de artículos de segunda mano no ha hecho más que crecer, y así lo cuentan los números.

La responsable de comunicación de Vinted Eleonora Porta cuenta a TRT Español que en su plataforma “hay más de 80 millones de miembros en constante crecimiento, que incluyen 7,5 millones registrados en España. A finales de 2022, había más de 800 millones de artículos subidos”.

Si al principio surgió por una cuestión más económica, por estar en plena época de crisis, poco a poco ha ido calando el mensaje de la conciencia medioambiental.

Según Porta “un 20 por ciento de sus miembros dicen estar motivados por preocupaciones medioambientales”. Ya no solo es una cuestión de ahorrarse unos euros, también es la de no desperdiciar.

Por su parte, Gema Gómez, directora y fundadora de la plataforma de divulgación de moda y sostenibilidad Slow Fashion Next, afirma que “producimos entre 120 y 150 mil millones de prendas, que suponen unas 113 toneladas de material textil que requieren un enorme uso de recursos y energías”.

Estos grandes volúmenes de ropa fabricada para su consumo rápido interpelan al concepto de fast fashion, haciendo un paralelismo con el consumo de “comida basura” barata y de baja calidad.

Hace unos años, en pleno agosto ya nos envolvían a través de los escaparates con jerseys y prendas de abrigos impensables para esas fechas. Las tiendas de ropa high street -aquellas que se encuentran en las calles principales de las ciudades- generaban unas necesidades que nadie tenía y, además, fomentaban el consumo rápido y masivo.

Esta falsa necesidad creada ha ido dando paso a lo práctico y ahora la gente ya no quiere tener su armario lleno de ropa que va a usar un par de veces para luego dejar olvidada. Ahí es donde va llegando la transformación al denominado slow fashion, ​​una moda más consciente y sostenible.

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En los últimos años, muchas personas optaron por adoptar un consumo de la moda más consciente y sostenible, acercándose al denominado slow fashion. (GETTY IMAGES)

Es en este contexto donde aparece la opción de la segunda mano a través de plataformas como eBay, Vestiaire Collective o Vinted. Según un informe de esta última compañía, se evita un 1,8 kg equivalente de CO₂ por artículo, lo que supone el total de emisiones de cargar 219 teléfonos inteligentes.

Unas emisiones de carbono no producidas que sumaron en un solo año 452 kilotoneladas equivalentes de CO2, una cantidad que correspondería a volar entre Londres y Los Ángeles unas 275.000 veces.

La moda es una industria en contínua evolución y las marcas, aunque reticentes, también van adaptándose, especialmente mediante el uso de mejores materiales en sus prendas que fomenten una mayor duración de las prendas.

Y es que empresas como H&M o Decathlon ya fueron denunciadas por las Autoridades de Consumo y Mercado holandesas y tuvieron que retirar todas sus colecciones que llevaban una etiqueta de “conscientes” o “diseño ecológico”, un marketing escondido en una promesa de sostenibilidad que no era tal.

El consumidor evoluciona a la vez que el mundo, quizás un poco más lento, pero se va adaptando. Si antes queríamos la última prenda de moda para usar y tirar, ahora valoramos no comprar nada nuevo si no nos hemos deshecho de algo antes. Lo que entra por lo que sale. La cuestión es no acumular y, sobre todo, no formar parte de una industria que se está transformando.

Aunque esta tendencia es un arma de doble filo porque, como advierte Gema Gómez, “las plataformas de segunda mano se están empezando a usar como otro fast fashion, ya que se intercambian de una manera muy rápida y hay que poner conciencia en la movilidad de producto, ya que la distribución de la distribución logística tienen un gran impacto”.

Reuters

Empresas como H&M o Decathlon han recibido denuncias por afirmar que sus prendas tenían “diseños ecológicos”, aunque no cumplían con estándares de sostenibilidad. (REUTERS/Simon Dawson)

Nosotros podemos poner nuestro granito de arena con gestos como aprender a combinar la ropa mejor, para así reutilizarla más, o invertir en marcas de moda que lo estén haciendo bien para fomentar ese modelo de negocio.

Como regla general, muchas de las prendas que ya no queríamos pasaban a otros familiares o, en el peor de los casos, al interior de contenedores de ropa, que no han gozado de buena fama debido a las múltiples ocasiones que han sido vandalizados para robar las prendas y hacer un uso comercial de ellas. Y es que la solidaridad no es para todo el mundo.

Los consumidores quieren tener el control sobre qué hace con su ropa y hacia dónde va, y por ello han encontrado en estas plataformas un lugar para darle una segunda vida y frenar ese ciclo creciente de consumo y gasto energético innecesario.

Y, quid pro quo, también son usadas para comprar cosas en buen estado y a mejor precio. Gana el bolsillo y gana el medioambiente, ¿qué podría salir mal?

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