El voto latino, ¿la llave maestra para abrir la Casa Blanca?
Los latinos, el grupo que más crece en EE. UU., podrían determinar al próximo presidente, así como una buena parte de la composición de la Cámara de Representantes y decenas de referendos locales.
La cuenta regresiva para las elecciones presidenciales de Estados Unidos está llegando a su fin. Este 5 de noviembre, más de 36 millones de votantes latinos o hispanos tendrán la oportunidad de ejercer su derecho al voto, una cifra comparable a la población de Perú o Arabia Saudita. En las últimas semanas, los candidatos han intensificado sus apariciones públicas, compartiendo escenario con celebridades en mítines en los estados clave, conocidos como “pendulares”, donde se definirá quién llegará a la Casa Blanca.
En 2024, EE.UU. se ha consolidado como el segundo país con más hablantes de español, solo después de México. Actualmente, hay allí 65,1 millones de personas que tienen ascendencia latina o hispana, ya sea porque provienen de países de América Latina o porque hablan el idioma. El poder demográfico de este grupo no había alcanzado una magnitud tan notable desde los años setenta, cuando se comenzó a registrar esta información.
Asimismo, en las últimas cinco décadas la población hispana o latina en el país se ha multiplicado por siete, y su peso relativo se ha cuadruplicado. Este cambio también ha impactado en las urnas: mientras que en 1988 el electorado latino o hispano no superaba el 4% del total del censo, ahora representa el 15%. California, Texas, Florida y Nueva York son, en ese orden, los estados con mayor concentración de esta población.
Las comunidades latinas lideran el crecimiento poblacional en EE.UU.: de los 1,64 millones de personas que se sumaron al censo en 2023, 1,16 millones son latinos. Las cifras demográficas disponibles muestran que este rápido crecimiento solo es comparable con el de las comunidades asiáticas, cuyo ritmo es ligeramente superior.
Más que una minoría: los latinos redefinen la batalla electoral
En los últimos días de campaña, los esfuerzos de la actual vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris, y el expresidente y candidato republicano, Donald Trump, se han concentrado en los estados pendulares: siete territorios donde las elecciones se deciden por márgenes estrechos, de cientos o miles de votos, y donde aún no hay claros favoritos.
Estos estados –Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania, Carolina del Norte y Wisconsin– han experimentado un crecimiento sostenido de la población latina. Arizona y Georgia, en particular, registran incrementos de más del 30% respecto a años anteriores, aunque todos han visto un aumento significativo en la población hispana o latina.
Durante muchas décadas se fue construyendo una identidad común para un grupo que es heterogéneo y con orígenes diversos, a diferencia de otras minorías étnicas que tienen más similitudes. Sin embargo, entre más crece el poder electoral de la comunidad latina, su voto se vuelve menos homogéneo y se va alejando más de las retóricas partidistas, dejando de apoyar a un partido o a un candidato puntual.
“No existe un voto latino homogéneo. Los cubanos y venezolanos en Miami tienen poco en común con los salvadoreños en Arizona o Texas. Si bien muchos grupos se han movido hacia los republicanos, este cambio es menor de lo que suele sugerirse”, afirma Scott Morgenstern, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Pittsburgh, en Pensilvania, uno de los estados pendulares.
El académico explica que el voto latino se inclina cada vez más hacia temas económicos y sociales, como el costo de vida y la inflación, que han impactado al país tras la pandemia de COVID-19, y menos hacia cuestiones migratorias, como en décadas pasadas. Uno de los retos más importantes que enfrenta la participación electoral latina es la histórica abstención, como señala Morgenstern: “Hay números suficientes de ellos (latinos) en los estados pendulares para que puedan determinar al ganador”.
Trump y Harris, Getty Images
¿Inclinará el voto latino la balanza en los estados clave?
En los estados pendulares, conocidos en EE.UU. como swing states, los latinos tienen mayor capacidad de influir por la ajustada diferencia que han tenido los partidos en las últimas elecciones presidenciales.
“Diferentes encuestas en la actualidad muestran que el 71% de los latinos que están en condiciones de votar irán a las urnas. Esa cantidad en una elección extremadamente reñida hace que su rol sea central y que tanto Trump como Harris le dediquen tanto tiempo a los condados en donde hay latinos dentro de los estados en disputa”, asegura Anabella Busso, investigadora del Conicet especializada en temas de Relaciones Internacionales y profesora en la Universidad de Rosario en Argentina.
“Ambos partidos están decepcionados en lo que respecta al voto latino”, dice por su parte Hernando Amaya, analista político que vive en Nevada. Para él, las comunidades latinas sienten que su voto solo es válido cuando hay elecciones presidenciales o de medio término. “Sin embargo, es posible que la participación latina se incremente. A pesar de que su voto se ha separado de los partidos, hay cada vez más votantes independientes”, añade.
Históricamente, estados como Pensilvania, Wisconsin o Michigan, también conocidos como el cinturón del óxido (Rust Belt), por su influencia en la industria automotriz y del acero en otras épocas, se han definido por diferencias muy ajustadas de votos. “En ese escenario el voto latino se convierte en muy importante si, efectivamente, los latinos se sienten motivados a participar”, asegura Busso.
De estos estados, Pensilvania es el más codiciado, con sus 19 votos en el colegio electoral, los cuales pueden ser clave para que un candidato alcance los 270 necesarios para ganar la presidencia en el sistema de votación indirecto por el que se rige EE.UU..
En este estado, donde viven cerca de 600.000 latinos, todas las encuestas indican un empate técnico. Allí hay más de medio millón de puertorriqueños y han resonado las declaraciones que realizó un cómico en un mítin de Trump, donde comparó a Puerto Rico con una ‘isla de basura’. Busso sostiene que esto no alterará el voto final, aunque otros analistas consultados opinan lo contrario.
Mientras tanto, en otros estados del cinturón del óxido, como Wisconsin y Michigan, la presencia latina ha aumentado principalmente en zonas urbanas y moderadamente en áreas rurales. En el caso de Michigan, hay mayor presencia de mexicanos y mexicoamericanos en Detroit, Grand Rapids y el suroeste de ese estado, impulsada en gran parte por los trabajos agrícolas y el costo de vida moderado en comparación con grandes urbes.
Este 5 de noviembre, más de 36 millones de votantes latinos o hispanos tendrán la oportunidad de ejercer su derecho al voto, una cifra comparable a la población de Perú o Arabia Saudita. Foto: Getty Images.
En contraste, Wisconsin reúne una comunidad latina centroamericana asentada principalmente en la ciudad de Milwaukee. En ambos estados se verá la brecha campo-ciudad, que muestra una seducción del voto rural y blanco hacia Trump, y del voto urbano y latino hacia Harris, una disputa que se ha resuelto con diferencias menores al 1% en años anteriores.
Más al sur del país, en Carolina del Norte, se mantiene esta tendencia de división entre zonas rurales y urbanas, así como en los distritos electorales en los que más habitan comunidades latinas, que son Charlotte, Raleigh y Durham (el Triángulo de Investigación). Desde la década de 1990 llegó allí una gran cantidad de latinos, principalmente por los trabajos agrícolas y por el desarrollo de centros de investigación, que han convertido a la zona en el segundo polo de investigación después de Silicon Valley. Desde entonces, en este estado hay más de un millón de latinos. Trump ganó anteriormente en este estado con una diferencia de más de 70 mil votos.
En Georgia el ajedrez electoral es más complejo: los latinos, que suman aproximadamente 400.000 votos, son los que menos intención tienen de sufragar. “Necesitamos que todos en Georgia voten. Ustedes harán la diferencia”, aseveró Harris en un mítin. Por su parte, Trump apuesta por recuperar este estado para los republicanos, a pesar de la distancia con el gobernador republicano, Biran Kemp.
Los latinos en ese estado sureño son mayoritariamente de Puerto Rico y México, y son el tercer grupo poblacional, con cerca del 10% del censo electoral, Biden ganó este estado por poco más de 10.000 votos hace cuatro años. El reto para ambas campañas está en recuperar la confianza de electores que se sienten muy poco representados, como lo indicó el Brennan Center en 2023: “La estructura electoral diluye la capacidad del electorado latino de elegir a representantes de su mismo origen”.
Arizona y Nevada: los latinos tienen la palabra
A ritmo de la música norteña del popular grupo mexicano Los Tigres del Norte y de anuncios en español, los demócratas buscan retener el voto latino. Por su parte, los republicanos han redoblado sus mítines y su apuesta por poner en duda la transparencia de las elecciones: J.D. Vance, el candidato a vicepresidente de Trump, ha insistido en sus múltiples visitas a Arizona con que “somos republicanos y solo votamos una vez”.
En Arizona, las comunidades latinas representan el 25% del electorado. Hace cuatro años, en este estado la diferencia entre Trump y Biden fue de poco más de 10.000 votos, y los sondeos indican que la diferencia en estas elecciones será más ajustada. En este territorio la migración es el tema que más inquieta a este grupo, e incluso se espera que pronto se vote allí una propuesta (Propuesta 314) que convertiría en un delito estatal cruzar la frontera de forma irregular.
En este estado quedarán a prueba los votos latinos de los hombres de segunda generación. Muchos de estos están despojados del contexto migratorio que tuvieron que vivir sus padres, como destaca Busso: “Las segundas generaciones ya están totalmente integradas y votan por las categorías comunes a la sociedad norteamericana. Si son mujeres o varones universitarios son más proclives a votar por los demócratas, y si no tienen estudios tienden a irse más por los republicanos”.
Más al norte, Nevada, un estado reconocido por la ciudad de Las Vegas y sus imponentes casinos, hay varias apuestas en juego por los votos latinos, que suman el 30%. En este estado, Amaya, analista político residente en Las Vegas, recuerda que “en el último tiempo ha habido mayoría demócrata en el voto latino, pero los republicanos han conquistado espacio, prueba de ello es el actual gobernador Joe Lombardo”.
En este estado, la inflación y el aumento del costo de las viviendas, que se ha incrementado en un 33% desde la llegada de Biden, movilizarán los votos latinos, que son mayoritariamente indecisos, como señala Amaya. “Los latinos se caracterizan por escoger al final, muy probablemente el día de la elección”, asegura.
A pocas horas de abrir las urnas, el voto latino es una moneda al aire, que puede influir, como nunca antes, en quién se siente en la Oficina Oval desde el 20 de enero de 2025.